lunes, 22 de abril de 2024

59. Cristóbal Ramos en Almendral (Badajoz): santa María Magdalena.

 

Una obra segura del escultor Cristóbal Ramos en Almendral (Badajoz): santa María Magdalena (1760).


© Pedro Castellanos
22 de abril de 2024


Cristóbal Ramos Tello (1725-1799) nació y murió en Sevilla; era hijo del también escultor sevillano Juan Isidoro Ramos y de Beatriz Victorina Tello. Fue uno de los últimos escultores barrocos de la escuela sevillana, junto a José Montes de Oca (ca. 1683-1754) o Benito de Hita y Castillo (1714-1784), entre otros. De la numerosa obra que se le atribuye, ahora podemos citar esta Magdalena penitente de la localidad pacense de Almendral. Se encuentra en el retablo del altar mayor de la parroquia a la que da nombre, Santa María Magdalena, de estilo gótico y mudéjar (siglos XIV-XV). El retablo actual fue obra del afamado maestro tallista de Jerez de los Caballeros (Badajoz) Juan Ramos de Castro (1694-1759). El contrato se firmó por el tallista el 8 de diciembre de 1758 con el entonces párroco y mayordomo de la fábrica, Juan Álvarez Baldovino (1). Lo realizaría en madera de Castilla o Flandes (pino) y cedro. El precio sería de 6.500 reales de vellón. De tres calles y dos cuerpos con estípites, posee las pinturas de la Inmaculada, san Juan Bautista, el apóstol san Bartolomé, san Luis rey de Francia y san Ignacio de Loyola. Debía estar completamente concluido en la Semana Santa de 1760. Sin embargo, Juan Ramos de Castro no lo pudo terminar, pues falleció en Jerez de los Caballeros el 31 de mayo de 1759, con unos 65 años de edad. El entierro se realizó el día siguiente, primero de junio: «Juan Ramos de Castro. El día primero de junio de el año de mil setecientos cincuenta y nueve, salió la cruz de esta parroquial de Señora Santa Catalina a la de el Señor San Bartolomé, a el entierro de Juan Ramos de Castro. Llevó la fábrica cinco reales i medio i lo firmé». Da a entender que era parroquiano de Santa Catalina y se enterró en la de San Bartolomé, patrón de la villa. Seguramente acabarían el retablo sus oficiales y su propio yerno, el tallista Agustín Núñez Barrero (fall. en 1769). Bajo la hornacina de la santa, a la que se puede acceder por escaleras laterales, está el manifestador que figura en el contrato.


La pista sobre la autoría de la santa, con un pequeño error, aparece curiosamente en un libro de bautismos de la parroquia de la Magdalena de Almendral (2):

La patrona santa María Magna. En la villa de Almendral, día doce de agosto, año de mil setecientos y sesenta, llegó la ymagen de santa María Magna de la ziudad de Sevilla, la que vino a esta dicha villa en un carro, por ser de peso. Y al mismo tiempo, tan perfecta, que se discurrió que no podría llegar sino en el modo dicho; fue el artífice de esta ymagen Juan Ramos, mui célebre escultor; y para que conste, lo firmo. Alml, Agosto, 12 de 1760=. Dn. Luis Álvarez Baldovino.



