domingo, 10 de junio de 2018

21. La primera sociedad privada de equitación de Badajoz. Fue creada en 1847 en los corrales de la Real Casa Hospicio (futuro Hospital Provincial), donde se construyó un picadero.

21.

La primera sociedad privada de equitación de Badajoz. Fue creada en 1847 en los corrales de la Real Casa Hospicio (futuro Hospital Provincial), donde se construyó un picadero.

© Pedro Castellanos
10 de junio de 2018



El acta fundacional de la junta se celebró el 7 de marzo de 1847. Fue en una reunión en casa de José de la Puente, a las siete de la noche con el objeto de organizarla. Aparecen las firmas de 21 personas, entre las de José de la Puente (sic), Santos Muñoa Carles, Eduardo Lagarza, Carlos Martínez, Federico Patrón [Falls], Juan Manuel García, Juan Antonio Utrera, Ramón Orduña y José María Villaroel, que debieron ser los primeros socios. Se acuerda lo siguiente:
1ª)   La sociedad quedaba fundada desde este momento.
2ª)   Se nombraría una comisión para que se contratase con la Casa Hospicio el arrendamiento del local donde estaría el picadero, realizándose una escritura junto a un pliego de condiciones. Se haría un presupuesto para las obras que tuviesen que hacer, bajo la dirección de la comisión. Esta comisión estaría formada por: Santos Muñoa Carles, José María Villaroel y Ramón Orduña.
3ª)   Se acuerda crear otra comisión para la redacción del reglamento, que estaría formada por: José de la Puente, Juan de Dios Sevilla, Manuel Rodríguez Fito Bueno y Antonio Acevedo.
4ª)   Se acuerda que haya dos tipos de socios: de número y transeúntes. Los primeros pagarían una cuota de entrada de 160 reales. Los segundos 40 reales. La comisión quedaba autorizada para las obras, que se repartirían entre los socios. La cantidad que faltase después de hacer la recaudación de cuotas de entrada sería hasta la cantidad de 7.000 reales.

En el círculo rojo, lugar donde probablemente se hizo el picadero. En azul, lugar donde vivió José Ignacio Fernández de la Puente Álvarez Campana y su esposa, conocida como la Casa de la Inglesa. En verde, lugar donde vivió José María Villaroel, hoy Diputación de Badajoz. Plano fechable sobre 1871.


1. Antiguo Obispado de Badajoz. 2. Antiguo Seminario de San Atón. 3. Casa de Ordenandos. 4. Hospital Provincial.

Escritura de convenio para la construcción de un picadero en el corral grande del Hospicio y arrendamiento del mismo a la Sociedad de Equitación. Lo otorgaba el director y contador del Hospicio junto al coronel graduado Santos Muñoa Carles, sobrino del comerciante catalán Jaime Carles Busquet (1), dueño del Teatro Cómico, Café de la Lealtad y Gabinete de Lectura (antes Hospital de la Piedad).
En la ciudad de Badajoz, a siete de abril de 1847, ante mí, el escribano de su Majestad y testigos que se expresarán, [com]parecieron de una parte los señores don Ramón Sutil y don Fernando Pinna, de esta vecindad, el primero director y el segundo contador de la Casa Hospicio de esta provincia. Y de la otra don Santos Muñoa y Carles, don José María Villaroel y don Ramón Orduña, de esta propia vecindad, estos tres señores, por sí y representado todos los individuos que componen la Sociedad de Equitación instalada en esta capital el día siete de marzo último, cuyas firmas constan del acta original que me entregan para hacer constar su personalidad viéndola en esta escritura, hecho el reintegro correspondiente del papel simple en que está escrita, e insertarla en sus traslados su tenor literal es el siguiente:
Aquí el acta. Concuerda el acta inserta con su original unida por cabeza de esta escritura a que me remito. Y en su virtud, los expresados jefes de la Casa Hospicio, como tales, y los dichos socios representantes de la Sociedad de Equitación, en nombre de la misma e individuos que la componen, por quienes y por los demás que en adelante se incorporen a ella. Dijeron: que para conseguir el objeto que se propuso dicha sociedad a su instalación, construyendo un picadero del modo que se expresa en el acuerdo inserto, los socios comisionados comparecientes, dieron los pasos oportunos para convenir en el ajuste del local en que podía establecerse, designando para ello el corral grande de la Casa Hospicio de esta capital. Y después de conferenciar detenidamente para llevarlo a cabo, con [los] expresados jefes del establecimiento, lo han concluido bajo las condiciones siguientes:
1)       Los jefes de la Casa Hospicio, se obligan a construir un picadero con todas las circunstancias que se requieren por el arte de la equitación, para que sea perfecto, y que son las expresadas en el pliego de condiciones y presupuesto que obran en el expediente, habiéndose de edificar en la parte del corral grande de la misma que se señaló por los maestros, a presencia de las partes contratantes.
2)      Careciendo de recurso la Casa Hospicio, la sociedad le adelantará la cantidad en que se rematen las obras, a cuenta de alquileres, a razón de cuatro reales de vellón diarios. Y para hacerlo así constar, sin necesidad de recurrir al expediente judicial, se darán concluidas y pagadas éstas por los jefes de dicha casa un recibo de la cantidad invertida, expresando en él los años, meses y días a que corresponde el anticipo.
3)      También se comprenden en este arrendamiento las tres habitaciones bajas que quedan incomunicadas con el edificio, y que tendrán la entrada por el corral que antecede al picadero.
4)   La sociedad podrá subarrendar el local a las compañías ecuestres, cuidando de que no hagan desperfectos y remediándolos inmediatamente si alguno hiciesen.
5)      La sociedad usará del agua del pozo y para ello se hará un medianil.
6)      El hospicio ha de quedar completamente incomunicado con el picadero, y para que así sea, el medianil del pozo del que se habla en la condición anterior, se construirá bajo la dirección de los jefes del establecimiento.
7)  Todas las puertas, cerrojos, fechaduras, llaves han de quedar completas y solo con el deterioro consiguiente al tiempo que hayan servido.
8)      Después de trascurrir el tiempo necesario para que se devengue el anticipo hecho a cuenta de alquileres, y el que han de considerarse los arrendatarios como unos verdaderos usufructuarios, no podrá ser desahuciada la sociedad mientras continúe pagando los cuatro reales diarios que quedan estipulados, a no ser que el establecimiento tuviese necesidad de destruir el picadero para edificar nuevamente en el terreno que ocupe.
Con estas condiciones, la expresada Casa Hospicio y en su nombre y representación, su director y contador, otorgantes, da en arrendamiento a la Sociedad de Equitación referida el picadero que se construya en el corralón grande de la misma casa, con las habitaciones que se expresan, para su uso por el tiempo estipulado, todo en el modo y forma que queda contenido, sin que en el ínterin pueda la casa hacer del local otro uso, que es el que queda expresado. Y los socios, por su parte, se obligan al abono de la cantidad en que las obras sean rematadas, en cuenta del pago de alquileres, según queda estipulado en las cláusulas de este contrato, que los otorgantes, cada uno, por su representación respectiva, se obligan a cumplir, sin tergiversación alguna. A su obediencia, pues, se obligan los jefes de la Casa Hospicio, con los bienes y rentas del establecimiento, y los socios con los suyos propios, habidos y por haber, dan poder a las justicias y jueces de su Majestad competentes, para que a ello les compelan y apremien, por todo rigor legal, vía ejecutiva, y como si fuese por sentencia pasada, en autoridad de cosa juzgada y consentida, que por tal lo reciben y renuncian todas las leyes, fueros, derechos y privilegios de su favor y la general en forma, en cuyo testimonio, con prevención que de esta escritura haya de tomarse razón en el registro de hipotecas de este partido, dentro de ocho días, sin cuyo requisito no tendrá efecto. Así lo dijeron, otorgaron y firmaron, siendo testigos don Domingo María Díez, don Ramón Huertas y don Manuel Regidor, de esta vecindad.
Algunos datos sobre la Real Casa Hospicio fundada en 1757 y la contigua Casa de Ordenandos, fundada en 1810.
El rey Fernando VII ordenaba fundarla el 12 de abril de 1757. Al mismo tiempo se agregaban a él los tres hospitales que había en la ciudad en aquel momento, que eran el de Ntra. Sra. de la Antigua Piedad, el de la Misericordia y el de la Vera Cruz. El de la Limpia Concepción (antes llamado de San Andrés), el de Santa Catalina la Vieja y el de Santa María de los Caballeros o Consolación ya habrían desparecido. El 12 de abril de 1757 el conde de Valparaíso dirige un escrito desde Madrid al entonces obispo de Badajoz, Manuel Pérez Minayo, en el que le transmite la decisión del Rey de fundarlo:

