viernes, 5 de marzo de 2021

49. El doctor pacense don Pedro Casas Guerrero, el promotor de la devoción pública al Cristo de la Espina en el siglo XVIII.

 49.

El doctor pacense don Pedro Casas Guerrero, el promotor de la devoción pública al Cristo de la Espina (el Santo Cristo Nazareno) en el siglo XVIII.

Fue enterrado junto a su altar en el convento de las Descalzas de Badajoz, «por ser dueño de su vida y corazón». Fundó la obra pía Jesús Nazareno en 1709; la misa de once en el altar del Cristo; la celebración de la fiesta de la Santa Espina y que se alumbrara a la imagen cada Jueves Santo. Su sobrino Pedro de Alcántara Casas Guerrero fundó una capellanía en su altar en 1723.


© Pedro Castellanos
5 de marzo de 2021
(Primer viernes de marzo, día del besapié al Cristo de la Espina)


El Cristo de la Espina con la firma de don Pedro Casas Guerrero.

Biografía de don Pedro Rodríguez Guerrero, más conocido como Pedro Casas Guerrero (1651-1724).

Si la devoción actual que se le profesa al Cristo de la Espina, el Señor de Badajoz, es debida alguien en particular, es en gran parte al médico (1) y presbítero Pedro Casas Guerrero. Nació en Badajoz y fue bautizado en la catedral el 3 de septiembre de 1651. Era hijo del barbero y espadero Lorenzo Rodríguez Casas y de su segunda esposa, Juana García Cralo. El nombre de Pedro se le puso por su abuelo materno Pedro Martín Cralo. Tomó su segundo apellido de su tatarabuelo paterno, Francisco Vázquez Guerrero. Su padre, Lorenzo Rodríguez Casas, hijo de Juan Rodríguez Casas y de Inés Vázquez, se había casado en primeras nupcias el 2 de julio de 1639 con Leonor Isabel Fernández. Fue en la iglesia matriz de San Pedro de la villa portuguesa de Terena, de donde ella era natural. San Pedro de Terena, como también se la conoce, es una feligresía perteneciente al concejo de Alandroal y está situada a unos 50 kilómetros de Badajoz, frente a Olivenza. Pedro Casas Gurrero era bachiller en Artes por la Universidad de Salamanca y obtuvo el título de médico en Madrid, aprobado por su protomedicato.

Lorenzo y Leonor Isabel engendraron dos hijos, Juan y Domingo. Debido al estallido de la guerra entre ambos países, Lorenzo tuvo que huir a España con su hijo Juan (Domingo habría fallecido) dejando allí a su mujer y toda su hacienda. Teniendo noticia del fallecimiento de su primera esposa en Portugal, contrae matrimonio de nuevo en Badajoz el 14 de marzo de 1649 en la parroquia de San Andrés con la badajocense Juana García Cralo, hija de Pedro Martín Cralo y de Catalina Hernández. De este matrimonio engendraron otros dos hijos más: nuestro Pedro Rodríguez Guerrero, después llamado Pedro Casas Guerrero y Francisco. Pedro Casas Guerrero otorgó varios testamentos, el último en 1722. En ellos pedía ser enterrado en hábito franciscano «junto al altar del Santo Cristo Nazareno» en el convento de las Descalzas de Badajoz, a honra y gloria de dicha imagen, «por ser dueño de su vida y corazón». A su entierro acudirían las comunidades religiosas de los dominicos, franciscanos observantes, agustinos y los trinitarios. Todos deberían celebrar ese día misa de cuerpo presente con los responsos acostumbrados. A ellos se les daría de limosna 70 reales de vellón. Su cuerpo sería alumbrado por doce pobres, que llevarían un cirio amarillo cada uno, a los que se les pagarían un real. Dejaba cincuenta doblones de dos escudos de oro (3.000 reales de vellón) para pagar su funeral. Al tercer día de su entierro celebraría las honras en el altar del Cristo (de la Espina) el cura de su parroquia, con misa cantada con dos acólitos cantando la epístola y evangelio, precedida la misa de vigilia cantada. Nombraba por albacea a la abadesa que fuese en el momento de su muerte del convento de las Descalzas, nombrándola patrona de su fundación. También nombraba albaceas al arcediano de Badajoz Juan Vázquez Morcillo, al cura del Sagrario Francisco Sánchez Salguero, al canónigo de la catedral Juan Martínez Abad, a Luis Meneses Hidalgo, a su sobrino Pedro de Alcántara Casas y al padre rector que hubiese en ese momento en el colegio de la Compañía de Jesús, donde estudió y a los que profesaba gran amistad. A estos últimos les había servido de médico casi toda su vida y de modo especial a los franciscanos del convento de San Gabriel extramuros. Dejaba como única heredera a su alma, para que todas sus posesiones se convirtiesen en misas y sufragios por ella, junto a las de sus padres y las almas del purgatorio.


