32.
Florencio Enríquez, un escultor sevillano en Badajoz. Su única obra documentada: el retablo para el altar mayor de la iglesia de San Pedro en Almendral (Badajoz) entre 1702 y 1703.
© Pedro Castellanos
9 de abril de 2019
Maestro de escultura y arquitectura, no se conocía nada de
su biografía. Era natural de la ciudad de Sevilla, hijo de Juan Enríquez,
natural del municipio malagueño de Vélez-Málaga y de Juana Homanona, natural de
Sevilla. Ignoro si realizó alguna obra en la capital hispalense o su provincia,
algo bastante probable, y el motivo de su traslado a Badajoz. Quizá en Sevilla
había demasiada competencia. Habría que tener en cuenta que Badajoz era y es
sede episcopal. Normalmente en una catedral siempre suelen hacer falta
escultores o tallistas, también para atender a las localidades cercanas que
pertenecen al obispado. Todavía más en una ciudad donde había constantes
guerras con Portugal y que quedaría seriamente dañada por los sitios de 1705. Otra opción que no descarto, es una
posible formación sevillana de su compañero Miguel Sánchez Taramas, y fuese
este el que le trajese hasta Badajoz. Florencio Enríquez, siendo viudo, se
desconoce el nombre de su anterior esposa ya que no lo cita, se casó en Badajoz
con Francisca de Olivera el 2 de febrero de 1701 en la parroquia del Sagrario
de la catedral. Ella, de 24 años y nacida en Badajoz, era hija de los badajocenses Lorenzo Martín Caballero
y María de Olivera. Fueron testigos del enlace, entre otros, Miguel Sánchez,
que con toda probabilidad era su compañero de trabajo Miguel Sánchez Taramas:
«Florencio Enríques y Francisca de Olibera. En la ciudad de Badajoz, a dos días del mes de febrero de
mill setecientos y uno, yo, Bartholomé Guerrero Malos Sabores, presbítero, con
licencia del cura preferente, fui al matrimonio que por palabras de presente
contrajeron Florenzio Enríques, viudo, natural de la ziudad de Sevilla, hijo
legítimo de Juan Enríques, natural de Veles Málaga, y de Juana Homanona,
natural de la de Sevilla, con Franca de Olibera, hija legítima de
Lorenzo Caballero y de María de Olibera, su legítima mujer, vecinos de esta
ciudad, habiendo presedido entre los susodichos las admonestaciones que manda
el Santo Consilio de Trento y de ellas no haber resultado canónico impedimento.
Y en dicho día resibieron las bendisiones nupciales. Siendo testigos Joseph
Toledo, sacristán, y Franco de Olibera y Miguel Sánchez [Taramas],
todos vecinos de esta ciudad y lo firmé. Miguel Ruiz de Soba».
Su suegro Lorenzo [Martín] Caballero,
hijo del difunto Martín Gaón y Ana Caballero, contrajo matrimonio en la
parroquia del Sagrario de la Catedral de Badajoz el 26 de diciembre de 1672 con
María Bardoja (María de Olivera en 1701) hija de Antonio de Olivera y de la
difunta Leonor Bardoja. Comprenderá el lector lo difícil que es investigar
genealogía con el continuo cambio de apellidos de la época. De este segundo matrimonio
de Florencio Enríquez con la luego mencionada Francisca Caballero, que
utilizaba el apellido paterno, le documento cinco
hijos:
Juan. Nació en Badajoz el 14 de diciembre de 1701 y se bautizó el
7 de enero de 1702 en la parroquia del Sagrario de la catedral. Sus padres
aparecen como Florensio Anríque y Francisca Caballero. Fue su padrino el
escultor pacense Miguel Sánchez Taramas.
Ana María. Nació en Badajoz el 5 de marzo de 1703
y se bautizó el 19 de marzo del mismo año. Sus padres aparecen como Florencio
Anríques y Francisca Caballero. Fue su padrino el pintor extremeño Silvestre
García de Bárcena.
