5.
El palacio de Fernando de Montoya, del conde de la Roca y del conde de los Acevedos.
El Palacio Episcopal de la alcazaba en el barrio de la Torrecilla o de la Condesa.
La torre del palacio de Fernando de Montoya, luego del conde de los Acevedos, solía llamarse por error torreón del Palacio Episcopal. Voy a intentar aclarar dónde estuvo este último palacio. Se sabe que fue el «Almacén del Rey», y que ya existía a finales del siglo XIV:
El
rey don Juan el primero dio a nuestro prelado don Fernando Suárez de Figueroa
para sí y sus sucesores las casas del Almacén en el Castillo, por donación que
de ellas le hizo en Valladolid a 20 de febrero de 1380, como refiere el señor
don Juan Solano en su primera parte de la historia de nuestra iglesia en este
año. Fue el palacio de nuestros obispos, que lo vivieron hasta que, con el
suceso de la centella del año 1685, lo dejó nuestro prelado, el señor Rodezno,
bajándose a vivir a la casa y palacio que fabricó y donó a su cabildo, año de
1690. Luego que este murió lo tomaron los generales para hospital del Rey, con
la ocasión de haber muchos enfermos y no caber en el de la [Vera] Cruz, donde
se curaban, junto al puente.La torre del palacio de Fernando de Montoya, luego del conde de los Acevedos, solía llamarse por error torreón del Palacio Episcopal. Voy a intentar aclarar dónde estuvo este último palacio. Se sabe que fue el «Almacén del Rey», y que ya existía a finales del siglo XIV:
La situación la
aclaran bastante bien varios documentos, uno del 25 de octubre de 1630. En él,
Catalina Hernández, viuda de Álvaro Hernández, daba a censo perpetuo por tres
ducados y medio a los vecinos de Badajoz Juan Rodríguez Faxo y su mujer María
Díaz «unas casas de morada que yo tengo
en esta ciudad, en el Castillo de ella, a la Torrecilla, que tiene tres piezas
bajas, un doblado y un corral y alinda por la una parte con casas de Juan Cid y
calleja del Obispo». Esta calleja del obispo, por su nombre, debió estar
junto al Palacio Episcopal. Más claro es otro documento de 1657, en la época
del obispo Diego López de la Vega, se citaba: «Que su señoría tuvo necesidad de hacer un
corral para los Palacios Episcopales, por carecer de él, y para ello compró
ciertas casas y asientos [=solares] que estaban al sitio de la Torrecilla, junto
a dichos palacios, y entre ellos, unas casas que fueron de Diego Díaz, sastre,
junto a la iglesia de Calatrava». De ellos se pagaban 12 reales de censo al
año a los capellanes de la capilla de la Encarnación que fundó en la Catedral
de Badajoz Lorenzo Suárez de Figueroa. En 1649 se citaba en otro documento «unas casas en el Castillo, al barrio de la
Torrecilla y luego de la Condesa, que no tiene vecindad». El 5 de febrero
de 1654 Alfonso Álvarez, en nombre de Pedro Ibáñez de Leguizamón, caballero de
la Orden de Calatrava y vecino de Bilbao en el señorío de Vizcaya, por virtud
de poder citaba:
Digo que en el Castillo de esta ciudad, al sitio de la
Torrecilla, cerca de las Casas Episcopales, tiene el dicho don Pedro Ibáñez dos
moradas de casas, las cuales eran muy pequeñas y lindan unas con otras. Y otras
casas al mismo sitio, que poseía Francisco Sánchez Palacios [y] se le pagan 14
reales de censo en cada un año. Y con los accidentes de la guerra que hay con
el reino de Portugal se han caído todas las dichas casas del dicho sitio, y
están inhabitables y perdidas hace muchos años. Y de presente me he convenido
con su señoría el señor don Diego López de la Vega, obispo de esta ciudad y su
obispado, de venderle las dichas dos moradas de casas y censo de 14 reales que
se pagan de las otras casas. Que todas no son más que solares, porque están caídas,
por 150 reales, para hacer su señoría corral para las Casas Episcopales.
El 10 de marzo
del mismo año, el clérigo y presbítero Joan de Fontecha Romo, como capellán de
la capellanía que fundó la difunta María López, la Roma, citaba que esta
capellanía estaba dotada de «unas casas
en el Castillo de esta ciudad, al sitio de la Torrecilla, que con los
accidentes de la guerra con Portugal se han caído y no hay más de él [que un]
solar. Y de la misma manera están las casas circunvecinas, por lo cual no saben
con quién lindan». Se la venden al obispo por 200 reales libre de cualquier
censo. El barrio quedaría despoblado por las guerras con Portugal desde 1640. En
este año de 1654 se cita en otro documento «en
el barrio que llaman de la Torrecilla, cerca de los Palacios Episcopales en el
Castillo». Teniendo en cuenta que la llamada «Torrecilla» es con seguridad la
torre que fue sala de autopsias del antiguo Hospital Militar, el Palacio
Episcopal debió estar en el entorno de esta torre y la iglesia de Santa María
de Calatrava, frente a la que fue primitiva catedral: la iglesia de Santa María
del Castillo. Si existen restos de este palacio deben estar bajo tierra. El
llamado Hospital del Rey fue el antecedente del Hospital Militar, hoy sede de
la Biblioteca de Extremadura. De este antiguo Palacio Episcopal se hicieron
importantes obras de reparación en 1680, valoradas en 6.124,5 reales de vellón
en tiempos del obispo Juan de Herreros Jaraba. Las obras las realizó el maestro
albañil Salvador Vázquez en los patios, jardines, algunas salas, cocinas, la cochera
y un nuevo pajar y caballerizas. También se enladrillaron los suelos de algunos
cuartos altos y bajos. Además de ello, se pagaron al maestro carpintero Manuel
García Maderuelo 360 reales por dos puertas con sus herrajes para las nuevas
caballerizas. Su destrucción definitiva debió ser en el sitio de 1705, puesto
que estaría muy indefenso al estar tan cercano a las murallas.
La Torrecilla.
Siglos XV o XVI.
Dio nombre al barrio de la Torrecilla, luego barrio de la Condesa.
Reseñas sobre las familias Silva, Figueroa, Acevedo y Bazán.
La Casa del Cordón de Badajoz.
Para hablar del palacio del conde de
los Acevedos y del Museo Arqueológico en la alcazaba es inevitable citar a los propietarios de la Casa
del Cordón (1) de la plaza de España, hoy sede
del Arzobispado de Mérida-Badajoz. Uno de los primeros que habitó este palacio
de la plaza de España fue Alonso de Silva Alvarado, alias «el Loco», y su hijo,
el comendador Vasco Fernández de Silva. No eran los únicos de la familia que
vivía en la misma zona. Frente a donde estuvo siglos después el Casino de
Badajoz, anterior sede del Palacio Episcopal (hoy Archivo Diocesano), vivió hasta finales del siglo XVI
Catalina de Aguilar, ya viuda de Gabriel de Silva Figueroa, señor del Rostro,
que daba nombre a la dehesa del Rostro (mal llamada de los Rostros), donde hoy
está el complejo Golf Guadiana y la atalaya musulmana del Rostro. Esta antigua dehesa
está partida en dos por la autovía A-5. Catalina de Aguilar le había comprado una
de las dos enormes casas que tuvo a Beatriz Bravo de Lagunas, ya viuda de su
segundo esposo Gómez Suárez de Figueroa. Beatriz era prima del famoso Juan Bravo
de Jerez, quien dio nombre a la cercana plaza López de Ayala y que tuvo su
palacio en lo que hoy es convento de las Descalzas. En el primer tramo de la
calle Muñoz Torrero, antes llamada Ruy Pérez de Monroy, luego Ñame y Gobernador
Viejo, vivió Gómez de la Rocha Ulloa y su mujer Leonor de Lira Escobar, en las
casas que luego habitó su yerno, que fue el poderoso regidor de Badajoz Alonso
García de Figueroa, alias «el Rico». Este último poseía otras «casas
principales» procedentes de su mayorazgo, ya desaparecidas, donde hoy está el
edificio Sagitario de la ferretería Lamagrande. En estas últimas casas vivió en el siglo
XIX el senador Alejandro Barrantes Moscoso y su esposa María Juliana de la
Rocha Laguna. Eran contiguas a otra gran casa
donde siglos después estuvo el edificio de Capitanía General.
Casa del
Cordón, plaza de España. Fue palacio de Alonso de Silva Alvarado, alias «el
Loco».
El mencionado
Alonso de Silva fue el VI señor de la dehesa de los Leales en Jerez de los
Caballeros, que estuvo casado con Mayor Bazán. El genealogista y alguacil mayor
de Badajoz Íñigo de Argüello Carvajal cita que Alonso era llamado el Loco
porque mató a un canónigo de la Catedral de Badajoz cuando de noche iba a
«maitines». Por este motivo se empezaron a hacer los rezos de día en la
catedral. Alonso donó parte de la Casa del Cordón como dote a su hija Usenda
Bazán Portocarrero (citada a veces como Usenda de Silva Bazán), que se casó con
Rodrigo Pacheco Portocarrero, hijo de Pedro Pacheco Portocarrero, II señor de
las Sirgadas, y de su prima Juana Pacheco Portocarrero, con casa solariega en
Jerez de los Caballeros. Usenda y Rodrigo, ya vecinos de Jerez de los
Caballeros, la venden en 1576 a su hermano y cuñado, respectivamente, Vasco
Fernández de Silva, VII señor de los Leales. La Casa del Cordón la heredaron a
partes iguales en 1593 los dos hijos de Vasco Fernández de Silva: Alonso y
Rodrigo de Silva Orellana. Alonso era el VIII señor de los Leales y Rodrigo fue
el noveno, vecino y regidor perpetuo de Jerez de los Caballeros. Rodrigo se
llamó así por su abuelo materno, Rodrigo de Orellana, que estuvo casado con
Isabel de Aguilar. Rodrigo de Silva Orellana estuvo casado con Francisca de
Silva Vargas, hermana de Gabriel de Silva, XII señor de Higuera de Vargas, e
hija de Francisco de Silva, señor de Fagundo, y de Isabel Suárez de Figueroa.
Francisco López de Acevedo Chaves fue el fundador del
mayorazgo de los Acevedos de Badajoz.
Alonso de Silva el Loco había
contraído primeras nupcias en Badajoz con Teresa de Acevedo de Chaves, hija de
Diego de Acevedo de Chaves, que era señor del mayorazgo y casa de los Acevedo
en Badajoz y de Blanca Sotomayor Figueroa, hija de Hernando (o Fernando)
Sotomayor e Isabel de Silva, III señores de las dehesas de Bótoa en Badajoz y
de Cubillos en Villar del Rey. Teresa era hermana de Francisco López de Acevedo
Chaves, fundador del mayorazgo de los Acevedo de Badajoz, que murió sin
sucesión. Vasco Fernández de Silva era hijo de Alonso de Silva Alvarado el Loco
y de su segunda esposa, Mayor Bazán, natural de Jerez de los Caballeros,
hermana de Juan Bazán, señor de La Granja. Del matrimonio entre Alonso y Mayor
nació también la mencionada Usenda de Silva (Usenda Bazán en 1576), esposa de
Rodrigo Portocarrero, vecinos de la localidad pacense de Valle de Matamoros.
Este Vasco Fernández de Silva contrajo matrimonio con Beatriz de Figueroa
Aguilar, hija de Rodrigo de Orellana, VII señor de Orellana la Vieja y de
Isabel de Aguilar Figueroa. Isabel era hija de Mencía de Aguilar y Gonzalo Ruiz
de la Vega (o Gonzalo Ruiz de Figueroa), comendador de Lobón, miembro de la
Orden de Santiago, además de maestresala de los Reyes Católicos. Al parecer,
Gonzalo fue hijo de Lorenzo Suárez de Figueroa Mendoza, el de la famosa lauda
de bronce de la Catedral de Badajoz, que fue embajador de los Reyes Católicos
en Venecia y de su amante Isabel Enríquez. La familia Figueroa-Acevedo poseía
la dehesa de Hinojales, también llamada de los Acevedos, que estaba en el entorno del
arroyo Hinojales (lado derecho de la carretera de Olivenza hacia ella) que desemboca en el río Guadiana y nace en las inmediaciones
de la villa romana de la Cocosa. Diego de Acevedo Figueroa la poseía a
principios del siglo XVII. Aunque no es correcto escribir apellidos en plural
que originalmente son en singular al hablar de un linaje, mantengo el nombre de
los Acevedos porque así fue dado el título nobiliario. Solo se debe hacer en el
caso de casas reales como Borbones, Austrias, etc.
El Palacio de los Figueroa de la Alcazaba de Badajoz, hoy
Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. Fue de Rodrigo de Orellana e Isabel
de Aguilar. Después perteneció al mayorazgo de Juan Rodríguez de Mora, que lo
compró en 1596 a Hernando de Monroy y a Isabel Bazán. Más tarde fue palacio de
la familia Herrera-Zapata hasta 1769.
Rodrigo de Orellana y su esposa
Isabel de Aguilar Figueroa vivieron en un palacio en la Alcazaba de Badajoz.
Hoy es la sede del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. Antes, Elvira de
Aguilar y su marido Bartolomé Sánchez de Badajoz, alcalde mayor de Badajoz en
1434, señor de las dehesas de Jimonete y Fuente Domendo o de Mendo (término
municipal de Badajoz, pero cercana a Valverde de Leganés, frente a la sierra de
la Jurdana), mandaron construir este palacio o casa-fuerte «de fábrica majestuosa, cuya puerta guardan dos muy altas torres de
fuerte cantería, y tiene otra [torre] de tres esquinas a las espaldas, con un
escudo de cal raspada con tres barbas, que parece son las de Barbuda; y en los
arcos del patio se ven muchos escudos con las armas de Córdoba, Aguilar,
Figueroa».
El escudo de los Barbuda (Barbas) estaba formado por una espada atravesada en campo verde, en el que se añadieron cinco hojas de higuera, por los Figueroa. El progenitor de la casa de Feria en el siglo XIII y VI señor de Castrofuerte fue Ruy Fernández Barba, que se casó con Elvira Suárez de Figueroa, hija y heredera de Fernán Ruiz de Figueroa y Elvira Gómez Gallinato.
Palacio de los Sánchez de Badajoz, de los Figueroa, de Juan Rodríguez de Mora y de los Herrera y Zapata.
Este palacio, ya sin uso, fue vendido al rey el 20 de marzo de 1769 para cuartel de tropas. Perteneció al mayorazgo fundado en Badajoz el 22 de mayo de 1599 por el licenciado y regidor de Badajoz Juan Rodríguez de Mora ante el escribano de Badajoz Pedro Vázquez. Desgraciadamente ya no existe el documento. Juan Rodríguez de Mora fue nombrado por real provisión del 17 de julio de 1572 oidor de la Audiencia de Panamá en Indias, siendo entonces corregidor de Zamora, para cubrir la plaza que dejó vacante tras su muerte el licenciado Villalta. El 23 de diciembre del mismo año se despachó en El Pardo otra real cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación para que le dejasen pasar a tierra firme con su mujer, ocho criados y cuatro mujeres de servicio. Le sucedió el doctor Cáceres de Ovando en 1577. Juan Rodríguez de Mora estuvo casado con Elvira de Ulloa Contreras, con la que no tuvo hijos. Ella era hija de Gómez de la Rocha Ulloa, alias el Negro, llamado así para diferenciarlo de otros familiares del mismo nombre y apellidos, y de Isabel Romero. Esta era hermana del licenciado Romero, abogado de los Reales Consejos, y de Elvira López Romero, esposa de Garcilaso de la Vega y Figueroa (Garcilaso el Viejo). El licenciado Romero fue un importante personaje que dio nombre en el siglo XVI a la calle Costanilla de Badajoz, donde vivió. Elvira de Ulloa Contreras se casó en segundas y últimas nupcias con el cacereño Pedro de Carvajal Ulloa, caballero de la Orden de Alcántara y gobernador de la villa de Cáceres, con el que tampoco tuvo hijos. Ella murió en Cáceres en 1633 dejando a su viudo toda la hacienda que heredó de su primer matrimonio. En la venta de 1769 de la casa palacio, hoy Museo Arqueológico, se la cita así:
Unas casas fuertes principales en el Castillo de esta plaza,
con unas casillas accesorias a ellas, que lindaban en lo antiguo con corrales
de dicha casa principal y con casas de don Juan de Solís, con más una plazuela
que fueron casas de doña Isabel de Aguilar y otras casillas que están al lado
de las dichas principales linda con casas de don Diego de Acevedo y por las
demás partes con calles reales, todo en el referido Castillo. Y solamente sobre
las casillas donde es plazuela estaban cargados 700 maravedíes de censo
perpetuo que se pagaban en cada un año a los señores deán y cabildo de la Santa
Iglesia Catedral, sin tener otro censo ni gravamen alguno, CUYAS CASAS FUERON DE DON RODRIGO DE ORELLANA Y DOÑA ISABEL DE AGUILAR,
SU MUJER, Y EL EXPRESADO JUAN RODRÍGUEZ DE MORA LAS HUBO EN VIRTUD DE ESCRITURA
DE VENTA QUE A SU FAVOR OTORGARON EN 25 DE AGOSTO DE 1596 LUIS GONZÁLEZ DE
SEPÚLVEDA COMO APODERADO DE DON HERNANDO DE MONROY Y DOÑA ISABEL BAZÁN, SU
MUJER, SEÑORES DE LAS VILLAS DE MONROY Y LAS QUEBRADAS, VECINOS DE LA VILLA DE
CÁCERES. Y en el terreno de dichas casas principales plazuela y casillas ha
hecho su majestad cuarteles para sus reales tropas que hoy existe en él el
Regimiento de Infantería de Extremadura, y es su coronel el excelentísimo señor
conde de la Roca, cuya propiedad para el mencionado fin de orden de su majestad
se mandó tasar y regularon las mencionadas casas principales y su terreno
explicado en 70.000 reales de vellón.
(1)
Planta del palacio del conde de la Roca y de los Acevedos y vizconde de Guevara;
hoy solo queda su torre, en color azul. (2). Planta de las casas que fueron de
Rodrigo de Orellana e Isabel de Aguilar, hoy Museo Arqueológico Provincial de
Badajoz; en color verde lo que queda en la actualidad. (3). Torre y ábside de
la iglesia de Santa María del Castillo; en amarillo que lo queda en la
actualidad. Año 1803.
Escudo del
apellido Mora.
La
familia Herrera y Zapata, sucesores del mayorazgo de Juan Rodríguez de Mora.
La venta de este palacio, hoy Museo
Arqueológico Provincial de Badajoz, la hacía en Badajoz el segoviano Francisco
de Herrera Zapata Barros Ulloa Becerra, hijo de Diego Jeroteo de Herrera
Peñalosa y Rosa María Zapata Carvajal Moscoso. Francisco se había casado en la
parroquia de San Andrés de Badajoz el 16 de abril de 1751 con Josefa de Tovar Holgado
Aguirre, hija de Juan de Tovar y de Juana Holgado Aguirre. Francisco de Herrera
era entonces el señor de la villa despoblada y dehesa Los Fresnos, como sucesor
del mayorazgo de segundos que fundó Juan Rodríguez de Mora. Esta dehesa de los
Fresnos está situada en término municipal de Badajoz, pero a unos siete
kilómetros de Valverde de Leganés. El hijo de ambos, el caballero de la
Maestranza de Ronda Fausto de Herrera Zapata Tovar, que estuvo casado con Ana
González de Castejón, era igualmente poseedor de los mayorazgos de los Herrera,
Zapata, Mampaso, Ribera y de los Tordesillas, que heredaría su hijo primogénito
Francisco de Herrera Zapata Castejón, cadete de las Reales Guardias. El
mayorazgo de Los Fresnos, al ser de segundos, ordenó que lo heredara su hija
Josefa de Herrera Zapata Castejón. El mayorazgo de los Fresnos lo poseía
todavía en 1713 Diego Zapata Rocha Carvajal, vecino de la ciudad de Toro
(Zamora), hijo de Josefa Carvajal Becerra Moscoso.
La capilla funeraria de la familia Herrera y Zapata en el
convento de San Agustín. Se llamó de Juan de Morales o de Santa Úrsula y de las
11.000 Vírgenes, hoy de Lourdes. Allí fue enterrado también el militar napolitano
Blas Dragonette, marqués de Dragonette.
El entierro de esta familia está en
la capilla de los Morales de la iglesia de San Agustín (hoy Santa María la
Real), pues Josefa de Tovar, esposa de Francisco de Herrera Zapata fue prima del
difunto regidor perpetuo y capitán de las Milicias de Badajoz Juan de Morales
Guzmán Tovar, casado con María Catalina de Tovar Holgado. Este fue hijo del
capitán de caballos José de Morales Guzmán y Catalina Chapín Grajera,
descendientes directos del regidor de Badajoz y familiar del Santo Oficio de la
Inquisición de Llerena Antonio de Morales Contreras, hijo de Fernando de
Morales y Sara de Contreras y marido de Isabel de Guzmán.
Esta capilla de los Morales es la
tercera del lado de la epístola bajando del altar mayor a mano izquierda, donde
hoy tiene sede la Cofradía del Resucitado.
En el suelo figura, muy borrada, la
lápida de Fausto de Herrera Zapata Tovar, donde fue enterrado en hábito de los
franciscanos observantes. A su derecha figura la del napolitano Blas Felipe Dragonette, marqués de Dragonette, teniente general de los ejércitos, natural
de la ciudad de L´Aquila, gobernador de la ciudad de Badajoz y comandante
general de la provincia de Extremadura, además de gobernador político y militar
de Ciudad Rodrigo (Salamanca), que vivió en la cercana calle de los Mesones
(hoy San Pedro de Alcántara), fallecido en 1729. Blas, hijo de Pompeyo
Dragonette y Catalina Dragonette, estuvo casado con Isabel Chapín Grajera, hija
de Juan Chapín y de Isabel Grajera. Juan de Morales Guzmán era en 1773 capitán
de las antiguas milicias de la ciudad, hijo del capitán de caballos José de
Morales Guzmán y Catalina Chapín Grajera, hermana de Isabel. A la izquierda de
la lápida de Fausto se encuentra otra muy borrada, que debe ser de la
mencionada Josefa de Tovar, madre de Fausto de Herrera Zapata Tovar, pues pidió
enterrarse en esta capilla en su testamento. En la lápida de mármol gris de
Fausto, a la que le falta el grabado de su escudo de armas en la parte
inferior, figura:
AQUÍ YACE EL ILUSTRE CABALLERO D. FAUSTO DE HERRERA ZAPATA Y TOBAR, SEÑOR DE LA VILLA Y DEHESA DE LOS FRESNOS, MAESTRANTE DE LA REAL MAESTRANZA DE RONDA. MURIÓ DÍA 17 DE FEBRERO AÑO DE 1790.
AQUÍ YACE EL ILUSTRE CABALLERO D. FAUSTO DE HERRERA ZAPATA Y TOBAR, SEÑOR DE LA VILLA Y DEHESA DE LOS FRESNOS, MAESTRANTE DE LA REAL MAESTRANZA DE RONDA. MURIÓ DÍA 17 DE FEBRERO AÑO DE 1790.
Fausto falleció
en su casa de la calle Gobernador Viejo, hoy Muñoz Torrero, y se enterró en
esta capilla al día siguiente. Sin embargo, su mujer, Ana González de Castejón
Tovar, natural de Tudela (Navarra), no fue enterrada en ella, sino en el
convento de San Francisco de los observantes, en la bóveda de Ntra. Sra. de la
Concepción. Falleció pocos meses después, el 23 de mayo de 1790, también en la
calle Gobernador Viejo, seguramente en la casa donde vivía junto a su marido,
la llamada Casa de los Herrera y Zapata y fue enterrada al día siguiente de su
fallecimiento.
División del mayorazgo de los Acevedos. Venta de la dehesa
Los Fresnos en el siglo XIX.
La venta la realiza el entonces
poseedor del mayorazgo Fernando de Herrera Zapata Néstares Castejón y
Tordesillas, vecino de la villa y corte de Madrid. Supongo que era descendiente
de Fernando Néstares Grijalva, marqués de la Hinojosa desde 1777. Este
mayorazgo de los Acevedos lo heredó por la muerte de su padre Francisco de
Herrera Zapata (Fco. de Herrera Zapata Castejón, hijo de su abuelo Fausto). El
comprador de la dehesa fue José Villanueva Alor, vecino de Barcarrota, por 300.000
reales de vellón. La división se hacía de acuerdo a las leyes y decretos, en
especial la de las Cortes del 27 de septiembre de 1820 sobre supresión de
mayorazgos. En esta venta se incluye el arbolado de la dehesa Los Fresnos con
su casa-cortijo, pajar, huertas y pastos. Esta dehesa tenía como linderos por el
oriente un terreno «inculto» llamado Los Corchos,
supongo que se refiere a la zona del cerro de los Corchos donde estaba la
dehesa de los Corchos. Por medio día (sur) lindaba con la dehesa de la Pestana
o Pestaña, que era propiedad de José Casasola, vecino de Mérida, que había
adquirido su bisabuelo Agustín de Casasola Mesa, regidor de Badajoz, teniente
de alguacil mayor del consistorio, capitán de infantería y alcalde de la santa
hermandad por el estado noble, que era hijo del sargento mayor Bernabé de
Casasola e Isabel María de Mesa. Esta dehesa La Pestana, antes llamada de los
Fresnos, fue del mayorazgo del portugués Alfonso Pestana de Agama. Fue vendida
por el sucesor del mayorazgo, Lorenzo Lobo de Agama, vecino de Évora
(Portugal), a Agustín Casasola en el siglo XVIII. Por poniente (oeste) lindaba con
la rivera de Valverde a Olivenza (río Olivenza) y por el norte con las dehesas
Boyal de Valverde de Leganés y la de la Jineta, que era propia el cabildo
eclesiástico de Badajoz. Fausto de Herrera Zapata Tovar debió ser un hombre muy
culto, no en vano tenía una extensa biblioteca entre los que figuraban 4 tomos
de Don Quijote, la Historia de España, diccionarios de castellano y francés o
las Reales Ordenanzas de la Maestranza de Sevilla, entre otros. En el cortijo
de la dehesa de los Fresnos tenía una capilla con todos los ornamentos,
incluido el cáliz, valorados en 1.000 reales de vellón. También había una cama para
el capellán. En esta finca tenía varias mulas, algunas para su coche, y que
todas tenían su nombre: la Coronela, la Morita o la Manchega, varios caballos,
uno para semental. También tenía bueyes con nombres muy curiosos: Alfayate,
Dorado, el Comisario, el Alegría, el Platero, Confuero, el General, el
Ramillete, el Peregrino, el Zamarro, el Merino, el Arrevido, el Arriero, el
Cachorro, el Macareno, el Cachorro Viejo, el Mercader, el Arrogante, el
Marruas. Tenía también más de 100 cabras, 46 ovejas, 58 carneros y 24
mastines.
Reserva de la mitad del mayorazgo: la Casa de Zapata y la
dehesa de Sarteneja.
Quedaba reservada la casa de la
calle Ñame o Gobernador Viejo, hoy Muñoz Torrero, con el número 13 (hoy
conserva el mismo número) «bien conocida por el escudo de las armas de los
Herrera y Zapata», y la parte de la dehesa de Sarteneja, situada entre Pueblo
Nuevo del Guadiana y Talavera la Real, que serían para el inmediato sucesor. Citan
que la de Sarteneja les producía mayores beneficios que la de los Fresnos,
quizá por estar en una zona más húmeda junto al Guadiana. El comprador recibía
todas las escrituras de la dehesa que tenía Fernando en su archivo y los
permisos para su venta de la Real Cámara de Castilla. El pago de derechos de
alcabala, hipotecas, escritura y sus copias serían por cuenta del comprador: José
Villanueva Alor. La división del
mayorazgo se hacía tras la muerte de sus padres María de la Encarnación Néstares
Chapín (madre de Fernando de Herrera Néstares) y Francisco de Herrera Zapata. Fernando
de Herrera Zapata Néstares Castejón, menor de edad, heredaba la posesión real,
corporal, civil, natural, velquasi (2) de las
dehesas llamadas Los Fresnos y Sarteneja así como la casa de Badajoz. El
mayorazgo lo tuvo su hermana María de la Encarnación (llamada igual que su
madre), pero recayó en Fernando por no haber otro segundo de la casa.
