miércoles, 13 de enero de 2021

45. Aportaciones documentales sobre la ermita de Santa Marina. Dio nombre al barrio de Santa Marina, siendo derribada en 1658.

 45.

LAS ERMITAS EXTRAMUROS DE BADAJOZ (IV)

Aportaciones documentales sobre la ermita de Santa Marina. Dio nombre al barrio de Santa Marina, siendo derribada en 1658. El lugar era conocido como las tierras de las Pardaleras de Santa Marina, que también dio nombre a los dos barrios.

© Pedro Castellanos
13 de enero de 2021
(Actualizado al 8 de enero de 2024)

 

1658. Plano de Bernabé Gainza Allafor, conservado en el Krigsarkivet. En el óvalo morado la desaparecida ermita de Santa Marina. PLANO 1.

La leyenda de santa Marina.

Creo que la santa de la ermita de Badajoz se refiere a santa Marina virgen, llamada también Marino el Monje y Marina del Líbano (1). Fue una santa del siglo IV o siglo V, existen autores que dicen que era del siglo VIII, originaria de Bitinia (Turquía). Vivió y murió en el monasterio de Qannoubine, en norte del Líbano. Cuenta la leyenda que al quedar Marina huérfana de madre, su padre, que era un hombre muy piadoso, decide ingresar en un monasterio. Ello suponía dejar sola a Marina, que todavía era muy joven. Para evitar esta situación ambos deciden entrar juntos en el mismo monasterio, ella vestida de hombre. Para ocultar su identidad, Marina se corta el cabello y viste las ropas habituales de los monjes, con el nombre de Marino. Fallecido el padre, ella continúa en el monasterio con su falsa identidad. En cierta ocasión fue enviada fuera del convento para realizar alguna tarea de la comunidad. El lugar quedaba lejos y tuvo que pasar la noche en una posada. La hija del posadero se quedó prendada de la belleza del supuesto joven monje y le propuso relaciones, pero ella le rechazó. Posteriormente, la hija del posadero quedó embarazada de un soldado, culpando a Marino (Marina). El posadero manifestó ante el abad del monasterio lo sucedido. La futura santa calló ante la falsa acusación y fue expulsada de la comunidad. Al tiempo, el abuelo llevó al niño nacido (cuyo padre fue el soldado) al convento para que Marino (Marina) se hiciera responsable de él y ella lo aceptó.

Durante varios años Marina estuvo viviendo a las puertas el monasterio, haciendo penitencia y cuidando al niño con la ayuda de los monjes, que le daban las sobras de sus comidas. Finalmente, al ver el abad la sinceridad de su arrepentimiento le permitió entrar de nuevo en la comunidad. Cuando Marina falleció, al pretender lavar su cuerpo para el entierro como era costumbre, los monjes se dieron cuenta que no era varón, maravillándose de que hubiera aceptado las culpas de ese hijo, pues no podía haber dejado embarazada a la hija del posadero siendo mujer. Los monjes la enterraron en el mismo monasterio, pasando después sus restos a distintos lugares. Como sucede con otras santas, santos y mártires de los primeros siglos de la Era Cristiana, la historia de santa Marina virgen no resultó fácil de aceptar. Algunos autores la han calificado de historia romántica. Lo cierto es que el relato de la vida de la santa se difundió rápidamente de oriente a occidente, siendo traducida a múltiples lenguas. La Iglesia católica celebra su fiesta el 18 de junio.

La Iglesia católica la distingue de otra de parecido nombre, española, santa Mariña, virgen y mártir de Aguas Santas, en Galicia, cuya fiesta es el 18 de julio. Mariña fue decapitada y arrojada a un horno, pero su cuerpo nunca se quemó. Al cortársele la cabeza, al caer golpeó el suelo dando tres botes. De esos tres lugares manaron tres manantiales de agua, otorgando así el nombre de Aguas Santas al lugar. Hoy sigue manando agua y son miles los fieles que acuden a beber estas aguas curativas. Cuando se habla del pozo de Santa Marina de Badajoz puede que se trate de un simple pozo de la finca. Igualmente porque se le atribuyesen aguas milagrosas como a la santa gallega, como a las del pozo de santa Engracia de Badajoz, que todavía se conserva.

Antecedentes. El llamado convento de Santa Marina.

El historiador Juan Solano de Figueroa cita que el 5 de febrero del año 1431 el papa Eugenio IV, mediante una bula, les cedió a los padres ermitaños de San Agustín la iglesia parroquial de San Lorenzo, que ya no tenía fieles. No debió tener efecto, pues el 26 de junio del año 1432 el obispo Lorenzo Suárez de Figueroa concedió al prior y frailes de Santa Marina (donde estaban después de la ermita de Santa Engracia) y su comunidad la posesión de esta iglesia de San Lorenzo. Al parecer la ermita de Santa Marina fue casa de templarios (orden extinguida en el año 1312).

En 1583 el santero de la ermita solía criar un niño o niña huérfanos.