Diego Vicente Enríquez Olivera. Nació en Badajoz el 12 de noviembre de
1704 y se bautizó el 24 del mismo mes en la parroquia del Sagrario de la
catedral. Sus padres figuran como Florensio Anrríque (el cura lo entendería así
por su acento sevillano) y Francisca Cabello (sic). Se confirmó en la misma
parroquia el uno de abril de 1726. Falleció siendo soltero a los 24 años,
huérfano de padre, en el que sería el dominio familiar o el suyo, calle de
Santo Domingo, el 25 de marzo de 1729. No testó porque no tenía de qué hacerlo
y se enterró en la iglesia de Santo Domingo. Por error, su padre figura como
Lorenzo (sic) Enríquez. Su madre figura como Francisca Caballero.
María. Nació en Badajoz el 25 de mayo de 1706
y se bautizó el 13 de junio del mismo año en la parroquia del sagrario de la
catedral. Sus padres aparecen como Florensio Enríques y Francisca Caballero. Se
confirmó en la misma parroquia el 2 de abril de 1728.
Florencio. No he podido documentar en Badajoz su
nacimiento, quizá fuese en alguna localidad cercana. Falleció, siendo párvulo, en
la calle de la Portería de Santa Lucía (actual Santa Lucía) de Badajoz el 12 de
agosto de 1710. Se enterró en la catedral.
No he podido documentar la muerte del escultor Florencio
Enríquez, fallecido entre 1710 y 1715. Lo que sí parece seguro es que no debió ser en
la capital pacense. Quizá fuese en alguna localidad cercana donde estuviera
trabajando. Tampoco ayudan las escuetas partidas de defunción de la época. Lo que sí sé con certeza es que ya había fallecido el 19 de octubre de 1715, pues este día contraía de nuevo matrimonio en la catedral la que fuera su mujer, Francisca Caballero, viuda de Florencio Enrique (sic), con Benito Martín, viudo de María Rodríguez. Ella tenía su domicilio en la calle de Santa Lucía.
Retablo
para el altar mayor de la iglesia de San Pedro. Almendral (Badajoz). 1702-1703.
Resulta extraño que solo tenga una obra documentada y en
Almendral, que fue una antigua aldea de Badajoz, situada a unos 35 kilómetros
hacia el sur. Desgraciadamente en Badajoz era muy extraño que se hicieran
contratos ante un escribano público. Fue documentado de forma inédita en 2002 por José Joaquín Pérez Guedejo, cronista de Almendral (1). Tampoco en documentos relativos a
cofradías he visto alguna obra suya, de momento. El contrato se escrituró así:
«Obligazión de hacer un retablo para la villa del Almendral. En la
ziudad de Badajoz, a veynte y dos días del mes de dixiembre, año de mill
setezientos y dos, ante mí, el escribano público y testigos, [com]parezieron
Sebastián Hernández Villaflor, procurador del número de esta ciudad, y
Florencio Henríquez y Miguel Sánches Taramas, escultores, vezinos de ella. Y el
dicho Sebastián Hernández Villaflor, en virtud de poder que tiene del
lizenciado don Juan García Garamillo, cura propio benefisiado de la parrochial
de señor San Pedro de la villa del Almendral y mayordomo de la fábrica de ella,
que para lo que aquí se hará menzión, le fue dado y otorgado por el susodicho
en la dicha villa del Almendral en los dies y nueve de este presente mes por
ante Joseph Moreno Cumplido, escribano de Su Majestad, y del Jusgado y
ayuntamiento de ella, que para que se inserte en esta, me fue dado y entregado
por el dicho Sebastián Hernándes Villaflor, que su thenor de él es como se
sigue:
Aquí el poder. Y los
dichos Florencio Henrríquez y Miguel Sánchez Taramas, ambos a dos, juntos y de
mancomún (…) que tienen tratado y ajustado el hacer un retablo de escultura y
adquitectura para el altar mayor de la iglesia parrochial de dicha iglesia de
señor San Pedro con el dicho Sebastián Hernández Villaflor. Y ha de ser en la