Fundación de la obra pía Jesús Nazareno en 1709. Algunos autores la han confundido con una cofradía, que fue fundada en 1939.

En un principio fue una capellanía que Pedro Casas fundó para el culto divino, en beneficio de su alma, la de sus familiares y las del purgatorio. No cita en ningún momento que la dedicase a Jesús Nazareno. La primera fundación fue en 1700, citando que con el beneficio de los bienes que tenía, mandaba decir una misa rezada al año en cualquier iglesia de Badajoz. Por no hacerse con la suficiente claridad, pidió licencia al obispo Juan Marín de Rodezno para fundarla de nuevo en 1702, siendo aprobada el 8 de enero. El 17 de enero se desagregaban algunos bienes y se añadieron otros, y se anularon todas las fundaciones anteriores a la que veremos en 1711. Por un auto del provisor y vicario general Basilio José Moneba de la Cueva, la fundación fue aprobada en 1709. Aquí ya sí aparece dedicada a Jesús Nazareno del convento de las Descalzas, por tener «especialísima devoción con dicha imagen». Se hizo para mayor claridad y por diversos motivos, entre ellos, las pasadas guerras con Portugal. Se pide nueva licencia al señor provisor, nombrando patronos perpetuos de ella a los mencionados obispo y provisor y también al vicario general. Se anulaban las dos fundaciones anteriores de 1700 y 1702.

Los bienes de la obra pía. La casa del fundador estuvo en la plaza de España, esquina a Vicente Barrantes.

Entre los bienes de la obra pía, que fueron aumentando progresivamente, figuraban:

  • La casa del fundador. Era libre de censo, que estaba en el llamado entonces «campo de San Juan», hoy plaza de España. Esta casa tenía en un principio un censo de 20 ducados al año que se pagaban a Pedro Ibáñez de Segovia Leguizamón Isasi, primer marqués de Gramosa, pero fue comprado a este en 1702. Esta casa hacía esquina a la entonces calle de la Cuerna, hoy Vicente Barrantes. Estuvo en el lugar que ocupa el actual edificio propiedad del Grupo Albatros, donde estuvo el bazar París y luego el bar El Águila. La casa la heredó de sus padres y estos la compraron en 1659.
  • Otra casa accesoria a la anterior. En el campo de San Juan, que le repasaron Fernando López e Isabel González en 1699. Esta casa tuvo un censo de tres ducados y medio que se pagaban al convento de Santa Lucía. Este censo fue redimido (quitado tras comprarlo) en 1699. La casa lindaba con la del fundador y por abajo (hacía la calle Obispo se entiende) con otra pequeña que fue de la Hermandad de la Misericordia. Es decir, que ambas serían la llamada casa Álvarez-Buiza, actual sede del Colegio de Aparejadores.
  • Otra casa en el campo de San Juan. Era libre de censo, que lindaba con la anterior de la Misericordia. Lindaba con las del ayudante Fernando de Castro, que hacían esquina al campo de San Juan y a la calle Fernando Becerra (hoy calle Meléndez Valdés). Esta casa la compró Pedro Casas al capitán de infantería Manuel de Silvera en 1707. Tuvo un censo de 26 reales permutados a los medio racioneros de la Catedral de Badajoz.
  • Una casa-bodega. Estaba en la calle Fernando Becerra (hoy Meléndez Valdés). Esta casa se la vendió el caballero de Santiago Juan de Alva Maraver (2), apoderado de su cuñado Miguel Bonarés, capellán de la capellanía que fundó el cura Urribarri. Tenía un censo de 71 reales redimibles, que fueron redimidos en 1694, siendo capellán entonces el cura Salguero. Podemos decir que Pedro Casas tuvo casi toda la fachada de casas desde la calle Vicente Barrantes hasta la calle Meléndez Valdés.
  • Dos censos pequeños. Los tenía la casa mencionada de la Hermandad de la Misericordia.
  • Un cercado de viña y olivares. Estaban en la cañada de Sancha Brava, de unas 6.000 cepas.
  • Otra viña. De 5.000 cepas y libre de censo en el lugar llamado del Codosal, cercano a Telena. De ella se pagaban cinco ducados de censo redimible al hospital de la Vera Cruz. Este censo se redimió en 1679. El fundador se la compró a Gómez de la Rocha Figueroa Golfín de Ulloa y a su mujer (y prima) Leonor Marcela de la Rocha en 1687.
  • Otra viña. Situada también en el Codosal, comprada en la misma fecha al mencionado Gómez de la Rocha.
  • Un olivar en la vega de Mérida. Estaba en el lugar llamado del Albercón, (alberca romana ya desaparecida) que lindaba con el camino que iba a Talavera la Real. Se lo compró al sedero José Hernández y a su mujer Beatriz Ramos en 1698. De este olivar pagaba un censo de 24 reales a una capellanía, de los cuales compró nueve reales en 1698. De esta forma solo pagaba 15 reales a la mesa capitular de la catedral, por ser estos de carácter perpetuo.
  • 100 ducados de censo redimible. De una casa en la calle de Santo Domingo. Este censo estaba cargado sobre una tierra en el lugar conocido como Valdesevilla. Se lo vendió Francisco Gutiérrez y su mujer Josefa González en 1696.
  • El fruto de unas veinte tinajas de vino y aceite. Estaban en la bodega de su propiedad, sin que se pudiesen vender nunca.
  • El ajuar y alhajas de su casa del campo de San Juan. Todo lo donaba también a la fundación en una memoria secreta.