Supongo que se hacía por tradición, como cuenta la leyenda de santa Marina del Líbano, que crió a un niño que no era suyo. El santero de Santa Marina pedía una limosna al cabildo catedralicio para la niña que criaba. «En este día y cabildo, los dichos señores, mandaron que se le dé la limosna de este cabildo al santero de Santa Marina para criar la niña y que se llame para el primer día de cabildo para si se dará la limosna al dicho santero».

En 1588 se nombra a la ermita, que estaba en la ciudad, en la escritura de venta de la casa del olivo, que era la que daba nombre a la entonces calle del Olivo, último tramo de la hoy calle Arco-Agüero.

El 3 de marzo de 1588 se hace la escritura de venta de la casa que hacían Juan Esteban Boto y su mujer Inés Bella, a Francisco González y Elvira González:

«una casa que tenemos y poseemos en esta ciudad, a la calle que dicen del Olivo, que es la misma casa del olivo, linde de una parte con casa de Pedro Sánchez Boto, de otra parte con casa de Diego Esteban Boto, y por los corrales con las mismas casas y un corral de la casa de la morada de Luis ¿Hernández? Calero».

La casa se vende por 60 ducados, teniendo una carga de 536 maravedíes redimibles (que se podían quitar pagando cierta cantidad) que se pagaban a Lope Mogollón, el Viejo, vecino de Badajoz, por el mes de octubre de cada año. El dato donde figura la ermita de Santa Marina aparece al final de la escritura:

«...otorgamos esta escritura ante Luis González, escribano del mismo número de esta ciudad de Badajoz y su tierra por el rey, nuestro señor, estando a la dicha ciudad de Badajoz, a la casa de nuestra morada, junto a la ermita de Santa Marina, a tres días del mes de março de mil y quinientos y ochenta y ocho años, siendo presentes por testigos Alonso del Vas, escribiente y Alonso González y Lope Martín Labrador, vecinos de esta dicha ciudad». Esto parece indicar que vivían en lo que fue convento de Santa Marina, que estaría unido a la ermita.

En otra escritura de la misma casa (que ya eran dos juntas), pero del año 1769, se cita lo siguiente:

«...dos moradas de casas pequeñas contiguas la una a la otra, que están en la calle del Olivo de esta ciudad, en la acera de mano derecha yendo para la muralla, y en las que antiguamente había un olivo a la puerta, que lindan una con otra, y por la parte de arriba con casas del convento de religiosas de Madre de Dios de Valverde de ella, por la parte de abajo con casas de don Juan de Arango y por los corrales con casas del mismo Arango, que hoy disfruta la Tamayo».

La zona de la ermita dio nombre a los barrios de Santa Marina y Pardaleras. Se llamaban tierras de las Pardaleras de Santa Marina en 1616. Existía entonces el cerro de Santa Marina, donde más tarde se construiría el fuerte de Pardaleras.

Ya se conocía al lugar como Las Pardaleras en 1612, pues el 8 de mayo de ese año, el mercader de merecía y vecino de Talavera (luego Talavera la Real) acordaba con el pedrero Sebastián Hernández, vecino de Badajoz, sacar 600 carretadas de piedra de mampostería en las pedreras de Badajoz: «que es en Las Pardaleras, a las espaldas del convento de la Santísima Trinidad (…) lo cual es para el convento de monjas [carmelitas] que se va haciendo en el dicha lugar de Talavera de esta jurisdicción». En 1616 se hace una venta por el lanero Cristóbal Hernández, vecino de Badajoz, a Antonio Martínez Dorta, vecino de la ciudad de Sevilla:

40 fanegadas (2) de tierra de trigo en sembradura que yo tengo junto a los muros [=murallas] de esta ciudad, al sitio que dicen de las tierras de las Pardaleras de Santa Marina, linde con tierras de don Domingo de Morales, con cargo de 12 ducados de censo perpetuo que de las dichas tierras se pagan a María de Chaves, vecina de esta ciudad, por precio de 150 ducados.

El origen del nombre de Pardaleras no está claro del todo. Puede ser por el gorrión común (Passer domesticus), llamado pardal, por su color del plumaje marrón, que predominaría en la zona. A día de hoy sigue siendo el pájaro más abundante en las zonas urbanas, junto a la golondrina. Esto puede ser el mismo motivo por el que se llamaba valle de la Coguta a la zona del cerro del Viento hacia la barriada de Llera. A mediados del siglo XVIII se llamaba sitio del valle de la Coguta o cerro del Viento. La coguta (Galerida cristata) es un pájaro muy parecido al gorrión, con una cresta en la cabeza y un pico más largo. Coguta es un nombre extremeño de la cogujada, que frecuenta y anida por cultivos de cereal, rastrojeras, barbechos, caminos rurales y áreas suburbanas, como eran esas zonas entonces. El color pardo de las tierras podría ser el motivo de que también se llamase así a la zona de Pardaleras, pero lo veo menos probable. Existía entonces el cerro de Santa Marina, donde más tarde se construiría el fuerte de Pardaleras, por eso el nombre de Pardaleras de Santa Marina (plano 6). El gran desnivel del terreno donde se hizo este fuerte se puede ver con claridad en la calle Museo, donde se observa la gran rampa y escalones de acceso al MEIAC. También en la escalera de la calle Manuel García Matos desde la avenida Fernando Calzadilla y la calle Virgen de Guadalupe. Era un gran protección de la entrada de la puerta del Pilar en caso de ataque. Las puertas de Palmas o Pajarito estaban bien protegidas por el río, al igual que la de Trinidad con entrada en un rincón.

