29.
Ante el 125 aniversario del nacimiento del poeta Luis Chamizo. Actos celebrados por la inauguración del monumento a La Nacencia en el parque de la Legión de Badajoz (21 de marzo de 1966).
Pedro
Castellanos
15 de febrero de 2019
15 de febrero de 2019
La Nacencia
en 1968. Obra realizada en bronce por el escultor madrileño Emilio Laiz Campos
(1917-1983).
Introducción.
El 7 de noviembre de 2019 se
cumplirá el 125 aniversario del nacimiento del gran poeta extremeño Luis
Florencio Chamizo Trigueros en la localidad de Guareña (Badajoz). Sus obras
están escritas tanto en castellano como en un casi ya olvidado extremeño
antiguo. Falleció el 24 de diciembre de 1945 a los 51 años de edad en Madrid.
En el centenario de su nacimiento en 1994, sus restos fueron trasladados al
cementerio de su localidad natal. Ya es hora, pues, de realizar una copia del
monumento inaugurado en 1966 y que fue robado hace algunas décadas. Hay tiempo
todavía hasta el mes de noviembre. No se ha llevado a cabo, a pesar de que se
ha solicitado por varias asociaciones de la ciudad de Badajoz. Aunque ya no se conservan
los moldes originales, existen fotografías tanto en blanco y negro como en
color, en las que se ve perfectamente cómo era. Incluso las medidas se puede
sacar de la pared donde estuvo, ya que se conservan marcas. No será porque no
existen artistas extremeños que puedan realizarlo. Actualmente se están llevando
a cabo obras de impermeabilización de la cascada artificial que partía desde la
parte trasera del monumento, ya que aunque fue reparada en 2014 tras quedar averiada
por la riada de noviembre de 1997, tenía numerosas filtraciones. Casi 20 años después
de la riada, en abril de 2017, Sixto y Antonio, dos vecinos del Casco Antiguo
de Badajoz, reconstruyeron burdamente el monumento a modo de mosaico con fragmentos
de azulejos de colores. Al parecer lo hicieron a escondidas, en las horas en
las que no había vigilancia en el parque. Con ello querían denunciar su estado de
completo abandono y la pasividad del ayuntamiento. Aunque el consistorio pensó
en retirarlo a los pocos días, ha decidido dejarlo hasta que pueda realizarse
una copia. Volviendo al tema de la inauguración del monumento en 1966, la
prensa de la época citaba que Extremadura rindió un fervoroso homenaje a su «cantor»
Luis Chamizo. Asistieron el director del Instituto de Cultura Hispánica, los embajadores
de nueve países y otras autoridades. Los
actos fueron organizados por el Ayuntamiento de Badajoz.
Boceto original en barro.
Misa en la ermita de la Soledad, Patrona de Badajoz. El embajador de Honduras y su esposa, doña
Marisa Chamizo, firmaron en el libro de oro de la cofradía.
A
las doce de la mañana, en la ermita de la Soledad, Patrona de Badajoz, tuvo
lugar la misa de los poetas, en la que ofició el obispo coadjutor, doctor
Fernández y Fernández, asistido por don José García Fernández, vicedirector del
Instituto Bárbara de Braganza y canónigo de la S. I. C., [=Santa Iglesia
Catedral] y don Aquilino Camacho, canónigo magistral de la S. I. C. La función
religiosa fue armonizada por el orfeón de la Diputación Provincial, dirigido
por don Manuel Pascual Mellado, beneficiado de la S. I. C., que interpretó
magistralmente el Ave María, de [Tomás Luis de] Victoria, Cantiga de Alfonso X
el Sabio, y el Cristus Vincit. A la misa asistieron el gobernador civil, señor Santolalla de Lacalle; el embajador de Honduras e hijo político de Luis
Chamizo, señor Zelaya Rubí; el gobernador militar, general Fernández de
Córdoba; el presidente de la diputación, señor Carracedo Blázquez; el alcalde
de la ciudad, señor García Martín; el coronel de la Guardia Civil, señor Fernández
y Fernández; en representación del Ejército del Aire, el comandante señor
Bárcena; el delegado de Trabajo, señor Urgorri; el delegado de la Vivienda,
señor Masa; el director de HOY, señor Pínula Yubero; el comisario jefe de
Policía, señor Rodríguez Naranjo, y otras representaciones, entre las que
figuraban numerosos poetas, escritores y artistas, así como amigos del poeta
homenajeado. En la presidencia de honor también figuraba el señor embajador de
Guatemala. Entre los familiares, las hijas de Luis Chamizo, doña Marisa de
Zelaya Rubí; doña María Victoria de Díez; doña Consuelo de Martínez Sánchez y
doña Asunción Chamizo, así como los hijos políticos del poeta don Domingo Díez
y don José Antonio Martínez Sánchez, y los nietos, señorita Amor Zelaya
Chamizo, reina de los Juegos Flores, y Luis Díez Chamizo, entre otros, como una
hermana de la esposa de Luis Chamizo, doña Consuelo Cerdo, viuda de Pastor.