Más tarde añadiría:

  • Catorce fanegas de trigo. Procedentes del molino de Ballestero, situado en el río Guadiana, junto al hoy puente Real. Se las compró en 1702 a Francisco Becerra, vecino de La Albuera, por 700 reales.
  • Un censo sobre una casa. Estaba en la calle de la Soledad, que compró al regidor José Caldera Guerrero en 1709.
  • Otro censo redimible. De una casa en la entonces calle de las Ollerías (actual Arco-Agüero) que hacía esquina a la calle Afligidos, situada en la misa acera de la ermita de San Antonio de Recogidas (sic), futuro convento de Carmelitas. Como no se especifica cuál de las dos esquinas eran, podría ser la casa del presbítero Andrés Trinidad Preciado Méndez (3).
  • Seis fanegas de tierra. Situadas en el lugar conocido por el Osario, hoy barrio de San Roque, cerca de la desaparecida ermita homónima.

Lugar donde estuvo la casa donde vivió don Pedro Casas Guerrero.

Dedicación de la obra pía. La misa de once en el altar del Cristo. El fundador quiere que la imagen sea venerada públicamente.

De todo corazón a Jesús Nazareno, señor y dueño de mi alma y vida; la cual [imagen] está colocada en su altar en el convento de religiosas descalzas de la Orden de Santa Clara y título de Ntra. Sra. de las Mercedes de esta ciudad; para que esta imagen sacrosanta como y en lugar del mismo Jesús Nazareno que representa, sea en el mundo venerada públicamente de todos los católicos, y en su obsequio y culto se gaste y consuma cada año perpetuamente el producto y frutos de las alhajas que señalaré. Y suplico reverentemente y humildemente y ruego a la Majestad de Jesús Nazareno, que por su piedad inmensa y bondad infinita se sirva de aceptar esta oferta y dedicación, en satisfacción de mis muchos errores y pecados y bien de mi alma primeramente, como asimismo después de las ánimas de mis padres y parientes más próximos. Y para beneficio de las ánimas que se hallaren en el purgatorio tomo e imploro por mi especial patrona y abogada a la clementísima Virgen Santa María, Madre de Dios Hombre Nazareno, bajo el título del Rosario, a quien con las veras de mi corazón y toda mi alma, encargo humildemente esta petición, haciendo cargo y memoria a su divino Hijo Jesús Nazareno del misericordiosísimo misterio de la Encarnación, a efecto de causar la redención universal.