1845. Plano de Francisco Yznardo. Destaca el color pardo de las tierras de la zona de la Laguna en Pardaleras. PLANO 2.

Pardal o gorrión común. Wikipedia.

La documentación es clara a la hora de situar Pardaleras y Santa Marina como se cita en 1616, cerca de los muros de la ciudad, es decir, de la cerca vieja de entonces. También nos lo aclara otro documento de 1639, donde el lanero Antonio Gómez, vecino de Badajoz, vendía por 220 reales a Simón Hernández, ganadero de cerda, vecino de Badajoz, «una viña de 2.000 cepas, poco más o menos, que tengo al sitio de Santa Marina, término de esta ciudad, que linde con viña de Domingos Pérez Cid y viña de la viuda de Cançado y camino que va al arrabal de Telena». El camino que iba al arrabal de Telena se le llamaba y sigue llamando Malos Caminos. De hecho, en otros documentos que tengo se cita el sitio de Valdepasillas o Malos Caminos. El camino que va al desparecido arrabal de Telena está entre el río Guadiana y el otro camino de Olivenza (hoy carretera de Olivenza). A Malos Caminos también se le llamaba camino de Olivenza y puede llevar a confusiones.

En este mismo año de 1639 se habla de la iglesia de Santa Marina y no de ermita, un error que era frecuente entonces, como pasaba con las ermitas de la alcazaba. Simón Rodríguez del Águila hacía un repaso a Manuel Hernández, trabajador del campo, y a su mujer Catalina Gómez, que vivían en la calle del Pozo (hoy Menacho):

Que el dicho Simón Rodríguez hace repaso a los dichos Manuel Hernández y Catalina García de un pedazo de tierra que tienen y poseen a Santa Marina, cerca de esta ciudad, en que está la iglesia que dicen de Santa Marina, linde con tierras de los Benegas de una parte y por las otras tres con caminos reales que la dividen. La cual hubo por vía de repaso de Manuel Lozano Gutiérrez, mercader, vecino de esta ciudad, con otro pedazo de tierra que está al dicho sitio, frontero de la referida. Todo con carga de 18 ducados de censo perpetuo en cada un año que se pagan al beneficiado de la dicha iglesia de Sancta Marina, de que al presente es beneficiado Fernando Sánchez, vecino de esta ciudad, de quien las hubo en dación de censo del dicho Manuel Lozano. Y el susodicho la repasó al dicho Simón Rodríguez (…) y el pedazo de tierra que ansí [sic] le repasa, en que está la dicha iglesia, hace 7 fanegas y media en sembradura, y tiene 9 ducados de censo, que es la mitad de los 18 que se pagan al dicho beneficio.

La zona de la ermita era conocida en 1643 como Las Arenas.

En este año se hace un reconocimiento de censo del trabajador del campo Domingos Pérez de sus tierras cerca de la ermita:

Dijo que por cuanto tiene y posee una viña, término de esta ciudad, al sitio de Las Arenas, junto a la ermita de Santa Marina, que de presente no tiene cepas y es tierra de labor, con carga y obligación de 8 reales y 10 maravedíes de vellón que del suelo y propiedad de ella se pagan en una paga a Alonso Moreno, mercader de mercería, vecino de esta ciudad, como marido de Joana Gómez Utrera, su mujer, [por] día de san Miguel de cada un año. La cual dicha tierra hubo y compró de Manuel Lozano, tendero, vecino de ella, con dicha carga.

Coincide el mismo lugar de la ermita con el documento anterior de 1639, donde se habla de la iglesia de Santa Marina. Este Domingos Pérez (Cid) debe ser el mismo que se cita en 1639. Este Manuel Lozano, de profesión tendero, es el mismo de 1643, pero lo menciona como Manuel Lozano Gutiérrez, de profesión mercader, que era lo mismo, es decir, un comerciante. La zona de Santa Marina era muy amplia, desde lo que hoy es el MEIAC bajando hasta el Guadiana. Así lo podemos comprobar en 1652, cuando el sastre Simón Moreno Polo y su mujer, María Rodríguez Cadoso venden al presbítero y capellán del coro de la Catedral de Badajoz Pedro González Delgado unas tierras en la zona conocida como la Cruz de Don Diego, que debía extenderse hacia Valdepasillas:

Un cercado de 12.000 cepas de vina [=viña], poco más o menos, vallado, al sitio de la Cruz de Don Diego y Santa Marina, enfrente de la huerta que dicen del Palomar, linde con tierras que fue olivar de Lope de Mesa, zapatero, por hacia la Granadilla y vado del Moro. Y con vina [=viña] de Pedro de la Cruz y camino que va de esta ciudad por la puerta de Santa Marina al vado del Moro (…) con carga y pinsión [=pensión] que de ella se pagan de 64 reales perpetuos en cada un año a los mayorazgos de don Francisco de Moscoso por día de san Miguel. Más 8 ducados y medio que se pagan en cada un año a la manda pía que fundó Hernando de Sandoval, que se pagan en una paga por diciembre (…) el cual dicho cercado hubo dicho Simón Polo de su tía María García, mujer que fue de Hernando Ximénez, difunta.