La primera pista es que el párroco, Luis Álvarez Baldovino, que debe ser el mismo que firmó el contrato del retablo en 1758 como Juan Álvarez Baldovino, comete el error de confundir al autor del retablo, Juan Ramos, con el que sería el escultor de la imagen de la Magdalena, Cristóbal Ramos. ¿Había algún parentesco familiar entre el escultor Cristóbal Ramos Tello y el entallador Juan Ramos de Castro? Es posible, pero, de momento, no lo sabemos. Era normal que el tallista encargase la imagen al propio escultor, sin que el párroco lo llegase a conocer. Así lo podemos ver en el retablo que el tallista Blas de Escobar talló para el entonces altar mayor de la catedral de Badajoz, cuyas tallas exentas y el Padre Eterno del ático son, seguramente, del escultor Alonso Martínez, y no del propio Blas de Escobar (3). Error que algunos eruditos pacenses han arrastrado desde antiguo. El caso es que la pista de que la imagen de la Magdalena procedía de Sevilla ya es significativa. Los importantes talleres de imaginería de la ciudad de Badajoz (4 y 5), de donde llegaron gran parte de las obras de arte de la localidad, ya estaban completamente agotados, por eso también se encarga el retablo a Jerez y no a Badajoz. Otra pista importante es que la imagen era de mucho peso y se trajo en un carro. Sabemos que Cristóbal Ramos usaba muy frecuentemente el barro cocido (terracota), por lo que sería más pesada que una de madera policromada o de candelero. Está vestida con una especie de esterilla anudada a la cintura con un cordón. Su larga cabellera ondulada, con múltiples mechones, cubren su pecho, llegando hasta la cintura. El historiador Rafael Gallardo Montesinos cree que ese escultor Juan Ramos sería su padre, que fue quien contrató la obra con el párroco. En aquellos años su padre era el que figuraba primero en los documentos notariales, hasta que su hijo comenzó a ser reconocido en 1775. Tiene documentado que, tanto padre como hijo, trabajaban en una misma obra, lo que pudiera ser en el caso de la Magdalena de Almendral.

La santa representa un momento de meditación, con un crucifijo en su mano izquierda, pidiendo perdón a Cristo por sus pecados. El culto a esta santa se impulsó tras el Concilio de Trento. Es la representación misma del arrepentimiento, de la penitencia, como respuesta a las ideas del protestantismo. Debió sustituir a otra anterior que era de vestir, ya que se sabe que existía otra en un retablo del siglo XVI.

Los rasgos del rostro de la santa no dejan lugar a dudas de que se trata de una obra en barro cocido y policromado de Cristóbal Ramos, al menos el busto y brazos. La cara ovalada, los ojos grandes y abiertos, de color castaño y de vidrio, cejas finas, nariz recta, la boca entreabierta mostrando su dentadura superior y la barbilla con el hoyuelo. Son características comunes en casi todas las obras femeninas que realizó, como la bella Virgen de las Aguas de la Hermandad del Museo de la ciudad de Sevilla (1772), realizada doce años después que la Magdalena de Almendral. La santa necesita una restauración para subsanar algunos desperfectos que se aprecian, sobre todo en su hombro derecho, la mano izquierda, fragmentada en la muñeca y el ojo izquierdo que está partido. Parece que el rostro está salpicado de pintura de algún retoque en época desconocida.



Notas:

1. Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Legajo 927. Escribano Roque Cipriano de Carvajal, 8/12/1758, fol. 204 y ss.

2. Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz. Parroquia de la Magdalena (Almendral). Libro número 7 de bautismos. Fol. 123 v.

3. https://www.lahornacina.com/articulosbadajoz10.htm

4. https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2021/07/42.html

5. https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2019/04/33.html

Bibliografía:

MONTESINOS MONTESINOS, Carmen. El escultor sevillano D. Cristóbal Ramos (1725-1799). Diputación de Sevilla, 1986. PÉREZ GUEDEJO, José Joaquín. Edificios religiosos de Almendral, historia y arte. Año 2002. Página 16. (dato de la partida descubierto por el autor). https://blancodeplomo.wordpress.com y Wikipedia.

domingo, 14 de abril de 2024

58. El Cristo de Marcelino pan y vino en Don Benito (Badajoz).


El Cristo de la película «Marcelino pan y vino» en Don Benito (Badajoz). Fue obra del escultor palentino Pedro Frías Alejandro (1899-1963), bajo diseño del decorador gallego Juan Antonio Simont Guillén (1897-1976).

