domingo, 8 de diciembre de 2019

41. Patronato de la futura capilla de la Inmaculada Concepción en el convento de San Gabriel extramuros, por el teniente general don Alonso de Escobar y Obando en 1723.

41.

Patronato de la futura capilla de la Inmaculada Concepción en el convento de San Gabriel extramuros, por el teniente general don Alonso de Escobar y Obando en 1723.

La imagen acabó finalmente en la primitiva parroquia de San Andrés. Hoy se encuentra en la actual parroquia, antes capilla del convento de Madre de Dios de Valverde o de Ntra. Sra. de la Encarnación.

© Pedro Castellanos
8 de diciembre de 2019 (día de la Inmaculada Concepción)
(Actualizado el 23 de marzo de 2020)
Bellísima Inmaculada Concepción donada por don Alonso de Escobar en 1723. ¿Taller del escultor pacense Francisco Ruiz Amador? 

Las antiguas parroquias de Badajoz desde el siglo XIII.
El famoso canónigo e historiador Juan Solano de Figueroa citaba unos datos muy interesantes sobre las primitivas parroquias que hubo en la ciudad de Badajoz. Según él, la ciudad fue conquistada a los musulmanes en el año 1228 (otras fuentes citan el año 1230). Ya en el año 1274 indica que existían las parroquias de Santa María la Obispal (Santa María del Castillo), Santiago, San Pedro y Santa María de los Freiles o Frailes, también llamada de Calatrava; todas ellas en la alcazaba. Fuera de esta, existía la iglesia de San Salvador, que él documenta ya en el año 1264 (hoy desaparecida). Más tarde, el 26 de mayo de 1273, en una escritura se hace mención a un señor llamado Juan Pérez, el Rubio, que vivía en San Andrés. Esta será la primera vez que se cite en un documento a esta iglesia, también fuera de la alcazaba. En el año 1379 cita noticias de la feligresía de San Andrés, por una sentencia que dio el provisor Lorenzo Yáñez, en el que declaraba que los diezmos de Fernán González tocaban la mitad a la Catedral de Badajoz y la otra mitad a su mujer, María Estébanez, y a la iglesia de San Andrés, donde hacía tiempo que ella era feligresa.

Deduzco que fuera de la alcazaba solo existían tres parroquias o feligresías, que eran: San Lorenzo (luego convento de San Agustín), San Salvador (derribada tras construirse la nueva muralla abaluartada a finales del siglo XVII) y San Andrés. La de San Lorenzo se extinguió en 1431, por tener tres o cuatro feligreses que pasaron a la catedral. La parroquia de San Salvador tenía en 1551 uno o dos parroquianos. Sea como fuere, en el año 1500 solo se administraban los sacramentos en la catedral y en Santa María del Castillo, pues hacía muchos años que habían cesado su actividad las de resto de la alcazaba, existiendo todavía las iglesias del Salvador (llamada también del Salvador del Mundo) y San Andrés, con tres o cuatro parroquianos.

Ya en 1561, como no eran bastantes estas parroquias, se instaló un cura en la capilla del hospital de la Concepción, que daba a las actuales calles San Lorenzo y Concepción Arenal (antes hospital de San Andrés), señalando sus territorios para que los feligreses supieran a dónde acudir según la zona donde residían y les pertenecía. En 1688 se reconoce que las parroquias de Santa María del Castillo y la Concepción habían perdido muchos vecinos del Castillo, que estaba despoblado. La Concepción los había perdido por la construcción de la nueva muralla abaluartada, por cuyo motivo había sido demolida la iglesia de San Salvador, que hacía muchos años que no tenía feligreses, supongo que al estar fuera de las murallas. La catedral había ganado muchos parroquianos al construirse nuevas calles, pues la ciudad había crecido hacia la entonces puerta de Santa Marina y el convento de Santo Domingo. Sin embargo, la de San Andrés estaba demasiado cerca de la catedral y había sido reedificada por el señor Alonso de Escobar, acudiendo mucha gente «amiga de novedades». Por ello, se decide dividir en dos territorios estas dos últimas parroquias. A la catedral se le daba el territorio desde la puerta de Santa Marina (hoy del Pilar) hasta la calle San Juan y a San Andrés hasta la Trinidad.
Plano de Badajoz de 1772. En el círculo azul la primitiva parroquia de San Andrés, derribada en el siglo XIX. Hoy es la plaza de Cervantes.

