miércoles, 10 de enero de 2018

7. Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, patrono y protector perpetuo de los conventos de San Gabriel y San Onofre de Badajoz.

7.

Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, patrono y protector perpetuo de los conventos de San Gabriel y San Onofre de Badajoz.

© Pedro Castellanos
10 de enero de 2018

Retrato pintado en 1790 por Antonio Carnicero. Real Academia de San Fernando, Madrid.


Introducción. Reseñas sobre su familia.
Algunos historiadores afirmaban que Manuel Godoy nació en Castuera (Badajoz). El propio Godoy, en sus Memorias, nos recordaba que nació en Badajoz capital, donde figura su partida de bautismo en la parroquia del Sagrario de la Catedral de Badajoz el 18 de mayo de 1767. Nació el 12 del mismo mes y fue bautizado con los nombres de Manuel Domingo Francisco. El padrino fue su hermano José Vicente. Manuel era el sexto de siete hermanos, el primogénito fue el mencionado José Vicente. El segundo fue Diego Antonio Maximino María Francisco José, nacido en 1760. El tercero, Luis Vicente Ramón Ventura, nacido en 1761. El cuarto hijo era, hasta 2011, el desconocido Gabriel Antonio José Cayetano, nacido en 1763. Tomó el nombre de su padrino, su tío, el presbítero Gabriel Álvarez Serrano Guerrero Malos Sabores, también llamado Gabriel Álvarez de Faria, futuro obispo de Badajoz. El cuarto hijo fue una niña, Antonia María Marcelina, nacida en 1764. Su padrino fue también su tío Gabriel. El sexto hijo fue Manuel. La última fue otra niña, María Ramona de las Mercedes, que se casó en 1786 con Manuel Cándido Moreno Cidoncha, caballero de la Real Orden de Carlos III e intendente general del Ejército y provincia de Extremadura en 1795. El heredero de ambos fue su hijo Luis Moreno Godoy. El padre de Manuel y sus hermanos fue el badajocense José de Godoy Obando. En 1794 era regidor perpetuo de Badajoz, señor del Consejo de su Majestad, gobernador de Hacienda, coronel de infantería general, hombre de Cámara de su Majestad, con la gran cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. La madre era la badajocense María Antonia Justa Álvarez Serrano Zarzosa, noble dama de la Orden Real de la Reina María Luisa en 1794. Manuel y sus hermanos eran nietos por la parte paterna de Luis Vicente de Godoy, natural de Castuera (Badajoz) y de Antonia de los Ríos Landero, natural de Alburquerque (Badajoz). Por la parte materna eran nietos del badajocense Diego Álvarez Serrano y de la alburquerqueña Juana Guardabrazo Zarzosa.


Casa natal de Manuel Godoy en la calle Santa Lucía de Badajoz.


Nombramiento del síndico del convento.
En noviembre de 1796, José Manuel de Villena Portocarrero Sánchez de Badajoz Mendoza y Figueroa, conde de Vía Manuel, «señor de lo espiritual y temporal de la villa de Cheles y de La Pizarra, grande de España», vecino de Badajoz, es nombrado síndico del convento. Ya existían antes lazos de unión entre la familia y el convento de San Gabriel, pues en 1726 el abuelo materno de Manuel Godoy, Diego Álvarez Serrano, mercader de profesión, era síndico y administrador de los bienes de la enfermería.


Iglesia del antiguo convento de San Gabriel, hoy parroquia de la Concepción.