forma que se dirá y con las condiciones siguientes:
Lo primero es
condizión que se ha de hazer el dicho retablo en toda forma y ha de tener bara
y media el alto del altar mayor de dicha iglesia parrochial, conforme al
dibujo y resguardo que está firmado del dicho lizenciado don Juan García
Xaramillo. Y también ha[n] de hazer una imajen de escultura de nuestro padre san
Pedro, en forma de apóstol de relieve entero. Y uno y otro ha[n] de ser de
madera de toda satisfazión y no de otra suerte. Y es condizión que el dicho
retablo y imajen de san Pedro se ha[n] de dar todo ello hecho y acabado en toda
forma dentro de nueve mezes, contados desde hoy, día de la fecha, y han de
feneser y cumplir el día veynte y dos de
septiembre del año que viene de mill setezientos y tres. Y se ha de poner por
los dichos Florenzio Hanríquez y Miguel Sánches Taramas toda la madera y demás
material y cosas que sean nesesarias para hacer dicho retablo y imajen de san
Pedro. Y también ha de ser de la quenta y cargo de los susodichos el conduzirlo
todo y portearlo a dicha villa, y ponerlo en el altar mayor de dicha iglesia a
su costa. Y es condición, que por el dicho Sebastián Hernández Villaflor, en
virtud de dicho poder, se les ha de dar a los dichos Florenzio Anríquez y
Miguel Sánches Taramas por el dicho retablo y imajen de san Pedro y por todo su
costo, hechura y portes y maderas para su fábrica y demás cosas que se nesezite
seis mill reales de vellón. Los dos mill de ellos de contado este día. Y los
otros dos mill al medio tiempo de los dichos nueve meses. Y los otros dos mill
restantes se le han de dar luego que se asiente y ponga dicho retablo y imajen
de san Pedro, sin que antes de cumplirse dichos plazos se haya de poder pedir
cosa alguna por los dichos Florenzio Enríquez y Miguel Sánches Taramas al dicho
Sebastián Hernández Villaflor ni a otra persona alguna.
Y en la forma
referida están convenidos y ajustados los otorgantes y por quenta de los dichos
seis mill reales del ymporte del dicho retablo y ymajen de san Pedro, madera y
portes de todo confiesan los dichos Florenzio Enríquez y Miguel Sánches Taramas
haber resivido de mano del dicho Sebastián Hernández Villaflor dos mill reales
de vellón en moneda de oro, plata y vellón que lo ymportó en presensia de mí,
el escribano y testigos…».
Después aparece la copia del poder hecho en Almendral del 19
de diciembre de 1702:
«Sea notorio como yo, el licenciado don Juan
García Xaramillo, cura propio beneficiado de la parrochial de señor San Pedro
de esta villa del Almedral y mayordomo de la fábrica, digo que yo he ajustado
con Florencio Enríquez y Miguel Sánchez Tarama, vecinos de la ciudad de Badajoz
y maestros de escultura y alquitectura, un retablo para el altar mayor de dicha
parrochial, conforme al dibuxo y resguño que está firmado de mi nombre. Y
[ade]más una ymagen de escultura de mi padre san Pedro, titular de la dicha iglesia,
para poner en dicho retablo, que ha de tener vara y media de alto, en forma de
apóstol, de relieve entero. El cual dicho retablo ha de ser de madera de
satisfacción, que me ha de dar concluido dentro de nueve meses, que han de
empezar desde hoy, día de la fecha, siendo de cargo de dichos maestros todo
material para el dicho retablo, como el conducirlo a esta villa, que es
apreciado con los susodichos en nombre de dicha fábrica en seis mil reales de
vellón que les he de pagar en tres plaços, los dos mil de ellos luego de
contado, dos mil al medio tiempo de los dichos nueve meses. Y los dos mil
restantes luego que le asiente dicho retablo…».
Descripción del
retablo.