«Movido el Rey de sus piadosos deseos de fomentar el alivio de las necesidades públicas de esta ciudad y obispado, se ha servido resolver que en esta capital se funde con rentas competentes, y bajo su real protección, un hospicio o casa de niños expósitos, huérfanos y desamparados en que con separación se recojan también mujeres de mala vida y pobres de ambos sexos, y ha nombrado por intendente de este establecimiento asociado con el de este ejército y provincia a D. Nicolás Montero [de Espinosa], canónigo penitenciario de esta Santa Iglesia [Catedral] y subcolector de expolios y vacantes de esta mitra, debiendo correr en adelante al cargo de los colectores generales para que ejerzan la protección real, y contemplando su Majestad que para perfeccionarse [en] esta tan útil idea, sería muy conducente la agregación a esta casa de las tres, de la Piedad, de la Misericordia y de la [Vera] Cruz, que en esta ciudad ejercen los mismos actos de caridad que se han de practicar en ella».
En 1854 se cita la «Real Casa Hospicio donde se halla establecido el hospital nombrado antiguamente de San Sebastián y en el día de la Provincia». El Real Hospicio había sido convertido en cuartel y hospicio militar desde 1810. En 1819 se pide que vuelva a su primitivo uso. En 1827 se realiza la segregación del Hospital de San Sebastián (luego llamado de la Caridad) y agregados a él de la Real Casa Hospicio. Se entregaba a las hijas de la caridad por real orden del 26 de septiembre. Entre el Seminario de San Atón y la Real Casa Hospicio se encontraba la Casa de Ordenandos, que era de los padres de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl. Incompresiblemente los dos edificios fueron derribados en 1983 para formar la plaza y parking subterráneo. Los padres paúles de la Casa de Ordenandos se establecieron en 1810. Fue suprimida por la ley del 31 de julio de 1837, restablecida por el artículo 29 del concordato de 1851, ocupando la casa otra vez en 1858, variando el contrato fundacional de 1809. Se estableció un convenio adicional en 1863. En 1797 se daban a censo redimible una casa propia de la vinculación de Bartolomé González Caldera, otorgada por su entonces poseedor, Juan Caldera del Campo, en virtud de real facultad a favor del Seminario. Esta casa estaba entre el Hospicio y otras dos contiguas del Seminario. En este mismo año se venden dos casas más en el campo de San Francisco por los hermanos Juan y Jerónimo Rodríguez Caldera a favor del Seminario.  Las tres se incluyeron a la fábrica de la Casa de Ordenandos (2).

