domingo, 14 de abril de 2024

58. El Cristo de Marcelino pan y vino en Don Benito (Badajoz).


El Cristo de la película «Marcelino pan y vino» en Don Benito (Badajoz). Fue obra del escultor palentino Pedro Frías Alejandro (1899-1963), bajo diseño del decorador gallego Juan Antonio Simont Guillén (1897-1976).

Pedro Castellanos
14 de abril de 2024


La famosa película Marcelino pan y vino, estrenada en 1955, fue dirigida por el húngaro Ladislao Vajda (1906-1965). Resultó ser uno de los mayores éxitos comerciales y de crítica en la historia del cine español, varias veces premiada, que excedió ampliamente los cánones del habitual cine religioso imperante en la época. Se cumplen 70 años de su rodaje. También obtuvo mucho éxito fuera de España, sobre todo en la América hispana. Parte del éxito fue del propio actor protagonista, de rostro angelical y que, versiones posteriores, no han podido superar, a pesar de contar con mejores medios técnicos y ser rodadas en color y no en blanco y negro como la original. Se basó en la novela homónima (1953) del escritor, periodista, guionista y director de cine madrileño José María Sánchez-Silva y García-Morales (1911-2002). El contexto transcurre después de la invasión francesa en la Guerra de la Independencia donde, en una casa de propiedad municipal en ruinas, tres frailes franciscanos la reconstruyen y la convierten en un convento con ayuda de varios vecinos.

Cartel original de la película (1955).

La película gira en torno a la historia de Marcelino, protagonizada por el actor madrileño Pablo Calvo Hidalgo (1949-2000), más conocido como Pablito Calvo, que tenía cinco años de edad entonces. Interpretaba a un niño expósito que, siendo bebé, con solo una semana de vida, es depositado en la puerta del convento y es recogido por los frailes franciscanos. Le bautizan con el santo del día, san Marcelino. Descubren que sus padres habían muerto y, después de dos meses, intentan buscarle una familia, que ya tuviera niños preferentemente. Solo se interesa por él un terco herrero, que ya tiene varios hijos y los trata como esclavos, pero se lo niegan.  Este herrero se obceca con Marcelino, incluso después siendo el nuevo alcalde, amenaza a los frailes con expulsarles del lugar. El terreno y la casa les fue ofrecido a los frailes por el anterior alcalde, ya enfermo, antes de morir, pero los frailes lo rechazan. Finalmente, los frailes deciden quedarse con el niño y cada fraile será su padre y madre.

El Cristo en la actualidad.

La vida de Marcelino discurre entre los quehaceres habituales de los doce frailes, cada uno con su mote, con muchas travesuras, propias de un niño y que no se relaciona con ningún otro, solo con adultos, por eso se inventa un amigo imaginario llamado Manuel. Los frailes le prohíben subir una escalera hacia la planta superior. Él les desobedece e intenta subir en varias ocasiones. Jugando en el exterior del convento sufre la picadura de un alacrán. Por ello padece de altas fiebres, estando en la cama sueña con la escalera y la planta superior donde los frailes le atemorizan con que allí estaba un «hombre altísimo que le cogería y le llevaría para siempre». Ya curado, junto a su amigo imaginario, se decide definitivamente a subir a esa planta superior. En una habitación usada como desván, se encuentra al fondo de ella otra habitación. Tras entrar, ve al fondo un Cristo crucificado y sale huyendo muy asustado. Tras unas trastadas durante las fiestas del pueblo, el alcalde tratará de nuevo de expulsar a los frailes del lugar y un guardia civil se ofrece a adoptar al niño.

Fotograma de la película (1955).


Fotograma de la película (1955).


Marcelino vuelve a subir a esta habitación descalzo, para no hacer ruido, con su amigo imaginario, y un palo en la mano. Con este abre una ventana cerrada y contempla al Cristo con claridad. Le dice que le ve cara de hambre y, a escondidas, va a por un trozo de pan de la cocina de los frailes. Por las prisas solo le puede traer este trozo de pan. Por la altura del Cristo, se sube a una mesa y se lo ofrece. En ese momento el Cristo toma vida, el brazo derecho se vuelve humano, se descuelga del clavo y coge el trozo de pan que el niño le había ofrecido. A escondidas del cocinero, fray Papilla, le promete traerle más pan. En la segunda ocasión le trae también a escondidas un vaso de vino y otro trozo de pan, de ahí el nombre de la película. Por la altura le pide al Cristo bajar para comérselo en la mesa. El niño le ofrece una vieja silla que tenía cerca. Jesús le pregunta que si él le da miedo, pero Marcelino responde que no. Le pregunta después que si sabe quién es y le responde que sí, que es Dios. El Cristo toma vida de nuevo y se sienta a comer el pan y el vino (que simboliza el Cuerpo de Cristo). Mientras Jesús le dice que es un buen niño y le da las gracias, él le responde que los frailes dicen que es malo y le pregunta que qué dice Manuel, y le responde que está contento y que hablan juntos sobre Jesús. Este le responde, acariciándole el rostro, que desde entonces, se llamará Marcelino Pan y Vino. Al niño le gusta este nombre. Marcelino le quita la corona de espinas y le pregunta que si le dolían las heridas y Jesús le responde que mucho. Desde entonces comienza a comunicarse habitualmente con el niño, que no muestra ningún temor. En otra ocasión, un día de tormenta, Marcelino se acerca al Cristo porque tiene miedo. Jesús le pide que se acerque y le acaricia. Más tarde, Marcelino le ofrece una manta para que no tenga frío.

Los frailes, sospechando de Marcelino, le esconden el pan a más altura para que no pueda cogerlo. Por ello, durante la comida, Marcelino lo esconde en su camisa para llevárselo al Cristo. Fray Papilla se da cuenta. Los frailes sospechan que el niño puede estar enfermo de soledad, de nostalgia, por la falta de niños de su edad para jugar, por ese amigo imaginario y sopesan deshacerse de él. El padre superior le pregunta a fray Tomás (fray Papilla) que le cuente lo que le ocurre al niño. Este le cita que le falta, pan, carne, pescado y vino y sabe que el niño se le coge. El padre superior, en cambio, reprende a fray Tomás y pide que deje esos alimentos al alcance de Marcelino para saber qué hace con ellos y que le siga. Marcelino vuelve a llevar pan y pescado al Cristo. Fray Tomás le sigue a escondidas y escucha la conversación entre un hombre (sin saber que es Jesús) y el niño y se queda estupefacto. Jesús le dice al niño que está muy callado y que qué pensaba. Este le pregunta que dónde está su madre, la Virgen María. Jesús le responde que está con la suya, en el cielo, y que todas las madres siempre lo dan todo, incluso sus vidas, hasta quedarse viejas, pero no feas, pues las madres nunca son feas. Luego Marcelino le pregunta que si quiere a su madre. Jesús le responde que con todo su corazón. Marcelino le responde que él quiere a la suya más.

Fray Papilla, escondido en el desván, vuelve a seguir al niño, que se lleva pan y vino de nuevo. Jesús le dice que es un buen niño y que le dará lo que más quiera. Le pregunta que si quiere ser fraile o si quiere que venga con él Manuel, su amigo imaginario. Marcelino le responde que solo quiere ver a su madre y después a la madre de Jesús, la Virgen María. Jesús le pregunta que si las quiere ver ahora. Le responde que sí. Jesús le manifiesta que para ello tendrá que dormirse. Marcelino le responde que no tiene sueño y Jesús le pide abrazarlo y le dice que le dará sueño. El niño acepta. El propio Cristo está sentado en la silla abrazando al niño, pero no se le ve.

Fray Papilla lo ve todo desde la puerta, llorando, corre y avisa al resto de la comunidad. Volviendo a entrar en la habitación, de rodillas, clama perdón a Dios, imagino que por no haber entendido lo que le ocurría al niño. Cuando llegan, solo observan la cruz de madera donde estaba el Cristo, ya vacía, pero donde se aprecia una silueta con la forma de Cristo. Al poco ven aparecer de nuevo la imagen del Cristo en la cruz y, al lado, el niño dormido en la silla. Se quedan impresionados, tocan las campanas, todo el pueblo y el resto de la comarca, acuden a ver el milagro, incluido el terco herrero y su mujer. Desde entonces, ese día, todo el pueblo, encabezado por su alcalde, acudían a festejar el milagro de Marcelino pan y vino en una romería. Después del milagro, el Cristo es trasladado desde este desván a la capilla del convento, para darle el culto que se merecía. El niño fue enterrado en esa capilla, justo al lado del Cristo.

Fotograma de la película cuando el niño duerme y muere para ver a su madre (1955).

Esta película muestra la inocencia de los niños, que nunca debe perderse para poder entrar en el reino de los cielos, tal y como nos lo recuerda el evangelio de san Mateo (Mt 18, 1-5.10); «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos».

Fotograma de la película con el Cristo ya en la capilla (1955).

Fotograma de la película con la tumba de Marcelino (1955).

Parte de las escenas clave de la película fueron rodadas en La Alberca (Salamanca). Su plaza Mayor sirvió como escenario para la escena inicial, en la que el fraile narrador, el actor gallego Fernando Rey (1917-1994), baja al pueblo, vacío por la romería, para visitar a una niña enferma. Este le cuenta la historia de Marcelino, que ya ni sus padres recuerdan bien. Toda la ambientación relativa al convento estaba ubicada en la ermita del Santísimo Cristo del Caloco de la localidad de El Espinar (Segovia).​ De gran devoción, tiene su cofradía fundada en 1529 y, desde 1618, por permiso del Vaticano, da culto a este crucificado de cabellera natural. Sin embargo, la talla del Cristo de la película no se corresponde con la del Caloco, sino que fue una obra hecha ex profeso para la película. Fue diseñado por el decorador gallego Juan Antonio Simont Guillén (1897-1976) quien hace los bocetos en papel. Lo realizó un amigo suyo en escayola, previo a un boceto en barro. Este escultor se llamaba Pedro Frías Alejandro (1899-1963), natural de Palencia, que era hijo de Juan Frías y Catalina Alejandro, con domicilio en la calle Santa Marina, número 10, de Palencia. Se trasladó después a Valladolid, donde en 1925 expuso en el Ateneo, siendo sobrino de Alfonso Alejandro Prádanos, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de la capital. En ese mismo año propuso a su ayuntamiento hacer gratuitamente una escultura a su admirado y paisano, el escultor Alonso Berruguete, pero no se llegó a realizar por discrepancias con el arquitecto municipal. En los años 60 del pasado siglo tenía su estudio en la calle Zabaleta, número 19, de Madrid.

No es una talla de gran valor artístico, fue hecho para la película, pero sí de gran valor sentimental, por el impacto que supuso. El escultor le cogió mucho cariño, quiso darle unos últimos toques, pero no pudo, por las prisas del rodaje. Se encuentra actualmente en el altar mayor de la capilla del convento de Santa Teresa de monjas carmelitas de Don Benito (Badajoz), situada en la calle Donoso Cortés, número 21. Es una capilla muy sencilla, donde las quince hermanas viven en clausura, en la vida contemplativa, realizando labores de bordado y venta de exquisitos dulces de gran tradición extremeña.

Capilla del convento de Santa Teresa de Don Benito.

¿Por qué llegó el Cristo a Don Benito?

Tras el estallido de la Guerra Civil, las monjas tuvieron que huir y la capilla quedó muy dañada por las tropas del bando republicano. Tras acabar la guerra, las monjas regresaron y vieron que apenas habían quedado obras para adornar la capilla. Para la película se había buscado una obra que no mostrase el dramatismo de la escuela clásica española y, tras no encontrar una real que les convenciera, decidieron encargar la que conocemos de la película. Esta imagen debía mostrar un rostro humano y de facciones suaves, para no asustar al niño. Al terminarse el rodaje, los decorados, incluido el Cristo, se amontonaron en los Estudios Chamartín de Madrid. Uno de los ingenieros de sonido de la película, Miguel López Cabrera, era natural de Guareña (Badajoz). Su hermana, Catalina López Cabrera, también de Guareña, era monja en este convento de Don Benito, llamada luego Isabel de Jesús. Miguel se lo pide al director de los estudios, José Luis Navascués, quien se la cede, ya que le entusiasma la idea. Miguel fue a visitar a su hermana y le preguntó si querían tener allí al Cristo. Ella contestó que sí, que tenían la capilla casi sin imágenes, pues eran una orden pobre. Primero decidieron colocarlo en la clausura, pero creyeron que era mejor en el altar mayor para que el pueblo lo conociera y le diera culto, colocado entre santa Teresa y san Juan de la Cruz, reformadores de la orden carmelita. El Cristo era de tamaño natural y la cruz medía más de dos metros de largo, por lo que, para transportarla al convento, hubo que quitarle los brazos para poder embalarlo en una caja. Tras su llegada a Don Benito en 1955, le fueron ensamblados y la imagen fue restaurada, aunque hoy le faltan las espinas de la corona que tuvo originalmente. Apenas lo sabían los vecinos del pueblo, pues no se hizo ninguna ceremonia de entronización ni propaganda. Hoy sí, por los medios de comunicación e Internet. Nunca ha salido en procesión. Por su vida de clausura, las monjas desconocían la película y, a través del ingeniero, se enteraron del argumento. También de anécdotas que los espectadores no conocieron, como que el brazo del Cristo que se extiende hacia el niño fue la de un doble humano y no la real de la talla. 


El convento fue fundado en 1883, por lo que el año pasado cumplió su 140 aniversario. Así figura en un rótulo en un lateral de la capilla: 

PARA MAYOR GLORIA DE DIOS, DE LA BIENAVENTURADA / Y SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO Y DE / LA MÍSTICA DOCTORA SANTA TERESA DE JESÚS. / LA SEÑORA DOÑA ELENA DONOSO-CORTÉS Y GÓMEZ VALADÉS, / VIUDA DEL SEÑOR DON ALONSO GÓMEZ VALADÉS Y GARCÍA DE / PAREDES, FUNDÓ ESTE CONVENTO.

FUE BENDECIDO EL DÍA 30 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 1883, BAJO / LA ADVOCACIÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS, Y OCUPADO POR LAS / REVERENDAS MADRES CARMELITAS DESCALZAS, PROCEDENTES / DE LA SEGUNDA FUNDACIÓN DE LA SANTA MADRE TERESA DE / JESÚS, EN LA QUE FUE HISTÓRICA VILLA DE MEDINA DEL CAMPO.

J. M. J. T.

 

Fuentes: autor, periódicos Hoy, Baleares, La Libertad, El Día de Palencia, Diario Palentino, y Wikipedia.

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