Efectivamente consiguió que el Cristo se venerase públicamente como quería. Encargaba decir una misa rezada sobre las once de la mañana todos los domingos y fiestas de guardar, «y en el altar en que se ha de celebrar, será el mismo en que está colocada la imagen soberana de Jesús Nazareno en el convento de religiosas descalzas de santa Clara de esta ciudad; y no en otro altar alguno». Una vez acabada la misa, estando vestido todavía el sacerdote, diría secretamente un responso sobre la lápida de mármol donde estaría enterrado el fundador. Los capellanes electos, nunca serían elegidos por el obispo o provisor, sino solamente por el deán y prior. Todas las escrituras de la fundación se guardarían en el archivo del convento de las Descalzas para evitar su pérdida (hoy destruidas). Si fuese necesario presentar algún documento, sería con el permiso de la prelada patrona al capellán, constando recibo de ello, devolviéndolas después y constando el motivo de su petición. Si algún bien se vendiese, el caudal se guardaría en el arca del convento, siendo con permiso del juez. Todos los capellanes residirían junto a sus familias únicamente en la casa del fundador. Si no lo hiciesen, los patronos de la fundación los expulsarían del cargo ipso facto, nombrando a otro, aunque tuviesen permiso del obispo o de Roma.


Celebración de la fiesta del 4 de mayo (día de la Santa Espina).

En la fundación de la obra pía también se celebraría en el mismo altar del Cristo, del modo que dispusiesen los patronos, mandando decir misa cantada con acólitos por la intención de don Pedro Casas, con sermón: «en alabanza de la imagen sacrosanta de Nuestro Señor Jesús Nazareno, siendo todo dirigido y dispuesto por la discreta dirección y plausible solemnidad que se acostumbra celebrar en dicha iglesia para la mayor veneración y aplauso de dicha imagen de Jesús Nazareno».

Refundaciones posteriores de la obra pía. Se alumbraría al Cristo todos los Jueves Santos.

La obra pía se fundaba de nuevo en 1711. Con las rentas se colocaría cera blanca en doce candelabros pequeños que alumbrarían al Nazareno en su altar todos los Jueves Santos perpetuamente. Hoy se alumbra curiosamente con la luz del monumento que se coloca a su lado el Jueves Santo. Fue aprobada oficialmente en 1712, siendo provisor y juez eclesiástico Basilio José Moneba de la Cueva y obispo Francisco Valero Losa. En este convento había ingresado como monja una sobrina de don Pedro Casas, Juana Javiera de San Ignacio (hermana de Pedro de Alcántara Casas), y habiendo fallecida esta, las señoras patronas, las monjas del convento, empezarían a usar los bienes de la fundación, sin alterar nada de lo que señaló el fundador. La última refundación fue en 1719 y aparece publicada en 1722 ya fallecido don Pedro Casas. Con ella se becaría a la persona que fuese más inteligente para estudiar teología, cánones y leyes o medicina en las universidades que fuesen de su grado, la de Salamanca, Alcalá de Henares o Sevilla. Serían hijos de padres honrados y matrimonios legítimos, de sangre «limpia y sin infección y cristianos viejos», sin sangre hebrea ni de «hereje judaizante», sin poder ser admitidos ni si quiera para el examen de acceso, por muy remota que fuese esta ascendencia. Es seguro que se les harían un «expediente de limpieza de sangre». Esto ahora nos parece racista, pero era una costumbre muy extendida en aquella época, en la que para acceder a ciertos cargos debían ser «cristianos viejos, limpios de toda mala raza de moros, judíos, mulatos, moriscos y marranos». Marranos eran las familias judías conversas al cristianismo. Estos candidatos deberían ser varones a los que Dios les hubiese dotado de talento para ello, de «mucho aprovechamiento» en la religión católica y para la Estado, que no habían podido estudiar por su pobreza, como padeció el propio Pedro Casas Guerrero.