Posesión de la dehesa Los Fresnos en 1815.
Fue estando en la linde de la
dehesa, el 28 de abril de 1815, con el brigadier de los reales ejércitos,
gobernador y político de Badajoz, Agustín Sánchez Olmedo, quien «tomó de la mano a don Francisco Morgado,
cual apoderado del señor don José María Finco, tutor y curador de don Fernando
Herrera y Néstares y le dio a su nombre la real posesión actual, corporal,
natural, civil, velcuasi de la expresada dehesa como perteneciente al mayorazgo
de segundos correspondientes a dicho don Fernando, a cuyo fin lo introdujo en
la misma dehesa, se paseó por ella, arrancó matas y tierra que tiró al aire en
señal de verdadera posesión; la cual tomó quieta y pacíficamente, sin
contradicción de persona alguna». Fueron testigos: Felipe Reyes, guarda de
la misma dehesa de los Fresnos; José González, que lo era de la Lapilla y
Antonio Guerrero, guarda mayor del término de Badajoz. Para la tasación de las dos dehesas se nombró al agrimensor de la
Academia de San Fernando José Lemos, que residía en Mérida. Se citan ahora los
lindes de los Fresnos, algo diferentes que en la descripción anterior. Al
naciente lindaba con baldíos llamados los Corchos, al medio día con la dehesa
La Pestana, al norte con la dehesa de la Fuente, al poniente con dehesa del
Mantillón. Se calcula que tenía 1.023 fanegas en tierra del marco nacional,
donde se contaron 1.322 encinas, que a 25 reales cada una, importaban 358.050
reales. Las tierras de primera calidad, 250 fanegas, a 800 reales cada una, hacían
200.000 reales. Las de segunda calidad eran de 500 fanegas, a 400 reales cada
una, importaban 200.000 reales. Las de tercera calidad eran 273 fanegas, que a
100 reales cada una, hacían 27.300 reales. También se citan 60 colmenas, que
valían 1.000 reales. La casa-cortijo estaba valorada en 20.000 reales. El total
ascendía a 806.350 reales de vellón.
Posesión de la dehesa de Sarteneja.
Se hizo estando a la linde de la
dehesa el 2 de mayo de 1815 con Agustín Sánchez Olmedo, «tomó de la mano a don Francisco Morgado, cual apoderado del señor don
José María Finco, tutor y curador de don Fernando Herrera y Néstares y le dio a
su nombre la real posesión actual, corporal, natural, civil, velcuasi de la
expresada dehesa como perteneciente al mayorazgo de segundos correspondientes a
dicho don Fernando, a cuyo fin lo introdujo en la misma dehesa, se paseó por
ella, arrancó matas y tierra que tiró al aire en señal de verdadera posesión;
la cual tomó quieta y pacíficamente, sin contradicción de persona alguna». Fueron
testigos: Francisco Javier Mancio, teniente coronel de las Milicias Urbanas de Badajoz
y Antonio Guerrero, guarda mayor del término de Badajoz. La dehesa de Sarteneja lindaba por el naciente con los Metidos de
la Vara, al medio día con el río Guadiana, al norte y poniente con otras dos
dehesas también llamadas Sarteneja. Tenía 611,5 fanegas de marco nacional con
tierras de labor que se dividen en tres tipos. De primera calidad había 440
fanegas, a 1.000 reales cada una hacían un total de 440.000 reales. Las de
segunda eran 180 fanegas, que hacían 80.000 reales. Las de tercera, que eran 72
fanegas, a 400 reales hacían 28.800 reales. En total estaba valorada en 548.800
reales.
Posesión de la Casa de Zapata de la calle Gobernador Viejo,
hoy Muñoz Torrero. Fue después la casa del industrial José Gómez Tejedor.
Se hizo el 6 de mayo de 1815 también
por Agustín Sánchez Olmedo: «dio posesión
a don Francisco Morgado, cual apoderado del señor don José María Finco, tutor y
curador de don Fernando de Herrera y Néstares, de la casa consistente en esta
población y en calle del Gobernador Viejo, señalada con el número 18 [sic], conocida
por la de Zapata, a cuyo fin tomó de la mano a dicho Morgado, e introduciéndolo
en dicha casa se la dio actual, corporal, natural, civil, velcuasi, abriendo y
cerrando sus puertas y ventanas en señal de verdadera posesión, como
perteneciente al mayorazgo de segundos correspondiente a dicho don Fernando;
cuya citada posesión tomó quieta y pacíficamente». Fueron testigos: Francisco
Antonio Membrillera, Antonio Pato y Florencio Sánchez, vecinos de Badajoz. Se cita que esta casa estaba arrendada
en ese momento al marqués de Monsalud y para su tasación se nombró al maestro
alarife de Badajoz Pedro Rodríguez. Luego aparece con el número 13 y se dice
que hacía esquina a la calle del Zumbadero (hoy Felipe Checa), antes llamada
calle Larga, con puerta-cochera en la calle Portería de Santa Catalina (hoy
Hernán Cortés) y otra puerta falsa a la misma calle. Una vez reconocida se expone
que estaba en una de las calles más principales de la ciudad y la tasaba en
240.506 reales, teniendo en cuenta la baja en el valor que tenían en aquel
momento estas fincas.
Hasta ahora nadie sabía dónde estaba
situada exactamente esta casa; he descubierto que se trata de la casa que luego
fue del industrial José Gómez Tejedor (Frades de la Sierra, Salamanca, 1/12/1854-Badajoz,
4/6/1932), propietario del famoso tostadero de cafés La Estrella, que tenía su local en la plaza de España, frente a la
escalinata de la catedral. Antes de ello tuvo la propiedad, ya en 1881, de la
lonja de ultramarinos que fue de Nicolás Blasco García (tras marcharse a Zafra)
en la entonces calle de la Sal nº 9, hoy Arias Montano. Ya en 1899, llamada La
Estrella, la tenía en la calle Meléndez Valdés nº 17.
La casa primitiva de los Herrera y
Zapata sería derribada y sobre ella se construyó la decimonónica que hoy existe
que da a tres calles, donde afortunadamente se conserva el escudo nobiliario en
mármol de los Herrera y Zapata, de finales del siglo XVIII. Quizá se trajese de
su palacio de la alcazaba que vendieron en
1769. La casa de Gómez Tejedor es una
interesante edificación de tres plantas más semisótano, ampliada en 1922. Todavía
en 1888 Gómez Tejedor residía en la calle del Granado, hoy Meléndez Valdés. En
la sesión municipal del 7 de agosto de 1899 se cita que por la Comisión de Ornato
y el arquitecto municipal se concedía permiso a Gómez Tejedor para aumentar un
segundo piso en los desvanes de la casa que estaba construyendo en las calles
Gobernador, Larga y Hernán Cortés.
En noviembre de 1899 se estaban
ultimando las obras; se cita que el edificio era hermoso, de buen gusto y
esbeltez. Los planos y dirección de obra fueron de un tal Bellido, que
probablemente se trate del prestigioso arquitecto riojano Luis Bellido González
(1869-1955), donde estaba previsto se trasladase el café.
Escudo de los
Herrera y Zapata.
Antigua casa de José Gómez Tejedor. Nº 13 de la calle Muñoz
Torrero.
Este escudo de los Herrera y Zapata está timbrado por una corona marquesal y rodeado de rocallas. Está divido en 8 cuarteles. 1º: un león rampante. 2º: tres fajas. Corresponden al apellido Rocha. 3º: dos calderas en pal y a cada flanco tres calderas, encima de ellas un aspa y en punta otra. Corresponde al apellido Herrera. 4º: cinco botas de montar enmarcadas puestas en sotuer. Corresponde al apellido Zapata. 5º: siete castillos, tres arriba, otros tres en el medio y uno abajo, con bordura con el lema: MAGNA MOYA [SIC] IN SE. Se podría traducir como «gran descanso en él», supongo que bajo el árbol del moral. Se refiere a la familia Mora, que no Moya, que lo incluyeron al ser herederos del mayorazgo que fundó Juan Rodríguez de Mora. 6º: barra cargada de tres lises y en el hueco superior un león rampante coronado y debajo un árbol. Corresponde al apellido Pérez. 7º: una barra con tres cabezas de lobo cortadas en el hueco superior y dos debajo. Corresponde al apellido Moscoso o Mosquera. 8º: una barra engolada en cabeza de dragantes y en cada hueco un pequeño escudo fajado de ondeadas. Creo que corresponde a los apellidos Vargas y Tovar. Sobre el escudo figura una espada cruciforme que podría ser la cruz de Santiago y a los lados sobresalen en parte los escudos de Alcántara o Calatrava y en la inferior parte de la cruz de San Juan, que puede corresponder a la Orden de Malta y le falta un elemento que se desprendió.
Detalle del
escudo de los Herrera y Zapata.
Los
condados de la Roca, luego ducado de la Roca, y el Sacro Romano Imperio.
El condado
de la Roca fue concedido por el rey Felipe IV el 27 de mayo de 1628 a favor del
diplomático, historiador y escritor Joan Antonio de Vera Figueroa Ávila Zúñiga,
I conde de la Roca (vizconde de Sierra Brava en 1627). Fue bautizado en la
parroquia de Santa María de Mérida el 25 de abril de 1583; era hijo del
emeritense Fernando de Vera y de la placentina María de Zúñiga. El padrino fue
su tío Antonio de Vargas. El apellido Figueroa se lo añadió por su abuela
paterna, la badajocense Teresa de Figueroa. Joan Antonio fue también caballero
de la Orden de Santiago en 1613, alcalde perpetuo de la ciudad de Badajoz,
comendador de la Barra, miembro de los Consejos de Guerra, de Indias (en 1654)
y Hacienda del Rey, señor de Don Tello y Sierra Brava, de la aldea que compró
en 1625 llamada Alguijuela (luego Torremayor, Badajoz) y la de Manzanete (luego
La Roca de la Sierra, Badajoz, por su título nobiliario), alférez mayor de
Mérida, embajador de Saboya en 1625 y de Venecia en 1632. Se casó en primeras
nupcias en Sevilla a finales del siglo XVI o principios del XVII con Isabel de
Mendoza, con la que tuvo dos hijos: Fernando y Pedro, que ingresaron como
frailes en el convento de San Agustín de Sevilla. Aunque era vecino de Mérida,
se casó en segundas y últimas nupcias en la parroquia de la Purísima Concepción
de Esparragalejo (Badajoz) el 9 junio de 1623 con su prima hermana María
Antonia de Vera Tovar, señora del mayorazgo de los Tovar, hija de
Diego de Vera Tovar (hijo mayor de Juan de Vera de Mendoza y de Francisca de
Tovar) y de su sobrina Antonia de Tovar Ibáñez (hija de Pedro Ibáñez de Segovia
y de Elvira de Tovar Ibáñez). Joan Antonio falleció en Madrid el 20 de
noviembre de 1658 y fue enterrado en la desaparecida iglesia de San Martín. El
condado de la Roca fue elevado a ducado por el rey Carlos IV el 24 de marzo de
1793, siendo Vicente María el primer duque de la Roca. El condado del Sacro
Romano Imperio fue creado en 1641 por el emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, rey de Hungría, de Bohemia y archiduque de Austria Fernando III de
Habsburgo, a favor del conde de la Roca Fernando de Vera Zúñiga, caballero de
la Orden de Santiago. Fue reconocido como título del reino de España en 1730 a
favor de Vicente de Vera, VI conde de la Roca.Juramento y pleito homenaje de alcaide y tenedor de la fortaleza, alcázares y castillo de Badajoz por el VI conde de la Roca ante el III marqués de Monreal. 18 de abril de 1744.
El acto se celebró en el palacio del
marqués de Monreal, patrono del convento de Ntra. Sra. de la Encarnación o de Madre
de Dios de Valverde de Badajoz (3) y por
entonces capitán general del Ejército y provincia de Extremadura, pocos meses
antes de morir. Se llamaba Gabriel Bernardo de Quirós Velasco Cueva Molina
Ramírez de Arellano Toledo Enríquez de Cabrera, II vizconde de Miralcázar,
señor de las villas vallisoletanas de Villabrágima y Valverde de Campos y de
los castillos de Montiel (Ciudad Real) y de San Felices de los Gallegos
(Salamanca), caballero comendador de Esparragosa de Lares (Badajoz) en la Orden
de Alcántara. Era hijo del II marqués de Monreal: Álvaro Bernardo de Quirós
Molina y de Estefanía Francisca de Velasco de la Cueva. El entonces conde de la
Roca era Vicente Javier de Vera Ladrón de Guevara Acevedo, coronel del
Regimiento de Dragones Provinciales de Extremadura. El nombramiento de alcaide
lo firmó el rey Felipe V en el palacio de El Pardo y fue refrendado por su
secretario y escribano de cámara Francisco Javier de Morales Velasco el 16 de
febrero de 1744. Sustituía en el cargo a Fernando Carlos de Vera, que creo que
era el IV conde de la Roca, que murió sin sucesión. Vicente Javier además era
poseedor del mayorazgo que fundó Juan Antonio de Vera Figueroa, I conde de la
Roca. El cargo lo juró teniendo las manos puestas encima del marqués de
Monreal, «una, dos y tres veces y las
demás que se requieran, según fuero de España, de guardar fidelidad, mantener y
defender el castillo, alcázares de esta ciudad de Badajoz en paz y en guerra
hasta derramar la última gota de sangre y morir en su defensa, obrando en
servicio de su majestad según sus reales órdenes y las que se le dieren por su
excelencia, el excelentísimo señor marqués de Monreal y por los demás señores
generales que le sucedieren en el tiempo que fuere tal alcaide y tenedor de los
alcázares, fortaleza y castillo de esta ciudad y que en observancia de dichas
reales órdenes cada [vez] que las vea, acogerá en dicho castillo y fortaleza a
la persona a quien de nuevo se encargare por su majestad la defensa de dicho
castillo y fortaleza y le entregará las llaves sin retardarlo ni poner
impedimento ninguno, cumpliendo en todo a ley de caballero e hijo hidalgo. Y de
lo contrario, desde luego, se da por incurso en las penas establecidas por
leyes y fueros de estos reinos contra los que faltan al pleito homenaje. Y
asimismo, juró por la cruz de su espada, según dichas leyes, ejecutar lo que
lleva referido, y al fin de dicho juramento dijo: sí, juro y amén. A todo lo
cual fueron presentes por testigos don Juan de Santiago y Chinchilla, caballero
del Orden de Santiago, teniente coronel y capitán de una de las compañías del
Regimiento de Cantabria, que se halla de guarnición en esta plaza; don Jacinto
Fernández de la Peña, caballero del mismo Orden de Santiago, vecino y regidor
perpetuo de esta ciudad; y el licenciado don Joseph de Bárcena, auditor general
de este Ejército y provincia de Extremadura y vecino de esta dicha ciudad».
Escudo del
marqués de Monreal.
Para
evitar confusiones, pues existen varios miembros de la familia llamados
Vicente, quiero aclarar que el entonces VI conde de la Roca Vicente (I) Javier
de Vera Ladrón de Guevara Acevedo, nacido en Toledo en 1702, se casó en primeras
nupcias en Madrid el 2 de agosto de 1723 con María Josefa Enríquez Dávalos del
Solar, natural de la ciudad de Bruselas. Ella era hija primogénita de Francisco
Enríquez Dávalos y Manuela del Solar, II marqueses de Peñafuente. De este
matrimonio tuvieron tres hijos:
1. Vicente
(II) María Francisco José Antonio Ramón Pantaleón de Vera Ladrón de Guevara Enríquez Dávalos. Nació en la ciudad de Mérida y fue
bautizado en la parroquia de Santa María de la Plaza la Mayor el 2 de agosto de
1731 por el párroco Lorenzo Suárez de Figueroa, miembro de la Orden de Santiago.
Fue el primogénito, que heredó el título de conde de la Roca, luego I duque de
la Roca. Se casó en Trujillo con Francisca María Bejarano Jirón, también
llamada Francisca Bejarano del Águila (Trujillo, 1722-Madrid, 1811), condesa de
Requena y de Coquilla, hija del marqués de Sofraga y Ana María del Águila,
marquesa de Villaviciosa. Tuvieron dos hijos: Manuel María de Vera Bejarano y
Vicente (III) Javier de Vera Bejarano.
Vicente (II)
heredó tras la muerte de su padre, como hijo primogénito, el condado de la Roca
y del Sacro Imperio y de todos los unidos a él, como era también el mayorazgo
de los Vera y por este último poseía los réditos de un censo de 7.000 ducados
de oro contra el estado del duque de Olivares, con el que se seguía pleito, y
de otro de 7.000 ducados sobre los bienes de Diego José Barrientos, vecino de
Osuna. También por ser heredero de su padre le tocaba la mayor parte del oficio
de fiel medidor y mojonero mayor de la ciudad de Sevilla. Tuvo conocimiento que
al hacer el inventario de bienes de su difunto padre, la viuda de su padre y
segunda esposa, su madrastra, tutora de su hijo menor Vicente (IV) Antonio, su
medio hermano, no se le había citado para ello y se oponía, pues la viuda
condesa de la Roca quería tomar posesión del mencionado oficio. Vicente (II)
aparece a finales del siglo XVIII residiendo en el Palacio Real extramuros de
Valencia, desaparecido en 1810, aunque quedan algunos restos. Utilizaba el
nombre y cargos siguientes: Vicente María
de Vera Aragón Ladrón de Guevara Enríquez de Navarra Suárez de Figueroa Pérez
de Vargas Silva Gómez de Solís Zúñiga Dávila y Manuel, duque y [VII] señor de
la Roca, [II] conde del Sacro Romano Imperio y de Montalvo, marqués de Sofraga,
Villaviciosa y Coquilla, vizconde de Monterrubio de la Sierra [Salamanca],
grande de España de primera clase, rico home [sic] de naturaleza de Aragón y
Navarra, señor de las villas de Torremayor [Badajoz], Sierra Brava, Enguídanos
[Cuenca], La Pesquera, Bótova, Cubillos, Orellana de la Sierra [Badajoz],
Pajares de los Heros [sic], Tabladillo [Segovia] y Solosancho [Ávila],
caballero juez conservador de la siempre grande Universidad de Salamanca,
alcalde perpetuo del castillo, fortaleza, alcázares y puertas de la ciudad de
Badajoz, caballero de la Orden de Santiago, con la gran cruz de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III, gentil hombre de cámara de su majestad con ejercicio, capitán general de la provincia de Extremadura,
gobernador y capitán general del Ejército y reino de Valencia, presidente de la
Real Audiencia con el mando militar de Murcia.
2. María
Guadalupe de Vera Ladrón de Guevara Enríquez Acevedo. Se casó con Joaquín de la Cerda
Torquemada Ortega Fernández Cerero Urbina Velasco Zuricaray Gamboa Trejo Martínez
de Salazar, VI marqués de la Rosa y de la Mota de Trejo, señor de Olmos,
Ornejo, Penidillo, Santa Cecilia, Torre de Zitores y Torremazuelo, caballero de
la Orden de Santiago, comendador de las Casas de Córdoba, regidor perpetuo y
preeminente de la ciudad de Burgos, mayordomo del rey. Ella falleció (entre
1760 y 1762), pero tuvo temporalmente el mayorazgo segundo de la casa, que era
el de los Acevedo, el primero era el de la Roca. Tuvieron dos hijos: Antonio
María de la Cerda Vera, VII marqués de
Mota de Trejo y VII marqués de la Rosa y María Cayetana de la Cerda Vera.
3. María
de Atocha de Vera.
Se casó con el VII marqués de Sofraga y
Villaviciosa, conde de Requena
Vicente Antonio Bejarano Jirón del Águila, vecinos de Trujillo, que era hermano
de Francisca María Bejarano Jirón.
Vicente (I) Javier
de Vera Ladrón de Guevara Acevedo se casó en 1760 en segundas nupcias con María
Polonia de Ulloa Carvajal Oviedo Roco Godoy Vivero, natural de Cáceres. De este
matrimonio tuvieron como único hijo a Vicente (IV) Antonio María José Ramón de
Vera Ladrón de Guevara Torres Monroy Ulloa Carvajal Roco Godoy Vivero, nacido
en Badajoz en 1762, conde de los Acevedos y vizconde de Guevara. El condado de
los Acevedos fue concedido por el rey Carlos III el 10 de agosto de 1780 a
Vicente (IV) Antonio.
Fernando de Montoya vende su palacio el 6 de mayo de 1532 a
Francisco López de Chaves Acevedo, Elvira de Acevedo y a Pedro de Acevedo,
hijos del regidor de Badajoz Diego de Acevedo. Fue palacio del I duque de la
Roca y después de su hermano (de padre) el conde de los Acevedos y vizconde de Guevara. El palacio se
arruinó en 1640 en las guerras con Portugal. En 1714 eran almacenes de pólvora
y pertrechos de guerra.
Como he comentado antes, Alonso de
Silva Alvarado, el Loco, contrajo primeras nupcias con Teresa de Acevedo de
Chaves, hija de Diego de Acevedo de Chaves, señor del mayorazgo y casa de los
Acevedo en Badajoz, que eran dueños de la dehesa de los Acevedos, que estaba
junto a la frontera de Caya, más o menos donde hoy está el recinto ferial.
Diego de Acevedo también era el propietario de un palacio del que hoy solo se
conserva su torre, separado del museo arqueológico por una estrecha calleja.
Este palacio, llamado de los Acevedos, fue propiedad en el siglo XVIII de la
viuda condesa de la Roca, María Polonia de Ulloa Carvajal Roco Godoy Vivero. Como
ya comenté de forma inédita en 2016, según constaba en el archivo familiar de esta, había una escritura pública hecha en Badajoz el 6 de mayo de 1532 ante el
escribano Francisco Carreto, donde se acreditaba que Fernando de Montoya vendió a Francisco López de Chaves, Elvira de
Acevedo y a Pedro de Acevedo, hijos del regidor y vecino de Badajoz Diego de
Acevedo «unas casas junto al Castillo, que lindan por todas partes con otras de
dichos compradores». Este Fernando de Montoya, apellido de origen vasco,
puede ser el vecino de Burguillos del Cerro que ganó real provisión de
hidalguía en la Real Chancillería de Granada en 1542. Supongo que se trasladó a
Burguillos tras vender el palacio de Badajoz.
La mencionada
viuda condesa de la Roca presentaba una ejecutiva real declarando que la casa
pertenecía al mayorazgo fundado por Francisco López de Chaves y, por tanto, al
que fue su marido, Vicente Javier de Vera Ladrón de Guevara Acevedo. La
fundación se protocolizó ante el escribano García Alonso en Badajoz el 14 de
enero de 1565. También se citaba esta posesión en una escritura de
imposición de censo, fechada el 24 de diciembre de 1714, otorgada por el
regidor de Badajoz Fernando de Arguello Vargas Carvajal. Fue por el poder que
le dio María Ignacia de Vera Acevedo Ladrón de Guevara, I marquesa de San
Esteban, vecina de Madrid, viuda del I marqués de San Esteban Alonso de Peralta
Cárdenas, III vizconde de Ambite (fallecido en 1710), fechado el ocho de
noviembre de 1714. En este poder constaba que el rey Felipe V le dio facultad a
la marquesa para imponer los bienes del mayorazgo que fundó el citado Francisco
López de Chaves Acevedo, vecino que fue de Badajoz, y que ahora pertenecían al
mayorazgo de los Acevedos.
Lugar donde está la dehesa de los Acevedos, junto al arroyo Hinojales, entre el Guadiana y la carretera de Olivenza.
Este mayorazgo
se componía de una dehesa en la rivera del arroyo Hinojales, de la caballería
del Chico y 30 excusas de hierba en la dehesa del Rincón de Caya (llamada
dehesa de los Acevedos). Esta última dehesa estaba entre el río Caya y el Guadiana, frente a La Corchuela. Todas estas propiedades estaban en el término municipal
de Badajoz. También lo formaba «una casa principal en el Castillo, la cual
se arruinó en las guerras con Portugal del año 1640, y se conserva solamente la
esquina de una torre gruesa suya que llaman la torre de los Acevedos, a las
espaldas de la casa que fue de los Sánchez de Badajoz y ahora sirve de almacén
real». Por el motivo de la mencionada guerra con Portugal y estar estas
propiedades en la raya con el país luso, se pidió al rey licencia para tomar a
censo sobre los bienes del mayorazgo 6.000 ducados, subrogándolos sobre las dos
quintas partes en el oficio de fiel medidor que le pertenecían. Se cita que el
rey (Felipe IV, 1605-1665) hizo merced a Pedro de
Guevara, caballero de la Orden de Santiago, miembro que fue de su armada por
real despacho del 5 de marzo de 1643 por haberse ofrecido a servirle con
200.000 escudos de a diez reales de vellón. En
el poder enviado desde Madrid se cita que «a
su instancia se ha concedido por su majestad facultad y licencia para imponer
sobre los bienes de dicho mayorazgo, que
consisten en unas casas principales en el Castillo de la ciudad de Badajoz, que
sirven de almacenes de pólvora y otros pertrechos de guerra, una dehesa en
el sitio de Hinojales y diferentes yuntas de tierra y caballerías que hoy están
incorporadas y conservan el nombre de la dehesa de los Acevedos y caballerías del
Chico (4), que lindan con el río Guadiana, y 30
excusas de tierra en el Rincón de Caya, 4.000 ducados de vellón para satisfacer
los empeños que ha contraído con calidad expresa de que primero subrogue e
incorpore en dicho mayorazgo los bienes libres que posee, y especialmente las
dos quintas partes del oficio de fiel medidor y mojonero mayor de la ciudad de
Sevilla y su reinado hasta en cantidad de 4.000 ducados para que estén y anden
con dicho mayorazgo».
Nº
1. Iglesia de Santa María del Castillo (hoy solo queda su torre sin el
campanario). Nº 2. Palacio de los Acevedos (hoy solo queda la torre). Nº 3.
Palacio de los Figueroa y de los Herrera y Zapata, hoy Museo Arqueológico (le
fue añadida una torre que no era original). Composición realizada con el perfil
levantado por el sargento mayor de brigada José de Gabriel y el capitán José
Fuentes Cruz. Año 1803.
Vista de la misma zona en la actualidad. Foto: Google Earth.
Detalle de la ventana lobulada de la foto anterior con el número 2.
Toma de posesión del palacio por el VII conde de la Roca y Sacro Imperio (I duque de la Roca) en 1763.
No debía haber buena relación entre la VI condesa viuda de la Roca María Polonia de Ulloa y su hijastro Vicente (II) María de Vera. Ya hemos visto antes que ella quiso para su hijo el oficio de fiel medidor y mojonero mayor de la ciudad de Sevilla, que la mayor parte correspondía, al parecer, a su hijastro. Vicente (II) tomó posesión de la casa principal del Castillo el 4 de enero de 1763, aunque el documento no aparece en la fecha y escribano que él mismo cita en su testamento: «Declaro que en el día de ayer se me dio por la Real Justicia de esta ciudad y por testimonio del infrascrito escribano, posesión de la casa principal que existe en el Castillo de esta ciudad, frente de la iglesia parroquial de Santa María, en voz y en nombre de todos los demás mayorazgos agregados al estado y condado de la Roca, que son las que contiene dicha posesión y la tomada por mi difunto padre». En este testamento pidió ser enterrado en hábito de la Orden de Santiago. Si fallecía en Badajoz, sería en la capilla mayor de la iglesia de San Agustín (hoy parroquia de Santa María la Real), en la bóveda donde ya estaba enterrado su padre (fallecido en 1762), que pertenecía a los duques de Badajoz. Si falleciese en Mérida, pedía ser enterrado en su capilla de San Lorenzo de la iglesia de Santa María de la Plaza y si fuese en Madrid en la de Atocha, donde estaba enterrada su madre María Josefa Enríquez Dávalos. Murió el 5 de abril de 1813 en Madrid, por lo que imagino que sería en el sepulcro de su madre.
No debía haber buena relación entre la VI condesa viuda de la Roca María Polonia de Ulloa y su hijastro Vicente (II) María de Vera. Ya hemos visto antes que ella quiso para su hijo el oficio de fiel medidor y mojonero mayor de la ciudad de Sevilla, que la mayor parte correspondía, al parecer, a su hijastro. Vicente (II) tomó posesión de la casa principal del Castillo el 4 de enero de 1763, aunque el documento no aparece en la fecha y escribano que él mismo cita en su testamento: «Declaro que en el día de ayer se me dio por la Real Justicia de esta ciudad y por testimonio del infrascrito escribano, posesión de la casa principal que existe en el Castillo de esta ciudad, frente de la iglesia parroquial de Santa María, en voz y en nombre de todos los demás mayorazgos agregados al estado y condado de la Roca, que son las que contiene dicha posesión y la tomada por mi difunto padre». En este testamento pidió ser enterrado en hábito de la Orden de Santiago. Si fallecía en Badajoz, sería en la capilla mayor de la iglesia de San Agustín (hoy parroquia de Santa María la Real), en la bóveda donde ya estaba enterrado su padre (fallecido en 1762), que pertenecía a los duques de Badajoz. Si falleciese en Mérida, pedía ser enterrado en su capilla de San Lorenzo de la iglesia de Santa María de la Plaza y si fuese en Madrid en la de Atocha, donde estaba enterrada su madre María Josefa Enríquez Dávalos. Murió el 5 de abril de 1813 en Madrid, por lo que imagino que sería en el sepulcro de su madre.
Toma de posesión del palacio por la viuda condesa de la Roca
en nombre de su hijo, menor de edad, el conde de los Acevedos en 1764.
Una real ejecutoria solicitaba la
posesión del mayorazgo de los Acevedos por un auto del 14 de octubre de 1764
que entregó Pedro de Silva Pantoja, regidor perpetuo más antiguo del
Ayuntamiento de Badajoz, teniente corregidor y alguacil mayor del Santo Oficio
de la Inquisición de Llerena, a dictamen del licenciado Tomás González Vaca,
auditor de guerra del Ejército de la provincia. La toma de posesión de las
casas se hizo en Badajoz ese mismo 14 de octubre, cumpliéndose la real
ejecutoria y la de la Real Chancillería de Granada. Esta toma de posesión fue
en presencia de Pedro de Silva Pantoja y del ministro ordinario Manuel Pozuelo:
«Pasó
a unas casas principales de morada consistentes en el Castillo y fortaleza de
esta plaza, propias del mayorazgo que fundó Francisco López de Chaves y tomó
por la mano a don Felipe Santiago del Gallo, apoderado de la condesa viuda de
la Roca, vecina de la ciudad de Mérida, madre, [ins]tutriz y curadora de la
persona y bienes de don Vicente Antonio de Vera Ulloa Chaves Acevedo, su hijo
único, menor de edad, y del mariscal de campo de los reales ejércitos, conde
que fue del mismo título y otros, legítimo marido de la susodicha, y a nombre
del dicho su menor hijo, cedió la posesión real, actual, corporal, velcuasi en
dichas casas del referido mayorazgo en voz y en nombre de las demás alhajas
vinculadas y a su dotación pertenecientes, como son la dehesa de pasto y labor
que llaman de los Acevedos y treinta escusas de ganado vacuno en el Rincón de
Caya, consistentes en término y jurisdicción de esta ciudad, y otros, sin
perjuicio de tercero. Y en señal de posesión, el dicho don Felipe Santiago del
Gallo, se paseó por los aposentos y estancias de dichas casas, cerró y abrió
las puertas, e hizo otros actos de posesión, la cual tomó quieta y
pacíficamente, sin contradicción de persona alguna».
Casa-torre de
los Acevedos de la Alcazaba de Badajoz. Comparativas del estado antes y después
de la restauración.
Tasación de la casa-torre de los Acevedos en 1779. Fue
cuartel del Regimiento de Extremadura desde el 14 de octubre de 1774.
El 16 de febrero de 1779, ante el
intendente general de la provincia de Ávila e interino en Badajoz Juan de
Lerena comparecía Alonso Gómez Corrales, de unos 68 años de edad, vecino de
Badajoz y maestro de las obras de fortificación. Este hacía un juramento para
tasarla y las cita así:
Unas
casas en el Castillo de esta ciudad, que hacen frente a la ermita de San Pedro
[debería decir iglesia de Santa María], la que tiene de largo 31 varas, incluso
el grueso, una torre que está al final de la fachada, dentro del recinto del
cuartel de Infantería de Extremadura, y lo mismo su portada, que es de piedra
labrada, con una ventana sobre ella, quedando fuera del cuartel el resto
principal de la fachada, que son unos paredones arruinados, como todo lo
interior de las casas. Y dicha torre confina con un patio del cuartel, que es
solar sin duda de otras casas principales arruinadas, que tienen alrededor
diferentes oficinas o cuartos, que fueron fraguas del almacén de artillería de
que antes de la formación de dicho regimiento servían a aquel y otros
edificios. Que la citada torre, que es lo único que existe servible, puede
[tener] valor de renta al año 130 reales [de] vellón, poco más o menos, y en venta
podrá valer de dieciocho a veinte mil reales; esto en caso de que continúe
sirviendo para el uso que hoy tiene dicha tropa u otro útil, porque si se
hubiese de arruinar, escasamente podrá valer su piedra material para el costo
de caerla. Y a los cuartos de la citada torre, que son dos altos y dos bajos,
con una torrecilla cubierta de teja, se entra por una escalera de rosca de
ladrillo con quince escalones, que está apoyada o nace en dicho solar
confinamente arruinado.
La escritura hace referencia a que estaba enfrente de la iglesia de San Pedro, quizá se equivocasen con otro palacio del que todavía quedan restos. Es la que se llamaba Casa de los Zapata.
La Real
Hacienda tendría que pagar al actual conde de los Acevedos, como poseedor del
mayorazgo, la renta anual de 130 reales por los alquileres de la torre, ocupada
como cuartel del Regimiento de Extremadura desde el 14 de octubre de 1774,
desde que tomó posesión del mayorazgo. El mismo precio se pagaría todo el
tiempo que fuese ocupada para el mismo destino, o un total de 19.000 reales, en
caso de que el rey se quedase con ella en propiedad. Asimismo, podría disponer
del solar de la casa como le pareciese. Se firmó en Madrid el 9 de enero de
1788 por los señores del Consejo de Hacienda. La resolución pasó por manos del rey en su Consejo, junto con el pleito que impuso el conde de los Acevedos.
Este pleito se presentó para que el conde fuese indemnizado por los perjuicios
causados por las tropas francesas que vinieron en auxilio del rey Felipe V en
la Guerra de Sucesión y de los citados alquileres por la ocupación de ella por
el Regimiento de Extremadura. El rey ordenaba la publicación de esta sentencia
y el pago del alquiler del fondo de utensilios.
Escritura de venta de la casa-torre en el Castillo de la
plaza otorgada por Domingo Fernández, como apoderado del conde de los Acevedos,
a favor de la Real Hacienda. 14 de febrero de 1797.
Finalmente, el conde de los Acevedos
accedió a vender los restos del palacio a la Real Hacienda por 19.000 reales,
supongo que porque ya no le sería útil por su estado de ruina. La escritura de
venta de la casa-torre la otorgó Domingo Fernández, vecino de Badajoz, que era
el apoderado del conde de los Acevedos (lo tuvo tras la muerte de su
hermanastra María Guadalupe) y vizconde de Guevara: Vicente Antonio María José
Ramón de Vera Ladrón de Guevara Torres Monroy Ulloa Carvajal Roco Godoy Vivero,
caballero maestrante de la Real Maestranza de Sevilla, gentil hombre de cámara
de su majestad, coronel del Regimiento Provincial de Córdoba, que ya tenía 34
años. Como dato inédito que ya aporté, Vicente Antonio nació en Badajoz el 15
de marzo de 1762. Fue bautizado el 5 de abril de 1762 en casa del prior del
convento de San Agustín de Badajoz «por necesidad», supongo que porque se
temería por su vida. La madrina fue Francisca María Bejarano, vizcondesa de Sierra Brava, título
que corresponde a una dehesa en Jerez de los Caballeros. Era hijo del «muy
ilustre y magnífico» Vicente Javier de Vera Ladrón de
Guevara Figueroa Vargas Silva Solís Zúñiga Manuel, VI conde de la Roca, I conde
del Sacro Romano Imperio, señor de las villas de Torremayor, Enguídanos, La
Pesquera, Bótova (o Bótua, ya desaparecida, junto a la ermita) y Cubillos,
alcalde perpetuo del castillo y fortaleza de Badajoz, caballero de la Orden de
Santiago, mariscal de campo de los reales ejércitos de su majestad, gobernador
militar de la plaza de Badajoz, comandante general interino del Ejército y
provincia de Extremadura. Como he citado antes era natural de Toledo y se había
casado en segundas nupcias con la «muy ilustre y magnífica» María Polonia de
Ulloa Carvajal Oviedo Roco Godoy Vivero, natural de Cáceres. Como ya dije en
2016, el VI conde de la Roca, Vicente Javier de Vera, falleció unos meses
después de nacer su último hijo. Fue en la plazuela de la Soledad de Badajoz,
el 26 de diciembre de 1762 y supongo que fue en el desaparecido palacio o casas
principales del mayorazgo de los Fonseca y Lapilla (5), que entonces era la residencia
de los gobernadores. Allí se alojó el rey Felipe II y murió embarazada su
esposa Ana de Austria en 1580, siendo enterrada en el real monasterio de Santa
Ana, donde estuvo durante varios años hasta su traslado al real monasterio de
San Lorenzo en El Escorial. Como recuerdo, se permitió que las entrañas de la
reina se quedaran enterradas en el coro del monasterio pacense. El conde de la
Roca no pudo recibir ningún sacramento por su enfermedad y murió abintestato. Fue
enterrado en la tarde del día siguiente en la capilla mayor de la iglesia del
convento de San Agustín (hoy parroquia de Santa María la Real). Mandó donar los
estandartes del Regimiento de Dragones Provinciales de Extremadura, del que fue
coronel, al real monasterio de Guadalupe de Cáceres. Entonces este monasterio
pertenecía a la provincia de Extremadura, de la que era capital la ciudad de
Badajoz.
Tradicionalmente se ha confundido el
que fuera palacio del conde de la Roca (torre de los Acevedos) con el actual
Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, pues el conde lo utilizó como
alojamiento de su regimiento, pero no era su palacio, que estaba enfrente.
Aunque él viviría en el palacio de los Fonseca y Lapilla, en la actual plaza de
la Soledad, que, aparte de más amplio, sería más seguro al estar en el centro
de la ciudad y no en la alcazaba.
El palacio de los Acevedos en la actualidad.
Se han acometiendo obras de
restauración en lo único que quedaba en pie del palacio, que es la torre, bajo
la dirección de la arquitecta Carmen Cienfuegos Bueno, con una inversión de
326.110,20 € por parte del Gobierno central junto con la torre de Santa María.
Como en toda obra de este tipo, ha recibido críticas por ser quizá demasiado
agresiva en su acabado exterior. De momento, se ha descubierto el nivel del
suelo que podría ser el original, con un empedrado de cantos rodados y ladrillo
a sardinel, con restos de muros de lo que fueron las dependencias del palacio. De
la vivienda desgraciadamente, salvo lo que está enterrado, solo se conservan
restos del muro sureste, frente a la subida de la puerta del Capitel, donde se
aprecia una cornisa de doble ladrillo en «esquinilla» sobre teja, seguramente de
época o influencia mudéjar, como lo sería también el arco bilobulado de unas de
las ventanas que da hacia los antiguos depósitos de agua. Estos ladrillos mudéjares
en esquinilla también son visibles en un friso del interior de la torre de
Santa María del Castillo, junto a varias ventanas, de arco de herradura, ojival
y de medio punto.
Detalles del
interior de la torre antes y después de la restauración.
La torre de los Acevedos, que era de
tres plantas más azotea, está compuesta de muros de mampostería con refuerzos
de granito en las esquinas, aunque en la parte superior predomina el ladrillo y
bloques de adobe, quizá de alguna reconstrucción por las guerras o una
ampliación. En la fachada que da al suroeste, donde estuvo la vivienda, se
aprecian cajones de adobe y el hueco de una puerta cegada con dos pequeñas
ménsulas. También se aprecia la forma de la cubierta que tuvo a dos aguas,
quizá con doble pendiente. De la portada de piedra labrada que se menciona en
1779 nada queda. Han aparecido en el interior restos de varias quicialeras de
granito y lo que parecen peldaños curvos de mármol, que debieron pertenecer a una
escalera de lo que fue la vivienda.
Escudos del
apellido Acevedo en las fachadas de la torre.
El interior de la torre se encontraba en bastante mal estado, con forjados de madera y una escalera del mismo material, que han sido eliminados. En su parte superior tiene una bóveda de cañón que sostiene la terraza. Se han restaurado todos los muros de la torre, exteriores e interiores, y se han abierto varias ventanas abocinadas, pues algunas estaban cegadas. Se ha hecho una excavación en la base de la torre hasta el suelo original, donde se aprecia el gran relleno a base ripios. Se aprecia también en la parte baja unos muros que habían estado enterrados con un enfoscado de falsa cantería, o «cantería raspada», como se denominaba en la época, que imagino que es posterior al original, que está formado por esgrafiado de mortero de cal blanca rodeando la piedra. Este esgrafiado, típico de los siglos XV y XVI, se observa también en el puente de Palmas, la antigua casa de los Gómez de Solís de la alcazaba, el museo arqueológico o los dos cubos de la llamada en su momento puerta Nueva o puerta del Puente, hoy de Palmas, que hoy están cubiertos por una falsa sillería almohadillada con llagueado, que se añadiría en 1906 y que ya existiría anteriormente. En la fachada de la torre de los Acevedos que mira al museo ha aparecido un esgrafiado, muy borrado, que representa dos árboles enraizados (acebos) y un perro (galgo) entre ambos. Corresponde este escudo al apellido Acevedo o Acebedo, que proviene de Acebo, de origen gallego-portugués, la familia propietaria del edificio desde 1532 hasta 1797. Existen dos versiones de este escudo, con uno dos acebos y uno o dos perros. En este caso tendría la figura de otro perro que le falta, que ha desaparecido por la erosión. En la parte inferior aparece otro más pequeño y una flor grabada en una piedra de granito con una flor. Lo que parecen restos de la cabeza de otro galgo y un árbol a su izquierda, se pueden observar en la fachada que da a la subida desde la puerta del Capitel, aunque muy borrado por el paso del tiempo. La cabeza del galgo podría ser una pareidolia, pero se ve claramente un árbol a su izquierda.
Escudo del
apellido Acevedo.
Todos estos
monumentos serían construidos en la misma época y debió ser una moda muy
extendida en la nobleza. Estos dos tipos de enfoscado se aprecian también en la
llamada «Torrecilla»,
que fue la antigua sala de autopsias
del desaparecido Hospital Militar, colindante con la cabecera de la iglesia de
Santa María de Calatrava o de los Freiles, que perteneció a la Encomienda de
Casas de Calatrava. Esta torre, aunque hay autores que la datan en la época
árabe, yo me inclino más por la medieval; pudo pertenecer a la familia Gómez de
Solís. Conserva unos pequeños chaflanes en las esquinas de granito, similares a
los de la torre de los Acevedos y las del Museo Arqueológico Provincial de
Badajoz. Estos chaflanes pueden verse también en la catedral, en concreto en la
esquina de la capilla del Sagrario, del siglo XVI.
Estos esgrafiados también eran visibles en la torre de la antigua iglesia de Santa María del Castillo y que también está siendo sometida a labores de restauración. Han sido eliminados los de falsa sillería del siglo XIX que tenía encima del original. Es de imaginar que estas tres torres citadas son de la misma época. De la de los Acevedos solo podemos saber, de momento, que es anterior a 1532. La torre de Santa María del Castillo tiene en la parte superior un bajorelieve de la Virgen sedente con el Niño sobre su rodilla izquierda, ambos bajo un tejadillo a dos aguas y bajo él el escudo del obispo Gómez Suárez de Figueroa (1479-1485). Entre estas fechas se remataría la parte superior. El conjunto está rodeado por un alfiz de ladrillo lucido con mortero de cal. En la parte baja figura el escudo de un obispo anterior: Juan de Morales (1461-1470), bajo una ventana con restos de una piedra de mármol blanco, probablemente de origen visigodo.
Casa-torre de los Acevedos. Obras de excavación. Han aparecido los restos de los muros del palacio y suelo original.
Esta piedra parece que procede de un enterramiento y dice: ES DE FELIX RUIS, Nº 7. Como los restos siguientes, parece ser que son de otra excavación que se depositaron dentro de la torre.
Notas: (1) Si
el lector desea saber más sobre la larga historia de esta casa, le
recomiendo este trabajo: CASTELLANOS BOTE, Pedro: Estudio histórico de
la Casa del Cordón de Badajoz: Las casas de Alonso de Silva, el Loco, y el
comendador Gómez de Moscoso. Apuntes para la historia de la ciudad de
Badajoz. Bicentenario (1816-2016). Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos
del País. Tomo XI. Año 2016. Págs. 47-84. (2) Expresión del latín en que se designa la
posesión no solo real o corporal, sino también de los derechos y otros bienes
inmateriales. (3) Hoy
solo queda su iglesia como parroquia del apóstol San Andrés. (4) Parece ser que esta
caballería y la dehesa de Hinojales pertenecieron a la Encomienda de Casas de
Calatrava al menos desde 1530. Cfr: MARTÍN NIETO, Dionisio A. La encomienda de Casas de
Calatrava y su iglesia de Santa María en la ciudad de Badajoz, pertenecientes
al partido de la Serena de la Orden de Alcántara. Revista de Estudios
Extremeños. Tomo LXIV N. 2. Mayo-agosto de 2008. Pág. 811. (5) El marquesado de
Orellana fue un título nobiliario concedido por el rey Felipe III en 1610. En
1643 Felipe IV reemplazó este marquesado por el de la Lapilla, al conceder a
otro linaje el de Orellana la Vieja.
Fuentes: Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Nobleza de Extremadura Primera parte de Alejandro de Silva Barreto y Almeida de 1710.
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