El precio fue de 174 ducados, es decir, 1.914 reales de vellón. El mencionado Hernando de Sandoval fue el famoso boticario de la calle San Juan. Ya publiqué el 3 de mayo de 2020 que el escultor e ingeniero militar Miguel Sánchez Taramas compró unas viñas en Valdepasillas, junto al camino de la Cruz de Don Diego. Lindaban por la parte que miraba al desaparecido arrabal de Telena, es decir, hacia Olivenza «con el camino real que va de esta ciudad a dicho arrabal de Telena y a La Corchuela, y es el camino que llaman de la Cruz de Don Diego». Un documento de 1744 cita «una suerte de tierra en el cerro del Viento, más arriba de donde dicen la Cruz de Don Diego». Digamos que era una zona bastante amplia, parte de lo que hoy es Valdepasillas, Los Ordenandos o La Paz. Ese camino de la Cruz de Don Diego era el camino de Olivenza o Malos Caminos, como ahora veremos, o al menos uno de los dos que acaban uniéndose para llegar a Telena y Olivenza. Cuando en los años 60 del pasado siglo se construyeron los bloques llamados Grupos Santa Teresa, vulgo de la Soledad, en las traseras de lo que hoy es Banco de España, a esta zona se la llamaba Santa Marina o Malos Caminos.

Este Francisco de Moscoso Maldonado de 1652 creo que un era regidor perpetuo de Badajoz, que tenía parte de la dehesa del Rostro en 1629. En 1647 testaba el racionero de la Catedral de Badajoz Diego Marquina de la Guerra, que fue capellán de la ermita de Santa Marina, «fuera de los muros de esta ciudad». De momento solo he podido encontrar el nombre, sin apellido, de un santero de la ermita de Santa Marina que vivió cerca de ella, en la calle homónima. En 1629 se cita en un documento un censo perpetuo que Alonso Andrés daba a Nuño Martín, sobre «unas casas de morada que yo tengo en esta ciudad, en la calle de Santa Marina, que tiene dos piezas bajas y un corral. Y alinda de una parte con casas que tengo dadas de pensión a Francisco González, vecino de esta ciudad. Y de la otra parte con casas de Francisco, ermitaño de Santa Marina». La calle de Santa Marina es la hoy llamada Obispo San Juan de Ribera y la de Pedro de Valdivia.

Dónde estuvo la ermita de Santa Marina y hasta cuándo existió. 

El historiador Juan Solano de Figueroa citaba unos datos muy interesantes sobre Santa Marina. Menciona que en el año 1274 ya existían las parroquias de Santa María la Obispal (Santa María del Castillo), Santiago, San Pedro y Santa María de los Freiles o Frailes, también llamada de Calatrava, todas ellas en la alcazaba. Fuera de esta, existía la iglesia de San Salvador, ya documentada en el año 1264. Como cité al principio, Solano menciona que los frailes agustinos habitaron temporalmente la ermita de Santa Engracia extramuros, de la que todavía quedan restos y su pozo. Posteriormente se trasladan de una casa de templarios, alguno lo llaman convento de Santa Marina, junto a la desaparecida puerta de Santa Marina, a la deshabitada parroquia de San Lorenzo en el año 1431. Luego pasó a llamarse convento de San Agustín, hoy parroquia de Santa María la Real. Tirso Lozano, en su obra Historia de Badajoz, citaba que la ermita de Santa Marina fue derriba por el sitio de los portugueses a Badajoz en 1658:

El convento de agustinos fue fundando en tiempos de Fernando IV, extramuros, en Santa Engracia. Después, a la extinción de la Orden del Temple (1311), pasaron a ocupar el local de los templarios, también extramuros, frente a la puerta de Santa Marina, por espacio de 131 años (la iglesia de Santa Marina fue derribada en 1658, cuando el sitio de la ciudad por los portugueses, por estar muy cerca de la muralla), trasladándose dentro de la ciudad, a la iglesia de San Lorenzo, cedida por el obispo don Juan de Morales por los años de 1430.

Composición del plano de 1645 (C.a.) del Krigsarkivet con una foto aérea de 1945-46 (blanco y negro), con la posible ubicación de la ermita de Santa Marina, junto a lo que hoy es avenida de Huelva. PLANO 3.


Iba muy bien encaminado Tirso Lozano, pero ahora voy a agregar un documento, inédito, que aclara el motivo de su derribo y qué se hizo con los restos de la ermita. Se cita en el cabildo catedralicio del jueves 21 de marzo de 1658:

Este día propuso el señor don Francisco de Espinosa al mayordomo de la fábrica de esta Santa Iglesia, que el señor obispo le ha dicho se tome para la fábrica la teja y madera de la ermita de Santa Marina, que se ha de derribar por las fortificaciones que se hacen, con obligación de [de]volver lo que importare en caso que se vuelva a edificar la dicha ermita.