El obispo se encargaría de nombrar a los dos examinadores que le harían la prueba de acceso. Cualquiera de los que fuesen admitidos tendría que haber estudiado previamente metafísica y física, ya fuese en Badajoz o en otra ciudad, presentando testimonio de ello por parte de sus profesores de haber asistido a estos estudios. Una vez aprobado el examen, este debería de estudiar la que le atrajese más dentro de las tres materias citadas, pudiendo tomar consejo de alguna persona prudente. Tendría que acabar sus estudios y graduarse en la facultad elegida, no nombrándose a otro nuevo hasta que el primero se graduase de bachiller. El alumno debería presentar su matrícula y pruebas de cada curso y, si no lo hiciese, sería expulsado y se nombraría a otro. Tendrían preferencia sobre los demás los que probasen ser parientes de Pedro Casas Guerrero. En especial, los hijos y descendientes de Manuel Sánchez Navarro, sargento mayor de la ciudad de Alcántara y su esposa, Mariana Guerrero de Santiso (mencionada después como Mariana Manrique Casas Guerrero), sobrina de Pedro Casas, aunque no fuesen naturales de Badajoz. A ser posible serían dos alumnos como mínimo en cada curso, si lo permitiesen las rentas de la obra pía, teniendo preferencia el que fuese pariente del fundador, aunque no fuese alumno del Colegio Seminario de San Atón. El valor de los bienes de la fundación sería para el mencionado colegio, siendo usufructuario de ellos su sobrino Pedro de Alcántara Casas durante su vida, al que crio desde pequeño en su casa. Su sobrino tendría la obligación de celebrar siete misas rezadas mientras viviese en el altar del Cristo por el alma de su tío, los padres de este y las almas del purgatorio. Reservaba una casa grande que tenía en la calle de la Soledad para su sobrina Juana Javiera, para alimentarla el resto de su vida en el convento de las Descalzas. Nos vuelve a recordar que la obra pía la fundaba en honor de la imagen de Jesús Nazareno, «su dueño», y de su Santísima Madre, «sus señores», para que le perdonasen sus errores.

El pie derecho del Cristo de la Espina, todo un símbolo de devoción en Badajoz.

Muerte y entierro de don Pedro Casas Guerrero a los pies del altar del Cristo de la Espina.

 Don Pedro falleció en la casa donde vivía en el campo de San Juan, hoy plaza de España, el 14 de enero de 1720 a los 68 años de edad, como figura en su partida de defunción:

En la ciudad de Badajoz, en 14 días del mes de enero de 1720 años, en el campo de San Juan, falleció D. Pedro Casas Guerrero, presbítero y médico. Recibió todos los santos sacramentos. Dejó por su alma 500 misas rezadas y por albaceas a Juan Francisco de Melilla Delgado, cura del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de esta dicha ciudad, a Pedro de Alcántara, su sobrino y heredero, y a Luis de Meneses, presbítero. Hace una fundación de misa de once en el convento de religiosas de las Descalzas y funda para el Colegio Seminario. Enterróse en dicho convento de las Descalzas con la hermandad de su padre san Pedro, con quien dije misa cantada y la música. Y lo firmé.

Como hemos visto fue enterrado por la Hermandad de San Pedro Clero y Sacris, de la que era hermano y como él pedía, a los pies del primitivo retablo u altar del Cristo de la Espina, teniendo permiso del obispo Juan Marín de Rodezno y de las religiosas del convento. Esta sepultura, llamado luego «sepulcro de Casas», tenía una losa blanca grande de mármol con el escudo de la Inquisición con su nombre, que se incluía en la mencionada fundación de la obra pía Jesús Nazareno. En 1709 lo cita así:

Aplico y doto para esta fundación un sepulcro que tengo labrado para enterrar mi cuerpo en falleciendo [sic], el cual labré en el convento dicho de señoras descalzas, al pie del altar de la imagen de Jesús Nazareno, para quien se funda esta dotación, con licencia del señor obispo D. Juan Marín de Rodezno y consentimiento y permiso de dicha comunidad, sobre que se hizo título en forma el cual entrego junto con los demás instrumentos y escrituras pertenecientes a esta mi fundación. Y dicho sepulcro tiene una losa de piedra grande [de] mármol que la coge toda la entrada de él con el escudo de la Inquisición, como ministro que soy del Santo Oficio y Tribunal de la de Llerena, en el cual como llevo dicho tengo de ser enterrado en falleciendo. Y después de mi cuerpo, el de todos y cada uno de los señores sacerdotes que al tiempo de morir estuvieren siendo mis capellanes, si quieren enterrarse en él; lo cual se ejecutará perpetuamente, y en dicho sepulcro no se ha de enterrar nadie que dichos mis capellanes sacerdotes.