Es un trabajo de buena calidad, es simétrico y se adapta
al ábside de tres lados de la cabecera de la iglesia. Está formado por un solo
cuerpo de tres calles. Creo que está realizado en madera de pino, pues no se
especifica en el contrato. En la central figura, dentro de una hornacina con
arco de medio punto, la talla de bulto de san Pedro, que como se estipulaba en
el contrato debía medir vara y media, 1,25 metros aproximadamente. De discreta
calidad, posee ropajes estofados sujetando las llaves en la mano derecha y los
Evangelios en la izquierda. Los ojos parecen policromados en la propia madera y
no se aprecia la dentadura en la boca entreabierta. La mano izquierda en
bastante tosca, así como el pie derecho que sobresale de su túnica. Creo que es
obra de Florencio Enríquez y no de Miguel, pues no me recuerda en absoluto a
las obras de este último, que ya tenían cierta calidad y solía utilizar ojos de
vidrio. Quizá por eso figure en el contrato en primer lugar Florencio y no
Miguel. Sobre esta hornacina figura una cartela, como las que solían colocar los escultores Blas de Escobar y Alonso Rodríguez Lucas en sus retablos. Bajo la hornacina se
encuentran dos sagrarios superpuestos. El superior es de los llamados
«manifestador», con puertas curvas que se abren para colocar la custodia. El
inferior está decorado con cuatro columnas salomónicas. En la puerta figura en
relieve el clásico pelícano alimentando a los polluelos en su nido sobre una
rama de un árbol. Para cubrir ese paño de la primera calle, y quizá para economizar,
en vez de columnas, figuran ocho guirnaldas de flores en listones de diferentes
anchuras. En las dos calles laterales, ente columnas salomónicas decoradas con
ramas y hojas de vid, elemento que introdujo en Extremadura Blas de Escobar,
figuran dos pinturas al óleo de gran tamaño. Estas columnas se apoyan en cuatro
ménsulas, ya cedidas por el peso. A la derecha creo que figura la del apóstol
san Andrés. El ático está rematado en su parte central por una pintura de la
Inmaculada y sobre ella una cornisa curva, que se concluye a su vez con
decoración vegetal y una venera, sujetados por dos pequeños ángeles. Las dos
calles laterales se rematan con dos espigas y dos jarrones con flores. El cuerpo central está rematado por dos
roleos. Los cuatro capiteles que rematan las columnas salomónicas son compuestos.
Las tres calles están rematadas por una cornisa, dentada en la parte inferior. Rematan
el retablo en los dos lados unas «aletas» con decoración vegetal; un recurso
que utilizarían los escultores y tallistas pacenses en adelante en muchas
ocasiones. Necesita una restauración, pues aparte de tener más de trescientos
años, se aprecian ataques de xilófagos, tiene algunas piezas perdidas, grietas,
ensambles abiertos, las ménsulas están cedidas, etc. Es una iglesia que no está
abierta al culto y con bastantes humedades.
Resulta muy curioso que este retablo es también el único
documentado, hasta ahora, de Miguel Sánchez Taramas. Ni si quiera en Badajoz
capital se le ha podido documentar alguno. Estilísticamente recuerda a los
modelos que realizaron en Badajoz y zonas cercanas los discípulos de un
tallista y «maestro arquitecto mayor de
obras de su alteza el señor don Juan de Austria»: el mencionado Blas de Escobar, procedente de Sevilla pero afincado en Zafra (Badajoz) sobre
1656. También a las obras del escultor y maestro arquitecto Alonso
Rodríguez Lucas, discípulo de Blas, que realizó los dos retablos, casi gemelos, colaterales del
altar mayor de la Catedral de Badajoz a finales del siglo XVII. Se trata del que está
dedicado a Ntra. Sra. de la Antigua, al lado del evangelio, que contiene una
copia del famoso cuadro de la catedral sevillana, y el de san Blas, al lado de
la epístola. Alonso falleció en Zafra a una avanzada edad el 28 de octubre de 1710.
Es evidente que el retablo de Almendral tendría influencias de los
de la catedral pacense, realizados unos pocos años antes por un maestro
reconocido de la provincia. Por aquellos años, finales del siglo XVII y
principios del XVIII, Badajoz era un importante centro artístico en la entonces
provincia de Extremadura. Ya trabajaba el escultor pacense Cristóbal Jiménez
Morgado, amigo de Miguel Sánchez Taramas, o el que pudo ser el maestro de estos dos últimos:
Antonio Jardín, del que muy poco sabemos. Como ya sabíamos, ya estaba establecido en Badajoz el gran
entallador portugués Francisco Machado (2) que, junto al carpintero extremeño Pablo Rodríguez Morgado, realizarían más
tarde el desaparecido retablo para la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario los
Morenos del Castillo, entre 1705 y 1706. Curioso que este trabajo se le encargue a un artista foráneo en vez de a uno local y con experiencia. Lo explicaría el hecho de que no existiese un gremio de escultores pacenses como sí existía uno de plateros.