Petición de construcción de la capilla de la Inmaculada Concepción en el convento de San Gabriel extramuros en 1723.
Desconozco el motivo por el que la imagen, que todavía se conserva, fue colocada en la parroquia de San Andrés en vez del primitivo convento de San Gabriel. La leyenda cita que el humilde convento franciscano fue fundado por san Pedro de Alcántara entre 1518 y 1520 en la antigua aldea La Mañoca, lugar llamado después San Gabriel el Viejo. Hoy forma parte del barrio Los Montitos. El hecho de no hacer la capilla allí fue seguramente debido al peligro que se corría por los ataques de tropas enemigas que sitiaban la ciudad continuamente y ocupaban el convento, temiendo don Alonso de Escobar que se pudiera perder la imagen. Don Alonso de Escobar pagaría años después la construcción de la capilla del convento de Ntra. Sra. de los Ángeles o Carmelitas. El documento original de la donación de don Alonso de Escobar figura así:


En la ciudad de Badajoz, a diez y siete días del mes de septiembre de 1723 años, ante mí, el escribano y testigos, [compareció] el excelentísimo señor don Alonso de Escobar, teniente general de los ejércitos de su Majestad, estante en esta ciudad, de una parte, y los señores don Pedro [Joseph] Flores Barrantes, arcediano de Jerez, dignidad en la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, y don Diego [Antonio] Notario y Osuna, canónigo en ella, en nombre de su señoría el cabildo eclesiástico de dicha Santa Iglesia, como sus comisarios, para lo que aquí se hará mención. De la otra, dijeron que dicho excelentísimo señor don Alonso de Escobar, ha tenido y tiene mucha devoción a la imagen de Ntra. Sra. de la Purísima Concepción que tiene en el oratorio de las casas de su morada y se ha de trasladar a la iglesia del convento de religiosos de San Gabriel extramuros de esta ciudad, y en ella, a sus expensas, fabricarle una capilla donde dicha imagen perpetuamente sea venerada. Y en obsequio y reverencia suya dotarle perpetuamente fiesta, que se ha de celebrar en dicha capilla en cada un año en día de la Purísima Concepción. Y asimismo, en ella, se ha de decir perpetuamente cada año por la intención de su excelencia las misas cantadas y rezadas que tiene dotadas. 

Y dicho excelentísimo señor, en orden al patronato de dicha capilla, dotación de festividad y misas que va hecho mención para la mayor permanencia y mejor administración de la porción que su excelencia tiene señalado se distribuya cada año en la dotación de dicha fiesta y misas propuso a dicho señor don Pedro Flores Barrantes pidiese a su señoría el cabildo eclesiástico de la Santa Iglesia Catedral de esta dicha ciudad se sirviese admitir en sí el patronato de dicha capilla y su dotación y propiedad de la parte que su excelencia goza y posee, creciente y menguante, en la dehesa de La Natera (1), término y jurisdicción de esta ciudad, que es muy conocida y deslindada. Y la hubo su excelencia en virtud de autos judiciales hechos ante la Justicia Real de esta ciudad, a pedimento de don Pedro de Mendoza y Moscoso, vecino y regidor de esta ciudad, como poseedor del mayorazgo que mandó fundar el ilustrísimo señor don Juan Beltrán de Guevara, arzobispo que fue de Santiago. Y a favor de su excelencia otorgaron escritura de venta de dicha parte de dehesa el dicho don Pedro de Mendoza y don Bartolomé Ponce Laso de la Vega, vecino de la ciudad de Mérida, en 31 de julio pasado de este presente año, para que su señoría el cabildo, distribuya lo que reditare anualmente dicha parte de dehesa, arreglándose a la voluntad de su excelencia y lo demás que ha de imponer para el mismo fin. Y por faltar para el cumplimiento de todo 86 doblones de dos escudos de oro, cada uno de principal, y por el señor don Pedro Flores Barrantes, se hizo dicha propuesta a su señoría el cabildo, y fue servido acordar el saber la distribución que su excelencia hace de la dicha parte que goza en la mencionada dehesa de La Natera y de lo demás que ha de imponer. 