Posesión del patronato del convento, iglesia y enfermería de San Gabriel de esta ciudad a favor del excelentísimo señor don Manuel de Godoy Álvarez de Faria, grande de España de primera clase.
En la ciudad de Badajoz, a 29 de enero de 1797, ante mí, el escribano del rey, el señor don Gabriel Álvarez de Faria, deán y canónigo de esta Santa Iglesia Catedral, estando en el convento de religiosos menores descalzos de la más estrecha observancia de nuestro seráfico padre san Francisco intramuros de esta capital, nominado San Gabriel, como legítimo apoderado del excelentísimo señor don Manuel Godoy Álvarez de Faria Ríos Sánchez y Zarzosa, Príncipe de la Paz, duque de la Alcudia; señor del estado de Albalá y del Soto de Roma, grande de España de primera clase; regidor perpetuo de la ciudad de Santiago y de la villa de Madrid, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro, gran cruz de la Real Distinguida Española de Carlos III, comendador de las villas de Valencia del Ventoso, Ribera y Aceuchal, en la de Santiago, caballero gran cruz de la religión de San Juan de Malta; consejero y primer secretario de Estado y del despacho universal del reino, secretario de la reina nuestra señora, superintendente general de Correos y caminos, protector de reales gabinetes de historia natural, jardín botánico, laboratorio químico, observatorio astronómico; gentil hombre de cámara con ejercicio; capitán general de los reales ejércitos, inspector y sargento mayor del Real Cuerpo de Guardias de Corps, su dignísimo sobrino, pidió al muy reverendo padre fray Juan de Coria, lector graduado, al excelentísimo señor don José Manuel de Villena, conde de Vía Manuel, también grande de España, cual síndico suyo, le diesen al nombre de su excelencia el señor Príncipe de la Paz, la posesión real, actual, corporal y el cuasi del patronato del propio convento, su iglesia y enfermería, que se le confirió al mismo excelentísimo señor Príncipe de la Paz, por el reverendísimo padre provincial, custodio y definidores de dicha provincia de San Gabriel y fue ejecutado por escritura que a su favor su excelentísima otorgó ante mí en 17 de febrero del año anterior de 1796. El enunciado excelentísimo señor conde de Vía Manuel en calidad de tal síndico del referido convento y a nombre de la Silla Apostólica, y en su virtud, le condujeron por el claustro y sacristía a la iglesia del referido convento, llevando en medio de ambos a dicho señor don Gabriel Álvarez de Faria, con quien en la misma disposición, llegaron hasta el pie del altar mayor donde se hincaron todos de rodillas a hacer oración a Dios, nuestro Señor, y después que le condujeron, se me previno leyese en alta voz la nominada escritura, como así lo ejecuté, a presencia de un numerosos concurso de personas de la primera distinción que asistieron.