Autor: Alonso Rodríguez Lucas. Finales del Siglo XVII.
Posibles colaboradores en el retablo:
el pintor Silvestre García de Bárcena y el escultor Francisco
Ruiz Amador, concuñado de Florencio Enríquez.
Como era habitual, en el contrato no figura el dorado, que
sería realizado por un maestro dorador, bien de la capital pacense o de alguna
localidad como Zafra. Tampoco figura el trabajo de las tres pinturas, que son
dos apóstoles en las calles laterales y la Inmaculada en el ático. Tejada
Vizuete las atribuye a un pintor de Badajoz llamado José Guerrero. También
podrían ser, al menos el dorado, del pintor extremeño Silvestre García de
Bárcena, como hemos visto, padrino en 1703 de Ana María, hija de Florencio
Enríquez. Es bastante probable que una vez que el retablo se terminase en septiembre
de 1703, lo dorase este pintor, al que le he documentado numerosos trabajos
como dorador y también como policromador. Este pintor, discípulo de Luis Carlos Muñoz, fue
también padrino de dos hijos de Miguel Sánchez Taramas. También debió ser obra de Silvestre la policromía y estofado de la talla de san Pedro. El pintor sevillano Alonso de Mures todavía no estaba establecido en Badajoz. Fue policromador de Miguel Sánchez Taramas y de Francisco Ruiz Amador.
Es posible también que
en este retablo trabajase, como oficial entonces, el escultor badajocense Francisco
Hernández Amador o Francisco Ruiz Amador, alias Francisco Ruiz «el Mayor», (1676-1748).
«Profesor de arte de la escultura y arquitectura», hoy en día está muy
sobrevalorado, aunque tampoco sabemos qué obras salieron de sus propias manos y
no de su taller. Cuando se firmó el contrato en 1702 Francisco tenía 26 años, siendo concuñado de Florencio Enríquez desde 1701, dato desconocido hasta ahora. Después sería discípulo y también cuñado de Miguel Sánchez Taramas. Ruiz Amador fue heredero del taller de Sánchez Taramas, posteriormente
trabajó para Almendral como he podido comprobar. Aunque no documentados, se le
pueden atribuir a su taller con facilidad varios retablos y tallas, como el
Ecce Homo, o las de san Juan Bautista y el Crucificado articulado en los
brazos, muy repintado, que aparece en las fotos de la misma iglesia. Después
aparece como Yacente, tras celebrarse la ceremonia del Descendimiento. En este
templo de San Pedro trabajaron al menos tres escultores: Florencio Enríquez,
Miguel Sánchez Taramas y Francisco Ruiz Amador, como he citado antes, concuñado y cuñado de los dos anteriores, respectivamente. Es
bastante curioso que Francisco Ruiz Amador se casara en primeras nupcias en la
misma parroquia, el mismo día y con la hermana de la esposa de Florencio Enríquez.
Se casaba justo después que Florencio:
«Franco Ruiz y Ana Caballero. En la ciudad de Badajoz, a
dos días del mes de febrero de mill setecientos y un años, yo, Bartholomé
Guerrero Malos Sabores, presbítero, vezino de esta ciudad, presente, fui al
matrimonio que por palabras de presente contrajeron Franco Ruiz,
hijo legítimo de Juan Amador y de María Ruiz, su legítima mujer, vecinos de
esta ciudad, con Ana Cavallero, hija legítima de Lorenzo Cavallero y de María
de Olibera, su mujer, habiendo presedido entre los susodichos las tres
admonestaciones que manda el Santo Consilio de Trento y de ellas no haber
resultado canónico impedimento. Y en dicho día resibieron las bendisiones
nupciales. Siendo testigos Joseph Toledo, sacristán, Franco de
Olibera y Miguel Sánchez [Taramas], todos vecinos de esta ciudad y lo firmé.
Bartolomé Guerrero Malos Sabores. Miguel Ruiz de Soba».
Notas:
(1) PÉREZ GUEDEJO, José Joaquín. Edificios religiosos de Almendral. Historia y arte, 2002.
(2) https://fragmentosdebadajoz.blogspot.com/2018_10_21_archive.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario