16.
Estudio histórico de la Casa del Cordón de Badajoz: las casas de
Alonso de Silva, el Loco, y el comendador Gómez de Moscoso.
© Pedro Castellanos
27 de abril de 2018
Actualización del 18 de noviembre de 2018
Actualización del 18 de noviembre de 2018
Introducción. Datos sobre su
entorno.
En este artículo voy a tratar de dar a conocer gran
parte de la historia y subsanar algunos errores sobre lo poco que se conocía
sobre esta importante casa señorial del siglo XV o XVI. Es la más antigua de la
plaza de España, hoy sede del Arzobispado de Mérida-Badajoz. Este trabajo, que ya publiqué en papel en 2014, es
probablemente el mayor estudio histórico que se haya hecho sobre una casa noble
en Badajoz. Es llamada vulgarmente como Casa del Cordón, por el cordón
franciscano de estilo gótico que rodea casi toda su portada de granito decorado
con ménsulas en forma de florón. El cordón, entrecruzado en el dintel, tiene
cuatro vueltas, aunque lo normal es que tengan tres o cinco, como aparece en
otras casas homónimas de la época en Burgos, Zamora, Palencia, etc. Hoy es un
solo edificio, pero antiguamente eran tres casas con fachada a la plaza de
España y calles Obispo San Juan de Ribera, Hernán Cortés y Muñoz Torrero, junto
a otras accesorias de menor importancia en la parte trasera. La calle Obispo se
llamaba en el siglo XVI Real del Hospital
de Ntra. Sra. de la Piedad, por el hospital fundado en el siglo XV, que
hacía esquina a la plaza de España y a la calle Obispo. Más tarde se
convertiría en cuartel de la Piedad y, entre 1800 y 1804, en el teatro Cómico
(teatro Principal), que por la calle Obispo tuvo el Café de la Lealtad y Gabinete de Lectura, ambos propiedad del
comerciante catalán Jaime Carles Busquet. Todo el edificio fue subastado el 25
de noviembre de 1891. Fue derribado y sobre él, añadiendo el chaflán (1), se construiría entre 1892 y 1894 el nuevo hotel Central, cuyo propietario fue
Jesús Herrero Rincón, antes situado en la calle Meléndez Valdés nº 34 (2).
La plaza de
España era conocida antiguamente como campo
de San Juan y más tarde plaza del
Rey, aunque por los avatares políticos tuvo, entre otros, los de plaza de la Constitución, plaza de Isabel II
y plaza de la República, hasta
1936, en el que adquirió su actual denominación. Hernán Cortés era antiguamente
una calle secundaria, hacia donde daban numerosos corrales, conocida en el
siglo XVI y parte del XVII como calle que
baja del hospital de la Piedad a la plazuela de Juan Bravo y luego Canónigo Morquecho. A partir de 1624 y
durante todo el XVIII se llamó Portería
de Santa Catalina, por el convento que más tarde se convertiría en el Instituto General y Técnico o Instituto de Segunda Enseñanza, luego
llamado Bárbara de Braganza. La calle
Muñoz Torrero se llamó en el siglo XVI Canónigo
Ruy Pérez de Monroy. Desde principios del XVII se llamó Bachiller Alonso Sánchez Ñame, nombre
abreviado después como Ñame, el más
común, o deformado como Ñamen. También se llamó Gómez de la Rocha, porque en esa calle
vivió el alcalde mayor del consistorio y alcalde mayor de sacas Gómez de la
Rocha Ulloa. Desde finales del siglo XVIII hasta 1890, se llamó Gobernador Viejo, o abreviadamente como
Gobernador. Este nombre seguramente
hace referencia a Pedro Manrique, gobernador del fuerte de San Cristóbal en el
último tercio del siglo XVIII, ya que en esta calle tuvo su casa en aquella
época. No me consta que la Casa del Cordón haya sido palacio del gobernador, como afirman algunos autores.
Ñame no hace referencia a una planta, como cita algún cronista, sino al
mencionado bachiller, que debió ser un personaje muy importante en su época.
Este autor además la identifica erróneamente con la calle actual Francisco
Pizarro, lo que ha producido confusiones que se han ido arrastrando
posteriormente.
Casa del Cordón en la actualidad.
La casa más importante, citada en plural como casas principales, era la central (casa nº 1), que tiene la
mencionada portada de granito y una torre, figurando en su fachada el escudo de
la familia Andrade, de primitivo origen
gallego, que fue propietaria de ella desde finales del siglo XVII, durante todo
el XVIII y parte del XIX. La segunda, de pequeñas proporciones y accesoria a la
anterior, es la que hace esquina a la actual Hernán Cortés (casa nº 2), donde
existió en la planta baja la famosa confitería y coloniales La Perla, de Rafael Alonso, fundada en
1892 y con el número 11. Después fue de su esposa, Eulogia Bengoa Arriola.
Ella, ya viuda, vivía justo enfrente, en el número 3 de la calle Obispo, en una
interesante casa reconstruida en parte por el arquitecto Francisco Vaca en
1935. También eran propietarios de la confitería sus hijos Rafael y Pilar
Alonso Bengoa. Ella estuvo casada con el conocido poeta, cronista taurino y
concejal badajocense Manuel Alfaro Pereira. Se cita en los documentos antiguos que la casa nº 2 estaba frente a la
torre del convento de Santa Catalina, del que fue patrono el obispo Juan Marín
de Rodezno. La casa nº 3 era la que hace esquina a la calle Muñoz Torrero y
plaza de España, que perteneció desde 1629 a la Hermandad y Cofradía de la
Santa Misericordia y luego al Real Hospicio hasta su desamortización. Muchos la
recordarán por haber sido en su planta baja hasta 1998 el Salón de Juegos Recreativos San Juan. Hasta 1950 fue la imprenta y
papelería La Económica, de Joaquín
Sánchez López, año en que fue sustituida por una sucursal del Banco de Santander. No estuvo aquí la imprenta La Milagrosa, como afirma algún autor, sino en el local contiguo a la farmacia Camacho. Justo enfrente de La Perla existió, al menos desde 1896, otra sucursal de la famosa pastelería La Cubana, de Sebastián Nicolás Miguélez, con el número 1 de la calle Moreno Nieto. Estaría en el mismo local donde antes estuvo el Café de la Lealtad.
Las casas de Alonso de Silva
Alvarado, el Loco, VI señor de la dehesa de los Leales. Casa central o
principal y la accesoria (1 y 2).
Casa del Cordón en 1984.
En la parte superior derecha se aprecia el doblado que se hizo entre 1663 y 1672 por Isabel de Porras.
En la parte superior derecha se aprecia el doblado que se hizo entre 1663 y 1672 por Isabel de Porras.
Construcción
de la casa entre los siglos XV-XVI. Reseñas sobre las familias Silva, Figueroa,
Acevedo y Bazán.
No sabemos la fecha exacta en la que se construyó,
pero todo parece indicar que sería en esta época. La primera persona que he
documentado que habitó la casa fue el clérigo Tomé (Tomás) López. Ello explicaría quizá
el cordón franciscano y la clave con la cruz de malta que
tiene una de las bóvedas de crucería del patio porticado. La cruz de malta, junto al cordero, son los símbolos del cabildo catedralicio de Badajoz. Por lo tanto, es posible que perteneciera a la catedral. Después de Tomé, desde fecha desconocida, fue propiedad
de Alonso de Silva Alvarado, que fue el VI señor de la dehesa de los Leales de
Jerez de los Caballeros, apodado «el Loco», que estuvo casado con Mayor Bazán. El
genealogista y alguacil mayor de Badajoz Íñigo de Argüello Carvajal, citaba que
Alonso era apodado así porque mató a un canónigo de la Catedral de Badajoz
cuando de noche iba a «maitines», por cuyo motivo se empezaron a hacer los
rezos de día en la catedral. Alonso donó las
casas como dote a su hija Usenda Bazán Portocarrero (citada a veces como Usenda
de Silva Bazán), que se casó con Rodrigo Pacheco Portocarrero, hijo de Pedro
Pacheco Portocarrero, II señor de las Sirgadas, esposo de su prima Juana
Pacheco Portocarrero, con casa solariega en Jerez de los Caballeros. Usenda y
Rodrigo, ahora vecinos de Jerez de los Caballeros, daban poder a su criado
Gonzalo Sánchez Caballo para poder venderla en 1576:
Unas casas principales con otras accesorias que
nosotros habemos y tenemos y nos pertenecen en la ciudad de Badajoz, que
hubimos y nos fueron dadas en dote y casamiento y por donación de los señores
doña Mayor de Bazán y don Vasco Hernández [sic] de Silva, nuestra madre,
hermano y cuñado y por renunciación de la señora doña Elvira, hermana de mí, la
dicha doña Usenda, monja profesa en el monasterio de la Luz, extramuros de esta
dicha ciudad [de Jerez] y por legítima de mí, la dicha doña Usenda. Que fueron
y quedaron las dichas casas por bienes del señor don Alonso de Silva, nuestro
padre y suegro, difunto, que linda con la plaza de San Juan de la dicha de
ciudad de Badajoz y con calles públicas que están junto al hospital de la
Piedad. Y para que podáis recibir, cobrar y haber los maravedíes y precio, por ser como somos al presente menores de 25 años y mayores de 12. En
Jerez, cerca [sic] de Badajoz, estando en las casas de nuestra morada, viernes,
a postrero día del mes de agosto de 1576.
Detalle de la portada.
1576. Venta de las tres casas de
Usenda Bazán a su hermano Vasco Fernández de Silva.
El mencionado Gonzalo Sánchez Caballo, criado de
Rodrigo Pacheco y su esposa Usenda Bazán, otorga la escritura de venta:
Por
virtud del dicho poder en los dichos nombres, por esta carta, que vendo
realmente, por juro de heredad, desde hoy, día de la fecha, para siempre jamás,
a vos, Vasco Hernández de Silva, vecino de esta dicha ciudad de Badajoz, para
vos y para vuestros herederos, conviene a saber: unas casas principales con
otras dos accesorias junto a ellas, que fueron de Tomé López, clérigo, las
dichas casas los dichos señores don Rodrigo y doña Usenda, su mujer, tienen en
esta ciudad de Badajoz, en la plaza de San Juan, linda de una parte con casa de
los herederos del racionero Alonso Yanes y por otra parte con calles reales por
dos partes. Las cuales dichas tres moradas deslindadas os vendo en los dichos
nombres, con todas sus entradas y salidas, libres de todo censo, tributo o hipoteca por precio y
cuantía de 530 ducados de a once reales cada ducado.
El comprador fue el comendador Vasco Fernández de
Silva, VII señor de los Leales, hijo del ya difunto Alonso de Silva Alvarado.
Alonso de Silva había contraído primeras nupcias en Badajoz con Teresa de
Acevedo de Chaves, hija de Diego de Acevedo de Chaves, que era señor del
mayorazgo y casa de los Acevedo en Badajoz y de Blanca Sotomayor Figueroa, hija
de Hernando (o Fernando) Sotomayor e Isabel de Silva, III señores de las
dehesas de Bótoa en Badajoz y de Cubillos en Villar del Rey. Teresa era hermana
de Francisco López de Acevedo Chaves, fundador del mayorazgo de los Acevedo de
Badajoz, que murió sin sucesión. Vasco Fernández de Silva era hijo del
mencionado Alonso de Silva y de su segunda esposa, Mayor Bazán, natural de
Jerez de los Caballeros, hermana de Juan Bazán, señor de La Granja. Del
matrimonio entre Alonso y Mayor nació también la mencionada Usenda de Silva
(Usenda Bazán en el documento de 1576), esposa de Rodrigo Portocarrero, vecinos
de la localidad pacense de Valle de Matamoros. Este Vasco Fernández de Silva
contrajo matrimonio con Beatriz de Figueroa Aguilar, hija de Rodrigo de
Orellana, VII señor de Orellana la Vieja y de Isabel de Aguilar Figueroa, esta
hija de Mencía de Aguilar y Gonzalo Ruiz de la Vega, comendador de Lobón,
miembro de la Orden de Santiago, además de maestresala de los Reyes Católicos.
Voy a citar, por la importancia de esta familia, que el mencionado Rodrigo de
Orellana y su esposa Isabel de Aguilar Figueroa vivieron en un palacio en la
Alcazaba de Badajoz. Hoy es Museo Arqueológico Provincial. Antes, Elvira de
Aguilar y su marido Bartolomé Sánchez de Badajoz, alcalde mayor de Badajoz en
1434, señor de las dehesas de Jimonete y Fuente Domendo (cercana a Valverde de
Leganés), mandaron construir este palacio o casa-fuerte «de fábrica majestuosa, cuya puerta guardan dos muy altas torres de
fuerte cantería, y tiene otra [torre] de tres esquinas a las espaldas, con un
escudo de cal raspada con tres barbas, que parece son las de Barbuda; y en los
arcos del patio se ven muchos escudos con las armas de Córdoba, Aguilar,
Figueroa».
Palacio que fue de Rodrigo de Orellana e Isabel de Aguilar, hoy Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.
18 de
enero de 1593. Heredan las casas los dos hijos de Vasco Fernández de Silva:
Alonso y Rodrigo de Silva Orellana.
La heredaron
a partes iguales. Alonso era el VIII señor de los Leales y Rodrigo fue el
noveno, vecino y regidor perpetuo de Jerez de los Caballeros. Rodrigo se llamó
así por su abuelo materno, Rodrigo de Orellana, que estuvo casado con Isabel de
Aguilar. Rodrigo de Silva Orellana estuvo
casado con Francisca de Silva Vargas, hermana de Gabriel de Silva, XII señor de
Higuera de Vargas, e hija de Francisco de Silva, señor de Fagundo, y de Isabel
Suárez de Figueroa. La partición de bienes entre los dos hermanos
se hizo en Jerez de los Caballeros el 18 de enero de 1593.
Detalles de los capiteles visigodos reaprovechados en el patio gótico.
12 de febrero de 1602. Venta de
la mitad de un censo de la casa principal a María de Paredes.
El propietario de la mitad de la casa como ya hemos
visto fue Rodrigo de Silva Orellana, quien vendió un censo que tenía esta casa
el 12 de febrero de 1602, ante un escribano de Jerez llamado Francisco Sánchez,
que ya no se conserva. El censo lo compró María de Paredes, abuela del capitán
de infantería Diego de Cabrera Chaves, esposo de Catalina Suárez de Alvarado.
Rodrigo de Orellana Silva, al parecer, murió en Jerez de los Caballeros en ese
año de 1602.
21 de enero de 1614. Venta de la mitad de la casa
principal y una accesoria al canónigo de la catedral de Badajoz Miguel de Mesa
Villalobos.
La casa fue pregonada varias veces en la plaza
Pública de Badajoz (plaza Alta), siendo su mayor postor el clérigo, presbítero
y canónigo Miguel de Mesa, que como otros, querría vivir lo más cerca posible de
la catedral. El canónigo hizo postura el 29 de diciembre de 1613. La casa se le
remató el domingo 5 de enero de 1614 por la tarde. Francisca, ya viuda de Rodrigo, vecina de Jerez de los Caballeros, en nombre
de su cuñado Alonso, vecino y regidor perpetuo de Jerez, se la vende al
canónigo:
La mitad de unas casas principales con otras
accesorias a ellas, que dicha mi parte tiene en la dicha ciudad de Badajoz,
juntas y por partir con la otra principal que fue de don Vasco de Silva, menor,
mi hijo, y del dicho mi marido, las
cuales dichas casas están a donde dicen el campo de San Juan de la dicha
ciudad, en la calle Real del Hospital de Ntra. Sra. de la Piedad, enfrente del
dicho hospital, que lindan con casas por la una parte de don Gómez de Moscoso y
calle del Bachiller Ñame y casas pequeñas que fueron de don Vasco de Silva, y
por otra parte con casas del canónigo Morquecho y otros linderos. Las cuales
dichas casas así deslindadas, la grande, que sale a la calle del Canónigo
Morquecho y un corral pequeño que sale a la calle del Bachiller Ñame, entre
casas de don Gómez de Mijas y casas pequeñas que fueron del dicho don Vasco de
Silva y entra en la vista ¿? un aposento que está metido en las casas pequeñas,
con sus aposentos altos y bajos, salas, cámaras y recámaras, entresuelos,
bodegas, vergel y corral grande en la calle del Canónigo Morquecho y un corral
pequeño que sale a la calle del Bachiller Ñame, entre casas que se remataron a
don Nuño de Mendoza y casas de don Gómez de Moscoso.
Alonso de Silva Orellana otorgaba un poder desde Madrid a su cuñada
Francisca de Silva, vecina de Jerez de los Caballeros, para poder vender la
casa en su nombre el dos de octubre de 1613:
Yo, don Alonso de Silva y
Orellana, vecino y regidor perpetuo de la ciudad de Jerez de los Caballeros,
estante al presente en esta Corte [Madrid], otorgo por esta carta que doy mi
poder a la señora doña Francisca de Silva, mi cuñada, vecina de la dicha ciudad
de Jerez de los Caballeros, especialmente para que por mí y en mi nombre pueda
vender y venda a cualesquiera persona o personas, y por el precio de maravedíes
que se concertare al contado o fiado, unas
casas principales que yo tengo y me pertenece la mitad de ellas, como uno de
los herederos de don Vasco Fernández de Silva, mi padre, que son en la ciudad
de Badajoz, en el campo de San Juan, enfrente del hospital de Nuestra Señora de
la Piedad, y asimismo pueda vender y venda otra casa accesoria que está junto a
la dicha casa principal, enfrente de una puerta del dicho hospital de Nuestra
Señora de la Piedad, linderas, la cual dicha casa principal y accesoria
pueda vender y venda con cargo de la pensión que se paga a la iglesia mayor de
la dicha ciudad, que son 100 maravedíes, poco más o menos, de que me toca la
mitad, y asimismo con cargo de 500 ducados de suerte principal de un censo que
está impuesto sobre la dicha casa y otros bienes que se pagan réditos a doña
Elvira de Figueroa Laso de la Vega, monja profesa en el monasterio de Santa
Lucía de la dicha ciudad de Badajoz, con que de la mitad del precio en que se
vendieren las dichas casas, principal y accesoria, se haya de quitar y redimir
dicho censo de los dichos 500 ducados, o lo que alcanzare la dicha mitad del precio
de las dichas casas, las cuales venda con todas sus entradas y salidas, usos,
costumbres, derechos y servidumbres.
El 21 de enero de 1614, Fernando de Mesa Villalobos, vecino de Badajoz,
pero que en ese momento estaba en Jerez de los Caballeros, hacía un
reconocimiento de censo y de la venta de la casa en nombre de su hermano
Miguel. En la escritura aparece el fiador de este: Cristóbal de Mesa, clérigo,
presbítero y racionero de la Catedral de Badajoz:
Digo que por cuanto el dicho
canónigo Miguel de Mesa, mi hermano, ha comprado a la señora doña Francisca de
Silva, viuda, mujer que fue del señor don Rodrigo de Orellana, difunto, unas
casas principales con otras accesorias a ellas, en la ciudad de Badajoz, que
son las que fueron de don Vasco Fernández de Silva, que están a donde dicen el
campo de San Juan y calle Real del Hospital de Ntra. Sra. de la Piedad,
enfrente del dicho hospital, las cuales lindan por una parte con casas de don
Gómez de Moscoso, y calle del Bachiller Ñame, y
otras pequeñas que fueron del dicho don Vasco de Silva y con calle del Canónigo
Morquecho y otros linderos en precio de 622 ducados, con 200 maravedíes de
pensión perpetua en cada un año que se pagan al cabildo de la Iglesia Catedral
de dicha ciudad, de que la dicha señora doña Francisca, por la parte que a sí y
a don Vasco de Silva, su hijo, toca y pertenece la mitad de todas ellas, tiene
al dicho canónigo Miguel de Mesa, mi hermano.
El canónigo pagó 311 ducados para redimir (quitar) un censo que tenían
las casas, de Antonio de Chaves, de 3.300 reales y 4 maravedíes. Pagó además 15
ducados que tenían las casas de otro censo de «suerte principal», y otro censo
que tenía doña Elvira de Figueroa, monja del convento de Santa Lucía de
Badajoz.
Fachada lateral de la calle Hernán Cortés en 1998. Fotografía: Juanjo Benítez.
21 de enero de 1614. El canónigo
Miguel de Mesa compra la otra mitad de la casa.
Y la otra mitad de la de ella, a dicha doña Francisca, por precio y
cuantía de 632 ducados, descontando de ellos diez ducados por el valor de 200
maravedíes de pensión perpetua que tienen las casas pequeñas accesorias a la
principal, en favor del cabildo de la Santa Iglesia de esta ciudad. Y porque las dichas casas se
venden para redimir y quitar las pensiones y censos que están impuestos y
cargados sobre las dichas casas y otros bienes. Y aunque en el remate de las
medias casas me obligué a pagar los 311 ducados luego de contado, ha sido y fue
que dentro de los tres años primeros siguientes, redimiré y quitaré los
dichos 622 ducados de censo a la persona o personas a quien se debieren. En la
dicha ciudad de Badajoz, en casa del dicho canónigo, a 17 días del mes enero de
1614 años.
22 de
noviembre de 1638. El canónigo Miguel de Mesa deja las casas a su hermano
Fernando de Mesa en su testamento.
Este testamento se realiza en la localidad pacense
de Almendral, donde se encontraba de forma casual el canónigo. Por las guerras con el reino de Portugal se arruinó la villa de Almendral. Se cita que se quemaron todos los documentos notariales de la localidad y, entre ellos, los del escribano donde se realizó este testamento. Aunque no era cierto por lo que yo he podido comprobar. El caso es que para evitar que se perdiese, se manda protocolizar de nuevo, pero en Badajoz, el 15 de septiembre de 1676. En este testamento el canónigo Miguel de Mesa aparece que estaba enfermo en cama. Nombraba heredero universal a su hermano Hernando (sic) de Mesa. Si la nieta de este último, hija de Francisco de Mesa y de Magdalena Negrillo muriese sin hijos, dejaba una manda pía de sus bienes, para casar huérfanas en la villa de Burguillos y se le darían a cada una 50 ducados. Habiendo parientes, las más pobres doncellas sería las preferidas a las demás. Dejaba por patrono al vicario de la villa de Burguillos.
10 de septiembre de 1644.
Reconocimiento de censo de la casa principal que hace el regidor Fernando de
Mesa Villalobos.
Yo, Fernando de Mesa Villalobos,
vecino y regidor de esta ciudad de Badajoz, digo que por cuanto ante la
Justicia Real de ella, doña Beatriz Calderón, viuda de Gil Núñez de la Cruz,
por lo que le tocaba, y como madre y tutora de sus hijos y del dicho su marido,
intentó pleito de demanda contra mí, diciendo que por el año de 1608, a cuatro
días del mes de febrero, ante Sancho García, escribano, difunto, don Alonso de
Mesa y doña Catalina de Figueroa, su mujer, y el canónigo Miguel de Mesa, de
mancomún, impusieron a censo al quitar en favor de Teresa Sánchez, la Roma,
difunta, vecina que fue de esta ciudad, 150 ducados de plata de principal sobre
sus personas y bienes, y en especial, sobre unas casas de morada en esta
ciudad, calle de la Moraleja (3), lindan con
casas que fueron del canónigo Muñoz y callejas que van al convento de frailes
de señor San Francisco (4), que son las casas
que fueron del canónigo Fernando de Mesa, asegurándola por suya propia y libre
de vínculo y otro gravamen. Y por haber sucedido en derecho de la dicha Teresa
Sánchez, la Roma, el dicho Gil Núñez y por haber muerto el dicho don Alonso de
Mesa, se había sabido que dichas casas eran del vínculo y mayorazgo que sobre
ellas fundó el dicho canónigo Fernando de Mesa Segura, lo cual, aunque lo
sabían los dichos [fragmentado] porque el uno lo había habido por bien y el
otro había sido testigo de la fundación, no lo declararon, por lo cual, tenían
obligación en conformidad de la dicha escritura, y por el dolo que cometieron
de hacer buena dicha venta, dando bienes cuantiosos sobre dicho censo es de
seguro y bien parado o pagarles los corridos hasta la real restitución. Y dicha
obligación tenía yo como heredero del dicho canónigo Miguel de Mesa, mi
hermano, obligado de mancomún y como persona que tenía en mi poder embargado
para dicho efecto los bienes del dicho don Alonso de Mesa, la cual dicha
demanda se recibió a prueba, habiéndoseme notificado, y por parte de dicha doña
Beatriz se hizo probanza y se presentaron algunas escrituras. Y estando
conclusa para sentencia, habiendo visto y comunicado dicho pleito con letrados
de ciencia y conciencia e informado bien de ello, por ser como es justicia y
obviar pleitos que son costosos, y por redimir la vejación y costas, he tenido
como tengo por bien de hacer y otorgar dicha escritura. Por tanto, que
reconozco por dueña y señora de dicho censo de dichos 150 ducados de plata de
principal y sus corridos a la dicha doña Beatriz Calderón, viuda, y a quien
sucediere, a la cual y a los suyos después de ella, me obligo y a los míos de
dar y pagar en cada un año 82 reales y medio en una paga, que hacen los
corridos de dicho censo de a veinte y uno, conforme la pragmática de su Majestad. Y será la primera paga que se ha de hacer a cuatro del mes de febrero
del año venidero de 1645.
Y para más seguridad de la suerte principal y corridos de este dicho
censo, lo impongo y sitúo y cargo sobre unas casas principales y otras dos
accesorias, que eran del dicho canónigo Miguel de Mesa, mi hermano, que están
las principales en la plaza y campo de San Juan, lindan con casas de la parte
de arriba con casas que están de esquina, que son de la Hermandad de la
Misericordia, y por la parte de abajo, hacen esquina para la calleja que va a
la portería del convento de monjas de Santa Catalina, con una puerta falsa que
sale a dicha calleja. Y las otras dos accesorias están en la calle que dicen
del Bachiller Ñame, que lindan la una con la otra, y ambas por la parte de
arriba con ventanas de dichas casas principales, y por la parte de abajo con
casas que fueron del dicho bachiller Ñame, que de presente son del licenciado
Antonio Díaz Méndez, cura del Sagrario de la catedral de esta ciudad.
En este documento ya aparecen construidas dos casas en los patios
traseros, que en 1614 citan como «corral
grande en la calle del Canónigo Morquecho y un corral pequeño que sale a la
calle del Bachiller Ñame», es decir, con salida a las calles Hernán Cortés
y Muñoz Torrero.
31 de enero de 1647. Fundación del patronazgo de
Beatriz Calderón, viuda de Gil Núñez de la Cruz, con un censo de la casa
principal.
Hago, instituyo, fundo un patronazgo de legos perpetuo, con carga de
misas, para que mi alma y las de mis difuntos gocen del sufragio de ellas, el
cual fundo de 82 reales y medio de renta de cera que en cada un año está
obligado a pagarme Fernando de Mesa Villalobos, vecino y regidor de esta
ciudad, de unas casas principales y otras
accesorias a ellas, que todas son tres moradas, y están las principales en la
plaza de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, enfrente del hospital de
Ntra. Sra. de la Piedad, y lindan con casas pequeñas que están a la esquina que
vuelve a la calle de Ñame. Las otras dos están en la dicha calle de Ñame, y
lindan la una con la otra, ambas con ventanas de la dicha casa principal y
otros linderos, y se pagan a cuatro de febrero de cada año, como más largamente
se declara en las escrituras del dicho Hernández de Mesa, que en mi favor
otorgó. Y el dicho censo no ha de quedar sujeto a bienes eclesiásticos,
ni a subsidio, ni escusas, por cuanto queda instituido por patronazgo de legos,
con la dicha carga de misas, nombro por primer poseedor del dicho patronazgo al
licenciado don Juan Calderón, clérigo de evangelio, mi hijo. Y después de sus
días a don Diego Calderón, asimismo mi hijo, y a sus hijos y descendientes,
prefiriendo el mayor al menor, aunque sea hembra. Y a falta del dicho don Diego
y de sus hijos y descendientes, suceda en el dicho patronazgo doña María
Calderón, mi hija, mujer de don Fernando del Águila, vecino y regidor de esta
ciudad y sus hijos y descendientes. Y a falta de todos los susodichos, suceda
en el dicho patronazgo el pariente más cercano de nosotros.
14 de
abril de 1649. Fernando de Mesa Villalobos deja las casas a su hija Catalina de
Mesa.
Fernando otorgó testamento cerrado el 14 de abril
de 1649 ante el escribano de Badajoz Juan González Halconero. Desgraciadamente
no está incluido dentro del protocolo, pues era una costumbre en este tipo de
testamentos porque su contenido era secreto.
17 de noviembre de 1662. Venta de un censo redimible de
la casa principal por el capitán de infantería Diego de Cabrera Chaves y su
mujer Catalina Suárez de Alvarado, vecinos de Badajoz, a favor de la capellanía
que fundaron Juan Sánchez Valverde y su mujer.
Decimos que ante Francisco Sánchez, escribano, a 12 de febrero de 1602 años, Gonzalo de la Rocha
Chaves, vecino y regidor de esta ciudad, en nombre de don Rodrigo de Orellana y
Silva, vecino de la de Jerez, y en virtud de su poder, vendió a María de
Paredes, abuela materna de mí, el dicho capitán, 235 reales y medio y 7
maravedíes de censo al quitar, por precio de 3.300 reales que pagó, los cuales
impuso sobre los bienes contenidos en dicho poder, sobre las casas principales en esta ciudad, campo de San Juan, enfrente
de Ntra. Sra. de la Piedad, linda con casas que entonces eran de Juan Martín,
zapatero, y otros linderos, en que sucedió con dicha carga Miguel de Mesa,
canónigo que fue de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, difunto, y por
fin y muerte de don Antonio de Cabrera y doña Isabel de Chaves Mendoza, padres
de mí, el dicho capitán, por parte de doña María de Mendoza y doña Juana de
Figueroa Cabrera, mis hermanas, se pidió decisión y partición de los bienes que
quedaron por su fin y muerte, ante Juan de Quesada Grajera, escribano del
número de esta ciudad, y se nombraron tasadores y contadores, y fueron citados
para ello el capitán don Antonio de Cabrera, mi hermano, y don Juan de Araque,
capitán de caballos reformado, como padre y legítimo administrador de don
Fernando de Araque, su hijo, y de doña Mencía de Cabrera, su mujer, difunta, mi
hermana, hijos y herederos que fuimos de dichos mis padres. Y ante dicho
escribano, por la Justicia Real de esta ciudad, en 23 de enero de este presente
año de 1622, se aprobaron dichas cuentas, y entre los bienes que se me
aplicaron, se me adjudicó el dicho censo de 15 ducados en cada un año que se
pagan de las dichas casas de dicho canónigo Miguel de Mesa. En virtud de la
cual dicha aplicación, en 15 de este mes, por ante el presente escribano, el
deán y cabildo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, como patrono de la
manda pía del racionero Francisco García Jarillo, otorgó a mi favor carta de
pago y redención en forma de 2.640 reales de vellón con los corridos de los
mismos de suerte y principal que impusieron los dichos mis padres, por
escritura ante Francisco Zambrano de Bolaños, escribano que fue de número de
esta ciudad en ella, a 20 de septiembre de 1637, a favor de dicha manda pía, ante
el licenciado don Francisco López Arango de Espinosa, arcediano titular en la
dicha Santa Iglesia, provisor de esta ciudad y su obispado, en orden a que
quería vender dichos 15 ducados de censo para dotación de las capellanías que
mandaron fundar Juan Sánchez Valverde y María Sánchez, su mujer, difuntos,
vecinos que fueron de esta ciudad, de que son primeros capellanes Francisco
Doblado, racionero de dicha Santa Iglesia y Francisco Miguel Adegüero,
presbítero, vecino de esta ciudad, en precio de 335 ducados en favor de la
dicha mi abuela materna.
En los autos citan que el capitán y su mujer venden «para siempre
jamás» a favor de la mencionada capellanía que fundaron Juan Sánchez Valverde (5) y su mujer,
los 15 ducados de censo redimible que cada año se les pagaban de las
mencionadas casas del canónigo Miguel de Mesa. Los 335 ducados los cobraron del
presbítero Juan Rebolero Ruiz, de los 4.618 reales que quedó debiendo el
difunto José de Barrera Grajera, que depositó el abogado Juan Herrera Grajera,
su hermano.
13 de diciembre de 1670. Catalina
de Mesa, viuda de Francisco de Toro Negrillo, deja en su testamento las casas a
su única hija, Isabel de Toro Mesa.
Pedía ser enterrada en la iglesia de Santa María de la Encina de
Burguillos del Cerro, donde estaban enterrados sus abuelos, en la parte baja de
la capilla mayor, debajo de los llamados escaños de la Justicia. Declaraba que solo
tenía a su hija Isabel, que era menor, de siete años. Nombraba como tutor y
curador de ella a su primo Cristóbal Leal Sotomayor, vecino de Burguillos. Dejaba
como universal heredera a su hija. El 26 de octubre había enviado un poder al canónigo
de la Catedral de Badajoz Alonso Ruiz del Álamo. Le pedía arrendar los bienes
que tenían en la ciudad de Badajoz, que quedaron por muerte de Hernando de
Mesa, abuelo de Catalina, y los del difunto canónigo Miguel de Mesa. El 22
de diciembre de 1670 Gabriel de Medina Muñiz, corregidor y justicia mayor de
Burguillos, hacía el inventario de los bienes muebles y raíces de la ya difunta
Catalina de Mesa que tenía en Burguillos, Usagre y en la ciudad de Badajoz.
Cristóbal Leal Sotomayor se haría cargo de la custodia de la niña.
4 de febrero de 1671. Se arriendan
las tres casas por cuatro años al pagador general del Ejército Bartolomé
Rodríguez de Andrade.
Isabel de Mesa era todavía menor de edad, por lo que el arrendamiento lo
hacía su tutor y curador Cristóbal Leal Sotomayor, y la cita así:
Unas casas de morada principales
y otras accesorias por bajo de ellas, en el campo de San Juan, que por la parte
de arriba linda con casas de la Misericordia, y por la parte de abajo hacen
esquina que vuelve a la calle de la portería del convento de Santa Catalina. Y
asimismo, le da en este arrendamiento otras casas en la calle de Ñame, que
lindan por detrás con dichas casas principales, que todas tres son de la dicha Isabel
de Mesa, por cuatro años.
Por las casas principales y accesorias contiguas tendría que pagar 80
ducados y por las de la calle de Ñame 18, por los días de san Juan y Navidad. Isabel
confesaba haber recibido de Bartolomé 700 reales de vellón. Durante este
arrendamiento no podría venderlas, darlas a censo, ni cederlas a nadie.
9 de julio de 1676. Venta de las
casas principales y accesorias por Isabel de Toro Mesa y su ya esposo Bernabé
Sánchez de Liaño Arjona a José Antonio Vélez de Guevara Ortiz, marido de
Catalina Antonia de Andrade Frías, hija del ya difunto Bartolomé Rodríguez de
Andrade.
Aunque la casa la hereda Isabel de Toro Mesa, que
tendría 14 años, aparece primero su marido, por una costumbre de aquella época,
además de que ella tenía que pedirle permiso para poder hacer la venta. El
matrimonio era residente habitual en la localidad pacense de Burguillos del
Cerro, pero en esos momentos se encontraban en Zafra. Por ello otorgaban un
poder el 27 de mayo de 1676 a Juan Amador Naharro de Aguilar, racionero entero
en la Catedral de Badajoz, para que en su nombre buscase compradores. En este
documento se hace la descripción más completa de las casas que conocemos:
Unas casas principales en esta dicha ciudad [de
Badajoz] que se componen de diez aposentos altos, corredores y azotea, con su
torre, y de diez aposentos bajos, con su patio, y en él una cisterna y con su
cocina y despensa baja, con zaguán, corredores bajos, jardín con árboles, un
patio pequeño, caballerizas y tres corrales, en la plaza de San Juan, de
frente del hospital de la Piedad. Que alinda por la parte de arriba con casas
pequeñas que son de la Misericordia. Y por la parte de abajo con casas pequeñas
que hacen esquina, que son del dicho don Bernabé de Liaño y su mujer. Por los
corrales linda con casas de don Diego de Carvajal, en precio de 24.000 reales
de vellón. Y asimismo, otras casas pequeñas por bajo de las principales que
aquí se hace mención, y hacen esquina de frente del convento de Santa Catalina,
que vuelve a él y a su portería, que se compone de dos aposentos bajos y su
casa delantera, en precio de 2.500 reales. Que estas dos moradas de casas están
en dicho campo de San Juan, a donde dan vista y de ellas se baja por la calle
hacia el campo de San Francisco. Y asimismo, otra casa, calle de Ñame, que por
la parte de arriba linda con dicha casa principal, y por la de abajo con casas
que tiene a censo Pedro Martín Barbero, y tiene la casa delantera con dos
aposentos bajos y tres altos y una azotea, en precio de 5.000 reales.