Concluido este acto, los enunciados padre guardián y el excelentísimo señor conde de Vía Manuel, procedieron a dar y dieron al excelentísimo señor Príncipe de la Paz y, en su nombre, al señor don Gabriel Álvarez de Faria, su dignísimo tío, la posesión real, actual, corporal y el cuasi del nominado patronato, bajo la obligación de cumplir cada parte con lo pactado y condicionado en la mencionada escritura. Y en señal de verdadera posesión, le tomaron cada uno de su mano, le subieron al altar mayor, y le sentaron en una silla forrada en terciopelo carmesí, con su sitial colocado todo al lado del evangelio y lugar más preeminente del mismo altar mayor. En su consecuencia, dicho padre guardián, le hizo entrega de las llaves de su propio convento, iglesia y enfermería, que le presentó en un azafate de plata redondo, desde allí, le bajaron y entraron en la capilla de los hermanos del Tercer Orden y al panteón de dicha iglesia. Salió este, se pasó por ella, por su sacristía, por los claustros de dicho convento y su enfermería, y abrió y cerró las puertas de todas las mismas piezas, e hizo otros actos posesorios sin contradicción de persona alguna. Y de haber tomado la misma posesión, quieta y pacíficamente, lo pidió por testimonio para resguardo de su representado y dignísimo sobrino el excelentísimo señor Príncipe de la Paz, y concluido enteramente el acto posesorio, se puso de manifiesto a Su Divina Majestad, se cantó en acción de gracias el Te Deum laudamus, y seguidamente, principió una función de iglesia solemne de misa cantada con diácono y subdiácono, sermón y asistencia de la capilla de música de dicha santa catedral, todo lo cual, se finalizó a la hora de las doce y media de la tarde de este propio día, habiendo principiado a ello a las nueve y media de su mañana. Y lo firmaron dichos señores posesionante y posesionado, siendo testigos y presentes el mariscal de campo de los reales ejércitos, don Benito Pardo de Figueroa, inspector general del Ejército acantonado en esta provincia y comandante general interino de ella; el también mariscal de campo don Juan Cambiaso y Rin, gobernador militar de esta plaza; don Vicente Sánchez Muñoz, alcalde mayor, corregidor interino de esta ciudad; los mariscales de campo don José Perlasca, caballero del hábito de Santiago y mayor general del caballería de este mismo Ejército de acantonamiento; don Francisco de Eguía, mayor general de infantería; don Francisco Vallejo, comandante general de artillería del propio Ejército; don Fernando Cagigal de la Vega, marqués de Casa Cagigal; don Pedro Rodríguez de la Buria; don Domingo Fernández Cueto; el coronel de infantería don Alonso Bonilla, teniente coronel de artillería y comandante de esta plaza y provincia; los regidores perpetuos de esta ciudad, don Manuel de Laguna y Moscoso, teniente coronel de caballería y comandante del Escuadrón de Carabineros Reales de la Reina, nuestra señora, doña María Luisa; don Manuel de Losada, coronel de infantería y gobernador del fuerte de San Cristóbal y don Ignacio Payno, segundo comandante de Milicias Urbanas Provinciales de esta plaza; don Gonzalo Fernández Valdovinos, auditor de guerra de este Ejército y provincia y otros muchos brigadieres, coroneles, oficiales y personas de la mayor distinción y vecinos de esta ciudad, que concurrieron a dicho acto y función de iglesia en la que fue orador el reverendísimo padre fray Ignacio de Torrecilla, lector de prima del referido convento.


Escudo de Manuel Godoy en la portada del convento de San Gabriel de Badajoz, actual iglesia de la Concepción. (1796-97).



Condiciones que se pactaron previamente. Sería enterrado en el convento si fallecía en Badajoz.
Debido al notable deterioro de estos documentos, no he podido transcribir en su totalidad todas las condiciones que se le impusieron a Godoy como patrono y protector perpetuo del convento. Una de ellas era que debía donar anualmente 300 ducados (3.300 reales de vellón). 200 ducados serían para el convento y otros 100 para la enfermería, con la obligación de pagarlos también por sus descendientes. Además de esta limosna anual, debería hacerse cargo de cualquier cosa que le ocurriera a la fábrica de la iglesia y su convento. Igualmente se menciona en 1796 que se colocaría su escudo de armas sobre la fachada de la puerta principal en la calle San Juan, como hoy está colocado. Otro importantísimo dato se cita en estos documentos: «que si su excelencia falleciese en esta ciudad, o cualquier otro patrono, los han de llevar a hombros los religiosos desde la casa mortuoria hasta la iglesia del convento sin túmulo, haciendo lo propio con los hijos primogénitos. Y lo mismo con las señoras patronas». 
Desgraciadamente Manuel Godoy fue desterrado; permaneció 43 años en el exilio, hasta su muerte en París en 1851. Nunca pudo volver a Badajoz, a la que tanto añoraba. Sus restos mortales se encuentran en el cementerio parisino de Pére la Chaise, división 45. De nada han servido las gestiones de las autoridades locales para traer sus restos a Badajoz.

En el documento consta que Manuel Godoy había donado varias limosnas al convento de San Gabriel: «movido de la devoción que tiene a nuestro seráfico padre san Francisco y especialmente a nuestro convento de San Gabriel». En nuestra ciudad, como en otras, era costumbre que los patronos de conventos fuesen sepultados en ellos, como los condes de la Torre del Fresno, cuyos restos se encuentran en un panteón en el convento de las Descalzas, o el marqués de Monreal, en el de Madre de Dios de Valverde, hoy iglesia de San Andrés.