Es decir, que como ocurrió en 1668 con la desparecida ermita de Santa Catalina la Vieja de la calle del Campillo, se aprovechó lo que se pudo de ella. Todo se reutilizaba entonces y más en época de guerra. El nombre de la desaparecida puerta de Santa Marina o de Jerez (llamada así porque de ella partía el camino hacía Jerez de Badajoz, hoy Jerez de los Caballeros) se debió a la ermita seguramente. También dio nombre a la calle desde lo que hoy es la plaza de Minayo y calle Pedro de Valdivia. En 1660 se llamaba a esta zona campo de Santa Marina. Se citan en un documento unas casas de morada (casas para vivir y no de animales) de Catalina Sánchez «en el campo que dicen de Santa Marina, a la acera del convento de monjas descalzas que en dicha calle está». Hasta 1678 el convento de las Descalzas estaba en lo que luego fue hospital Provincial de San Sebastián. La ermita de Santa Marina nunca se reconstruyó, quizá para evitar que fuese destruida por estar fuera de las murallas. Su solar lo ocuparían los fosos y demás elementos exteriores de la nueva muralla abaluartada. Al menos no lo estaba en 1701, año en que se le arrendaban por 140 reales de vellón unas tierras al harinero Antonio Dorado. Lo hacía el canónigo de la Catedral de Badajoz Juan Martínez Abad, por un poder, tras estar ausente Antonio Bernardo de Vergara y Villafuerte, residente en la villa de Madrid, beneficiado de la iglesia que antiguamente fue de Santa Marina. Le entregó el escrito para que se insertase en la escritura:

Otorgo que dé en arrendamiento a Antonio Dorado, harinero, vecino de esta ciudad, unas tierras que a dicho beneficio pertenecen, cerca de esta ciudad, al sitio de Las Pardaleras, que están divididas en dos suertes. Y una y otra hacen 14 fanegadas en sembradura, linda la una con caminos [eran dos] que van de esta ciudad a Valverde [=Valverde de Leganés], y el pozo que llaman de Santa Marina, tierras del convento de Santa Lucía y de la capellanía que goza don Francisco de Figueroa. Y la otra [linda] con dicho camino del pozo, con tierras que llaman de la Laguna. Y ambas dos, por lo largo, con la entrada encubierta de esta plaza.

Unos meses después, también en 1701, se daban a censo unas tierras al sitio de Las Pardaleras, del beneficio de Santa Marina, a favor de Francisco Ruano. A Antonio de Vergara (Antonio Bernardo de Vergara) pertenecían dos suertes de tierra que hacían cinco fanegas en sembradura, situadas en su término municipal, a la entrada de la ciudad, «donde estaba la ermita de Santa Marina». No cabe duda entonces de que la ermita estaba a la entrada de la ciudad. La zona de la Laguna que se cita antes, era la cercana al actual baluarte de Santa María, también llamado de la Laguna, sobre el que está el colegio Lope de Vega. Se llamaba así porque con las lluvias y canteras de la zona se formaba una laguna, quizá también por las crecidas del cercano arroyo Rivillas, donde hace una curva. En 1733 Matías Rosado daba unos solares al carpintero Manuel Rodríguez, de 52 varas de frente (43.43 metros) y 36 de fondo (30 metros), donde se iba a construir una casa «frente al baluarte de la Laguna, a donde dicen la Rinconada, bajando la calle de la Zarza [hoy Suárez Somontes] hacia dicha laguna, a la mano izquierda, con el frente a la acera de casas nuevas que están hechas en dicha Rinconada, que son del convento de Santa Lucía».

¿Dónde estuvo el pozo de Santa Marina? 

Es lógico que junto a la ermita o en la misma zona. Pero da una pista un documento del 29 de marzo de 1691. El consistorio acordaba que el pozo que estaba en la zona de la puerta (futura puerta del Pilar) que se fabricaba nuevamente en la muralla, junto a Santa Marina, se cegase, por ir el camino encima de él. Es decir, que el pozo debió ser cegado o hecho de nuevo cerca de la nueva puerta de Santa Marina, luego puerta del Pilar. En 1717 se realizaba la venta de una tierra del labrador Antonio Guzmán al también labrador Francisco Rodríguez. Antonio tenía una tierra de dos fanegas en sembradura, cerca de la ciudad, «al sitio del pozo de Santa Marina, y linda con el camino que sale de la puerta del Pilar que atraviesa el cercado de los padres. Que la hubo y heredó por fin y muerte de Jerónimo Rodríguez de Guzmán, su padre». Ya podemos saber que el pozo de Santa Marina, o al menos el lugar así llamado, lindaba con el camino que salía de la puerta del Pilar. Justo a la salida de la puerta había un puente levadizo. Tras él, se atravesaba el revellín de tierra que la protegía y se giraba hacía la derecha, por otro puentecillo hacía el camino de Valverde (luego carretera de Valverde) bordeando el desaparecido fuerte de Pardaleras (donde hoy está el MEIAC). De la puerta salían otros dos caminos más, el que iba a la zona de la Laguna y el que iba a Olivenza. Nos lo corrobora otro documento de 1743. Era la venta de una tierra a La Pardalera. Miguel Martín y su mujer Josefa Ruiz, tenían una suerte de tierra de hasta dos fanegas en sembradura «que está al sitio que disen de La Pardalera, hasia abajo, mirando hasia Rivillas, que linde con el camino que va a Valverde, por una parte, y por otra con tierras de la capellanía de Simón de Mesa». Toda esta zona cercana a Rivillas, junto a la antigua Nacional V es el actual barrio de Pardaleras.