Datos sobre la familia del principal fundador de la Sociedad de Equitación: el gaditano José Ignacio María Fernández de la Puente Álvarez Campana, brigadier de caballería y coronel del cuerpo de Estado Mayor. Su familia política procedía de Génova e Irlanda.
Era natural de la ciudad de Cádiz y falleció en Ceuta el 4 de febrero de 1860, en un campamento que pertenecía al tercer cuerpo del ejército expedicionario en la Guerra de África o Primera Guerra de Marruecos (1859-1860). Era hijo de Manuel de la Puente Aranguren, consejero de Estado honorario y mariscal de campo de los reales ejércitos, natural de Ribadesella (Asturias) y de la gaditana María Manuela Álvarez Campana. José Ignacio se casó en Badajoz el 27 de noviembre de 1844 con la pacense Amalia Eustaquia Patrón Falls. Ella pertenecía a una acaudalada familia, hija única del poderoso comerciante pacense Jerónimo Patrón Barbieres, casado el 17 de mayo de 1820 con María Falls Preston, natural de Castellón de la Plana, a la que dotó con la no despreciable cantidad de 151.080 reales. Jerónimo Patrón Barbieres fue la segunda persona más rica de Badajoz en aquella época, con una fortuna valorada en 3.246.852 reales. Era hijo de Juan Patrón, un poderoso comerciante y contador de rentas nacionales de Olivenza. Juan era hijo de Simón Patrón, natural de Génova (Italia) y de Josefa Franco, natural de Badajoz. La madre de Jerónimo Patrón, Ramona Barbieres, era hija de Carlos Barbieres, natural de Turín, (Italia) y María Plaza, natural de Alburquerque (Badajoz). María Falls Preston era hija de los irlandeses afincados en España James Falls y Mary Preston (al menos ella vivió en Badajoz). Mary procedía de un lugar llamado Bellinter, (pronunciado como Belincha) en el entonces condado de East-Meath, hoy Meath. Bellinter está situada a unos 6 kilómetros de la capital del condado, Navan, y a unos 38 kilómetros de la capital de Irlanda, Dublín. Ella viviría en un palacete llamado Casa Bellinter, junto al río Boyne, construido en 1750 por Richard Cassels, como una casa de campo para el rico cervecero de Dublín John Preston, de quien debe descender Mary Preston. Después de la muerte de John, el patrimonio pasó a su nieto, también llamado John Preston, primer barón de Tara. En el año 2004 el palacete fue vendido y transformado en el actual hotel-balneario Bellinter House (3). Tara es una famosa colina situada a unos cuatro kilómetros de Bellinter. John Preston, primer y único barón de Tara (1764-1821), fue un político irlandés, e hijo de John Preston, descendiente de un hermano menor de Thomas Preston, primer vizconde de Tara, segundo hijo de Christopher Preston, cuarto vizconde de Gormanston (4). Por las fechas, sospecho que Mary Preston era hermana de John Preston, primer barón Tara, que no tuvo hijos y el título se extinguió cuando murió en julio de 1821, con 56 años. Creo que el título podría haber pasado a los familiares en España, pero imagino que en Irlanda no sabían que parte de ellos residían aquí. José Ignacio y Amalia tuvieron siete hijos: Ricardo Miguel María del Carmen Lucía; Felisa Pastora María de las Mercedes Catalina; Matilde María del Rosario Eugenia; José Ignacio Federico María Cirico; Adela María Eladia; Manuel Eduardo Sabas; Arturo María del Carmen Práxedes. El matrimonio vivió con sus hijos muy cerca de la sede de la Sociedad de Equitación, en la entonces calle de Santa Catalina nº 9, después Moreno Nieto y hoy Obispo San Juan de Ribera. Era conocida como la Casa de la Inglesa y era casi colindante con el antiguo Obispado de Badajoz. Estaría un poco más arriba de la Joyería Castellano, en lo que hoy es el edificio Badajoz. Debió ser de grandes proporciones, pues tenía traseras a la entonces calle de Lagares, hoy Zurbarán. Podemos destacar dentro de los siete hijos que tuvieron José Ignacio y Amalia Eustaquia a Adela Fernández de la Puente Patrón. Su madre, ya viuda, la dotaba por nada menos que 8.261 escudos (82.610 reales). Tenía 21 años y se iba a casar el 22 de diciembre de 1869 con el sevillano Enrique González Carrillo de Albornoz, comandante graduado, capitán en la reserva de caballería de Badajoz, soltero, de 31 años. Adela falleció en Badajoz el 8 de marzo de 1901. Enrique falleció en Badajoz el 13 de junio de 1918 a los 80 años, siendo teniente coronel de caballería retirado, caballero con la gran cruz y placa de la Orden de San Hermenegildo. La hija de ambos, María del Rosario González Fernández de la Puente, se casó el 12 de octubre de 1902 con el ingeniero agrónomo Eduardo Fernández Trevijano, director de la Granja Agrícola, inaugurada en 1905, hoy sede de la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Su hijo Enrique González Fernández de la Puente estuvo casado con Lucía Sardiña Cuesta, que falleció en Badajoz a los 31 años el 26 de agosto de 1907.
Dentro de la familia de Jerónimo Patrón Barbieres podemos destacar a su tío, el también comerciante Felipe Patrón, administrador de la Real Casa Hospicio en 1826, que estuvo casado con María del Carmen Fernández, cuyo padre era caballero de la Orden de Alcántara, mayordomo de semana del Rey y regidor perpetuo de Badajoz. Ella fue poseedora del mayorazgo que fundó Alonso de Figueroa de la Rocha. Felipe y María del Carmen tuvieron varios hijos: José, Antonio, Roque, Isidoro, Manuel, Vicenta y Ramona Patrón Fernández. La última estuvo casada con el comerciante José Miter Arnstorf, natural de la aldea de Arnstorf, en el entonces reino de Bohemia, Alemania. Era hijo de Francisco Miter y de Catalina Quinter, naturales de la misma localidad. Tuvieron como hijos a: Carlos, José, y Josefa Miter Patrón. Vicenta Patrón Fernández estuvo casada con el comerciante Pedro Martínez Crespo (socio de Jerónimo Patrón), natural de Torre de Cameros (La Rioja). Sus hijos fueron: 1. María Dolores Martínez Patrón, casada con el abogado, alcalde primero y presidente del Ayuntamiento de Badajoz en 1856 León Bécquer Durán, natural de Tafalla (Navarra). Era hijo de Alejandro Bécquer, natural de Utebo (Zaragoza) y Manuela Durán, natural de Bargota (Navarra). Tuvieron como hijos a: Cándido, Vicente, Casimiro, Manuel y Jacoba Bécquer Martínez. 2. José; 3. Josefa Martínez Patrón, casada con el también comerciante, abogado y diputado a Cortes Manuel Molano del Campo (alcalde constitucional de Badajoz en 1844 y 1845); 4. Manuel; 5. Carlos y 6. Jacoba, casada con Ventura Díaz.

Bellinter House, en el condado de Meath, Irlanda. Foto: Wikipedia.