Las tres casas hacían un total de 31.500 reales, de
los cuales se tendrían que rebajar los censos por los que estaban hipotecadas.
Eran los siguientes: 165 reales a la capellanía que fundó Juan Sánchez
Valverde, de la que eran capellanes en ese momento el racionero Francisco
Doblado y Francisco Miguel de Adeguero; 100 reales a Ana de Mesa, religiosa en
el convento de la Concepción de la localidad pacense de Almendral. Supongo que
era familia del canónigo Miguel de Mesa Villalobos; 82,5 reales a la capellanía
que fundó Francisco de Espinosa, de la que era capellán Pedro Arango de
Espinosa; 61 reales y 20 maravedíes redimibles a la capellanía del beneficiado
Juan de Zafra, de la que era capellán Tomás de Escobedo y 200 maravedíes
perpetuos que se pagaban a la fábrica de la Catedral de Badajoz.
Breve genealogía de los Mesa de Burguillos del Cerro.
El licenciado Francisco de Mesa Sandoval contrajo matrimonio con Magdalena Negrillo en Burguillos el 14 de abril de 1625 en la parroquia de Santa María de la Encina. Él era hijo de Hernando (o Fernando) de Mesa Villalobos y de la difunta Catalina de Sandoval. La novia, Magdalena Negrillo, era hija del difunto Gaspar López Negrillo y de María Álvarez. Se les desposó a las puertas de la iglesia y se velaron. Hernando de Mesa contrajo matrimonio con Catalina Sandoval el 25 de septiembre de 1600, en presencia de Cristóbal de Mesa, racionero de la Catedral de Badajoz, estando a las puertas del convento de la Limpia Concepción de la villa de Burguillos. Hernando de Mesa era hijo de Francisco de Mesa e Isabel Malpica. La novia, Catalina Gómez de Mesa, era hija de Diego González Bueno y de Isabel Gómez de Mesa, vecinos de la villa. Francisco de Toro Negrillo contraía matrimonio con Catalina de Mesa en Burguillos el 12 de mayo de 1640 en la parroquia de Santa María de la Encina. Él era hijo de Juan de Toro Negrillo e Isabel Belmúdez (sic), vecinos de la villa. Catalina de Mesa era hija del licenciado Francisco de Mesa Villalobos y de Magdalena Negrillo. El padre del novio, Juan de Toro Negrillo, hijo de Juan Blasco Negrillo y de Mayor Álvarez, se casó el 1 de mayo de 1588 en la misma parroquia de Burguillos, con Isabel González (Isabel Belmúdez), hija de Pedro González Bueno y de María Belmúdez.
Breve genealogía de los Mesa de Burguillos del Cerro.
El licenciado Francisco de Mesa Sandoval contrajo matrimonio con Magdalena Negrillo en Burguillos el 14 de abril de 1625 en la parroquia de Santa María de la Encina. Él era hijo de Hernando (o Fernando) de Mesa Villalobos y de la difunta Catalina de Sandoval. La novia, Magdalena Negrillo, era hija del difunto Gaspar López Negrillo y de María Álvarez. Se les desposó a las puertas de la iglesia y se velaron. Hernando de Mesa contrajo matrimonio con Catalina Sandoval el 25 de septiembre de 1600, en presencia de Cristóbal de Mesa, racionero de la Catedral de Badajoz, estando a las puertas del convento de la Limpia Concepción de la villa de Burguillos. Hernando de Mesa era hijo de Francisco de Mesa e Isabel Malpica. La novia, Catalina Gómez de Mesa, era hija de Diego González Bueno y de Isabel Gómez de Mesa, vecinos de la villa. Francisco de Toro Negrillo contraía matrimonio con Catalina de Mesa en Burguillos el 12 de mayo de 1640 en la parroquia de Santa María de la Encina. Él era hijo de Juan de Toro Negrillo e Isabel Belmúdez (sic), vecinos de la villa. Catalina de Mesa era hija del licenciado Francisco de Mesa Villalobos y de Magdalena Negrillo. El padre del novio, Juan de Toro Negrillo, hijo de Juan Blasco Negrillo y de Mayor Álvarez, se casó el 1 de mayo de 1588 en la misma parroquia de Burguillos, con Isabel González (Isabel Belmúdez), hija de Pedro González Bueno y de María Belmúdez.
28 de noviembre de 1680. Venta de
un censo de las tres casas a favor del vínculo que fundó la monja María
Hernández Ruiz del Álamo.
Comparecían Catalina de Frías Rasal, ya viuda de Bartolomé Rodríguez de Andrade,
junto a sus dos hijos, Juan y Antonio de Andrade Frías. También comparecía Nuño
Antonio de Chaves Figueroa, maestre de campo de un tercio de infantería del
Ejército de Extremadura y regidor de Badajoz, en virtud de un poder que tenían
de José Vélez de Guevara Ortiz, vecino que fue de Badajoz, que ahora lo era de
Almendralejo, en nombre de su mujer Catalina Antonia de Andrade Frías,
diciendo:
Que vendemos desde el día de la
fecha en adelante, para siempre jamás a favor del vínculo que fundó María
Hernández Ruiz del Álamo, religiosa profesa en el convento de señora Santa Ana
intramuros de esta ciudad y su abadesa y quien en su causa hubiere, 20 ducados
de vellón de censo redimible en cada un año que nos obligamos a dar y pagar,
todos juntos, en una paga el día primero de noviembre de cada un año. Lo
imponen por precio de 400 ducados de vellón que recibimos de mano de la dicha
doña Juana del Álamo, poseedora del dicho vínculo, que son los mismos que el
canónigo don Alonso Ruiz del Álamo, su hermano, poseedor que fue de él, tuvo
obligación de imponerlos, como heredero de su padre y el dicho convento se
obligó a lo mismo, y por la presente agregación que hace la dicha doña Juana
del Álamo, de los dichos 400 ducados de principal a favor del dicho vínculo,
por ser caudal de la susodicha en tres
moradas de casas en esta ciudad, en la plaza de San Juan, que las principales
están enfrente del hospital de la Piedad, y las accesorias, que hacen esquina
enfrente de la torre del convento de Santa Catalina. Y otra de las accesorias
hacen esquina [sic] a la calle de Ñame, y estas lindan con casas de Pedro
Martín, barbero. Y de todas ellas se pagan 414 reales y 16 maravedíes de
vellón de pensión y censo cada un año en esta manera: 165 reales a las
capellanías que fundaron Juan Sánchez Valverde y María Sánchez Crespo, su
mujer, de que es capellán el racionero Francisco Doblado Atienza; 82 reales a
la capellanía que fundó el prior canónigo don Francisco López de Espinosa, de
que es capellán don Pedro Arango de Espinosa; 100 reales a doña Ana de Mesa,
religiosa profesa en el convento de la Concepción de la villa del Almendral; 61
reales y 20 maravedíes a la capellanía que fundó el beneficiado Juan de Zafra,
de que es capellán don Tomás de Escovedo y Chaves; todos redimibles. Y los 200
maravedíes que faltan, perpetuos, a la fábrica de la Santa Iglesia Catedral de
esta ciudad, a los plazos que pareciere.
Y las dichas casas las hubo el
dicho don José Vélez por escritura de venta que de ella a su favor otorgó el
racionero don Juan Amador Naharro de Aguilar, en virtud de poder de don Bernabé
[de] Liaño y doña María de Mesa, su mujer, vecinos de la villa de Burguillos
[del Cerro], con el gravamen de los censos arriba dichos, en precio de 23.000
reales. Y con que siempre y al continuo hemos de tener y tendrá las dichas
casas bien tratadas, laboradas y reparadas de lo necesario, por manera de que
vayan en aumento y no en detrimento. Y con que no se han de poder partir ni dividir
las dichas casas, aunque sea entre sus herederos, ni vender o donar, trocar o
cambiar.
Me llama la atención en este documento que ya solo son tres casas en
total: la principal (con la portada del cordón), la accesoria (la de La Perla)
que hacía esquina a Hernán Cortés y otra accesoria en la calle Muñoz Torrero.
La cuarta, que se cita en 1647, contigua a la anterior, la poseía ahora Pedro
Martín.
5 de octubre de 1714. Venta del
censo de la casa principal al doctor Pedro Casas Guerrero por Fernando de
Arguello Vargas Carvajal, sucesor del vínculo que fundaron Ana y María Ruiz del
Álamo.
Lo compró el doctor y presbítero pacense Pedro Casas Guerrero y cita: un censo de 400 ducados de principal, y los
réditos que corresponden según la nueva pragmática de su Majestad, que en cada
un año paga al dicho vínculo don Alonso de Andrade Frías, veedor y contador de
la gente de guerra y comisario real de los ejércitos de su Majestad, de sus casas y las accesorias, por una y
otra, en el campo de San Juan de ella, que por la parte de abajo hacen esquina
frente de la torre del convento y religiosas de señora Santa Catalina, y por la
parte de arriba, a la calle de Ñame, que estas lindan con casas de Pedro
Martínez Barbero, los cuales dichos 400 ducados impusieron sobre las casas
principales y las dos accesorias doña Catalina de Frías, viuda, mujer que fue del
pagador Bartolomé Rodríguez de Andrade, el capitán don Juan de Andrade y el
dicho don Alonso de Andrade y Frías, hijos de la dicha Catalina, y el maestro
de campo don Nuño Antonio de Chaves.
5 de marzo de 1723. Liberación
del censo de las tres casas a favor del comisario de guerra del Ejército Alonso
Antonio de Andrade Frías por el presbítero Pedro de Alcántara Casas, sobrino
del difunto presbítero Pedro Casas Guerrero.
De las casas de mi morada y
accesorias a ellas, que están en el campo de San Juan, y la accesoria, la una a
la calle de Ñamen [sic], y la otra a la esquina que mira al convento de
religiosas de Santa Catalina, de las cuales pago un censo de 400 ducados a la
capellanía que fundó el doctor Pedro Casas Guerrero, médico, presbítero, persona
honesta del Santo Oficio, de que es capellán don Pedro de Alcántara Casas,
presbítero de esta ciudad, hago consignación, depósito y paga real de 200
ducados, mitad del principal.
En el auto del provisor y vicario general del obispado se cita que se
había mandado que esta cantidad se guardase en el arca de depósitos del
convento de las Descalzas de Badajoz el 7 de noviembre de 1722. El depósito se
hizo en el locutorio del convento el 25 de noviembre de este año, estando
presente la vicaria, Catalina de Santa Teresa y algunas diputadas. Se
ingresaron 2.200 reales de vellón (que equivalían a los 200 ducados) en nueve
doblones de ocho escudos de oro cada uno y lo restante en «plata menuda».
26 de noviembre de 1799. Alonso
de Andrade Moriano deja la casa donde vivía del campo de San Juan a sus hijos
Ana y Manuel de Andrade Alvarado.
Les dejaba la mitad a cada uno, fue en la memoria que realizó, ya muy
enfermo, pidiendo además que se donase la cama donde expirase, con su ropa y
colchones, al hospital de San Sebastián de Badajoz. Manuel nació en Badajoz en
1747, de estado soltero, fue comendador de Villaescusa de Haro (Cuenca),
mariscal de campo, gentil hombre de su Majestad y estuvo al servicio del
príncipe de Asturias.
29 de septiembre de 1825. María
de las Lágrimas Andrade Frías (sic) hipoteca la casa de la plaza del Rey nº 15
para pagar a su hijo Francisco Muñoz de Andrade la manutención cuando se le
nombrase oficial de milicias.