Y con noticia que dicho señor don Pedro Flores dio a su excelencia de lo acordado por su señoría el cabildo, por su parte, se presentó papel, haciendo dicha distribución. Y en vista de él, su señoría el cabildo, acordó némine discrepante (2) se admita, como se admitió, el patronato de dicha capilla y propiedad de la parte que su excelencia goza en dicha dehesa y lo demás que fundare e impusiere para la dotación de la dicha fiesta y misas, para distribuir el producto que anualmente rentare dicha parte de dehesa y lo demás que se hace mención. Su señoría el cabildo dio su comisión a dichos señores don Pedro Flores Barrantes y don Diego Notario y Osuna. Y para otorgar las escrituras necesarias en orden a lo que dicho es, como consta y parece del testimonio dado por don Miguel de Soria y Mora, presbítero, secretario de su señoría el cabildo y notario apostólico, en 16 del corriente, que es del tenor siguiente:

Aquí el testimonio

Y el excelentísimo señor don Alonso de Escobar, mediante lo acordado por su señoría el cabildo eclesiástico de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, como parece del testimonio aquí inserto, para que tenga cumplido efecto lo propuesto por su excelencia para lograr los ardientes deseos que le asisten de asegurar con dicho patronato la perpetuidad y permanencia del culto y veneración que dicha Señora de la Purísima Concepción ha de tener en la capilla que ha de fabricar en la iglesia de dicho convento de San Gabriel, por la mucha devoción que le tiene y seguridad que su excelencia se promete de la distribución que anualmente por su señoría el cabildo se ha de hacer de lo que rentare dicha parte de dehesa y de lo demás que ha de imponer (…) el cabildo, como tal patrono, ha de distribuir lo que rentare dicha parte de dehesa y réditos de principal de dichos 86 doblones, que se han de imponer a mayor abundamiento nuevamente se refiere en esta escritura en la forma siguiente:

Primeramente se han de dar al dicho convento de señor San Gabriel extramuros de esta ciudad todos los años, perpetuamente, seis doblones de dos escudos de oro, cada uno por la fiesta que ha de celebrar dicho convento a la Purísima Concepción de Nuestra Señora en su propio día.
Ítem, todos los años se han de dar a dicho convento cuatro doblones de dos escudos de oro, cada uno para aceite a la lámpara de la capilla.

Ítem, a dicho convento se ha de dar otro doblón por dos misas cantadas que perpetuamente se han de decir por sus religiosos cada año el día del Dulce Nombre de Jesús y otro día de señor san Joseph.

Ítem, en dicho convento por sus religiosos se ha de decir en la capilla de su excelencia, por su intención, todos los sábados del año una misa rezada. Y por cada una se ha de dar a dicho convento la limosna de un real de a ocho. Y si sobrare algo pagado todo lo dicho, lo deja su excelencia para cera y adorno de su capilla. Pero si algún año no alcanzare la renta de la limosna de 15 reales para cada una, se dirán por la que alcanzare de la limosna de 4 reales, dándose primero al dicho convento lo arriba dicho. Nombra su excelencia para que diga las referidas misas y cuide de su capilla a don Pedro Pérez Pacheco, su capellán, presbítero, por todos los días de su vida. Y pide y suplica su excelencia a su señoría el cabildo mande entregar cada año lo que procediere de dicha parte de dehesa y lo que ha de imponer al dicho su capellán para la distribución referida. Y después de su muerte al síndico que es o fuere de dicho convento de San Gabriel, por dejárselo todo de limosna, con las cargas referidas. Y en la forma referida, su señoría el cabildo, ha de distribuir anualmente lo que produjere la renta de dicha parte de dehesa. Y los réditos que importare el principal de los dichos 86 doblones que se han de imponer para que por dicho convento y capellanes cada uno se cumpla con lo que va mencionado. 