Hasta que se colocó el nuevo suelo de mármol blanco y verde de la iglesia del convento de las Descalzas se podía ver una pequeña lápida de mármol blanco, que en realidad sustituía a la primitiva. Estaba escrita en latín y se podía leer lo siguiente:

En lengua castellana:

SEPULCRO DEL DOCTOR PEDRO CASAS GUERRERO. ERA NATURAL Y MÉDICO DE ESTA CIUDAD, MINISTRO DE LA SANTA INQUISICIÓN. FALLECIÓ EN EL AÑO DEL SEÑOR DE 1720. Y PARA SUS CAPELLANES.

Fundación de una capellanía en el altar del Cristo en 1723 por su sobrino Pedro de Alcántara Casas Guerrero. Su tío no quería que se casase y fuese eclesiástico como él.

En este sepulcro del convento de las Descalzas fueron enterrados todos los capellanes que celebraban misas en el altar del Cristo, entre ellos el mencionado Pedro de Alcántara Casas, su sobrino y heredero. Él lo había criado desde pequeño y llegó a ser también eclesiástico, tal y como deseaba su tío. En 1711 don Pedro Casas lo citaba así:

Digo que si Pedro [de] Alcántara Casas, mi sobrino, quisiere ser eclesiástico y quisiere decir las misas de esta fundación, siendo sacerdote, las diga en primer lugar que todas las personas que llevo nombradas en esta fundación y sus descendientes, pagándole cuatro reales de vellón por cada misa dicha en el altar señalado y con las condiciones arriba expresadas. Y en caso de que no sea eclesiástico y se case, lo cual no será de mi gusto, en tal, para obviar motivos de inquietud y morir yo en paz, digo que sus descendientes, siendo sacerdotes y capaces de decir dichas misas, las digan y que a ellos y los descendientes de esta línea solamente y no otros de las otras líneas, se le darán cuatro reales por cada misa de las que dijeren de esta fundación, cumpliendo en todo enteramente con la disposición de mi fundación. 

Al igual que su tío, Pedro de Alcántara, le profesaba gran devoción al Cristo de la Espina. De hecho, tenía una criada que se llamaba Lucía de Jesús Nazareno. En su testamento mandaba que su cuerpo fuese amortajado en las vestiduras sacerdotales:

En el sepulcro que está frente a la peana del altar de Jesús Nazareno, sito en la iglesia del convento de religiosas de Ntra. Sra. de las Mercedes Descalzas de esta ciudad, donde yace el doctor Pedro Casas, mi tío, quien en la fundación de su capellanía dispuso que sus capellanes se sepultasen en él y serlo yo de ella. Mando que cuando la voluntad divina fuere servido de llevarme de esta presente a otra mejor vida, mi cuerpo sea amortajado con las vestiduras sacerdotales, el que sea puesto en una caja de madera forrada en bayeta negra y llevado al convento de religiosas de Ntra. Sra. de las Mercedes Descalzas de esta ciudad, en donde se le dé sepultura en el sepulcro que está en su iglesia, inmediato al altar de Jesús Nazareno, donde se halla sepultada el doctor don Pedro Casas Guerrero, presbítero, honesta persona que fue del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena, mi tío, que lo hizo fabricar a sus expensas; y para que sirviese a los capellanes que fueren de la capellanía de misa de once que fundó en dicha iglesia y altar, de que al presente soy actual capellán.

Retablo actual del Cristo, de estilo rococó. A su derecha el sepulcro de los condes de la Torre del Fresno, que fueron patronos del convento.