Pedro Castellanos
14 de abril de 2024


La famosa película Marcelino pan y vino, estrenada en 1955, fue dirigida por el húngaro Ladislao Vajda (1906-1965). Resultó ser uno de los mayores éxitos comerciales y de crítica en la historia del cine español, varias veces premiada, que excedió ampliamente los cánones del habitual cine religioso imperante en la época. Se cumplen 70 años de su rodaje. También obtuvo mucho éxito fuera de España, sobre todo en la América hispana. Parte del éxito fue del propio actor protagonista, de rostro angelical y que, versiones posteriores, no han podido superar, a pesar de contar con mejores medios técnicos y ser rodadas en color y no en blanco y negro como la original. Se basó en la novela homónima (1953) del escritor, periodista, guionista y director de cine madrileño José María Sánchez-Silva y García-Morales (1911-2002). El contexto transcurre después de la invasión francesa en la Guerra de la Independencia donde, en una casa de propiedad municipal en ruinas, tres frailes franciscanos la reconstruyen y la convierten en un convento con ayuda de varios vecinos.

Cartel original de la película (1955).

La película gira en torno a la historia de Marcelino, protagonizada por el actor madrileño Pablo Calvo Hidalgo (1949-2000), más conocido como Pablito Calvo, que tenía cinco años de edad entonces. Interpretaba a un niño expósito que, siendo bebé, con solo una semana de vida, es depositado en la puerta del convento y es recogido por los frailes franciscanos. Le bautizan con el santo del día, san Marcelino. Descubren que sus padres habían muerto y, después de dos meses, intentan buscarle una familia, que ya tuviera niños preferentemente. Solo se interesa por él un terco herrero, que ya tiene varios hijos y los trata como esclavos, pero se lo niegan.  Este herrero se obceca con Marcelino, incluso después siendo el nuevo alcalde, amenaza a los frailes con expulsarles del lugar. El terreno y la casa les fue ofrecido a los frailes por el anterior alcalde, ya enfermo, antes de morir, pero los frailes lo rechazan. Finalmente, los frailes deciden quedarse con el niño y cada fraile será su padre y madre.

El Cristo en la actualidad.

La vida de Marcelino discurre entre los quehaceres habituales de los doce frailes, cada uno con su mote, con muchas travesuras, propias de un niño y que no se relaciona con ningún otro, solo con adultos, por eso se inventa un amigo imaginario llamado Manuel. Los frailes le prohíben subir una escalera hacia la planta superior. Él les desobedece e intenta subir en varias ocasiones. Jugando en el exterior del convento sufre la picadura de un alacrán. Por ello padece de altas fiebres, estando en la cama sueña con la escalera y la planta superior donde los frailes le atemorizan con que allí estaba un «hombre altísimo que le cogería y le llevaría para siempre». Ya curado, junto a su amigo imaginario, se decide definitivamente a subir a esa planta superior. En una habitación usada como desván, se encuentra al fondo de ella otra habitación. Tras entrar, ve al fondo un Cristo crucificado y sale huyendo muy asustado. Tras unas trastadas durante las fiestas del pueblo, el alcalde tratará de nuevo de expulsar a los frailes del lugar y un guardia civil se ofrece a adoptar al niño.

Fotograma de la película (1955).


Fotograma de la película (1955).