Y dichos señores don Pedro Flores Barrantes y don Diego Notario y Osuna, en nombre de su señoría el cabildo de dicha Santa Iglesia, como sus comisarios, admiten el patronato de la capilla que el excelentísimo señor don Alonso de Escobar, ha de fabricar en la iglesia del convento de religiosos de San Gabriel extramuros de esta ciudad, y aceptan la cesión que por esta escritura hace su excelencia a su señoría el cabildo…

Retrato de don Alonso de Escobar y Obando. Parroquia de San Andrés. Anterior a 1726. Taller del pintor sevillano Alonso de Mures (atribución del autor).


Antiguo convento y cuartel de San Gabriel extramuros. El convento fue fundado en el siglo XVI.


Planos inéditos portugueses de 1709. Con la letra G, el convento de San Gabriel (Quartel da Corte). Confunden los autores la situación de los dos arroyos Revilhas (Rivillas) y Calamón. Al actual arroyo San Gabriel le llaman Machoca, como la antigua aldea de la zona llamada La Mañoca (así se llamaba el arroyo antiguamente). En la parte superior (óvalo azul), figura la desaparecida ermita de San Miguel. En el segundo plano también figura la desaparecida ermita de San Roque. Junto a ella, creo que aparece la antigua picota, sobre la que se colgaban los cuerpos de los ajusticiados. Esta picota se puede ver en la famosa acuarela del pintor y arquitecto Pier María Baldi de 1668, aunque en esta pintura se encontraba más arriba.

Patronato perpetuo de la capilla mayor de la primitiva iglesia de San Andrés por don Alonso de Escobar. Su testamento de 1726.
Había hecho una petición al obispo de Badajoz que dice así: «Don Alonso de Escobar, teniente general de los ejércitos de su Majestad, como mejor proceda, comparezco y digo que por el afecto y devoción que tengo a la Purísima Concepción de Nuestra Señora, cuya imagen tengo en mi oratorio con la de un Niño Jesús y el patriarca señor san José, deseando que después de mis días tengan el mayor culto y veneración, estando la parroquia de señor San Andrés con la capilla mayor arruinada, desde luego me obligaré a reedificarla, dándome su ilustrísima licencia para ello, y para en ella colocar dichas imágenes, haciéndoles el retablo de forma que poniendo en medio la de Nuestra Señora y a los colaterales las del Niño Dios y san José y su tabernáculo para el Santísimo Sacramento, queden con el adorno y decencia debida, dándoseme el patronato de dicha capilla mayor, con tal que en dicha capilla mayor no halla de ponerse otra imagen ni altar».
Alonso de Escobar otorgó testamento en Badajoz el 2 de diciembre de 1726, en él pedía enterrarse en la mencionada capilla mayor. Tras fallecer «sin herederos forzosos», es decir, sin descendencia, fue enterrado como pedía por la Hermandad de San Pedro el 21 de marzo de 1731 en la primitiva parroquia de San Andrés, que estaba en medio de la plaza de Cervantes, derribada en el siglo XIX. Don Alonso Diego de Guzmán y Bolaños, de la Orden de Santiago, colegial huésped en el militar del rey de la Universidad de Salamanca, provisor y vicario general del Obispado de Badajoz, en nombre del obispo don Pedro Francisco Levanto y Vivaldo, hacía saber a los vecinos y moradores de Badajoz; al cura o teniente que fuese de la parroquia de San Andrés; al mayordomo que era o fuese de la Venerable Hermandad de San Pedro, que tenía su sede en esta parroquia y altar mayor, la petición hecha por don Alonso de Escobar. En ella se cita que era para colocar las tres imágenes con su retablo o tabernáculo en esta capilla mayor que reedificaría. En el medio del retablo se colocaría a la Inmaculada y a los lados el Niño Dios y san José y también el Santísimo Sacramento. No sería colocada ninguna otra imagen que no fueran las citadas.