Después
de la misa, el embajador de Honduras y su esposa, doña Marisa Chamizo, firmaron
en el libro de oro de la Cofradía de la Soledad. Extremadura, Hispanoamérica,
España ha rendido un profundo y sentido homenaje al poeta «castúo» Luis
Chamizo, cantor de Extremadura. De la mañana a la noche ha entonado una marcha
triunfal en su honor en la que cada una de las notas ha ido «in crescendo»
hasta lograr una apoteosis enardecida de amor hacia el autor inmortal de «El
miajón de los castúos». El himno cantado por las voces populares y cultas
comenzó con una solemne ceremonia religiosa: la misa de los poetas, en la
ermita de la Virgen de la Soledad, Patrona de Badajoz.
Inauguración de la Exposición Ontológica de Pintura Extremeña (cuatro
siglos de pintura) en la Casa de la Cultura.
Después
del acto religioso, las autoridades eclesiásticas, civiles y militares,
jerarquías y representaciones, con la familia de Luis Chamizo y demás
asistentes, se trasladaron a los salones de la Casa de la Cultura, donde se
procedió a la inauguración de la
Exposición Ontológica de Pintura Extremeña. En dicho lugar se
incorporaron el académico C. de la Historia, señor conde de Canilleros; el
cónsul de España en Elvas, señor De Travesedo; el secretario general del
Gobierno Civil, señor Hidalgo Barquero; el director del Instituto Zurbarán,
señor Carapeto Burgos; el director del Instituto Bárbara de Braganza, señor
Bullón de Mendoza; el jefe provincial de Sanidad, doctor Beato; el teniente
coronel de la Guardia Civil, señor López Ruano, y otras representaciones.
Figuraban, igualmente, numerosos pintores con el presidente de la Agrupación de Artes
Plásticas, señor Pedraja. El cronista oficial de la provincia, señor Cienfuegos
Linares, pronunció unas palabras glosando los objetivos que pretendía alcanzar
la muestra pictórica en honor del cantor de Extremadura, Luis Chamizo. Con
belleza de expresión y un gran conocimiento de nuestra historia de la pintura,
fue ilustrando la visita de las autoridades y personalidades a la
extraordinaria Exposición Ontológica, donde se han reunido obras muy
representativas de los siglos XVI al XX. Todos los asistentes hicieron grandes
elogios.
Autoridades y esposas de los embajadores
en la visita a la exposición. Se aprecian los cuadros de la Piedad de Luis de
Morales de la Catedral de Badajoz y el de la aparición de la Virgen con el Niño
al jesuita san Francisco Javier. Está firmado en 1720 por el pintor sevillano
afincado en Badajoz Alonso de Mures. Este cuadro, de grandes dimensiones, se
encuentra actualmente en la capilla del Sagrario de la parroquia de Santa María
la Real (San Agustín). Procede de la iglesia de San Ignacio de los jesuitas,
antes convento de monjas Santa Catalina (actualmente en excavación). En la
segunda foto se aprecia un gran cuadro del martirio de san Sebastián, de un
seguidor de Luis de Morales, que está actualmente en lado del evangelio de la
parroquia de San Andrés de Badajoz. En él figuran varios santos y santas, entre
ellos san Lorenzo, san José con el Niño y coronado por el Padre Eterno
bendiciendo.