Se trataba de la casa nº 1 y nº 2, es decir, la principal y la accesoria
que hacía esquina a la calle Hernán Cortés. El documento dice lo siguiente:
Que por cuanto su hijo legítimo
don Francisco Muñoz de Andrade intenta recurrir a la piedad del rey, nuestro
señor (que Dios guarde), suplicándole se sirva concederle la gracia de oficial de
milicias en los provinciales de Lorca, Murcia [ciudad] o Segovia, y necesitando
para conseguirla acreditar tener asistencias de diez reales diarios, la
compareciente, como buena madre, y por hacerle merced y buena obra, otorga que
se obliga en la más solemne forma a suministrar a su referido hijo don
Francisco Muñoz diez reales [de] vellón diarios desde que se conceda la gracia
de oficial en cualquiera de los regimientos citados de Lorca, Murcia o Segovia,
que se extenderá en vía de alimentos. Y a ello obliga todos sus bienes,
presentes y futuros, a la especial hipoteca una casa de su propiedad, sita en
la plaza del rey de esta población, número 15, que linda por la derecha, a su
entrada, con otra de los herederos de Fernando Rabanal, y por la izquierda hace
esquina a la calle Portería de Santa Catalina. Cuya casa que gana en
arrendamiento diario de 18 reales la hubo la compareciente por herencia de su
difunta tía doña Ana de Andrade [Alvarado]. Y promete no venderla ínterin
subsista esta obligación alimenticia, acudiéndole con los reparos precisos en
idea de que vaya en aumento y no en decadencia, pudiéndose sacar la finca de
tercero poseedor.
31 de marzo de 1827. Venta de la
casa principal por José de Andrade Martínez, su hermana María de las Lágrimas y
Manuela Muñoz de Andrade a Juana Topete Arguello, viuda condesa de la Torre del
Fresno.
Eran los nietos de Alonso de Andrade Moriano. José era caballero de la
Orden de Alcántara y regidor perpetuo del Ayuntamiento de Badajoz. Su hermana
María de las Lágrimas, era esposa de Manuel Muñoz de Vargas, capitán del
Regimiento de Infantería de Fernando VII. José Paulino era «curador» de Manuela
Muñoz de Andrade, hija menor de la mencionada María de las Lágrimas. Había
habido bastantes problemas por la herencia de Ana de Andrade Alvarado, no en
vano, se pidió la nulidad de su testamento. El caso es que citan que la casa
lindaba por la derecha, entrando, con la de la viuda y heredera de Fernando
Rabanales (casa nº 3). Por la izquierda, lindaba con la casa en la que vivía
Pedro Vinagre (casa nº 2). El precio de venta fue de 88.700 reales, rebajados
280 del capital de un censo perpetuo que anualmente se pagaban a la fábrica de
la Catedral de Badajoz. La viuda condesa Juana Topete Arguello era natural de
Badajoz e hija de Joaquín Topete Aponte, teniente coronel de las Milicias
Provinciales de Trujillo, caballero del hábito de Alcántara y de su prima
Micaela de Arguello Topete (hija de Fernando de Arguello Pérez de Guzmán,
natural de Llerena y de Juana Manuela Topete Barco, natural de Alcántara). La
condesa se trasladó desde su anterior domicilio en la plaza de las Descalzas,
(edificio conocido después como Capitanía General) a la Casa del Cordón. Su
marido, el III conde de la Torre del Fresno Toribio Vargas Grajera, había sido
maestrante de la Real Maestranza de Ronda, regidor perpetuo del Ayuntamiento de
Badajoz, brigadier de los reales ejércitos, coronel del Regimiento de
Infantería de Extremadura y gentil hombre de cámara de su Majestad. Como es
sabido, fue asesinado el 30 de mayo de 1808 en una motín por la sospecha de que
había traicionado al rey Fernando VII. Se le acusaba de que era partidario de los invasores
franceses durante la Guerra de Independencia, aunque no era cierto. Fue
enterrado en el panteón familiar en el convento de las Descalzas, situado en el
lado del evangelio del altar mayor. Ni un año estaría en el cargo de
gobernador, pues el título se lo concedió el rey en el Palacio Real de Madrid
el 28 de julio de 1807. Siendo mariscal de campo de los reales ejércitos realizó
el «juramento y pleito homenaje» de gobernador militar y político de la plaza
de Badajoz en el palacio del napolitano Juan Carrafa de la Roccella, caballero
de la Orden de San Juan, teniente general de los ejércitos, capitán general de
la provincia de Extremadura y presidente de su Real Audiencia. Se le nombraba
por la marcha de Carlos de Witte Pau.
11 de abril de 1831. La casa
principal se adjudica a Petra Grajera Topete, esposa del teniente coronel
retirado de caballería y marqués de la Aliseda Mariano de Rojas Orellana.
Fallece la condesa Juana Topete y es enterrada en
el Campo Santo de Badajoz, supongo que se refiere al cementerio llamado de
Santa Engracia, pues el Cementerio Viejo, luego llamado «Cementerio General o
Católico», se inauguró en 1839. Pidió que la enterrasen en hábito carmelita,
con toca y velo, siendo conducido su cuerpo por seis frailes del convento de
San Gabriel. Había pedido también ser enterrada «en una caja nueva, pero sin lujo, forrada de bayeta negra». Tenía
en propiedad catorce casas en Badajoz, en las calles San Blas, Santa Lucía,
Arias Montano, Felipe Checa, Joaquín Sama, Chapín, Suárez Somontes y Martín
Cansado. La suya de la plaza de las Descalzas fue saqueada en la Guerra de la
Independencia, perdiendo «mucha plata
labrada y demás cosas de valor». La que tuvo en la calle Santa Lucía, con
el número 15, la hipotecaba en 1828 por 8 reales al día para ayudar a su nieto
Carlos Leopoldo de Combes Grajera. Lo haría para que este fuese guardia de
Corps y hasta que llegase a ser subrigadier. Esta casa lindaba por la derecha
con la de María de las Nieves Godoy, que debió ser familia de Manuel Godoy.
A Juana Topete Arguello le quedaron vivas las
siguientes hijas: María del Carmen, la primogénita, que hereda el título de
condesa de la Torre del Fresno. Se casó en el año 1800 con el brigadier Vicente
María de Obando Obando, marqués de Camarena la Real, señor del castillo y
casa-fuerte de la Arguijuela (Cáceres), gentil hombre de cámara de su Majestad,
alférez mayor de Cáceres y coronel agregado al Regimiento de Infantería de
Extremadura en Badajoz. Era hijo del difunto Vicente Francisco de Obando Rol de
la Cerda Mendoza Bazán Díez Aux de Armendáriz Castejón Solís, caballero
comendador de Vállaga y Algarba en la Orden de Alcántara, teniente general de
los reales ejércitos y capitán general de la provincial de Extremadura, y de
Cayetana de Obando Ulloa Fordo y Calderón de la Barca, vecina de Cáceres. María
del Carmen se casó en segundas nupcias con Fulgencio Fuster, conde de Rocha. No tuvo descendencia de sus dos matrimonios, por ello, el
título de condesa pasa a su hermana Joaquina; Florencia, casada con Francisco
Álvarez Caballero (residente en Brozas, Cáceres); Joaquina, casada con Carlos
María de Combes y de David, comandante del escuadrón del Regimiento de Navarra
VII de Ligeros y caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo,
condecorado con varias cruces y distinciones por acciones de guerra, jefe de la
remonta general del reino establecida en Úbeda (Jaén); Petra, que estaba casada
con Mariano de Rojas Orellana, marqués de la Aliseda, teniente coronel retirado
de caballería, vecino de Trujillo. Tras fallecer Juana Topete Arguello se hace
el inventario y partición de bienes entre sus cuatro hijas. La Casa del Cordón
de la entonces plaza del Rey número 15 se le adjudica a Petra, siendo tasada en
1831 por los maestros alarifes Domingo Quirós y Vicente Rodríguez en 99.372
reales.
Juan, Francisco e Isabel Vinagre renuncian al usufructo de la casa calle de la Portería de Santa Catalina nº 11, para que se venda en los fines piadosos que en su testamento dispuso su tío Ildefonso Vinagre. 16 de agosto de 1856. Venta de la casa a don Carlos de Combes, a quien convenía por estar colindantes y en la misma planta de su casa. Hoy su planta baja es salón de actos del arzobispado.
El 26 de julio de 1856 comparecían Juan Vinagre, presbítero y beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz, Francisco Vinagre e Isabel Vinagre, hermanos, hijos legítimos del difunto Francisco Vinagre. Decían que Ildefonso Vinagre, hermano de su padre, había fallecido y hecho testamento. Tenía sus dos casas en la entonces calle Portería de Santa Catalina, hoy Hernán Cortés. Se las dejó en usufructo al padre de los tres hermanos y después a ellos. Una vez que fallecieran se vendería y se repartiría su importe a los pobres y en sufragios por su alma. Sin embargo, el provisor del obispado citaba que una de las casas, la que hacía esquina a la calle de la Portería de Santa Catalina y volvía a la del Obispo, que fue adquirida por su tío Ildefonso el 5 de marzo de 1817 por 5.500 reales, necesitaría ser prontamente reedificada. Se cita que «nuestros intereses podrían salir grabados, atendida la cantidad del precio que por su estrechez gana en arriendo». Por la última voluntad de su tío habían deliberado renunciar a su usufructo, para que se vendiese y su importe se utilizase como él quería.
Juan, Francisco e Isabel Vinagre renuncian al usufructo de la casa calle de la Portería de Santa Catalina nº 11, para que se venda en los fines piadosos que en su testamento dispuso su tío Ildefonso Vinagre. 16 de agosto de 1856. Venta de la casa a don Carlos de Combes, a quien convenía por estar colindantes y en la misma planta de su casa. Hoy su planta baja es salón de actos del arzobispado.
El 26 de julio de 1856 comparecían Juan Vinagre, presbítero y beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz, Francisco Vinagre e Isabel Vinagre, hermanos, hijos legítimos del difunto Francisco Vinagre. Decían que Ildefonso Vinagre, hermano de su padre, había fallecido y hecho testamento. Tenía sus dos casas en la entonces calle Portería de Santa Catalina, hoy Hernán Cortés. Se las dejó en usufructo al padre de los tres hermanos y después a ellos. Una vez que fallecieran se vendería y se repartiría su importe a los pobres y en sufragios por su alma. Sin embargo, el provisor del obispado citaba que una de las casas, la que hacía esquina a la calle de la Portería de Santa Catalina y volvía a la del Obispo, que fue adquirida por su tío Ildefonso el 5 de marzo de 1817 por 5.500 reales, necesitaría ser prontamente reedificada. Se cita que «nuestros intereses podrían salir grabados, atendida la cantidad del precio que por su estrechez gana en arriendo». Por la última voluntad de su tío habían deliberado renunciar a su usufructo, para que se vendiese y su importe se utilizase como él quería.
Se cita el 4 de agosto que el producto de la casa desde hacía muchos años era el de 75 reales mensuales, que habían servido para pagar las contribuciones y reparos de la casa, que tenía el nº 11 de la calle Portería de Santa Catalina. Esta casa tenía 5 habitaciones, dos bajas, que caían a la calle de Santa Catalina. Los altos correspondían a otra casa, propia de Carlos de Combes, cuya entrada estaba en el campo de San Juan (hoy plaza de España), es decir, al principio de la citada calle de Santa Catalina, en la acera de la derecha, según se bajaba al campo de San Francisco. Tenía otra habitación baja y dos altas, que caían para la mencionada calle Portería de Santa Catalina, perteneciendo los bajos de esta y lo alto y lo bajo al mencionado Carlos de Combes.
En la cabeza del testamento de Ildefonso Vinagre, otorgado el 2 de octubre de 1833, se cita que era soltero, natural de Salvatierra de los Barros, residente en Badajoz capital, hijo del Ildefonso Vinagre y de María de la Concepción, ambos difuntos. Se encontraba enfermo y se cita una cláusula relativa al legado de la mencionada casa: «Dejo a mi hermano Francisco Vinagre por los días de su vida las dos casas de mi propiedad en la calle Portería de Santa Catalina números 8 y 11. Y por su fallecimiento a sus hijos, mis sobrinos. Y después de estos se venderán por mis albaceas y se repartirán en limosnas para los pobres y sufragio por mi ánima». Nombra albaceas al presbítero Faustino Izquierdo y a José Paulino. Por su único heredero nombraba a su alma, pues no tenía herederos forzosos (hijos). Verificado su muerte, se invertiría todo en limosnas para los pobres.