Marcelino vuelve a subir a esta habitación descalzo, para no hacer ruido, con su amigo imaginario, y un palo en la mano. Con este abre una ventana cerrada y contempla al Cristo con claridad. Le dice que le ve cara de hambre y, a escondidas, va a por un trozo de pan de la cocina de los frailes. Por las prisas solo le puede traer este trozo de pan. Por la altura del Cristo, se sube a una mesa y se lo ofrece. En ese momento el Cristo toma vida, el brazo derecho se vuelve humano, se descuelga del clavo y coge el trozo de pan que el niño le había ofrecido. A escondidas del cocinero, fray Papilla, le promete traerle más pan. En la segunda ocasión le trae también a escondidas un vaso de vino y otro trozo de pan, de ahí el nombre de la película. Por la altura le pide al Cristo bajar para comérselo en la mesa. El niño le ofrece una vieja silla que tenía cerca. Jesús le pregunta que si él le da miedo, pero Marcelino responde que no. Le pregunta después que si sabe quién es y le responde que sí, que es Dios. El Cristo toma vida de nuevo y se sienta a comer el pan y el vino (que simboliza el Cuerpo de Cristo). Mientras Jesús le dice que es un buen niño y le da las gracias, él le responde que los frailes dicen que es malo y le pregunta que qué dice Manuel, y le responde que está contento y que hablan juntos sobre Jesús. Este le responde, acariciándole el rostro, que desde entonces, se llamará Marcelino Pan y Vino. Al niño le gusta este nombre. Marcelino le quita la corona de espinas y le pregunta que si le dolían las heridas y Jesús le responde que mucho. Desde entonces comienza a comunicarse habitualmente con el niño, que no muestra ningún temor. En otra ocasión, un día de tormenta, Marcelino se acerca al Cristo porque tiene miedo. Jesús le pide que se acerque y le acaricia. Más tarde, Marcelino le ofrece una manta para que no tenga frío.

Los frailes, sospechando de Marcelino, le esconden el pan a más altura para que no pueda cogerlo. Por ello, durante la comida, Marcelino lo esconde en su camisa para llevárselo al Cristo. Fray Papilla se da cuenta. Los frailes sospechan que el niño puede estar enfermo de soledad, de nostalgia, por la falta de niños de su edad para jugar, por ese amigo imaginario y sopesan deshacerse de él. El padre superior le pregunta a fray Tomás (fray Papilla) que le cuente lo que le ocurre al niño. Este le cita que le falta, pan, carne, pescado y vino y sabe que el niño se le coge. El padre superior, en cambio, reprende a fray Tomás y pide que deje esos alimentos al alcance de Marcelino para saber qué hace con ellos y que le siga. Marcelino vuelve a llevar pan y pescado al Cristo. Fray Tomás le sigue a escondidas y escucha la conversación entre un hombre (sin saber que es Jesús) y el niño y se queda estupefacto. Jesús le dice al niño que está muy callado y que qué pensaba. Este le pregunta que dónde está su madre, la Virgen María. Jesús le responde que está con la suya, en el cielo, y que todas las madres siempre lo dan todo, incluso sus vidas, hasta quedarse viejas, pero no feas, pues las madres nunca son feas. Luego Marcelino le pregunta que si quiere a su madre. Jesús le responde que con todo su corazón. Marcelino le responde que él quiere a la suya más.

Fray Papilla, escondido en el desván, vuelve a seguir al niño, que se lleva pan y vino de nuevo. Jesús le dice que es un buen niño y que le dará lo que más quiera. Le pregunta que si quiere ser fraile o si quiere que venga con él Manuel, su amigo imaginario. Marcelino le responde que solo quiere ver a su madre y después a la madre de Jesús, la Virgen María. Jesús le pregunta que si las quiere ver ahora. Le responde que sí. Jesús le manifiesta que para ello tendrá que dormirse. Marcelino le responde que no tiene sueño y Jesús le pide abrazarlo y le dice que le dará sueño. El niño acepta. El propio Cristo está sentado en la silla abrazando al niño, pero no se le ve.

Fray Papilla lo ve todo desde la puerta, llorando, corre y avisa al resto de la comunidad. Volviendo a entrar en la habitación, de rodillas, clama perdón a Dios, imagino que por no haber entendido lo que le ocurría al niño. Cuando llegan, solo observan la cruz de madera donde estaba el Cristo, ya vacía, pero donde se aprecia una silueta con la forma de Cristo. Al poco ven aparecer de nuevo la imagen del Cristo en la cruz y, al lado, el niño dormido en la silla. Se quedan impresionados, tocan las campanas, todo el pueblo y el resto de la comarca, acuden a ver el milagro, incluido el terco herrero y su mujer. Desde entonces, ese día, todo el pueblo, encabezado por su alcalde, acudían a festejar el milagro de Marcelino pan y vino en una romería. Después del milagro, el Cristo es trasladado desde este desván a la capilla del convento, para darle el culto que se merecía. El niño fue enterrado en esa capilla, justo al lado del Cristo.