A
la oración siguió la poesía, bien en forma plástica con la hermosa exposición
de cuatro siglos de pintura extremeña inaugurada en la Casa de la Cultura,
donde los artistas de antaño y hogaño entonan el verso de sus pinceles para
rendirse a la musa del poeta, bien en las líneas armónicas y viriles del
monumento plasmada con sublime inspiración que en su memoria fue descubierto
por la hija de Luis Chamizo y embajadora de Honduras, en el parque de la
Legión, sancta santorum —como dijo nuestro ilustre alcalde— de los jardines
pacenses, en el que las flores fueron regadas por la sangre de nuestros mártires.
Y
sobre las flores... la radiante juventud y belleza de la reina de los Juegos
Florales, con sangre del poeta de Extremadura y con sangre hondureña —Amor
Zelaya Chamizo—, que con sus damas eran flores que competían con las que
anticipaba la primavera. Y España estaba en el Instituto de Cultura Hispánica,
representado por el director, señor Marañón Moya, abrazando a Hispanoamérica,
en las personas de sus numerosos embajadores. Y Extremadura, sintetizando todo
el ayer, el hoy y el mañana, en rada una de las emociones del arto que se
volvieron a repetir en el Teatro López de Ayala, escenario inolvidable de unas
Justas Florales que quedarán para siempre en el recuerdo, por la exquisita
belleza de la reina y sus damas, por los versos de los poetas y por la inconfundible
palabra de su mantenedor el universal don José María Pemán. Toda esta alegría, este homenaje emotivo de
España, de Hispanoamérica, permanecerá por mucho tiempo inolvidable en las
notas que han dejado en nuestra ciudad este himno, esta marcha triunfal que han
sido los brillantes actos celebrados ayer en Badajoz en honor de nuestro poeta,
presentaciones, con la familia de Luis Chamizo y demás asistentes, se
trasladaron a los salones de la Casa de la Cultura, donde se procedió a la
inauguración de la Exposición Ontológica de Pintura Extremeña.
Discurso del director del Instituto de Cultura Hispánica.
El
director del Instituto de Cultura Hispánica, señor Marañón Moya, al pie del
monumento, pronunció las siguientes palabras:
El
Instituto de Cultura Hispánica, ha querido, con todo fervor, ser parte íntima
en este homenaje a Luis Chamizo, y que esté hoy aquí la representación de cuanto el instituto es: pasado, presente y futuro de la gran política cultural
iberoamericana. Con el talento de Laiz Campos, dejamos aquí, para siempre, las
figuras que la imaginación del poeta supieron crear. Aquí quedan, en su
elemento puro y noble. En su elemento nativo; que lo nativo es lo más cercano a
la eternidad. Asimismo, el Instituto de Cultura Hispánica tiene, en prensa, las
obras completas de Chamizo. Con estas obras, nos acercaremos, una vez más, a
las nuevas generaciones de España y de Hispanoamérica que leerán, en esos
poemas, fuerza y fe extremeña, española, americana. Como las aguas cristalinas
del río, aguas siempre las mismas y siempre nuevas, que bajan con fe y fuerza a
unirse con el poema del mar, mar que nos une, a todos los pueblos
hispanoamericanos con fuerza y, a la vez, con dulzura y con amor indestructibles.
Podría, cómo no, hablaros mucho, mucho, de Extremadura, de Badajoz, de Chamizo.
Pero de todo eso, y de muchas cosas más, os hablarán mejor que yo, nuestro
alcalde de Badajoz; esta noche, Pérez Alonso, Barrero y Romero, incrustarán los
versos de Chamizo en nuestro corazón; y, finalmente, José María Pemán, español
universal, —con y sin Premio Nobel— nos dará una lección ejemplar sobre la persona
y la obra del gran poeta. Solo me queda el traeros aquí, en esta tarde
memorable, múltiples adhesiones de toda España. No voy a cansarles con la
lectura de tantas cartas y telegramas. Sí quiero hacer constar la del presidente
del Instituto de Cultura Hispánica, el ministro de Asuntos Exteriores, don Fernando
María Castella; la del ministro de Agricultura (lee una carta del señor Díaz-Ambrona
en la que expresa su sentimiento por no poder asistir); la del ex subsecretario
de Hacienda, el ilustre extremeño Juan Sánchez Cortés, y la
de otro extremeño importante, el presidente de la
Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales, Pedro Rubio Tardío. Nada más,
amigos míos. Gracias a los embajadores aquí presentes. Gracias a todas las
autoridades de Extremadura. Gracias a todo este Badajoz, tan entrañable y en el
que juré la bandera como alférez provisional. Chamizo —lo recuerdo en honor
suyo, en honor de una estirpe naciente— era hijo de un artista tinajero de
Guareña, que fue un revolucionario en su oficio: sustituyó la tinaja secular,
ventruda, por la tinaja estilizada en forma de cono. Su hijo, nuestro poeta,
nos deja una obra sublime. Y hay hoy aquí, un olor a esas tinajas, y como
olores tan nobles de sus otros negocios; olivo, vinagre y vino. Olores bíblicos
que están va las parábolas de Dios. Están en Virgilio. Están en santa Teresa.