Se procede a la tasación de la casa por Domingo Martínez, maestro mayor de obras de fortificación de la plaza, en presencia del arquitecto Francisco Morales [Hernández]. Fue el 11 de agosto de 1856. La casa nº 11 de la calle Portería de Santa Catalina, esquina a la de Santa Catalina (hoy Obispo), tenía 507, 5 pies cuadrados. Era de forma rectangular, ocupaban las dos piezas que daban frente a las calles construidas debajo de la planta principal de la casa de Carlos de Combes, de 135 pies cuadrados, también de la misma forma rectangular. Tenía otra pieza más interior en su planta baja, la alta y tejados y 558 la que se encontraba formada sobre el techo de otra baja que pertenecía a Carlos de Combes. Ambas estaban formadas por muros de mampostería y tapias de tierra (como se aprecia en la foto de Juanjo Benítez), techos de madera, ladrillo y teja. Tenía tres puertas y una ventana. Atendiendo al mal estado en que se encontraba la mayor parte de ella, componentes y al preferente lugar donde estaba en la población, estas cinco piezas intercaladas en los diferentes usos de la casa inmediata, se calculaba que valían en venta 6.124 reales. Se cita que la casa se compró en 1817 por 5.500 reales. Como estaban mezcladas con las de Carlos de Combes, se le comentaría por si quería comprarlas por el precio de la tasación. El 14 de agosto se le notifica a Carlos de Combes, que el mismo día cita que estaba interesado en comprarlas en las condiciones anteriores. Aparece un auto del licenciado Manuel de Obeso, presbítero, provisor y vicario general del obispado, natural de Requejo (Cantabria), donde pide que se haga la escritura de venta por 6.124 reales y se cumpliese la voluntad del testador. El 2 de octubre se hace entrega del dinero al capellán Vicente Agustín Pardo para el fin citado, firmado por el obispo.
Fotografía: Juanjo Benítez.
Las casas
del comendador Gómez de Moscoso Figueroa o de la Hermandad de la Santa
Misericordia (casa 3).
28 de abril de 1629. Donación de la casa por Francisco de Moscoso Maldonado a la Hermandad de la Santa Misericordia.
El propietario o inquilino más antiguo que conozco de esta casa sería el racionero Alonso Yanes, como parece indicar la escritura de venta de la casa principal de 1576. Luego fue de Gómez de Moscoso Figueroa, comendador de la localidad pacense de Azuaga, en poder entonces de la Orden de Santiago, como cita el documento de la casa principal del 21 de enero de 1614, que era hijo de Suero Vázquez de Moscoso e Isabel de Contreras. La Cofradía de Ntra. Sra. de la Antigua Piedad tenía su sede en la Catedral de Badajoz. Más tarde, el obispo fray Pedro de Silva (1461-1479) les donó un solar para que levantasen iglesia y hospital justo enfrente. La Cofradía de la Piedad fue fundada sobre 1485 y fue absorbida por la Cofradía de la Misericordia, que se apropió de sus rentas, con reglas aprobadas por el obispo Cristóbal de Lobera el 2 de agosto de 1616. Francisco de Moscoso Maldonado era natural de Badajoz, caballero de la Orden de Santiago en 1598, hijo de los badajocenses Rodrigo de Moscoso Vera e Isabel Maldonado Figueroa. Francisco las donó a la hermandad el 28 de abril de 1629 ante el escribano de Badajoz Manuel Xuárez (Suárez), pero desgraciadamente ya no se conserva el documento original. La casa tenía una carga de 6 ducados de pensión que se pagaban al hospital de la Vera Cruz y, tras la donación, otra carga: dos misas rezadas el día de san Francisco y el de santa Catalina mártir, que fue la condición que impuso el donante. Por las pequeñas proporciones que tenía no sería el lugar donde residiera la familia Moscoso.
La casa de la esquina de la derecha perteneció a la Hermandad de la Santa Misericordia.
En el local estuvo la imprenta La Económica.
En el local estuvo la imprenta La Económica.
10 de mayo de 1649. Arrendamiento
de la casa a Juan González Zambrano.
El arrendamiento lo hace Cristóbal de Figueroa,
vecino de Badajoz, hermano de la Cofradía y Hermandad de la Santa Misericordia,
en nombre de ella, por acuerdo realizado en un cabildo:
Unas casas que la dicha hermandad
tiene en esta ciudad, en el campo de San Juan, linda por una parte con casas
del canónigo Miguel de Mesa, difunto, y por la otra a la esquina que vuelve a
la calle de Ñame, por tiempo de 9 años, por precio de 12 ducados cada uno,
pagados en dos pagas iguales por el dicho día de san Juan y el de Navidad.
9 de septiembre de 1657.
Concesión de censo perpetuo de las casas por Inés Vázquez de Olivera, viuda de
Diego Sánchez Malos Sabores, al alférez Bernabé de Velasco.
Desde hoy, día de la fecha, para
siempre jamás, doy a pensión y censo perpetuo a Bernabé de Velasco, alférez de
la compañía del capitán don Gabriel de Teca, vecino de esta ciudad, para el
susodicho y para sus herederos y sucesores, a saber, unas casas de morada que
tengo y poseo en esta dicha ciudad, en la calle que dicen del Bachiller Alonso
Sánchez Ñame, que lindan de una parte con casas de Antonio Cuello, barbero, y
por otra parte con casas de María Sánchez, viuda de Juan Rodríguez ¿Cojos?,
barbero, de las cuales se pagan cinco ducados de pensión y censo en cada un año a una capellanía de que es
capellán Sebastián Salgado, presbítero, capellán del coro de la Santa Iglesia
Catedral de esta dicha ciudad, y ocho ducados y medio a Juan de Ceballos,
presbítero, residente en la villa de Madrid, por día de san Juan y Navidad de
cada un año.
Esta casa la había dado a pensión Isabel Vázquez, madre de Inés Vázquez
de Olivera, el 8 de septiembre de 1658, ante el escribano de Badajoz Juan
González Halconero, aunque no aparece el documento dentro del protocolo
notarial. Isabel Vázquez, las poseyó de Isabel
de Ceballos el 31 de agosto de 1642, ante el escribano de Badajoz Jorge de
Mesa, protocolo que ya no se conserva. Se compró este censo con dinero de otro
que pagaba Juan Rodríguez de Silvera y después de este, Alonso Pérez Belmonte y
más tarde Alonso Hernández Dantés, que lo redimió.
8 de junio de 1663. Arrendamiento
de la casa a Isabel de Porras, viuda de Francisco de Morales.
Fernando Durán de Roco, tesorero de la Santa Hermandad de la
Misericordia, se las arrienda a Isabel por nueve años. El precio fue de 19
ducados cada año, pagados en dos pagas iguales, en los días de san Juan y
Navidad. Después se enumeran las condiciones para este arrendamiento que Isabel
tendría que cumplir a rajatabla:
Que durante los dichos nueve años
la dicha Isabel de Porras, en el aposento chico de la casa de este
arrendamiento, que tiene maderos, hará doblado con alfajías y ladrillo por
tabla, con toda perfección, y todo a su costa, sin descuento alguno. Que
durante los dichos nueve años, la dicha Isabel de Porras, a su costa, tableará
las paredes de dicha casa y correr a los tejados. Y si no lo hiciere a su
costa, se pueda mandar hacer. Que además de lo referido, la dicha Isabel de
Porras, de su voluntad, desde el día de san Juan de este presente mes en
adelante, da a la dicha hermandad y su tesorero en su nombre, unas casas que
tiene suyas propias en esta ciudad, calle [de] la Zarza (6),
linda con casas de Bartolomé Suárez, presbítero, y casas de Calahorrano, para
que goce de su alquiler durante los dichos nueve años, dándolas en
arrendamiento a la persona o personas que le pareciere. Las cuales suelen ganar
en alquiler seis ducados cada año y se pagan de ella siete cuartos y medio de
pensión a la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad. Y dicha hermandad, a su
costa o de dicho alquiler, ha de ¿entablar? las paredes y correr los tejados. Que
habiendo hecho la dicha Isabel de Porras el dicho doblado en las casas de este
arrendamiento, ha de gozar de allí en adelante de las dichas sus casas, calle
[de] la Zarza. Que si la dicha Isabel de Porras no hiciere el dicho doblado
durante los dichos nueve años, siendo cumplidos de allí en adelante, han de
quedar y quedan las dichas casas, calle [de] la Zarza, para la dicha hermandad, en
orden a que goce de ellas en propiedad y posesión de limosna.
20 de abril de 1679. Venta de
otro censo que tenía de la casa Isabel de Olivera a la Hermandad de la
Misericordia.
Declaraba el día 15 de marzo ante el licenciado Diego de Osuna Padilla,
provisor del obispado, que le pertenecía un censo perpetuo de 51 reales y medio
al año «sobre la propiedad de unas casas
en ella, en la calle de Ñame, que es mío propio, y ofrecí información de cómo
le era útil el comprar dicho censo a la Hermandad de la Misericordia de esta
ciudad». Por auto del 18 de marzo del mencionado provisor otorgaba
escritura de venta del censo a favor de la hermandad, «a razón de 24 el
millar». Se escrituran los «autos», citándose la venta del censo:
Que me pagan los herederos de
Bernabé de Velasco, de unas casas en esta ciudad, en la calle que dicen del
Bachiller Alonso Sánchez Ñame, que lindan por una parte con casas de Antonio
Cuello Barbero, y por otra con casas de María Sánchez, viuda de Juan Rodríguez,
que se me pagan en dos pagas iguales por los días de san Juan y Navidad. Y las
dichas casas son las mismas que dio a censo perpetuo Inés Vázquez de Olivera,
mi madre, viuda de Diego Sánchez Malos Sabores, al alférez Bernabé de Velasco,
vecino que fue de esta ciudad, en la dicha cantidad. Inés Vázquez, mi madre,
hubo la dicha casa de doña Isabel de Ceballos, por escritura de censo perpetuo
que otorgaron en 31 de agosto de 1642, ante Jorge de Mesa, escribano. Y después
la susodicha redimió un censo de dos ducados y medio que en cada un año se le
pagaban de las dichas casas Diego González Ricobayo, como consta de la carta de
pago y redención que otorgó el susodicho en 5 de septiembre del dicho año de 1642,
ante dicho Jorge de Mesa. Y lo vendió en 1.236 reales de vellón, a razón de a
24.000 el millar, por ser perpetuo.
30 de julio de 1799. La propiedad
de la casa pasa a la Real Casa Hospicio y es desamortizada. Venta a José
Crispín González Orduña, teniente coronel del cuerpo de Milicias Urbanas de
Badajoz.
Manuel del Hoyo, canónigo de la catedral, director y juez conservador de
la Real Casa Hospicio de Badajoz, citaba que por el real decreto de 19 de
septiembre de 1798 se mandaba la venta de todos los bienes pertenecientes a
hospicios, hospitales, casas de misericordia, de expósitos, cofradías, obras
pías, etc. El motivo era pagar las elevadas deudas de la Corona. La Hermandad
de la Misericordia ya no existía y sus bienes se agregaron al Real Hospicio de
Badajoz (futuro hospital Provincial). La casa la compra un miembro de una
poderosa familia de comerciantes y especuladores, José Crispín González Orduña, que en 1802 era capitán de la tercera compañía del primer batallón del Regimiento
de las Milicias Urbanas de la antigua dotación de Badajoz. El precio fue de 10.960
reales, citándose que la casa tenía un censo perpetuo de 3.300 reales.
24 de septiembre de 1810. Venta
de la casa por José Crispín González Orduña a Fernando Rabanales.
Once años después se vende por 18.000 reales y la cita así:
Una casa de morada, campo de San
Juan de esta población, que linda por la izquierda, entrando, con otra de Ana
de Andrade y Alvarado, y por la derecha hace esquina para la calle del
Gobernador Viejo, por la que linda con otra de Roque López, que fue de la misma
Ana de Andrade Alvarado, que la hubo por venta judicial y subasta de la Real
Casa Hospicio, donde estaban agregadas las rentas del hospital de la Misericordia,
a quien pertenecía la casa.
31 de octubre de 1828. Venta de
la casa por María Teresa Mino, viuda de Fernando Rabanal (sic) y su hijo Manuel
Rabanal Mino, a María Teresa González Orduña, esposa del teniente retirado Juan
Nepomuceno Ahumada Pineda.