 1739. Plano anónimo donde figuran las casas que se construyeron en 1733 (verde). En el punto azul la zona aproximada donde estuvo la puerta de Santa Marina (hoy Ronda del Pilar esquina a Pedro de Alvarado y avenida de Europa). En el óvalo amarillo, una casilla existente en la zona que pudiera ser algún resto de la ermita de Santa Marina. PLANO 4.

1772. Plano de Pedro Ruiz de Olano, donde figuran los caminos que partían de la puerta del Pilar (Valverde, Olivenza, Sevilla, la zona de la Laguna y el que conectaba con el de Telena). PLANO 5.

Foto aérea, sobre 1958, donde figuran algunos caminos cercanos al entonces fuerte de Pardaleras (hoy MEIAC).

En uno de los planos del Archivo de Estocolmo, en el de João Nunes Tinoco (11 de agosto de 1658), aparecen las espectaculares fortificaciones de tierra que hicieron los portugueses que sitiaron la ciudad durante cuatro meses. Parte de estas fortificaciones se conservan todavía, como las que quedan entre la carretera de Campomayor y la ermita de Santa Engracia, donde estuvo la desaparecida ermita de San Atón (3). También se conserva el fuerte del cerro de las Mayas, junto al centro comercial Carrefour-Valverde, y en la zona del cerro de Los Montitos. En este plano, con la letra «C», figuran las pequeñas defensas de tierra que hicieron los soldados españoles para protegerse de los portugueses. Con la letra «Z», el entonces outeiro de Santa Marinha (colina de Santa Marina o Mariña), donde más tarde se construiría el fuerte de Pardaleras. Era el lugar conocido como Pardaleras de Santa Marina (plano 6). Dentro de esos muros de tierra es donde estuvo la ermita de Santa Marina, derribada por seguridad. La ermita estaba junto a un camino, que salía de la puerta homónima que, más o menos estaba en la actual plaza Dragones de Hernán Cortes, a su derecha, como podemos ver en el plano de Bernabé Gainza Allafor, de octubre de 1658, conservado también en el Krigsarkivet. Por tanto, la ermita estaría, más o menos, en lo que es la actual avenida de Huelva, luego ocupada por los fosos de la nueva muralla abaluartada. En el mismo plano nombra a las ermitas de San Miguel, San Roque y San Lázaro (plano 1). A la de Santa Marina no, porque ya estaría desmantelada, pero se ve perfectamente una edificación religiosa con ábside circular, como las otras dos ermitas. Lo mismo se puede observar en el plano de João Nunes Tinoco (11 de agosto de 1658), ya que la ermita se empezaría a derribar a partir del 21 de marzo de 1658. Los barrios de Pardaleras y Santa Marina, si no me equivoco, los dividen las actuales avenidas de Europa y Fernando Calzadilla. Entonces no existían esos límites.


1658. Plano de João Nunes Tinoco donde, con la letra «C», aparecen las fortificaciones de tierra hecha por los españoles, en cuyo interior estaba la ermita de Santa Marina. Con la letra «Z», la entonces colina de Santa Marina, donde más tarde se construiría el fuerte de Pardaleras. PLANO 6. 

El cerro de Santa Marina en 1811 sobre el cual se construyó el fuerte de Pardaleras. Lo bordea el camino de Valverde.

La zona de Pardaleras o Encomiendilla. En ella tuvo algunas tierras Manuel Godoy que le fueron confiscadas.

El 8 de diciembre de 1842 se vende una tierra de 4 fanegas al sitio de Pardaleras o Encomiendilla. Los vendedores fueron Gabriel Suárez y su mujer Manuela Cordero y se la venden a don Félix Lopo (futuro alcalde de Badajoz en 1859) por 11.000 reales:

Dijeron [que] tienen, gozan y poseen en este término y sitio de Pardaleras o Encomiendilla una suerte de tierra de cabida de 4 fanegas en sembradura, que linda por naciente [=oriente] con otra que fue de don Francisco Cordero, y en el día pertenece a don Félix Lopo; por levante [=este] y norte con otras tierras de don Juan Pastor y por poniente [=oeste] con camino que de esta ciudad se dirige a la villa de Valverde de Leganés.