En rojo, Casa de la Inglesa de la calle Obispo, vista desde la Casa del Cordón.
Hijos militares destacados de José Ignacio y Amalia Eustaquia.
1)    Ricardo Fernández de la Puente Patrón. Dio nombre a la calle Fernández de la Puente de Badajoz.
Fue un importante personaje de la ciudad en aquella época. Su nombre completo era Ricardo Miguel María del Carmen Lucía Fernández de la Puente Patrón. Nació en Badajoz el 6 de julio de 1855. Fue nombrado en 1914 director general de navegación y pesca marítima. En 1922 fue nombrado capitán general de la Armada, el más alto cargo en la Armada española que ha tenido un pacense. Ricardo, como Fernández de la Puente, da nombre a la calle perpendicular a la de Guardia Civil y a la Avenida Ramón y Cajal. No le faltaron méritos para tener una calle en la capital pacense, pues su hoja de servicios era impecable. Ingresó de guardia marina el 1 de abril de 1871. Siendo alférez estuvo en la campaña de Joló, Filipinas. Después se hizo ingeniero electricista torpedista. Siendo teniente de navío terminó la carrera de ingeniero naval, en la Escuela de Ampliación de San Fernando, Cádiz, siendo el único alumno que aprobó aquel año. En este empleo fue encargado de traer de Londres los primeros torpederos que llegaron a España en 1885, el Barceló y el Retamosa. Cuando realizaba el viaje de regreso se vio sorprendido por un fuerte temporal en La Rochelle, al suroeste de Francia, evitando con su pericia que llegara a ocurrir una catástrofe. Cuando fue ascendido a teniente de navío de primera, desempeñó el cargo de tercer comandante de Carlos V, destinado a formar parte de la escuadra del almirante Cámara. Luego fue designado ingeniero inspector del crucero Extremadura, y al ascender a capitán de fragata hizo la campaña de Melilla en 1909. En esta época ordenó los brillantes trabajos que se realizaron para pasar por tierra desde el Mediterráneo a Mar Chica con el barco de 60 toneladas La Cartagenera, hecho que tanto llamó la atención en España y fuera de ella. De capitán de navío mandó el Urania y el Numancia. Al ascender a contraalmirante fue nombrado director general de navegación. Siendo vicealmirante desempeñó el cargo de capitán general del departamento naval de Cádiz. De almirante, ocupó el cargo de vocal del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Era ayudante honorario de su Majestad, estando en posesión de la gran cruz del mérito naval, gran cruz de San Hermenegildo, cruces rojas del mérito naval, blancas pensionadas también del mérito naval, medalla de la campaña de Joló, de la de Melilla, de Alfonso XIII, y fue declarado benemérito de la patria. Falleció en su domicilio de la calle Serrano nº 6 de Madrid, en la tarde del 23 de octubre de 1928, a los 73 años, dejando ocho hijos.

Ricardo Fernández de la Puente Patrón. Museo Naval de Madrid.
2)     José Ignacio Federico María Fernández de la Puente Patrón. Fue el único hijo nacido en Sevilla, en el año 1849. El motivo es que su padre era en aquellos momentos segundo jefe de la Capitanía General de Andalucía, con sede en la capital hispalense. En enero de 1915 fue ascendido, por real decreto, a general de división. Se le concedió en atención a los servicios prestados en la batalla de Alcolea, en que ganó el empleo de alférez y grado de primer teniente. En el sitio de la plaza de Cartagena se le otorgaron las estrellas de capitán. Más tarde, en las acciones de Boxarra, Borrid y Cervera del Maestre, obtuvo la cruz roja de primera clase del mérito militar y el grado de comandante. En varias acciones por la provincia de Cuenca, en que fue herido, recibió otra cruz roja de primera clase del mérito militar. Realizó un celoso desempeño de sus diferentes cargos en la Capitanía General de Extremadura. Ya con grado de coronel, participó en el restablecimiento del orden en los alterados por las huelgas obreras de Barcelona en 1902. Ya promovido a general de brigada, trabajó en varias ocasiones en la división de caballería, presidiendo diversos tribunales militares y como inspector, la revista anual de armamento a los distintos cuerpos. Contaba cincuenta años de servicios. De ellos, seis años y nueve meses, en el empleo de general de brigada. Aparte de poseer dos cruces rojas del mérito militar de primera clase, tenía la placa de la Orden de Nicham Iftikhar, de Túnez, la gran cruz de San Hermenegildo y las medallas de Alfonso XII, guerra civil y Alfonso XIII.
Datos sobre otro de los importantes fundadores de la Sociedad de Equitación: el comerciante pacense José María Villaroel Pegado, de padre barcarroteño.
Nació en Badajoz en 1813, era hijo del comerciante Manuel Villaroel Ferreira (hijo de Antonio Villaroel y María Ferreira), natural de Barcarrota, aunque en 1819 vivió temporalmente en el Largo do Barão de Quintela, Lisboa. Su madre era María Josefa Pegado (hija de Rodrigo Pegado y María Josefa Lineros), natural de Badajoz. Se casó en 1829 con Bardomera Díaz de la Cruz Fernández, natural de Toledo, hija de José Díaz de la Cruz en Isabel Fernández, vecinos de Madrid. José María Villaroel era el socio representante de la casa-comercio Viuda de Villarroel e Hijo. La casa donde vivió estaba en la entonces calle de Santa Catalina nº 1, hoy Obispo San Juan de Ribera. Lindaba a su entrada, por arriba, con el desamortizado convento de Santa Catalina Mártir (futuro Instituto General y Técnico, luego Instituto Bárbara de Braganza) y por la izquierda, por abajo, con las llamadas «Cocheras del Obispo». Por la espalda lindaba con casas suyas en la entonces calle del Zumbadero, hoy Felipe Checa. Esta casa estaba valorada en nada menos que 258.600 reales. Tenía otra casa en la misma calle, con el n º 5, frente a las suyas, que lindaba por la derecha, entrando, con el entonces Palacio Episcopal y por la izquierda con la casa de María Falls de Patrón, valorada en 56.100 reales. María Falls Preston, alias la Inglesa, era española, pero de madre irlandesa, no inglesa. José María Villaroel era entonces la persona más rica de Badajoz, con una fortuna valorada en 3.699.593 reales, superando a su amigo Jerónimo Patrón. Tuvo tres hijos que fueron sus herederos: Matilde, Baldomera y José Segundo. Falleció en su casa en 1855 con tan solo 42 años, ya viudo. Sobre su casa, tras ser derribada, se construiría la sede de la sociedad Casino de Badajoz, hoy palacio de la Diputación de Badajoz. Poca gente sabe que en el año 1900 se proyectó la construcción de un pasaje más abajo de su casa, para que se comunicase la entonces calle Larga, hoy Felipe Checa, con la de Moreno Nieto, hoy Obispo, a través de las mencionadas Cocheras del Obispo, pero nunca se llegó a realizar.


En rojo, casa de José María Villaroel de la calle Obispo, vista desde la plaza de España.


En rojo, lugar donde estuvieron las Cocheras del Obispo y donde se proyectó el pasaje en 1900.