En este convento se encontraba su hermana sor Juana Javiera de San Ignacio. Fundaba de sus bienes una capellanía en la iglesia de las Descalzas, en el mencionado altar de Jesús Nazareno, con carga y obligación de tener su capellán o capellanes que dijesen las misas rezadas que se pudiesen con la renta de 11 reales de vellón cada una de ellas. Estas misas se dirían por estos capellanes los días de san Pedro, el de la Coronación de Jesucristo, la Dominica in Pasione, las cuatro Pascuas del año, las nueve festividades de la Virgen María, el día de san Pedro de Alcántara, san Francisco Javier y Ntra. Sra. del Rosario. Si alcanzasen las rentas, también se dirían en los días que les pareciere conveniente a los capellanes, entre ellos, el día de san José y san Juan Bautista. Cada misa se aplicaría por la intención del fundador y después de ellas se diría un responso sobre su sepulcro. Nombraba primer capellán de ella a su sobrino (en segundo grado) Pedro Sánchez Navarro Guerrero, hijo del sargento mayor de la villa de Alcántara Manuel Sánchez Navarro y de la mencionada ahora como Mariana Manrique Casas Guerrero, su prima, ambos difuntos. Nombraba patrona perpetua a la abadesa que fuese en ese momento del convento de las Descalzas. Si se extinguiesen los descendientes de su sobrino, ella se encargaría de nombrar capellán. Su única heredera sería su hermana sor Juana Javiera de San Ignacio. Los bienes de la capellanía eran, entre otros, viñas y olivares. Pedro de Alcántara Casas otorgaba testamento en 1749 y en él citaba lo siguiente:

Mando que cuando la voluntad divina fuere servido de llevarme de esta presente a otra mejor vida, mi cuerpo sea amortajado con las vestiduras sacerdotales, el que sea puesto en una caja de madera forrada en bayeta negra y llevado al convento de religiosas de Ntra. Sra. de las Mercedes Descalzas de esta ciudad, en donde se le dé sepultura en el sepulcro que está en su iglesia, inmediato al altar de Jesús Nazareno, donde se halla sepultado el doctor don Pedro Casas Guerrero, presbítero, honesta persona que fue del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena, mi tío, que lo hizo fabricar a sus expensas; y para que sirviese a los capellanes que fueren de la capellanía de misa de once que fundó en dicha iglesia y altar, de que al presente soy actual capellán.

Falleció al día siguiente, 9 de mayo de 1749, a las cuatro de la tarde, siendo enterrado como pedía en el convento de las Descalzas junto al Cristo de la Espina por la Hermandad de San Pedro «Clero y Sacris», de la que era hermano, al día siguiente a las once y media de la mañana. Ahora dejaba como único heredero a su sobrino, al que tenía a su cargo, Pedro Sánchez Navarro Guerrero. Su hermana habría fallecido ya. 

La condesa de la Torre del Fresno sufragaba los gastos de la novena al Cristo, que ya se realizaba en 1803.

Ella vivía en la casa donde después se construyó la Capitanía General o Gobierno Militar de la plaza de las Descalzas. La novena más antigua de la que tengo conocimiento es la de 1803, no descartando que se celebrase con anterioridad. El dato aparece en un inédito libro de cuentas del convento desde 1803 a 1819: «639 reales y 15 maravedíes [de] vellón que por tres años hasta agosto de 1805 ha debido pagar doña Florencia de Arguello y Mézquita, condesa viuda de la Torre del Fresno, por pensión para gastos a la novena de Jesús Nazareno». En la primera página de este libro de cuentas figura que debido a los sitios que sufrió la ciudad en noviembre de 1811, fueron expulsadas las monjas del convento de las Descalzas por orden del gobernador francés Fhilipon, para convertirlo en cuartel. Citaban también que estos acontecimientos causaron una «cruel destrucción» en la fábrica del convento por el saqueo «furioso» que padeció la ciudad el 7 de abril de 1812 por los soldados ingleses y portugueses cuando se reconquistó la ciudad a los franceses. Es evidente que el Cristo y la actual Virgen de la Amargura se salvaron de estos saqueos, supongo que porque serían ocultadas en lugar seguro. No figuraban los gastos de la novena en las cuentas desde el uno de enero de 1812 hasta diciembre de 1814 por este motivo, al haberse extraviado los documentos. Citaré por curiosidad, que el patrono del convento, el conde de la Torre del Fresno, pagaba los gastos del «ofertorio» del Viernes Santo, unos 400 reales anuales, para gastos de la cera del monumento al Santísimo Sacramento. El 26 de febrero de 1804 se cita la novena en el testamento de Antonia Isidra López de Espinosa. En él declaraba que tras su muerte, sus albaceas, donaría 4.000 reales de vellón a las religiosas del convento de las Descalzas:

…para que los 120 reales de réditos [=beneficios] que le corresponde a dicho principal [de los 4.000 reales], a un tres por ciento, se celebre cada un año perpetuamente ocho misas cantadas en los ocho días de los nueve en que se hace la novena de nuestro dulcísimo Redentor Jesús Nazareno, que se venera en la iglesia de su convento…

Sepulcro de los condes de la Torre del Fresno, patronos del convento, 1771.