Fotograma de la película cuando el niño duerme y muere para ver a su madre (1955).

Esta película muestra la inocencia de los niños, que nunca debe perderse para poder entrar en el reino de los cielos, tal y como nos lo recuerda el evangelio de san Mateo (Mt 18, 1-5.10); «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos».

Fotograma de la película con el Cristo ya en la capilla (1955).

Fotograma de la película con la tumba de Marcelino (1955).

Parte de las escenas clave de la película fueron rodadas en La Alberca (Salamanca). Su plaza Mayor sirvió como escenario para la escena inicial, en la que el fraile narrador, el actor gallego Fernando Rey (1917-1994), baja al pueblo, vacío por la romería, para visitar a una niña enferma. Este le cuenta la historia de Marcelino, que ya ni sus padres recuerdan bien. Toda la ambientación relativa al convento estaba ubicada en la ermita del Santísimo Cristo del Caloco de la localidad de El Espinar (Segovia).​ De gran devoción, tiene su cofradía fundada en 1529 y, desde 1618, por permiso del Vaticano, da culto a este crucificado de cabellera natural. Sin embargo, la talla del Cristo de la película no se corresponde con la del Caloco, sino que fue una obra hecha ex profeso para la película. Fue diseñado por el decorador gallego Juan Antonio Simont Guillén (1897-1976) quien hace los bocetos en papel. Lo realizó un amigo suyo en escayola, previo a un boceto en barro. Este escultor se llamaba Pedro Frías Alejandro (1899-1963), natural de Palencia, que era hijo de Juan Frías y Catalina Alejandro, con domicilio en la calle Santa Marina, número 10, de Palencia. Se trasladó después a Valladolid, donde en 1925 expuso en el Ateneo, siendo sobrino de Alfonso Alejandro Prádanos, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de la capital. En ese mismo año propuso a su ayuntamiento hacer gratuitamente una escultura a su admirado y paisano, el escultor Alonso Berruguete, pero no se llegó a realizar por discrepancias con el arquitecto municipal. En los años 60 del pasado siglo tenía su estudio en la calle Zabaleta, número 19, de Madrid.

No es una talla de gran valor artístico, fue hecho para la película, pero sí de gran valor sentimental, por el impacto que supuso. El escultor le cogió mucho cariño, quiso darle unos últimos toques, pero no pudo, por las prisas del rodaje. Se encuentra actualmente en el altar mayor de la capilla del convento de Santa Teresa de monjas carmelitas de Don Benito (Badajoz), situada en la calle Donoso Cortés, número 21. Es una capilla muy sencilla, donde las quince hermanas viven en clausura, en la vida contemplativa, realizando labores de bordado y venta de exquisitos dulces de gran tradición extremeña.

Capilla del convento de Santa Teresa de Don Benito.

¿Por qué llegó el Cristo a Don Benito?

Tras el estallido de la Guerra Civil, las monjas tuvieron que huir y la capilla quedó muy dañada por las tropas del bando republicano. Tras acabar la guerra, las monjas regresaron y vieron que apenas habían quedado obras para adornar la capilla. Para la película se había buscado una obra que no mostrase el dramatismo de la escuela clásica española y, tras no encontrar una real que les convenciera, decidieron encargar la que conocemos de la película. Esta imagen debía mostrar un rostro humano y de facciones suaves, para no asustar al niño. Al terminarse el rodaje, los decorados, incluido el Cristo, se amontonaron en los Estudios Chamartín de Madrid. Uno de los ingenieros de sonido de la película, Miguel López Cabrera, era natural de Guareña (Badajoz). Su hermana, Catalina López Cabrera, también de Guareña, era monja en este convento de Don Benito, llamada luego Isabel de Jesús. Miguel se lo pide al director de los estudios, José Luis Navascués, quien se la cede, ya que le entusiasma la idea. Miguel fue a visitar a su hermana y le preguntó si querían tener allí al Cristo. Ella contestó que sí, que tenían la capilla casi sin imágenes, pues eran una orden pobre. Primero decidieron colocarlo en la clausura, pero creyeron que era mejor en el altar mayor para que el pueblo lo conociera y le diera culto, colocado entre santa Teresa y san Juan de la Cruz, reformadores de la orden carmelita. El Cristo era de tamaño natural y la cruz medía más de dos metros de largo, por lo que, para transportarla al convento, hubo que quitarle los brazos para poder embalarlo en una caja. Tras su llegada a Don Benito en 1955, le fueron ensamblados y la imagen fue restaurada, aunque hoy le faltan las espinas de la corona que tuvo originalmente. Apenas lo sabían los vecinos del pueblo, pues no se hizo ninguna ceremonia de entronización ni propaganda. Hoy sí, por los medios de comunicación e Internet. Nunca ha salido en procesión. Por su vida de clausura, las monjas desconocían la película y, a través del ingeniero, se enteraron del argumento. También de anécdotas que los espectadores no conocieron, como que el brazo del Cristo que se extiende hacia el niño fue la de un doble humano y no la real de la talla. 


El convento fue fundado en 1883, por lo que el año pasado cumplió su 140 aniversario. Así figura en un rótulo en un lateral de la capilla: 

PARA MAYOR GLORIA DE DIOS, DE LA BIENAVENTURADA / Y SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO Y DE / LA MÍSTICA DOCTORA SANTA TERESA DE JESÚS. / LA SEÑORA DOÑA ELENA DONOSO-CORTÉS Y GÓMEZ VALADÉS, / VIUDA DEL SEÑOR DON ALONSO GÓMEZ VALADÉS Y GARCÍA DE / PAREDES, FUNDÓ ESTE CONVENTO.

FUE BENDECIDO EL DÍA 30 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1883, BAJO / LA ADVOCACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS, Y OCUPADO POR LAS / REVERENDAS MADRES CARMELITAS DESCALZAS, PROCEDENTES / DE LA SEGUNDA FUNDACIÓN DE LA SANTA MADRE TERESA DE / JESÚS, EN LA QUE FUE HISTÓRICA VILLA DE MEDINA DEL CAMPO.

J. M. J. T.

 

Fuentes: autor, periódicos Hoy, Baleares, La Libertad, El Día de Palencia, Diario Palentino, y Wikipedia.

domingo, 3 de marzo de 2024

57. La casa-fuerte del cortijo de las Palmeras junto a la atalaya de la Corchuela.

La casa-fuerte del cortijo de las Palmeras junto a la atalaya de la Corchuela.

© Pedro Castellanos
3 de marzo de 2024

Casa-fuerte en los años 2000-2001.

Era bastante desconocida por la mayoría de los pacenses. Está situada entre la carretera de Olivenza (EX-107) y el segundo camino del Valle de la Mina, que llega a la cañada real de Sancha Brava desde la barriada de Llera, a la falda del cerro donde se encontraba la desaparecida atalaya de la Corchuela (1), a unos 450 metros de ella. El río Guadiana está a poco más de un kilómetro. Tenía su acceso principal desde la carretera de Olivenza por un camino, hoy perdido, que se ha labrado como el resto. La finca, de uso agrario, tiene una superficie de 176.178 m2, pertenece al polígono 285, parcela 15, del Corazón de Jesús. Seguramente perteneció a algunos de los propietarios que se citan en el artículo de la nota número uno, que en 1844 eran Francisco Gómez Membrillera, Gabino Tejado o Juan García Minayo. 


Vista aérea del cortijo de las Palmeras en los años 80.

Enfrente se encuentra el cortijo, también en ruinas, ampliado posteriormente a dos plantas, con la típica chimenea en fachada al estilo portugués, con contrafuertes en algunas fachadas. Las grandes palmeras canarias (Phoenix canariensis) que dan nombre al cortijo han muerto por el picudo rojo. Existieron otras de la especie Washingtonia. Hay algunas cochiqueras y una alberca en las inmediaciones, lo que indica también su uso ganadero. Abundan en el entorno higueras.

Fachada principal en la actualidad.


Fachada lateral derecha.

Fachada posterior.

Fachada lateral izquierda.

Conocía desde hace bastantes años esta curiosa edificación, aunque no sé la fecha exacta, poseo fotos de negativos que se pueden fechar entre el año 2000 y 2001. Está completamente abandonada desde hace décadas. Aparte del tipo de construcción, no posee ningún enlace para electricidad, tampoco se aprecian en el interior de las construcciones, por lo que debió se ser abandonada, quizá, en los años 70 del pasado siglo. Está construida en ladrillo macizo revestido con mortero de cal. Se trata, casi con seguridad, de una construcción del siglo XIX, con cuatro garitas circulares en cada esquina. Estas garitas poseen aspilleras, aunque en una de ellas existe una ventana, seguramente añadida posteriormente. 



Garitas con aspilleras.

¿Qué usos tuvo? Es evidente que defensivo, seguramente para protegerse de los ataques portugueses en la llamada Guerra de las Naranjas, un breve conflicto militar que enfrentó a Portugal contra España y Francia en mayo y junio de 1801 (2). Napoleón amenazó a Portugal para que rompiera su alianza tradicional con el Reino Unido y cerrara sus puertos a los barcos británicos. El primer cónsul francés inmiscuyó en esa pretensión también a España (para luego invadirla). En el Tratado de Madrid, 29 de enero de 1801, Francia y España acuerdan la guerra contra Portugal, el pacense Manuel Godoy es designado general en jefe de las tropas aliadas. Este cargo se convierte en permanente en octubre de ese año. Finalizada la guerra, fue nombrado generalísimo de los ejércitos. Godoy no era miembro del Gobierno, pero gozaba de un poder muy superior al del primer secretario de Estado, ocupando un lugar nuevo en la Monarquía, expresamente concebido para él y por él mismo. Las tropas franco-españolas lanzaron una ofensiva el 20 de mayo para invadir la región portuguesa del Alentejo, frontera con España. La guerra recibió este nombre debido al ramo de naranjas que Manuel Godoy hizo llegar a la reina María Luisa cuando sitiaba la ciudad de Elvas (Portugal). La paz se firmó en Badajoz el 6 de junio de 1801. España devolvió todas las plazas conquistadas a Portugal, a excepción de Olivenza y su territorio, que ya era un viejo contencioso fronterizo entre los dos países. En 1977 España y Portugal firmaron el Tratado de Amistad y Cooperación mediante el cual ambos países reafirman la inviolabilidad de sus fronteras comunes y la integridad de sus territorios, aunque todavía hay sectores que reclaman Olivenza para Portugal.



Ventana de ventilación de la cubierta.

Falsa sillería en las garitas. En la parte superior se aprecia una de las cuatro piezas metálicas para anclar las aristas.

Pudiera ser también posterior, de la época de la Guerra de la Independencia (1808 y 1814) o al menos se siguió manteniendo su uso. ¿Se reformó para añadirle esas garitas? Es posible, pero creo que se hizo toda entera ex profeso. También pudo influir que estuviera tan cerca de la atalaya de la Corchuela, que quizá estuviese en pie todavía y serviría de apoyo a esta. Hay que tener en cuenta que es el cerro más alto de la zona hasta llegar a la frontera portuguesa de entonces. Esta edificación no parece de uso religioso, como ermita (al menos las pinturas no lo son) o labriego, quizá de almacén de pólvora, como lo fue la casa-fuerte del barrio de San Roque. Esta última está situada en la rotonda de la avenida Manuel Rojas (3), que en 1865 se había convertido en polvorín militar, así como el llamado polvorín de San Gabriel. Igualmente, existen todavía varias casetas de carabineros en los alrededores de Badajoz. Fue un cuerpo creado en 1829 (integrado en la Guardia Civil en 1940) para la vigilancia de las fronteras y para evitar el fraude y el contrabando; aunque no creo que fuese una caseta de este tipo al estar algo alejado de la carretera. Es una edificación dividida en dos salas. Poseía cubierta de teja árabe a dos aguas con «ladrillo por tabla», como se decía antiguamente. La sala lateral derecha está decorada con algunas pinturas decorativas de cierta calidad con motivos geométricos y en los laterales tres hornacinas con arcos de medio punto, también con pinturas. Debió tener algún uso noble, como un despacho militar, un salón o similar. Carece de chimenea, por lo que no debió ser para vivienda cuando había bajas temperaturas, al menos hoy no se conserva y porque tampoco existe la cubierta. Esta sala estaba cubierta con falsos techos de cañizo y escayola que ya se han perdido. En las fotos de los años 2000-2001 todavía la conservaba en la mitad derecha. En la fachada lateral derecha se debieron abrir posteriormente las dos ventanas que se aprecian. En la fachada principal, sobre las dos puertas de las dos salas (con arcos de medio punto), vemos un frontón triangular que conserva una ventana circular con reja de hierro y malla metálica para ventilación de la cubierta. Posee otro frontón en la fachada posterior con otra venta circular, casi idéntica. Las pinturas exteriores de las garitas imitan a una falsa sillería, como solía hacerse en las fachadas de muchas casas del Casco Antiguo de Badajoz y que todavía se conservan en algunas de ellas. La edificación tenía un zócalo pintado de color rojizo alrededor que todavía se aprecia bajo capas de cal. Las molduras de las puertas, la ventana circular y los frontones estaban pintados en color salmón y luego en añil. 
 





Sala izquierda en la que se aprecia la entrada a la garita, luego palomar.


Pinturas, ya desaparecidas, junto a una de las ventanas.
Se encontraban sobre la garita derecha de la fachada principal, cuando todavía se mantenía en pie esa parte de la cubierta. Años 2000-2001.



Para evitar fisuras en las cuatro fachadas se instaló un atirantado metálico en las cuatro esquinas bajo los frontones que todavía se conserva. Son las partes más débiles de la construcción por tener apenas aristas por las garitas. En la fachada lateral izquierda se añadiría otra construcción, hoy ruinosa. Esta segunda sala no debía tener falso techo de escayola, o fue lucida posteriormente hasta la cubierta, donde en el muro central se encuentra una ventana para ventilación de la cubierta en las dos estancias. Al menos una de las garitas, la izquierda de la fachada principal, quizá fue utilizada como palomar o para alimentar algún tipo de animal.

Interior de una de las garitas, usada, seguramente, como palomar.

Restos del cortijo de las Palmeras que se encuentra enfrente de la casa-fuerte.





Como conclusión, pienso que debería tener algún tipo de protección, pues creo que es la única construcción de ese tipo y de esta época que se conserva en los alrededores de Badajoz. Al menos que yo conozca. Espero que alguien recoja el guante.

Notas:
(1) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2018/01/laverdadera-atalaya-de-la-corchuela-de.html
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-amigo-de-los-reyes-el-lugar-de-manuel-godoy-en-la-monarquia-de-carlos-iv/html/ca7ccc66-a0fc-11e1-b1fb-00163ebf5e63_5.html
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_las_Naranjas
(3) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2018/01/9.html