En Machado. En Chamizo. Están en todo gran hombre latino, con ansias de
eternidad... Chamizo dedicó a su padre su primer libro. La dedicatoria reza
así: «A la memoria, de mi padre, hombre honrado que trabajó mucho y amó mucho».
Hoy, en estas horas inolvidables de esta primavera recién nacida, pensamos en
las hijas de nuestro poeta, en su hija, ilustre esposa del embajador de
Honduras en nuestra patria, y las decimos: «El Instituto de Cultura Hispánica
os dedica su emocionado mensaje de piedra y de bronce, su emocionado mensaje en
las páginas inmortales de Luis Chamizo, poeta honrado que trabajó mucho y que
os amó mucho, a vosotros, extremeños que me escucháis».
Intervención del alcalde de Badajoz Emilio García Martín.
El
alcalde de Badajoz, señor García Martín, seguidamente pronunció unas palabras
para saludar y dar la bienvenida al cuerpo diplomático, a las representaciones
de Extremadura, Cáceres y otras localidades, a las de Portugal, a la familia de
Luis Chamizo, a las distinguidas damas y reina de los Juegos Florales y corte
de honor, para la que tuvo unas frases de delicada belleza, considerando las
flores, aún más jóvenes y hermosas que la primavera que acaba de comenzar. Se
dirigió especialmente al embajador de Honduras, hijo político del poeta y padre
de la reina de los Juegos Florales, que además llevaba el bonito nombre de Amor
como si con él se quisiera simbolizar el retorno del sentimiento
hispanoamericano de Luis Chamizo a la madre Patria. Gratitud también —dijo el
alcalde— para el Instituto de Cultura Hispánica, porque gracias a su gesto
generoso se iba a inaugurar tan singular monumento al cantor de Extremadura. Evocó
el recuerdo de don Gregorio Marañón y tuvo las más cálidas gracias para el
director del Instituto de Cultura
Hispánica, su hijo, por el calor y el fervor que había puesto para que el
monumento y el homenaje fueran una realidad. Se refirió a que su emplazamiento
no podía ser más adecuado, ya que el ayuntamiento había buscado el sancta
santorum de sus jardines en un parque que había surgido por los héroes de la
guerra y cuya sangre regaban las flores del mismo. Felicitó al escultor, señor
Laiz Campos, por la belleza y sentimiento que había plasmado en el monumento
que se iba a inaugurar. Concluyó imponiendo el escudo de brillantes de la
ciudad a la hija del poeta, señora de Zelaya Rubí, como símbolo y recuerdo de
los actos, y el escudo de brillantes de la ciudad, igualmente, al señor Marañón
Moya, padre —dijo— de la Hispanidad. Seguidamente, la señora embajadora de
Honduras, doña Marisa Chamizo, descubrió el monumento del lienzo que lo cubría,
entre grandes ovaciones. En él figura un tema de «La Nacencia», con un medallón
del poeta y una inscripción en la que se lee: «JIZO DIOS VN MILAGRO EN EL
CAMINO. ¡NO PODIA POR MENOS! DE LA NACENCIA». En otra inscripción que fue
dedicado por el Instituto de Cultura Hispánica aparece: «A LVIS CHAMIZO. 1895-1945.
EL INSTITVTO DE CVLTVRA HISPANICA. 21 MARZO 1966». En la parte inferior izquierda figura: «ESCULTOR E-LAIZ CAMPOS. 1966».
Error en la inscripción,
donde figura que nació en 1895 en vez de 1894.
Agradecimiento de Amor Zelaya Chamizo, nieta del poeta, reina de los
Juegos Florales.