Prueba del patronato que ejerció Manuel Godoy sobre este convento, es su escudo de armas realizado en mármol que podemos contemplar en la fachada principal de la actual iglesia de la Concepción de la calle de San Juan. Aparte de este escudo de armas de la fachada, se colocarían en una lápida en el suelo de su capilla. Hasta que publiqué estos datos en el año 2011, nadie sabía explicar por qué estaba su escudo en la fachada. Este escudo está picado, e imagino que se intentó borrar por las revueltas populares de 1808, tras el llamado Motín de Aranjuez, o como los documentos de la época llaman «conmoción popular», ocurrida el viernes 18 de marzo de 1808 por las calles de esta localidad madrileña. Se cree que se desencadenó debido a varias causas, entre ellas, las consecuencias de la derrota en la Batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805), que recayó principalmente en las clases humildes. A ello había que sumarle el descontento de la envidiosa nobleza por su rápida ascensión, la impaciencia de Fernando VII por reinar, así como el temor de la Iglesia católica a nuevas medidas desamortizadoras y por sus supuestas relaciones con la reina María Luisa de Parma (1).

Lo cierto es que la entrada de los franceses en España demostró que sus intenciones eran muy distintas a lo pactado. La situación era crítica, la Familia Real, temiendo de las intenciones de los franceses, se retiraron a Aranjuez. Se corrió la voz de que sus majestades iban a dirigirse a la ciudad de Sevilla para partir a México al exilio, tal y como había hecho el rey portugués Juan VI, que había establecido su corte en Brasil. El pueblo lo atribuyó a los influjos de Manuel Godoy, aclamaba al rey y pedía la cabeza de Godoy. Entraron en su casa y destrozaron lo que encontraban a su paso, hallando escondido a su hermano Diego Godoy, duque de Almodóvar; le ultrajaron y le entregaron a las Reales Guardias que le llevaron preso a su cuartel. Carlos IV, temeroso de su propia vida si la plebe se descontrolaba, mediante un real decreto despojó a Godoy de todos sus poderes, entre ellos el de generalísimo y almirante. Cuando el 19 de marzo Godoy fue encontrado en su casa, la noticia corrió como la pólvora entre la plebe, que se armó de nuevo y, descontrolada, marchó sobre su casa para lincharle, hiriéndole y quedando preso en el cuartel de las Reales Guardias de Corps. El propio Godoy afirmó en su momento en referencia al Motín de Aranjuez que «fue obra de unos cuantos plebeyos seducidos, una revolución que si se produjo abajo, se indujo arriba. No vino de Fernando el movimiento de aquella cruda noche, por más que hubiese sido de su gusto lo que hicieron sus amigos; y aun me inclino a pensar que nada supo, sino algunas horas antes, del proyecto [del golpe de Estado contra su padre] fuera convenido» (2).


El patronato sobre el desaparecido convento de San Onofre.
Este convento, de monjas jerónimas, dio nombre en el siglo XVI y XVII a la actual calle Menacho, antes llamada del Pozo y del Santo Nuflo (San Onofre). Estaba separado por el convento de las Descalzas por una estrecha calleja que llegaba hasta puerta de Palmas, hoy calle Prim. Desapareció en el siglo XIX tras ser desamortizado y dividido en varias partes por familias ricas de la ciudad. El convento figura en una reclamación de tierras de la desaparecida Cofradía de Nuestra Señora de Belén, «del que es patrono el excelentísimo señor Príncipe de la Paz». El hecho de que también fuese nombrado patrono de este convento, seguramente a partir de 1796, puede ser debido a que era sobrino de sor Francisca de Godoy, que en 1807 era abadesa de él.


Notas:
(1)   ORTIZ CÓRDOBA, Ángel. Amados vasallos míos. Los hombres del Motín. 1992.
(2)  LINDO MARTÍNEZ, José Luis. El Motín de Aranjuez, inicio de la Guerra de la Independencia. Una historia falseada.