A Manuela Cordero le fue adjudicada por la parte legítima tras fallecer su madre María del Carmen Rodríguez, tras realizarse el inventario y partición de sus bienes. A su padre Manuel Cordero le pertenecía desde 1809, como parte de las 36 suertes (porciones) en que se dividió la encomienda de Casas de Calatrava, de ahí lo de Encomiendilla, de los bienes confiscados al badajocense Manuel Godoy. Esta suerte era la número 35, vendida en pública subasta a Francisco Cordero, que la cedió a su hermano Manuel Cordero. Esto era lo que hacían los especuladores de la época, comprar en nombre de otras personas y que luego se las «cedieran». Esa zona de Pardaleras y Encomienda debió ser muy amplia y llegar hasta el cerro del Viento, lo que hoy es la zona de las avenidas Fernando Calzadilla y Damián Téllez Lafuente y calles cercanas al hospital Perpetuo Socorro. En 1696 se hacía una cesión de una tierra también de cuatro fanegas (838,48 m2) para sembrar en esa zona al escultor e ingeniero pacense Miguel Sánchez Taramas. Era en el sitio llamado del Calamón, junto al cerro del Viento, donde hoy está el centro comercial más o menos. Lindaba por la parte que miraba a la ciudad con una tierra perteneciente a la dehesa de la encomienda de Casas de Calatrava, por los laterales lindaba con los dos caminos que iban de Badajoz a Valverde de Leganés. El 21 de abril de 1806 (4) la encomienda fue vendida a Manuel Godoy por orden real en 2.409.335 reales y 18 maravedíes. Dionisio Martín Nieto (5) cita unos pedazos de tierra perdidos en el siglo XV en «Calatravejita, cerca del cerro del Viento», que debe corresponder a los que yo cito en 1842 y anteriores. Calatravejita es un diminutivo de Calatrava, a cuya orden pertenecían las tierras.

Las tierras que pertenecieron a las monjas trinitarias del convento de los Remedios en el Pozo de Santa Marina o camino de Olivenza antes de 1836. Las compró Federico Bureo en 1852. Fueron desamortizadas y sobre ellas se construyeron unos chalets (I.N.P.) en 1961 y un edificio en 1969.

Pocas veces tenemos la suerte de poder encontrar la situación exacta de una propiedad rural en los alrededores de Badajoz donde figure tan claramente, incluso en fotografías aéreas. Este es el caso de la venta de una suerte de tierra el 28 de diciembre de 1852. La hacían Carlos Márquez y Florencio Sánchez Rastrollo, como albaceas del difunto escribano de Badajoz Francisco Gómez Membrillera, teniente de la milicia nacional de caballería y condecorado con la cruz de la reina Isabel II. El comprador fue Federico Bureo que, por el apellido, debe ser un antepasado de los médicos pacenses que todavía ejercen en Badajoz. Se trataba de una suerte de tierra de tres fanegas de superficie en el lugar llamado «Pozo de Santa Marina, o sea, camino de Olivenza». Para hacer la venta tenían que dar su consentimiento varias personas, como era la viuda, María Juana de Paredes, natural de Cáceres (legataria de los bienes del difunto); Valentín Morquecho, natural de Burgos, y su esposa Laurenana Gómez Membrillera (hermana del difunto); Francisco García de Tejada, natural de Sevilla y vecino de Lora del Río, que era el marido de Ramona Gómez Membrillera (también hermana del difunto). Como casi todos los escribanos (hoy notarios) de entonces, debió amasar una gran fortuna, pues el caudal total que dejó ascendía a nada menos que 200.449 reales de vellón. Era de las personas más ricas de Badajoz entonces. La suerte de tierra era pequeña y fue tasada por 820 reales. Fue pregonada varias veces a las puertas de la casa de la Audiencia y solo pujó por ella Federico, ofreciendo 620 reales. Para poder tasar y medir la finca se recurre al arquitecto Francisco Morales Hernández, al agrimensor José Lemos (6) y al perito inteligente de campo José Pérez, que juran su cargo como solía hacerse. Ahora es donde cita el lugar exacto donde estaba, entre el camino de Olivenza (hoy Malos Caminos y avenida Godofredo Ortega y Muñoz) y el del Campo Santo, del Pozo de la Escalera o del Valle de la Mina (7). Es decir, el último era el que se dirigía al cementerio viejo o de San Juan Bautista (inaugurado en 1839) y continua más allá de la barriada de Llera. Los linderos son muy interesantes:

Que linda por el norte con el expresado camino de Olivenza, que también llaman Malos Caminos, por oriente [=este] y medio día [=sur] con el camino del Pozo de la Escalera, o sea, del Campo Santo [=cementerio viejo], y por poniente [oeste] con camino que atraviesa desde el citado de Olivenza al del Campo Santo, hallándose dicha tierra aislada entre los tres caminos y formando un triángulo. Esta finca perteneció en lo antiguo al suprimido convento de los Remedios de esta ciudad y como recayera en la nación, según Real Decreto de 19 de febrero de 1836, la compró en subasta pública y según venta judicial Antonio Diego, por escritura otorgada a su favor el 1 de agosto de 1838. Y este la cedió al expresado don Francisco Gómez Membrillera, según la que a su favor otorgara en dos del mismo mes y año.