Seguidamente, la señora
de Zelaya Rubí e hija del poeta, visiblemente emocionada, dio las gracias a
todos, enviando un abrazo al Instituto de Cultura Hispánica, a todos los países
representados por sus embajadores y a Extremadura entera. A continuación, el
alumno predilecto de Luis Chamizo y gran actor, don Carlos Pérez Alonso, recitó
magistralmente el poema de «La Nacencia»:
Bruñó los recios nubarrones pardos
la lus del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.
A bocanás el aire nos traía
los ruidos d´allá lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.
Íbamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.
Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.
Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.
¡Qué tarde más bonita!
¡Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre si juéramos contentos!…
– No pué ser más— me ijo— vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de prisa con l´agüela,
la comadre o el méico —.
Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.
¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo…
Eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos reondos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos…
¡No tengo juerzas pa dejagla sola;
pero yo de qué sirvo si me queo!
La burra, que roía los tomillos
floridos del lindero
careaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¡Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamientos!
Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos…
¡Quién podrá socorregla si me voy!
¡Quién va po la comadre si me queo!
Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¡Qué mirarán tan fijos los ojos del mochuelo!
No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros…
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!
M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo…
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.
Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y que güena,
quién pudiera sé méico!
Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos…
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?…
¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!
Toito lleno de tierra le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro…
Ella me le pedía con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!
Venía clareando;
s´oïan a lo lejos las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del camino nuevo.
Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.
Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pagó aquel beso…
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!
Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!
la lus del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.
A bocanás el aire nos traía
los ruidos d´allá lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.
Íbamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.
Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.
Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.
¡Qué tarde más bonita!
¡Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre si juéramos contentos!…
– No pué ser más— me ijo— vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de prisa con l´agüela,
la comadre o el méico —.
Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.
¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo…
Eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos reondos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos…
¡No tengo juerzas pa dejagla sola;
pero yo de qué sirvo si me queo!
La burra, que roía los tomillos
floridos del lindero
careaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¡Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamientos!
Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos…
¡Quién podrá socorregla si me voy!
¡Quién va po la comadre si me queo!
Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¡Qué mirarán tan fijos los ojos del mochuelo!
No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros…
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!
M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo…
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.
Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y que güena,
quién pudiera sé méico!
Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos…
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?…
¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!
Toito lleno de tierra le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro…
Ella me le pedía con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!
Venía clareando;
s´oïan a lo lejos las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del camino nuevo.
Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.
Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pagó aquel beso…
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!
Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!
Su magnífica intervención fue fuertemente aplaudida por las ilustres personalidades y los numerosos pacenses que se habían congregado en torno al lugar para rendir homenaje popular al singular cantor de Extremadura.
Cóctel en el Tiro de Pichón.
Seguidamente,
las ilustres personalidades se trasladaron al Tiro de Pichón, donde se les
ofreció un coctel con el que dicha sociedad se ha querido sumar a los actos y
brillantez del homenaje hacia el poeta Luis Chamizo, cantor de Extremadura.
Los Juegos Florales en el Teatro López de Ayala.
A
las 21 horas, en el Teatro López de Ayala, se celebraron los Juegos Florales,
que también fueron retransmitidos en directo a toda Extremadura por Radio
Popular de Badajoz. A los mismos asistieron todas las personalidades reseñadas.
Armonizó los mismos las Banda Municipal de Música bajo la dirección del maestro
Lino, he hicieron los honores la Guardia Municipal de gala. El teatro aparecía
engalanado y embellecido con banderas y reposteros. A las palabras de paso a la
reina hicieron entrada en el teatro, con sus parejas, las damas de honor
señoritas Ana María da Cámara, hija del embajador de Brasil; María Luisa
Ferrero Quirós, de Cáceres: María Guadalupe Quirós Cebriá, de Cáceres; Paquita
de la Hera Merino, de Almendralejo; María Schiegel Iglesias, de Almendralejo;
Marta Josefa Mediero Barrero, de Guareña; Marta Dolores García de Vinuesa
Matute, de Mérida. Ana María Sanabria Pérez-Flores, de Mérida; Lupe de Torre
López, de Zafra; Marisol García Cancho, de Badajoz; Asunción Pinilla González,
de Badajoz; Maricarmen Rincón
Suárez-Bárcena, de Badajoz; Belén Cruz Caballero, de Badajoz; Loles García
Calderón, de Badajoz; y Elisa Checa Pinilla, de Badajoz. Finalmente, lo hizo la
reina de los Juegos Florales, señorita Amor Zelaya Chamizo, del brazo del
mantenedor don José María Pemán, ocupando el trono, en torno al cual se habían
situado las damas.