María Teresa Mino y su único hijo heredaron varios bienes por muerte de
su marido y padre. Ahora la cita en la plaza del Rey:
Que en lo antiguo era campo de
San Juan, señalada con el número 14, que les pertenece en posesión y propiedad,
la cual linda, entrando en ella, a la derecha, con esquina que va a la calle
del Gobernador Viejo y con casas de la señora condesa viuda de la Torre del
Fresno, y por la izquierda con casa de la misma señora, y por la espalda la
rodea con casa de [la] referida señora. Cuya casa hubo su difunto esposo y
padre, respective, por escritura de venta real que a su favor otorgó don José
Crispín González Orduña en esta capital, a 24 de septiembre del año pasado de
1810, que es libre de todo tributo,
memoria, capellanía, vínculo, patronato, fianza y cualesquiera otra especie de
gravamen, y como tal se la venden en la cantidad de 26.500 reales de vellón.
6 de noviembre de 1856. La casa
es tasada por el arquitecto Francisco Morales Hernández en 22.120 reales.
Francisco Morales, natural de Salamanca, era arquitecto por la Real
Academia de San Fernando de Madrid, director de caminos vecinales y catedrático
de Matemáticas del Instituto de Segunda Enseñanza de Badajoz, futuro Bárbara de
Braganza. En esta tasación hace la descripción más completa de la casa que
conocemos, antes de empezar a ser reformada a finales del siglo XIX:
La casa que está construida en el
campo de San Juan, señalada con el número 14, comprende una extensión plana de
846 pies cuadrados, [78,60 m2] sin contar con los que [fragmentado]
medianería le corresponden terminada por el perímetro de su polígono hexagonal irregular,
uno de cuyos lados sirve de línea de fachada al citado campo de San Juan y otro
a la calle del Gobernador Viejo. El primero tiene 24 pies lineales [7,31
metros] y 34 el segundo [10,36 metros], sin
contar los medianeros; los restantes lados son de desiguales dimensiones y de
medianería con las casas contiguas. Consta de planta baja, principal y una
tercera adesvanada. La primera [baja] está distribuida en dos piezas que hoy
constituyen dos zaguanes, pasillo, sala, dormitorio, escalera y una despensilla
debajo, y en una de las mesetas el vertedero al lugar común. La principal, en
pasillo al desembarco de la escalera, dos salas, una alcoba y un cuarto
dormitorio cubierto a teja vana y la escalera que conduce a la tercera planta,
que tiene una cocina y una pieza adyacente que carga sobre las salas y alcoba
expresadas en la precedente. La fábrica material que la constituye consiste en
muros mixtos de tierra, mampostería, fábrica de ladrillo, madera, ladrillo por
tabla y teja, de que se componen los suelos y cubierta, cuyas partes están en
mediano estado de solidez, unas y otras en decadencia; así acontece con los
accesorios de puertas, ventanas, herraje de balcones y rejas. Por todo lo cual,
y atendiendo al sitio que tiene y ocupa en la población, taso en valor en venta
en la cantidad de 22.120 [reales] y en renta anual en la de 1.800.
Esta casa había sido de Juan Nepomuceno Ahumada Pineda (7), teniente de
los reales ejércitos nacionales, natural de Estepona (Málaga), hijo de Bartolomé
Ahumada e Isabel Pineda, que murió a los 78 años de cólera morbo asiático en
otra casa que tuvo en la calle del Granado (actual Meléndez Valdés) nº 29. No
tuvo descendencia, por lo que hereda la casa su esposa, María Teresa González
de Orduña. Tras morir esta, heredan los bienes a partes iguales los siete
sobrinos de Juan Nepomuceno.
11 de enero de 1857. Venta de la
casa por María Concepción Ahumada Arias a Carlos de Combes Grajera.
Carlos al parecer era soltero, natural de Cáceres y rico vecino de
Badajoz, nieto de la que fuera condesa de la Torre del Fresno Juana Topete.
Juan Nepomuceno Ahumada Pineda le dejó esta casa a su sobrina María Concepción,
natural de Marbella, en su testamento: «Lego
a mi sobrina doña Concepción Ahumada, hija de mi hermano don Manuel, la casa
campo de San Juan número 14, y cuanto se encuentre en alhajas, dinero, muebles
y ropas dentro de la casa de mi habitación». Fue vendida por 29.000 reales
y la cita así:
Una casa sita en el campo de San
Juan de esta referida población, señalada con el número 14, que linda, entrando
en ella, a la derecha, con esquina que sale a la calle del Gobernador Viejo, y
por la izquierda con casa del señor comprador, y por la espalda la rodea la
casa del referido señor comprador y otros linderos, cuya finca que hoy le
pertenece en propiedad y posesión a la otorgante, fue en lo antiguo de doña
María Teresa González de Orduña, vecina que fue de esta mencionada ciudad y
consorte de don Juan Nepomuceno Ahumada y por muerte de María Teresa González
de Orduña la adquirió don Juan Nepomuceno Ahumada, como heredero de aquella, y
por muerte del citado Ahumada le fue legada a la compareciente en su
testamento.
Ventanas superiores del patio gótico.
16 de enero de 1899. Se autoriza al conde de la Torre del Fresno a hacer
obras de reforma de la esquina de su casa y convertirla en local comercial.
Francisco Fernández Marquesta recibía autorización del ayuntamiento para
convertir en portado de entrada la ventana que tenía una reja de la fachada de
la entonces plaza de la Constitución, ahora con el nº 11 (antes fue el 14).
También pedía abrir un portado nuevo debajo del último balcón de la fachada,
que supongo era la ventana contigua, es decir, que estos dos portados estarían
en la futura sede de juegos recreativos, que es lo que yo interpreto. Por
último, pedía convertir también en portado la primera ventana que daba a la
calle Hernán Cortes. Con estas obras trataría de sacar beneficios a un local
tan bien situado en la plaza. El primer negocio del que tengo conocimiento de
su instalación aquí fue la famosa imprenta y papelería La Económica, de Joaquín Sánchez López, que ya existía en 1922 y lo
fue hasta 1950.
CASA DEL CORDÓN COMPLETA
Ya hemos visto en los documentos de 1856 y de 1857 que la familia del
conde de la Torre del Fresno, Carlos de Combes, completó la adquisición de las
tres casas con fachada hacia la plaza de España. En ellas se incluían las
accesorias, que formaban un único conjunto, que es el que conocemos hoy. Aunque
muy reformada, la casa gira en torno a un patio central acristalado de dos
alturas. Tiene ocho arcos de medio punto sostenidos por ocho columnas lisas de
mármol blanco, rosáceo y gris, coronadas por diferentes tipos de capiteles, al
parecer de origen visigodo, seguramente reutilizados de alguna construcción de
la alcazaba. Parece ser que algunas de ellas fueron añadidas en la reforma que hizo el arzobispado. Como curiosidad podemos citar que en uno de estos capiteles figura
un búho y que una de las columnas tiene como basamento un capitel invertido.
Los techos del patio están cubiertos en las cuatro esquinas por bellas bóvedas
de crucería. Una de las bóvedas posee una clave con una cruz de malta labrada en
granito. En la segunda planta se conservan tres ventanas con arcos escarzanos
sostenidas por cuatro columnas góticas de mármol blanco. La casa estuvo a punto
de ser derribada en los años 90 del pasado siglo, y se salvó en parte gracias a
la Asociación Amigos de Badajoz. En un lateral del patio figura una inscripción
de bronce que dice lo siguiente:
BAJO EL PONTIFICADO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II, EL REINADO DE SU
MAJESTAD DON JUAN CARLOS I, SIENDO PRIMER ARZOBISPO DE MÉRIDA-BADAJOZ DON
ANTONIO MONTERO MORENO, FUE INAUGURADA Y BENDECIDA ESTA SEDE ARZOBISPAL POR SU
EXCIA. RVDMA. DON MANUEL MONTERO DE CASTRO, NUNCIO APOSTÓLICO. LAUS DEO.
BADAJOZ, VIII DE JUNIO DE MMII. ARQUITECTO: EDUARDO ESCUDERO PINTADO.
Después de Carlos de Combes la heredó el senador por la provincia de
Badajoz Francisco de Asís Felipe Fernández Marquesta, VI conde de la Torre del
Fresno. No fue el único que la habitó al mismo tiempo, pues también lo hizo su
hermana, la también madrileña María de los Dolores Fernández Marquesta. Esta se
casó a los 17 años en la parroquia de San Andrés de Badajoz el 29 de noviembre
de 1868 con su tío, el también madrileño Rafael de Combes y de la Llave, de 26
años. Él era hijo del madrileño Leopoldo de Combes Grajera y de Francisca de
Paula de la Llave, natural de Cádiz. María de los Dolores falleció sin testar
en Badajoz el 12 de julio de 1908 a los 58 años, ya viuda. En su esquela figura
que la casa mortuoria era en la plaza de la Constitución nº 11, hoy plaza de
España, en el principal. Debe de tratarse de la misma casa donde vivía en 1932
Juan Murillo Pizarro, en los altos de lo que fue salón de juegos recreativos,
como veremos después.
Plano de la parcela con las casas primitivas.
Francisco de Asís Felipe Fernández Marquesta contrajo matrimonio a los
19 años también en la parroquia de San Andrés de Badajoz el 24 de enero de 1868
con la badajocense Dolores Pizarro Sainz, que tenía 22 años. A pesar de lo que
digan algunos autores, de este matrimonio tuvieron al menos tres hijos. El
mayor fue Francisco, que falleció en Madrid en 1884; María de la Concepción,
que falleció en Badajoz con tres años y medio el 16 de mayo de 1883, y
Ascensión Fernández Pizarro, que falleció en Badajoz el 10 de febrero de 1894,
a los 19 años. Por ello, sus padres le dedicaron en su memoria el conocido
jardín o parque Ascensión de la avenida de Elvas. Los condes se trasladaron
desde la Casa del Cordón a otra casa en la calle de la Moraleja, hoy Ramón
Albarrán, haciendo esquina a la calle Martín Cansado. Hoy, la planta baja de
este palacete es sede del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Badajoz. Es
sabido que al sexto conde se debe la construcción del campo de fútbol del viejo
Vivero o el Centro Obrero. Sin embargo, pocos saben que él y su mujer fueron
los promotores de la construcción de la capilla del colegio del Santo Ángel de
la Guarda, inaugurada el 21 de diciembre de 1916. Hay que destacar también que
el conde fue nombrado hijo adoptivo de La Albuera el 15 de febrero de 1925, ya
que sufragó la restauración del monumento dedicado a la batalla de 1811, creado
por la Comisión de Monumentos en 1852. En la parte inferior figuraba una
inscripción: «ESTE MONUMENTO SE RESTAURÓ EN 16 DE MAYO DE 1903,
COSTEANDO LAS OBRAS EL EXCMO. SR. CONDE DE LA TORRE DEL FRESNO». El mismo día que fue nombrado hijo adoptivo, donaba 500 pesetas al alcalde Félix Manzano Franco, que este repartió entre las familias pobres de la localidad. Otro dato curioso es que el conde tenía disecado un caballo blanco que él montaba y fue con el que entró en Badajoz en 1905 el rey Alfonso XIII.
Francisco Fernández Marquesta falleció de gripe en su casa el 11 de
julio de 1931, a los 83 años, ya viudo. Su esposa Dolores tuvo varias hermanas,
entre ellas, Josefa, que estuvo casada con el senador Juan Antonio Murillo Rico
(1836-1890), natural de Los Santos de Maimona. Tuvieron dos hijos varones: Juan
Murillo Pizarro, que se quedó con la Casa del Cordón, o al menos la parte que
hacía esquina a la plaza de España y Muñoz Torrero. El otro fue Joaquín Murillo
Pizarro, casado en Guareña el 29 de marzo de 1914 con la guareñensa María
Antonia Retamar Pizarro, hija de Juan Lucas Retamar Márquez de Prado e Isabel
Pizarro Malfeito. De Joaquín y María Antonia nacieron varios hijos que
heredarían la Casa del Cordón, entre ellos: Juan, Pedro, Francisco, Joaquín,
Guadalupe, Mariano, José y Miguel Murillo Retamar. El último fue directivo del C.D. Badajoz en los años 50, fallecido
a los 86 años el 7 de octubre de 2014. Recordemos que Francisco Fernández
Marquesta, su tío abuelo, donó los terrenos del antiguo estadio del Vivero.
Miguel Murillo Retamar fue el padre del actual director del teatro López de
Ayala, Miguel Murillo Gómez.