Se reanuda la novena en 1887, después de dos años sin realizarse.

Así lo indicaba el periódico local «El Avisador de Badajoz» del 26 de mayo de 1887:

Suntuosa ha sido la novena que las religiosas descalzas de esta ciudad, después de dos años de interrupción, han consagrado en el presente al Señor de la Espina. Magnífico aspecto ofrecía el altar mayor al penetrar en el templo; la presencia de Jesús Sacramentado, colocado en medio de un precioso laberinto de flores y de luces que hermoseaban el altar, nos hacía caer de hinojos insensiblemente para tributar la adoración que se debe a Aquel que por nuestro amor se ha constituido cautivo en nuestros sagrarios. Al lado del evangelio y sobre un altar improvisado destacábase la hermosa imagen de Jesús con la cruz a cuestas; los oradores sagrados han venido exponiendo en cada una de las noches los pasos del Señor desde el Pretorio hasta el Calvario, con frases sencillas, pero con tanto acierto y unción, que dueños de nuestra imaginación la llevaban a contemplar los sufrimientos del Salvador en aquellos mismos sitios donde tuvieron lugar tantos tormentos para nuestro bien, cual si real y verdaderamente los estuviéramos presenciando. Cuando cesaba la voz del sacerdote, un coro de voces angelicales ejecutaba la letanía e himnos al Señor de la Espina, que impresionaban de tal modo que no faltó quien dijo: ¿Qué comparación tienen con nuestros templos y con nuestros sencillos cánticas esos templos del placer adornados tan lujosamente y aquellos cantos hijos de la liviandad y pagados a peso de oro? Una numerosa y selecta concurrencia llenaba la nave del templo en todos los actos; muchos fueron los que en el domingo y lunes últimos se acercaron a recibir el pan de los ángeles, no obstante, el haberlo verificado el día de la Ascensión; caballeros cristianos y pundonorosos militares han venido haciendo la velada al Santísimo Sacramento con una compostura y respeto que edificaba a todos; y por fin en la noche del lunes centenares de fieles postrados de hinojos recibían con el mayor respeto la bendición del Santísimo y se acercaban después a besar la Sagrada Espina. Bendito sea Dios porque en medio de tantos sinsabores nos proporciona estos consuelos que tanto satisfacen y alientan a los que nos honramos con el título de hijos de Jesús regenerados en la cruz. Que esta cruz sea siempre nuestra divisa y nuestra bandera para luchar contra los hijos de Satanás, conocidos hoy con el nombre de fautores del Liberalismo, cuyas doctrinas no tienden más que a destronar a Jesús de la sociedad y arrancarle del corazón de los individuos.

En 1888 ya se hablaba de la solemne novena que se le realizaba con manifiesto y plática todas las tardes. En 1895 se aludía de nuevo a la novena, citando al Nazareno «a cuya imagen se profesa especial afecto en esta población». En 1907 se cita la «fiesta principal» del Cristo de la Espina que se celebraría el 4 de mayo, día de la Santa Espina, a partir de las diez de la mañana. Una vez expuesto el Santísimo se celebraría la misa cantada y por la noche se daría a besar la reliquia de la espina. La novena seguía teniendo gran relevancia en el primer cuarto del siglo XX, así el 25 de abril de 1925, el periódico «Noticiero Extremeño» decía lo siguiente: «En las Descalzas, mañana a las siete de la tarde empieza, con el aparato de las grandes fiestas, la novena que las hijas de santa Clara dedican cada año a la venerable y milagrosa imagen del Señor de la Espina; los sermones están a cargo de los padres paúles de esta capital».

El Cristo de la Espina en los años 30 cuando todavía llevaba pelo natural.

Notas:

(1) Ya tenía el título de doctor en Medicina en 1681. (2) Fue también veedor de la gente de guerra de los presidios y regidor de Badajoz. Su hijo Marcos Francisco de Alva Maraver fue vecino del escultor e ingeniero militar Miguel Sánchez Taramas en la calle Santa Lucía. (3) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2018/05/17.html

Fuentes documentales: Archivo Histórico Provincial de Badajoz, Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz.

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