Entrega de premios de los Juegos Florales.
El
secretario, señor Ventura Vaca, dio lectura del acta de la concesión de los
premios convocados por el ayuntamiento de la ciudad con medito de las justas
poéticas. Seguidamente, la reina procedió a la entrega de la Flor Natural al
poeta don José María Fernández Nieto, entre grandes aplausos, así como el
premio extraordinario, dotado por el embajador de Honduras al poeta don Manuel
Delgado Fernández, la rosa de plata, a don
Moisés Gercés Cortijo, que en su ausencia recibió el señor Terrón; el
primer premio especial a don Antonio Zoido Díaz, y el segundo premio especial y
accésit a don Aquilino Camacho y a don Adrián Guerra Guerra, respectivamente.
Recepción de autoridades e inauguración del monumento en el parque de
la Legión.
Por
la tarde, a las seis, en el parque de la Legión, se efectuó la recepción oficial
de las ilustres personalidades asistentes. Figuraban los embajadores de
Honduras —hijo político de Luis Chamizo—, de Argentina, Chile, Paraguay, El
Salvador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Guatemala; el director y secretario
del Instituto de Cultura Hispánica; teniente general Rodrigo; el obispo
coadjutor de Badajoz, doctor Fernández y Fernández; el gobernador civil de Badajoz;
presidente de la diputación y alcalde de la ciudad pacense; el gobernador
militar de Badajoz, el gobernador civil de Cáceres, presidente de la diputación
y el alcalde de la ciudad cacereña, el gobernador militar de Cáceres, el
presidente de la Audiencia de Badajoz, el diputado nacional de la
circunscripción de Portalegre (Portugal), el gobernador de la ciudad portuguesa
de Évora, el alcalde de Elvas, el cónsul de España en Elvas, el coronel jefe
del Sector Aéreo, el coronel del Tercio de la Guardia Civil, los delegados
provinciales de Información y Turismo, Trabajo, Vivienda y Sindicatos; el
secretario del Gobierno Civil, el comisario jefe de Policía, el segundo jefe
provincial de Tráfico, el comandante jefe de la Policía Armada, el director de
HOY, el académico de la Historia señor conde de Canilleros, el señor
Díaz-Ambrona, (don José), el inspector jefe de Primera Enseñanza, el magistrado
de Trabajo, los escritores García Nieto y Cortés Cavanillas, el director del
Instituto Zurbarán, el escultor autor del monumento, señor Laiz Campos, y los
alcaldes de Mérida, Zafra y Almendralejo, entre otras diversas representaciones.
También asistieron las hijas del poeta e hijos políticos, nietos y otros
familiares y amigos íntimos, así como el doctor Sanabria, de Mérida. Igualmente
la reina de los Juegos Florales, señorita Amor Zelaya Rubí, nieta del poeta,
con su corte de honor, y las esposas de los embajadores, de las autoridades y representaciones.
Después de la recepción, efectuada a la entrada del parque, que aparecía
engalanado con las banderas de los países hispanoamericanos, y en el que hacía
honoras la Guardia Municipal en traje de gala, las ilustres personalidades se
trasladaron al lugar donde se ha emplazado el monumento a Luis Chamizo,
magnífica obra del extraordinario escultor Laiz Campos. Las señoras y corte de
honor, con su reina, ocuparon un lugar preferente, así como las
representaciones diplomáticas e invitados.
La embajadora de Honduras, Marisa Chamizo,
descubrió el monumento. A su derecha, el entonces alcalde de Badajoz Emilio
García Martín.
Intervención del poeta Fernández Nieto.
Seguidamente,
el poeta galardonado con la Flor Natural, señor Fernández Nieto, hizo un saludo
inicial a Extremadura y leyó un bello madrigal dedicado a la reina de los
Juegos Florales, Amor Zelaya Chamizo, nieta del cantor de Extremadura. Después
dio lectura al poema premiado con la Flor Natural, que igualmente fue muy
aplaudido.
Recitación de poesías de Chamizo.