El mencionado obispo, por un decreto, concedió la licencia para la obra de la capilla mayor en 1728. Los hermanos de la Venerable Hermandad de San Pedro tendrían la obligación de asistir a los cultos por la mañana y por la tarde a cantar misa y solamente segundas vísperas del mismo día, cuya misa de la fiesta sería con diacono y subdiácono, celebrada por su capellán o el que fuese encomendado por si estuviese enfermo. En las vísperas de este día estaría expuesta Su Majestad Sacramentada. Su capellán elegiría al predicador, en cuya fiesta se colocarían en el altar mayor 28 velas. A cada uno de los hermanos que asistiesen a estas funciones se le pagarían 4 reales de vellón, siendo puntuales y avisados por la campana. Al diácono y subdiácono se le pagaría, aparte de los cuatro reales, otros dos más. Al predicador se le pagarían 60 reales. Al sacristán se le daría tres reales y a cada monaguillo real y medio.

Don Alonso costearía un confesionario en su capilla mayor, para que confesase a los feligreses su capellán. Este capellán tendría una llave del sagrario del altar mayor y otra el cura para dar la comunión, junto con otra llave de la puerta principal de la iglesia, para que pudiese entrar cuando quisiera y para el aseo y ornato de la capilla mayor. Una vez que falleciese don Alonso, se haría un libro grande forrado en pergamino, donde figurase el título de patrono y su capellanía, con los ornamentos de decir misa, entre los que se encontraba una custodia dorada que todavía se conserva. Este libro se guardaría en un cajón de la nueva sacristía que se estaba fabricando a su costa, cuyas llaves de él tendría su capellán, el cual prestaría lo que necesitase el cura de la parroquia para alguna función clásica, y ambos cuidarían el culto de la imagen de la Inmaculada y su capilla mayor, «para que vaya en aumento y no tengan disenciones (3), lo que les pido por amor de Dios lo ejecuten así». Ninguna de estas alhajas podría salir de la parroquia. Si se hiciese, el capellán perdería la renta de un año, en el cual el obispo o su provisor, nombraría a otro. El capellán jamás entorpecería el culto que la Venerable Hermandad de San Pedro celebraba en esta capilla de forma perpetua.

Estas condiciones fueron aprobadas en Badajoz por el provisor del obispado, por un decreto del 20 de diciembre de 1728. El obispo lo aprobaba por un auto el día siguiente. En él constaba que las obras de la capilla estaban perfectamente acabadas, adornadas con toda decencia, puesto el retablo, colocado el Santísimo Sacramento y dotada de renta segura. El obispo mandaba que se diera la posesión de esta capilla mayor a don Alonso de Escobar y su patronato. De esta manera le concedía poder poner sus insignias, escudo de armas y sepulcro en esta capilla mayor, dando aviso de ello al párroco y hermandad.

Memoria y última voluntad de don Alonso de Escobar de 1726.
Escrita de su puño y letra el 2 de diciembre de 1726, fue publicada el 27 de marzo de 1731, ya fallecido: «Es mi última voluntad que siendo Dios nuestro Señor servido de que mi alma pase de esta vida a la otra, mi cuerpo sea enterrado en la iglesia de señor San Andrés, en la capilla que a mis expensas se reedifica, y que la imagen de la Madre de Dios de Ntra. Sra. de Concepción que está en mi oratorio se traslade a dicha iglesia y capilla. Y a dicha imagen de Ntra. Sra. de Concepción quedo por mi heredera de todo lo que constase ser mío, y del caudal que diere de sí la parte que tengo en la dehesa de La Natera que posee el ilustrísimo cabildo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad y el censo que está en dicho cabildo, es mi voluntad se emplee en servicio y obsequio de la Madre de Dios de Concepción, haciendo una capellanía como tengo comunicado a mis testamentarios que ejecutarán. 
Y también declaro que soy hermano de la Hermandad del Señor San Pedro, quien me enterrará como acostumbra a hacer con sus hermanos, por cuanto con licencia del ilustrísimo señor obispo, a mi costa, se fabricó desde sus cimientos la capilla mayor de la iglesia parroquial de señor San Andrés, y se me concedió el derecho de patrono perpetuo de ella y tengo colocada en su altar mayor a mi Madre y Señora de Concepción, y en posesión pacífica de este derecho, de que tengo título en mi poder, y respecto de que solo resta nombrar capellán que sirva la piadosa memoria que en el título está fundada. De la renta que actualmente tengo y en adelante tuviere, quiero y es mi voluntad determinada irrevocable, sea mi primer capellán don Pedro Pacheco, presbítero, que actualmente lo es de mi casa. Y por su muerte lo sea su sobrino, don José Javier Pacheco. Y por fallecimiento de este, nombre capellán el ilustrísimo y reverendísimo señor obispo, o su provisor que fuere de este obispado, con la calidad de que sea natural de esta ciudad, hermano de la hermandad de mi padre y señor san Pedro, sacerdote y confesor. Y rendidamente suplico a dichos señores hagan este nombramiento en el sacerdote que tenga las dichas condiciones, virtuoso y de buenas inclinaciones; y si no cumpliere el que nombraren, les doy facultad para que nombren otro, u otros que cumplan bien (…)». La casa que compró en su nombre su capellán y albacea testamentario Pedro Pérez Pacheco en la entonces calle del Pozo, hoy Menacho, sería agregada a la capellanía. Su lápida sepulcral dice lo siguiente:
AÑO DEL SEÑOR DE 1728. FUNDÓ E HIZO A SU COSTA ESTA CAPILLA MAYOR Y LA DOTÓ EL EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON ALONSO DE ESCOBAR, TENIENTE GENERAL DE LOS EJÉRCITOS DE SU MAJESTAD, GENERAL DE LA ARTILLERÍA, COMISIONADO GENERAL DE ESTA PROVINCIA Y COMANDANTE GENERAL DE LA DE CASTILLA. (...) DONDE DEJÓ EL SERVICIO EL AÑO DE 1716, Y SE RETIRÓ A DISPONERSE PARA UNA BUENA MUERTE. LA QUE CONSIGUIÓ EL DÍA 20 DE MARZO AÑO DE 1731. Y ESTA AQUÍ SEPULTADO.
El hecho de que algunas de las obras de arte que poseía don Alonso de Escobar las haya atribuido a escultores y pintores locales también tiene que ver con que él ya viviera en Badajoz a principios del siglo XVIII y hasta 1731, época de pleno apogeo de los talleres artesanales locales. Así podemos ver cómo fue padrino en 1710 de María Luisa Manuel de Villena y Paniagua, hija de don José Cayetano Paniagua y doña María Alejo Manuel de Villena, marqueses de Santa Cruz, natural y vecina de la ciudad. En la partida aparece como padrino «el excelentísimo señor don Alonso de Escobar, teniente general de los ejércitos de España».
Notas: (1) Estaba ubicada junto a los arroyos Nogales y Chicapiernas, y entre las localidades de La Albuera, Almendral, Torre de Miguel Sesmero y Entrín Bajo. (2) Sin contradicción, discordia ni oposición alguna. (3) Falta de acuerdo entre dos o más personas.

Fuentes: Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, Archivo Histórico Provincial de Badajoz.

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