Notas:
(1) En 1812 era asentista principal del ramo de aguardiente de la provincia. Su teatro, también fue llamado Principal, estuvo en la esquina de la plaza de España con la calle Obispo, antes hospital y cuartel de la Piedad. (2) Datos procedentes de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz. (3 y 4) Fuente: Wikipedia.

domingo, 3 de junio de 2018

20. Fiestas por la canonización de san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka en la iglesia de San Ignacio de Badajoz. 9, 10 y 11 de diciembre de 1727.

20.

Fiestas por la canonización de san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka en la iglesia de San Ignacio de Badajoz. 9, 10 y 11 de diciembre de 1727.

En el Año Jubilar Aloisiano, por el 450 aniversario del nacimiento de san Luis Gonzaga y la muerte de san Estanislao de Kostka en 2018


© Pedro Castellanos
3 de junio de 2018


Habiendo canonizado el papa Benedicto XIII a los gloriosos santos san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka, religiosos de la Compañía de Jesús, el colegio de esta ciudad determinó celebrar su canonización y participándolo a esta muy noble y leal ciudad como especial devota de la Compañía de Jesús, acordó concurría uno de los tres días de la festividad en que se celebrase la canonización y que a sus expensas se hiciese todo el costo de él, nombrado por comisarios a los señores don Jacinto de la Peña y a don Nicolás Chapín, sus capitulares, y que se convidasen para aquel día a todos los prelados de los conventos de religiosos, al excelentísimo señor comandante general, a los títulos de Castilla y caballeros de las cuatro órdenes militares y habiéndose elegido para las fiestas el nueve, diez y once del corriente y escogido el ilustrísimo y reverendísimo deán y cabildo de esta Santa Iglesia Catedral para solemnizar por sí la canonización de los santos el primero, tomó el segundo el colegio, dejando el tercero para esta ciudad.
En la capilla del colegio construyóse a esmero y cuidado de los padres un majestuosos altar que ocupaba todo el frontispicio del mayor hasta rematar en los extremos de la bóveda, a la similitud de tabernáculo de tres frentes, en el del medio, estaba Su Majestad Sacramentado, el santo patriarca san Ignacio de Loyola, coronándole en su nicho una imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora.  En el del lado del evangelio estaba colocada una devotísima imagen de san Estanislao y en la de la epístola, adornaba otra de san Luis Gonzaga, estando todo el altar guarnecido con muchas preciosas y exquisitas piezas de plata labrada que, uniformes, junto con los ramos de varios colores y diferentes imágenes de mucho primor, formaban un lucido y suntuoso altar que contaba de más de trescientas velas de cera, de forma que sus luces con los muchos y cristalinos espejos que guarnecían altar, capilla e iglesia, parecía que todo era un ascua.
La capilla mayor y la de los cruceros hasta lo alto y centro de la media naranja, estaba tapizada de tafetanes y el cuerpo de la iglesia con diferentes colgaduras de damasco de varios colores y a proporción puestas muchas y muy ricas láminas doradas y otras pinturas con tanto primor, que ocasionaban al gusto el más vistoso lucido recreo que puede imaginarse. Hallábase en el poste que divide la capilla mayor de la iglesia del lado del evangelio, debajo de un rico dosel de damasco carmesí, en una lámina dorada, el retrato de nuestro padre Benedicto papa XIII, y a la entrada de la iglesia, bajo de otro no menos rico dosel carmesí, dos retratos del rey señor Felipe V y la reina nuestra señora doña Isabel, su dignísima esposa, y toda la planta de la iglesia cubierta con alfombras de diferentes matices.
El día nueve del corriente, habiendo antecedido la noche antes repique de campanas en la Santa Iglesia Catedral con luminarias en su torre, a que correspondió la de la compañía y otros conventos en procesión general, llegó el ilustrísimo deán y cabildo, en donde patente Su Majestad celebró el día de su fiesta diciendo la misa don Juan Ortiz de Zárate Ramírez, chantre y canónigo, y al Evangelio fue su orador el doctor don Juan Casas, su canónigo magistral, y fenecida la misa cantando las letanía se retiró a su iglesia.
El siguiente, día diez del presente, con no menos suntuosidad de música que el cabildo, celebró el colegio el segundo que le tocó de la canonización de los dichos dos santos, cantando la misa el doctor don Alonso Diego de Guzmán Bolaños, de la Orden de Santiago, provisor y vicario general de este obispado, y fue el panegirista el reverendísimo padre Ignacio de la Pila, rector del mismo colegio. Luego que se feneció la fiesta, a las doce en punto de dicho día, empezó el tercero que tomó a su cargo esta ciudad, repicándose el reloj y al mismo tiempo las campanas de todos los conventos e iglesias, a cuyo fin por los caballeros comisarios de esta ciudad, fueron convidados sus prelados y llegada la noche, a expensas de esta ciudad, se hizo un árbol de fuego que se construyó en las cuatro esquinas inmediatas al colegio, a correspondencia de lo que dispensa el sitio, por cuya cortedad y por obrar algunos riesgos, no hubo cohetes sueltos, aunque hubo muchas ruedas y montantes de fuego, y en cuatro cuartones que ocupaban las cuatro bocacalles pendientes de ellos corrían artificios y cohetes; cuyos fuegos duraron desde la seis hasta las siete de la noche, con repiques incesantes de las campanas de todos los conventos e iglesias, compañía y reloj de esta ciudad, estando iluminados de luces todos los balcones de sus Casas Consistoriales, las de sus capitulares y vecinos. Y habiéndose dado fuego al ramo y llegado en su extremidad a una granada que lo coronaba, se abrió manifestando con ocho luces, una tarjeta esculpida en un lado las armas de la ciudad y en el otro unas letras que decían «Víctor Badajoz».


Imagen de la Pura y Limpia Concepción, ahora en la iglesia de Santa María la Real (San Agustín).

La mañana de este día, once de diciembre, siendo las nueve de ella, formada esta ciudad en las casas de su ayuntamiento, presidiéndola por indisposición del señor mariscal de campo señor Diego González, su gobernador político y militar, el señor licenciado don José de Bárcena, abogado de los [Reales] Consejos, salió como acostumbra con sus maceros y bajando la calle de la Zapatería (1) abajo por la de los Corregidores (2) se dirigió al colegio de la compañía, en cuya plazuela se hallaba formada una compañía de soldados de cincuenta vecinos con su bandera tremolada y sus oficios correspondientes, siendo su cabo principal, el capitán don José Bravo de Quirós y Prado, regidor de esta ciudad, a la que salió a recibir a las puertas de la iglesia el rector y todos los padres del colegio. Y habiendo ocupado los bancos de terciopelo que en forma de coro en medio ocupaban parte de la capilla y cuerpo de la iglesia con algunos de los convidados, excepto el excelentísimo señor comandante general, que por hallarse accidentado no concurrió; estando en la capilla de San Francisco Javier, en taburetes rasos, por su antigüedad, sentados todos los prelados de las religiones y en las tribunas muchos de los eclesiásticos de distinción, padres maestros y lectores de ellas, cabos, militares y ministros de graduación y un concurso tan numerosos de nobleza y plebe de ambos sexos, que no cabe en ponderación. Siendo las diez de la mañana, se dio principio a la fiesta, celebrando la misa don Fernando de Argüello Vargas y Carvajal, alguacil mayor y teniente que fue de esta ciudad, y acabado el Evangelio, hizo la oración laudatoria de la canonización el reverendísimo padre Pascual Carrea, lector jubilado de Teología en su sagrada religión, trina, y ministro actual del convento de la Santísima Trinidad de esta ciudad. Y acabada la función, en la que hubo duplicadas salvas de fusilería y tiradas de cohetes y fuegos según que vino, se retiró la ciudad a sus Casas Consistoriales, habiéndola acompañado hasta las esquinas del colegio el rector y padres de él.
Por la tarde del expresado día, concurrieron como particulares el señor alcalde mayor y capitulares de esta ciudad, y estando patente el Santísimo Sacramento, se cantaron solemnes vísperas con música y muchos instrumentos, y al mismo tiempo algunos villansicos a Su Majestad Sacramentada y en loor de los dos santos, con tal dulce melodía, que juntas las acordes voces de la música, con los suaves ecos de los sabues, violines, célebre bajón extranjero [sic] y manicordios, adorno y lucimiento de altar e iglesia, parecía, o que el cielo se había bajado a él, o que la iglesia se había subido al cielo, porque comerándose la ciudad en manifestar (cuanto le era posible) su celo mandó ejecutar en obsequio de la canonización todo lo que la hiciese más plausible a honra y gloria de Dios y de los santos. Y habiendo desempeñado su devoción en los reverentes expresados cultos que ha consagrado este día a los santos san Estanislao y san Luis Gonzaga, para que en las edades futuras cuente por habernos hallado presentes. Los escribanos de su ayuntamiento, así lo certificamos, como que para hasta en los niños fuese completo el júbilo, dio orden la justicia y regimiento a los maestros de primeras, curas de esta ciudad, que en los tres citados días como si fueren de guarda, no hubiese escuela. Y lo firmamos. Badajoz, fecha ut supra. 

Imágenes de san Ignacio de Loyola y de san Francisco Javier, hoy en la parroquia de Santa María la Real (San Agustín).

Actualmente se conservan en la capilla del Sagrario de la iglesia de Santa María la Real (San Agustín) las tallas mencionadas de la Inmaculada, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, obras de gran calidad, junto a unos grandes cuadros pintados de los mismos santos por Alonso de Mures en el siglo XVIII. Todas estas obras proceden de la antigua iglesia de San Ignacio. Sin embargo, desconozco el paradero de las principales, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka. Tampoco se sabe quién fue el autor de estas imágenes, ni la fecha en que se hicieron, pero tengo los primeros datos de la talla de san Francisco Javier en 1698. Doña Damiana de León Silva, quien diera nombre en el siglo XVIII a la calle Montesinos, le donaba 200 ducados de vellón, «para que se le haga alguna alhaja a la capilla». La misma señora donaba 400 ducados más para «ayuda a un retablo en la capilla mayor». Ella sería enterrada en esta iglesia. Tengo otro documento interesante, fechado el 18 de febrero de 1711. Francisco Díez Ramírez, alguacil de la Auditoria General del Real Ejército de las fronteras y provincia de Extremadura afirmaba que Juan Gómez, que estaba ausente de la ciudad, le debía 1.440 reales y que «es muy devoto del glorioso apóstol de la India san Francisco Javier, que está en su capilla en la iglesia del colegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad, y por esta razón le quiero hacer cesión de la referida cantidad [1.440 reales] para que toda ella se convierta en su culto y adorno de la dicha su capilla». 

Antigua iglesia de San Ignacio, donde se celebró el acto. Capilla del Santísimo de la parroquia de Santa María la Real (San Agustín), donde hoy se encuentran las imágenes de san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y la Inmaculada. 

Notas:
(1)    Hoy calle Moreno Zancudo.
(2)    Hoy calle Soto Mancera.

viernes, 1 de junio de 2018

19. El desconocido hospital de los Caballeros o de Ntra. Sra. de los Caballeros de la Alcazaba de Badajoz.

19.

El desconocido hospital de los Caballeros o de Ntra. Sra. de los Caballeros de la Alcazaba de Badajoz. Ya existía en el siglo XVI y pasó a llamarse de Ntra. Sra. de la Consolación, tras vincularse a la Cofradía de los Barberos aprobada en 1605.

® Pedro Castellanos
1 de junio de 2018


Posible arco de entrada al primitivo hospital de los Caballeros o de la Consolación.

Se sabe que en el siglo XVI, aparte del hospital de Santa Catalina la Vieja (1), situado en la calle del Campillo, existían otros como el de la Limpia Concepción (antes llamado de San Andrés), el de la Vera Cruz, o el de Ntra. Sra. de la Antigua Piedad que, salvo el de Santa Catalina, todos estaban vinculados a cofradías. Sin embargo, sé que existió otro más, aunque no tan importante como los tres últimos. Me parece incomprensible que haya pasado desapercibido por los investigadores de la ciudad. Era el hasta ahora desconocido hospital de los Caballeros, de Ntra. Sra. de los Caballeros, o de Santa María de los Caballeros, luego de Ntra. Sra. de la Consolación. Lo documento por primera vez el 21 de abril de 1571:
«Reconocimiento para el hospital de Ntra. Sra. de los Caballeros. Sepan cuantos [por] esta carta de reconocimiento de censo, vieren como yo, Alonso Delgado, hijo del portero, vecino de esta ciudad de Badajoz, digo que por cuanto yo hube por vía de compra y repaso de Pedro de Bustamante, vecino de esta ciudad, una viña, con diez olivos, término de esta ciudad, cerca de la huerta de la Granadilla, que tiene hecha para 2.500 cepas de viña, que alinda por una parte con viña de Álvaro Hernández Higuero, y de otra parte con viña de Pedro Pérez, aguadero, y con el camino que va a Telena y otros linderos. Con carga de cinco reales de plata de pensión y censo perpetuo [en] cada un año que del suelo y propiedad de la dicha viña se pagan al hospital de Santa María de los Caballeros del Castillo de esta ciudad, juntos, en una paga, por día de san Miguel de septiembre de cada un año».
El 14 de mayo del mismo año se otorgaba otro reconocimiento y lo cita como hospital de los Caballeros y de Ntra. Sra. de los Caballeros:
«Reconocimiento de censo para el hospital de los Caballeros. Sepan cuantos [por] esta escritura de reconocimiento de censo, vieren como yo, Juan de Portilla, vecino de esta ciudad de Badajoz, digo que por cuanto yo hube por vía de compra y repaso de Leonora ¿?, viuda mujer que fue Guadamiros y de Francisco Sánchez Guadamiros, una casilla a la calle del Monasterio de Ntra. Sra. de los Remedios (2), que está a la esquina. Que alinda por una parte con casas de las Rebollas, y por dicha parte con calles del rey. Que tiene una casa delantera y una cámara y una vuelta de un corralito. Con carga de 80 maravedíes de pensión y censo perpetuo en cada un año que del suelo y propiedad de la dicha casa se pagan al hospital de Ntra. Sra. de los Caballeros de esta ciudad, todos juntos en una paga, por Feria de Badajoz (3) de cada un año».
El 26 de mayo, también de 1571, se le vuelve a citar también con el nombre de hospital de los Caballeros o de Ntra. Sra. de los Caballeros y se mencionaba de nuevo que estaba en el Castillo:
«Sepan cuantos [por] esta carta de venta, vieren como yo, Rodrigo Díaz, barbero, vecino de esta ciudad de Badajoz, otorgo y conozco por esta carta, que vendo a vos, Francisco Rodríguez Centeno, vecino de esta ciudad, una casa con un corral que yo tengo en esta ciudad, al Castillo, yendo al hospital de los Caballeros. Que alinda por una parte con [texto tachado: casas de vos, el dicho comprador, y por dos] el dicho hospital de Ntra. Sra. de los Caballeros, y por dos partes con calles del rey, y con corrales de vos, el dicho comprador, y otros linderos. Con carga de 25 maravedíes de pensión perpetua y censo perpetuo en cada un año que del suelo y propiedad de la dicha pensión se le pagan al dicho hospital de Ntra. Sra. de los Caballeros».

Secciones del plano levantado por José de Gabriel Estenoz y José Fuentes Cruz en 1803. En rojo la puerta que todavía se conserva. Con la letra N torre de los Caballeros con el arco ya desaparecido.
Vinculación de la Cofradía de la Consolación o de los Barberos al hospital. Se cambia el nombre por el de hospital de Ntra. Sra. de la Consolación.
Documentalmente se puede demostrar que el hospital se fundó antes que la cofradía. Desconozco el motivo por el que se cambió el nombre de hospital de los Caballeros por el de la Consolación, quizá al hacerse cargo de él la cofradía, aprobada por el obispado en 1605, aunque ya debía de existir unos años antes. Como hospital de Ntra. Sra. de la Consolación lo documento por primera vez el 19 de diciembre de 1601:
«Venta para Álvaro García. Sepan cuantos [por] esta carta de venta real, vieren como yo, Francisco de Contreras y Catalina González, su mujer, vecinos de esta ciudad, que vivimos al Castillo de ella, vendemos por juro de heredad a vos, Álvaro García, vecino de esta ciudad, unas casas de morada que están en el Castillo, por bajo del hospital de Nuestra Señora de la Consolación, debajo del arco de la torre que allí está, linda con casas de ¿? y con la calleja de dicho hospital».
La casa, libre de toda carga, se vende por 330 reales de plata. Resulta interesante su situación, bajo el arco de una torre, que seguramente sería la de los Caballeros. Este arco aparece en pie todavía en 1803, en un famoso plano levantado por el sargento mayor de brigada José de Gabriel Estenoz y por el capitán José Fuentes Cruz, aunque dibujado por el último. No será hasta el 18 de mayo de 1616 cuando ya aparece la cofradía vinculada documentalmente al hospital:
«Para la Cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación. Sepan cuantos [por] esta carta de reconocimiento de censo perpetuo, vieren como yo, Juan Grajera, cerero, vecino de esta ciudad de Badajoz, digo que yo tengo un pedazo de tierra, que será fanega y media en sembradura, poco más o menos, que alinda por una parte con el camino que va de esta ciudad al lugar de Talavera [la Real]. Y por otra parte con huerta de mí, el dicho Juan Grajera, y tierra de Diego Sánchez, carretero, y otros linderos, de que pertenecen dos reales de censo perpetuo al hospital de Ntra. Sra. de [la] Consolación en el Castillo, que llaman el hospital de los Caballeros. Que la dicha tierra la hube y heredé de Francisco Grajera, mi padre, con la dicha carga. Y ahora, por parte del dicho hospital y Domingo Yanes, su mayordomo, y de la dicha Cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación, donde está sita y fundada la Hermandad y Cofradía de los Barberos de esta ciudad, donde se comprende la del dicho hospital, por ser toda una y andar [sic] en un mayordomo después que se instituyó la dicha cofradía, como de presente está, el cual me ha pedido haga el dicho reconocimiento a favor de la dicha cofradía».


Plano levantado por José de Gabriel Estenoz y José Fuentes Cruz en 1803. 
En el círculo rojo la puerta que todavía se conserva. 
La zona fue arrasada en la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Desconozco la fecha exacta desde que la Cofradía de la Consolación se hizo cargo del hospital, que supongo sería antes de 1601. Tampoco sé si existió anteriormente una Cofradía de Ntra. Sra. de los Caballeros vinculada a él, como sí tenían los tres hospitales más importantes: el de la Piedad, el de la Concepción o el de la Vera Cruz. Sería interesante saber de dónde proviene el apelativo «de los Caballeros». Supongo que la iglesia, si existió antes, se pudo llamar en un principio de Santa María de los Caballeros. Tengo dos teorías: la primera es que se refiere a los caballeros de alguna de las órdenes militares que llegaron a Badajoz tras la reconquista cristiana en 1230 por el rey Alfonso IX de León. El canónigo Rodrigo Dosma Delgado cita en sus Discursos patrios de la real ciudad de Badajoz (capítulo VI), la presencia de una «casa de templarios». El caso es que la Orden del Temple fue abolida en el año 1312 por el papa Clemente V y por ello ocuparon esta casa los agustinos. Estaba situada junto a la puerta de Santa Marina, antes llamada Real Puerta de Jerez. Estos frailes se trasladaron después a la entonces parroquia de San Lorenzo, hoy parroquia de Santa María la Real (San Agustín). Habría que tener en cuenta que la Orden del Temple se llamó también Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón. La Orden de Santiago ya tenía su iglesia, luego llamada de las Lágrimas, cuyos restos hoy permanecen enterrados. La Orden de Calatrava tenía la iglesia de Santa María de Calatrava o de los Freyles. La segunda teoría, creo que la más sensata, es que los caballeros fuesen presos que se curaban en este hospital con asistencia de la cofradía. Algunos serían encerrados o ajusticiados en la llamada torre de los Caballeros, que probablemente sea un viejo torreón que está justo enfrente de la iglesia. Me afirmo en un texto que citan las actas municipales del 23 de septiembre de 1596: «Acordó esta ciudad que por cuando la torre donde se prenden los caballeros están desbaratadas las puertas; que don Baltasar de Tovar las haga aderezar y tenga las llaves mientras no hubiere presos». La RAE define el verbo prender como: Privar de libertad a una persona, principalmente poniéndola en la cárcel por delito cometido u otra causa. El cabildo municipal del 11 de octubre de 1596 citaba que se había dado la llave de la torre de los Caballeros para que la guardase el alcalde mayor del cabildo, el mencionado Baltasar de Tovar. Puede que el interior de esta torre, hoy desmochada, se utilizase como cárcel o en ella fuesen ahorcados. El caso es que de ser la torre mencionada está rellena de tierra, al menos la parte que actualmente se conserva, pero en la vista nº 2 aparece una puerta en la parte superior a la que se accedía por el arco hoy desaparecido a partir de 1803. Parece ser que esta torre es de origen árabe, de un recinto anterior más pequeño y sería una torre albarrana. Posterior a 1803 es el altar con arco de medio punto que mira hacia el este, que pudo albergar una cruz. Conserva una cornisa dentada y va rematada con dos pináculos, aunque parecen «flameros» portugueses. También quedan restos de pinturas murales. En la cara me mira al oeste se conserva una pequeña hornacina, quizá de una imagen de Ntra. Sra. de la Consolación. En la cara que mira al Guadiana se conservan restos de pinturas murales que imitan cortinajes y una columna. Puede que se emplease como altar de cultos externos. Esperemos que futuras excavaciones puedan confirmar el uso hospitalario de esta zona.


Torre de los Caballeros, de posible origen árabe.

Desde el año de 1616 no vuelvo a tener noticias del hospital de la Consolación, por lo que seguramente desaparecería poco después, quizá por el comienzo de las guerras con Portugal. La iglesia se encuentra en muy mal estado de conservación, pero todavía se aprecia su fábrica en el mencionado plano de 1803. De ella sobresalía una esbelta torre cuadrada rematada con cuatro pináculos con forma esférica, donde estaría el arco toral, y también se aprecia la parte trasera del presbiterio, que todavía conserva el acceso con escalones hacía el camarín, por el lado de la epístola, donde estaría la Virgen de la Consolación. Por el muro que mira hacia al Guadiana, se aprecia de arriba abajo una junta que indica que este camarín fue una ampliación de la ermita, junto con la parte que mira hacia la puerta de Carros, por lo que debió ser en un principio un pequeño oratorio. El hospital pudo tener su acceso principal por una puerta con doble arco, uno de medio punto y el exterior ojival, ambos de ladrillo.


Fotografía de los años 50 del pasado siglo. Todavía existía la zona de la antigua hospedería que aparece en 1803.
En el círculo rojo, lugar donde pudo estar la casa que se menciona debajo del arco en 1601.


Se habilita la zona como cementerio en 1821.
El 22 de diciembre de 1813 se dejó de enterrar en las iglesias de la ciudad por problemas sanitarios, excepto en las bóvedas de la catedral y la iglesia de San Gabriel, hoy llamada de la Concepción. Se verificó para ello el corral del convento de San Francisco, esquina a la entonces calle del Zumbadero, hoy Felipe Checa. Es decir, entre donde hoy se encuentra el edificio de Hacienda y la avenida Juan Carlos I. Esta puerta de arcos de ladrillo de la alcazaba que he citado antes, pudo ser reutilizada para la hospedería que aparece en el plano de 1803 y también para el cementerio allí habilitado el 15 de septiembre de 1821, tras abandonar el del corral de los franciscanos. El nuevo cementerio de la alcazaba utilizó las ermitas del Rosario y de la Consolación, abandonadas y sin culto, y las zonas contiguas a la torre de los Caballeros, donde todavía se pueden ver restos de inscripciones. Fue profanado en 1839, año en que fue inaugurado el del cerro del Viento. A él se trasladaron los restos del cementerio de la Luneta, situado en la dehesa de las Cuestas, inaugurado en 1833, al descubrirse que no era del fondo de propios de la ciudad y ser de propiedad particular.
Este arco de entrada a la hospedería y cementerio, a mi parecer, tiene una arquitectura demasiado significativa. El arco ojival es típico de la arquitectura gótica, de los siglos XIII al XV, época en la que pudo fundarse el hospital. En este caso podría ser del siglo XVI, es decir, tardogótico. Esta puerta, decorada con alfiz, recuerda a la puerta que está enfrente, que era entrada principal de la ermita, hoy semienterrada, y una ventana trasera de ladrillo, de estilo o influencia mudéjar. Recuerda al arco ojival, también de estilo mudéjar, pero de mejor calidad, de la calle San Lorenzo, antiguo hospital de San Andrés y luego hospital de la Concepción. Este edificio fue después ermita de la Paz y convento de Trinitarias hasta hace pocos años.

Arco mudéjar, siglos XV-XVI, del antiguo hospital de San Andrés, luego llamado de la Concepción de la calle San Lorenzo. Después fue convento de Trinitarias.

Notas:
(1) Ver entrada nº 12 de este blog: El hospital, la ermita y los tres conventos de Santa Catalina. 21 de enero de 2018. (2) Actual calle Bravo Murillo. (3) Se celebraba pasada la Pascua de Resurrección.