A
continuación, el actor Álvaro Romero recitó «Cantellanas» de Chamizo.
Demetrio Barrero, del mismo autor, «Compuerta»
y «Carrera de gallos en Medellín». Y finalmente, Carlos Pérez Alonso —discípulo
predilecto del poeta, que tenía la representación de los mismos—, «Tú jilandera», «Semana Santa en Guareña» y «La
Nacencia», también obras de Chamizo. Todos ellos fueron muy ovacionados.
Intervención de José María Pemán.
El
mantenedor don José María Pemán tuvo una intervención tan brillante, poética y
profunda, como todas las suyas. En su explosión inicial tuvo un recuerdo para
las hijas de Chamizo y para Hispanoamérica, muy fundamentalmente para Honduras,
ya que una de esas hijas es la esposa del embajador de este país No estaríamos
en Extremadura —dijo— si no estuviéramos en camino de América. Refiriéndose a
la reina de los Juegos Florales, Amor Zelaya Chamizo, nieta del poeta
homenajeado, manifestó que Zelaya significaba hispanidad; Chamizo poesía, y
Amor la pura esencia de ambas cosas.
Evocó el ambiente poético de la época de Luis Chamizo, en el que, como Gabriel
y Galán en Salamanca o Medina en Murcia, lograron un impacto rompiendo el signo
horizontal de la poesía profesional para surgir verticales como los manantiales
en lo que cifra la explosión de su éxito. Estudió la personalidad del poeta del
«Miajón de los castúos», en la que se da lo popular juntamente con lo
intelectual, pues el tinajero del principio también se descubrió que era
abogado. Chamizo —señaló— era el último
conquistador extremeño que estaba realizando la última conquista que España
necesitaba en aquellos momentos. No sé si las fieras algún día —prosiguió— se rebelarán
contra Orfeo, pero si así sucede será porque Orfeo dejará de tocar la
lira para meterse en los cenáculos de la pedantería, que trató de evitar
Chamizo. Refiriéndose a Extremadura manifestó que sintetizaba las fuerzas del
núcleo de España y la periferia y, por tanto, era la única región donde se daba
en justa armonía las expresiones suaves y las más fuertes, que con su variedad
constituye un hecho de cultura de esta bendita España. He aquí por qué Luis Chamizo lo mismo canta
con suavidad que con una gallarda virilidad. Concluyó haciendo un elogio da las
virtudes extremeñas, diciendo que su grandeza radica en la objetividad como, un
camino de nuestras tierras o un verso de su hijo inmortal, Luis Chamizo. Las
últimas palabras de don José María Pemán fueron calurosamente aplaudidas y
ovacionadas.
Cena y baile de gala.
Seguidamente,
la reina y damas de honor, con las ilustres personalidades asistentes, se
trasladaron al Casino, donde se celebró una cena y un baile de gala ofrecido
por el Ayuntamiento de Badajoz. Al final de la cena el gobernador civil, señor
Santolalla de la Calle, hizo uso de la palabra para hacer extensiva la bienvenida
en nombre de la provincia al cuerpo diplomático, ilustres personalidades y
familia de Chamizo, destacando la brillantez de los actos en homenaje al cantor
de Extremadura, que habían culminado en los Juegos Florales de los que había
sido reina la nieta del ilustre poeta Amor Zelaya Chamizo y por damas de honor
unas auténticas representantes de la juventud y belleza. Concluyó diciendo que
en sus palabras, tornando como símil a las del poeta, había que ver el corazón
sincero de los castúos bajo la corteza. A las palabras del señor Santolalla
correspondió el embajador de Honduras, señor Zelaya Rubí, hijo político de Luis
Chamizo, para agradecer en nombre de la familia el cúmulo de actos que en su
honor se habían celebrado, gratitud que hizo también expresiva en nombre del
cuerpo diplomático por ruego del embajador de El Salvador, decano de los
embajadores hispanoamericanos. Esta gratitud la hizo extensiva a las
autoridades, extremeños, director del Instituto de Cultura Hispánica y todos
cuantos habían colaborado en los actos que tan hondas emociones habían deparado,
tanto a la familia Chamizo, como a cuantos les habían acompañado en este día.
Yo recuerdo que a unos niños nos vistieron de tenientes de carro de combate. El acto fue en el López de Ayala.
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