Este pequeño terreno triangular es el que hoy forman los chalets de 1961 (Instituo Nacional de Previsión) y un bloque de esquina de 1969. Están en las actuales avenidas Villanueva, Antonio Masa Campos (vulgo Autopista) y las calles Isabel de Aguilar y Díaz Brito, que cortó el pico del triángulo. El camino de Olivenza o Malos Caminos es el que empezaba en la actual avenida Villanueva y continuaba por la actual Isabel de Aguilar. Sobre él se hizo la actual avenida Godofredo Ortega y Muñoz en Valdepasillas y termina (asfaltada) en la avenida Príncipe de Asturias de Huerta Rosales. Llega hasta Olivenza pasando por el arrabal de Telena y río Olivenza. Esto se puede observar perfectamente en la foto aérea de los años 40. En esta foto se pueden ver enfrente los pabellones de los llamados Hogares de Hernán Cortés, pero sin la iglesia de la Piedad (hoy biblioteca del Centro de Estudios Extremeños) que se construyó años más tarde. El otro camino de Olivenza que existió es el que se convirtió en carretera de Olivenza (EX-107). El camino que atravesaba el de Olivenza o Malos Caminos y el del Pozo de la Escalera no se le da nombre, porque no lo tendría entonces. A principios del siglo XX se le llamaba camino de la Huerta y de las Torrecillas. En el plano de 1871 figura una edificación que nombra Casa de Huertas. El camino atravesaba las actuales carreteras de Olivenza y Valverde, pasando el arroyo Calamón hasta la antigua dehesa de las Torrecillas por las traseras del hospital Materno. Sobre él pasa parte del trazado de la avenida Antonio Masa Campos, antes Nacional V. Curiosamente la finca triangular se puede ver con claridad en varios planos históricos, como el que trazó Diego de Bordik en 1735, en el de Pedro Ruiz de Olano en 1772, en el de Francisco Yznardo de 1844 o en el de 1871 del Servicio Geográfico del Ejército, entre otros. La fanega de superficie en Extremadura equivale a 6.439 metros cuadrados, por lo que la finca tenía 1,93 hectáreas. Coincide con la superficie de lo que pudo ser el triángulo.

Plano de Diego de Bordik de 1735.

Plano de Pedro Ruiz de Olano de 1772. 

Plano de Francisco Yznardo de 1844. 

Plano del Servicio Geográfico del Ejército de 1871. 

Foto aérea del llamado vuelo americano (1945-46). 1. Puerta del Pilar. 2. Antigua cárcel, hoy MEIAC. 3. Camino de Olivenza. 4. Antiguos Hogares Hernán Cortés. 5. Malos Caminos. 6. Camino de la Huerta. 7. Camino del Pozo de la Escalera, del Campo Santo o del valle de la Mina. 8. Cementerio de San Juan Bautista o cementerio Viejo.


Proyecto de ensanche de Badajoz del año 1941. La parcela aparece entre la entonces avenida de Villanueva del Fresno (hoy Miguel Celdrán y María Auxiliadora) y el camino de la Granadilla (hoy calle Isabel de Aguilar y avenida Godofredo Ortega Muñoz).

Plano de Badajoz, c.a. 1941. Ya figura el camino de la Huerta y el cuartel de Menacho (1927), junto al que llama castillo de la Pardalera (fuerte de Pardaleras).

Foto aérea sobre 1957. En el recuadro la huerta de triángulo. A su derecha el desaparecido cuartel de Menacho.

La zona en el año 2005. La huerta es la zona de los chalets frente a la iglesia de San José.

Composición del plano de 1772 y la vista aérea de 2005 con la parcela del triángulo.

Como conclusión, con toda esta documentación y planos, debe quedar zanjada la ubicación de la desaparecida ermita de Santa Marina de Badajoz, al menos la zona, de la que se han lanzado teorías donde la situaban en ubicaciones muy lejanas de la ciudad. Son bastante claros los linderos de los documentos anteriores. Por otra parte, es curioso que surjan dos barrios en el siglo XX llamados Pardaleras y Santa Marina en unas antiguas tierras llamadas Pardaleras de Santa Marina en el siglo XVII.


Notas: 

(1) Wikipedia. 

(2) La fanega (del árabe «fanica», saco) de superficie en Extremadura equivalía a 6.439 metros cuadrados. Esas 40 fanegas eran 257.560 metros cuadrados, es decir, 25,76 hectáreas. Para hacernos una idea, si el campo de fútbol del Nuevo Vivero tiene 7.140 metros cuadrados, esas 40 fanegas equivalen a 36 campos. Era una superficie bastante grande desde el arroyo Rivillas hasta el Guadiana.

(3) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2019/09/39.html

(4) MARTÍN NIETO Dionisio A. La Encomienda de Casas de Calatrava y su iglesia de Santa María en la ciudad de Badajoz, pertenecientes al Partido de la Serena de la Orden de Alcántara. Revista de Estudios Extremeños. Vol. 64, Nº 2, 2008. Págs. 817.

(5) Ibidem. Página 810.

(6) Era agrimensor de la Academia de San Fernando y residía en Mérida en 1815.

(7) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2018/01/laverdadera-atalaya-de-la-corchuela-de.html

Fuentes: 

Archivo Histórico Nacional, Archivo Histórico Provincial de Badajoz, Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, Wikipedia.