9 de abril de 1932. Juan Murillo
Pizarro solicita al ayuntamiento reformas en el piso de la planta principal.
Juan Murillo Pizarro era abogado, se licenció en Sevilla en 1902 e hizo
el juramento que establecía la ley en la Audiencia Provincial de Badajoz el 2
de abril de 1908, incorporándose al Colegio de Abogados de Badajoz. Fue desde
1919 hasta 1923 diputado delegado de los establecimientos de beneficencia de la
Diputación de Badajoz. Contrajo matrimonio con Coronada Cabeza de Vaca
Salamanca en 1903, fallecida poco tiempo después, hermana del marqués de
Colonia. Su vivienda aparece situada ahora en la llamada plaza de la República
nº 11, en el principal. Los planos los realiza el que fuera arquitecto
municipal desde 1916, Rodolfo Martínez González. La zona a reformar es la que
hace esquina a la plaza de España y Muñoz Torrero, donde figura el único balcón
corrido de la casa. El 31 de diciembre solicita permiso al ayuntamiento para
tirar algunos muros interiores y cambiar el suelo de ladrillo por baldosines.
El pasado 9 de enero se le había exigido que presentase planos de la obra como
requisito indispensable.
Planos de la reforma de 1932.
1950. El local se convierte en la
primera sucursal del Banco de Santander en Badajoz.
El edificio era propiedad de varios hermanos: Juan, casado con Dora
Cuesta de Quirós; Pedro, casado con Margarita Álvarez Espárrago; Joaquín,
casado con su prima Estrella Murillo de la Calzada y vecinos de Los Santos de
Maimona; Francisco, casado también con su prima Concepción Murillo de la
Calzada; Guadalupe, casada con el teniente de caballería Vicente Sáenz Cuerda;
y José Murillo Retamar, soltero y menor de edad. También era propiedad de la
madre de todos ellos, María Antonia Retamar Pizarro, ya viuda de Joaquín
Murillo Pizarro. Todos los hermanos eran dueños de la nuda propiedad de la
finca que lindaba por la derecha, haciendo esquina, con la calle Muñoz Torrero.
Por la izquierda hacía esquina a la calle Hernán Cortés, por donde tenía puerta
falsa, con el número dos. Por la espalda lindaba con la casa de Antonio Castro,
en la calle Muñoz Torrero, que esta tenía el número uno. Por la calle Hernán
Cortés lindaba con la casa de los herederos de Manuel Molano, con el número cuatro.
La casa tenía una superficie de 931 metros y 20 centímetros cuadrados. Constaba
de tres plantas. Las obras se harían con permiso de la usufructuaria vitalicia
y arrendataria del local de la planta baja, Justa Montes Gómez, viuda de
Murillo, que vivía en la misma casa. El local hasta entonces lo ocupaba la
imprenta La Económica.
El proyecto lo realizó el famoso arquitecto Luis Pidal
Fernández-Hontoria Chico de Guzmán y Uhagón (1912-1985), IV marqués de Pidal,
natural de Torrelavega, Santander. Se presentó al Ayuntamiento de Badajoz el 14
de diciembre de 1949 por Justa Montes Gómez, pero con obligación de presentar
documentación sobre todos los propietarios del dominio. Entonces todavía tenía
el número 11 de la ya plaza de España. El proyecto pasó por la Comisión
Municipal Permanente del 10 de enero de 1950 y se concedía por unanimidad la
licencia de obras. El 7 de enero pasado la familia Murillo Retamar renunciaba a
cualquier indemnización por las obras proyectadas en caso de que el
ayuntamiento llevase a efecto expropiaciones en el inmueble para realizar la
«reforma interior de la ciudad», aprobada el 6 de mayo de 1943. Se refería a la
nueva alineación de la entonces calle Moreno Nieto, hoy Obispo, que trataba de
retranquear la fachada de la casa y cuyo inmueble estaba afectado. No se conservan en la carpeta los planos, supongo que
por motivos de seguridad al ser una entidad bancaria. Sí la memoria, que indica
que las obras consistían principalmente en la sustitución por una estructura
metálica porticada de unos muros de crujía antiguos. La fachada estaría
constituida por un apilastrado de moldura y cornisa de sillería con labra fina,
así como un recercado de la puerta de entrada. El resto de la fachada por un
chapado y cornisa de sillería al igual que las jambas y dinteles de los huecos.
27 de junio de 1983. Recreativos
Pacenses adquiere la casa a los hermanos Murillo Retamar.
La empresa compró toda la casa a la familia, que ya no residía en ella,
sino en el palacete de la calle Ramón Albarrán. La
fachada se mantuvo prácticamente igual que la sede bancaria, salvo el logotipo
y que la ventana derecha de la fachada a la plaza de España se convirtió en
portado. Estos elementos se eliminaron en la reforma que hizo el arzobispado.
4 de junio de 1996. Recreativos
Pacenses propone convertir la Casa del Cordón en el hotel La Perla.
Se trataba de convertirla en un hotel de tres estrellas, cuyo proyecto
realizó el arquitecto Francisco Escudero Pintado. El periódico Hoy del cinco de
junio publicaba un artículo en el que el Ayuntamiento de Badajoz aceptaba
modificar el edificio para adaptarlo. La protección «formal» de la Casa del
Cordón permitía cambios si se conservaban elementos de la fachada. Todos los
grupos políticos del ayuntamiento estaban dispuestos a facilitar los trámites
urbanísticos para la autorización del hotel, que también tendría un sótano con
capacidad para catorce vehículos. Así quedaba de manifiesto en la última
comisión de Urbanismo celebrada el día anterior. En ella, se conocían los
primeros datos sobre este proyecto. La entonces concejala de Urbanismo,
Cristina Herrera, citaba que el edificio albergaba en su interior elementos
arquitectónicos todavía más valiosos que los que se obligaba a conservar de la
fachada. Los grupos políticos estaban dispuestos a aceptar las modificaciones
de la portada, como eran la apertura de ventanas en dos plantas y construir un
soportal en su entrada. A cambio, el ayuntamiento obligaría a conservar el
blasón familiar y la portada de granito del cordón, que eran los elementos más
significativos de una fachada muy austera. La comisión de Urbanismo había
tenido en cuenta que este nuevo edificio guardaba cierta semejanza con la
fachada cercana del antiguo instituto Bárbara de Braganza. El ayuntamiento
enviaría el proyecto a la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura que
debía dar el visto bueno sobre este edificio protegido. El ayuntamiento estaba
a favor de la construcción de este hotel, debido a su efecto positivo en esta
zona un tanto degradada.
Fachada del hotel proyectado que realizó el arquitecto
Francisco Escudero Pintado.
27 de marzo de 1998. El
Arzobispado de Mérida-Badajoz adquiere la Casa del Cordón para su nueva sede a
la empresa Recreativos Pacenses. Fue inaugurada el 8 de junio de 2002.
De esta forma se trasladaba desde su antiguo emplazamiento desde finales
del siglo XVII, un poco más abajo de la calle Obispo, haciendo esquina a la
llamada entonces «calleja del Obispo», hoy Martín Cansado (lateral de la plaza
de Minayo) y que ocupaba antiguamente el solar sobre el que se construyó el Garaje Pla. El periódico Hoy
del 7 de abril de 1998 anunciaba la próxima compra del edificio y citaba que
las negociaciones estaban prácticamente cerradas. Sin embargo, he podido
averiguar que la venta al arzobispado por «Recreativos Pacenses S.L.», dueña de
todo el edificio, se había realizado el pasado 27 de marzo de 1998. Se citaba
en este periódico que el desarrollo de las actividades diocesanas y las labores
pastorales derivadas del Sínodo Pacense de 1992 recomendaba un local más
extenso, como era esta vieja casa.
El precio fijado por sus propietarios
rondaba los 90 millones de pesetas. Desde la oficina de prensa del arzobispado
se aclaró el día anterior que nada de esto se habría planteado con urgencia de
no presentarse en ese momento la oportunidad de adquirirla en unas condiciones
muy favorables. El arzobispado tenía otro motivo más importante para realizar
la compra: que estaba justo frente a la catedral metropolitana, y dentro del
casco antiguo, al igual que muchas sedes europeas. También era una buena
oportunidad para restaurar un edificio del que estaban empeñadas las distintas
administraciones y la población pacense en general. Este edificio, muy amplio y
deteriorado, ahora con el número 9, requeriría una fuerte inversión en su
rehabilitación para adecuarlo a las nuevas necesidades, donde se contemplaba la
instalación de distintos despachos, capilla, vivienda del arzobispo, un salón
de actos, etc. Interiormente lo más destacado de la Casa del Cordón era un
patio con columnas visigodas reaprovechadas, que se ha conservado y
acristalado. La parte más reformada del edificio primitivo es la trasera, junto
a la calle Hernán Cortés, que se corresponde con las casas «accesorias» que
citan los documentos antiguos y que, supongo, carecían de valor arquitectónico.
Patio gótico, donde estaría la cisterna citada en 1676.
A la casa se le realizó una profunda reforma desde el año 1999 debido al
mal estado en que se encontraba. El proyecto lo realizó el arquitecto Eduardo
Escudero Pintado, entremezclando diferentes estilos, principalmente en su
interior, quizá demasiado modernos, y modificando ligeramente la fachada,
añadiendo el escudo de mármol del arzobispo Antonio Montero Moreno. El periódico Hoy del 17 de noviembre de
1999 citaba que ya habían dado comienzo las obras de rehabilitación de la nueva
sede del arzobispado en la que se invertirían 105 millones de pesetas. El
proyecto había sido aprobado por la comisión de Urbanismo. Se mantenía la
entrada principal por la portada del cordón, a la que le seguía un recibidor
que daba paso a la zona más importante del edificio, el primitivo claustro que
conservaba varias columnas y capiteles visigodos. A partir de este, se
distribuían todas las dependencias y otro patio trasero irregular conectado al
anterior. En la zona que daba a la calle Hernán Cortés figuraba un salón de
actos. El resto de las dependencias eran administrativas con una superficie de
630 metros cuadrados. El edificio tenía dos plantas más. La primera tenía 683
metros cuadrados, donde se ubicaban las dependencias del arzobispo y despachos
de las distintas vicarías, salas de juntas y de espera. El edificio contaba con
una planta sótano de 593 metros cuadrados donde se ubicó en un principio el
archivo catedralicio y diocesano, además de un garaje para cuatro vehículos. La
última planta que se pensaba construir tenía 675 metros cuadrados; era la única
a la que el consistorio ponía ciertas reticencias. Pedía que se construyera más
acorde con el resto del edificio primitivo. Se refería a la tercera planta de
la casa que fue retranqueada para diferenciarla del resto, construida sobre la
antigua confitería La Perla y que también recrecía la fachada en la calle Muñoz
Torrero. Este proyecto no planteaba el retranqueo de la fachada como pedía el
CIT, pues mantenía su antigua alineación y cumplía las normas del PGOU (Plan
General de Ordenación Urbana), por lo que se concedía la licencia de obras.
Clave de una de las bóvedas.
1999. Polémicas sobre el posible
retranqueo de la fachada del edificio.
El periódico Hoy del 3 de mayo de 1998 publicaba un artículo del CIT
(Centro de Iniciativas Turísticas de Badajoz). En la última Comisión de
Urbanismo, un miembro del CIT había solicitado el retranqueo de la casa. En
este artículo felicitaban al obispado por la adquisición, señalando que era una
gran noticia para la ciudad. Suponían que este nuevo propietario tendría el
propósito de construir un nuevo edificio de categoría digna. Esta casona tenía
entonces solo protección ambiental, según ellos, ya caducada en el PGOU.
Citaban que la comisión municipal de Urbanismo había dado el visto bueno para
construir un hotel en ella. Una vez derribada la vieja casa, se alinearía la
fachada al antiguo institutito Bárbara de Braganza y mantendría en la nueva los
pocos elementos interesantes que según ellos tenía. La creación de este nuevo
edificio supondría una vieja aspiración de la ciudad de que la calle Obispo
tuviese una anchura igual en todos sus tramos (Plan General de 1975) y que no
solo era antiestético, sino que era peligroso la estrechura junto a la plaza de
España. La pérdida de volumen del edificio se compensaría elevando su altura,
llegando a la del antiguo instituto y el de la farmacia Camacho. El periódico
Hoy del 4 de marzo de 1999 citaba que el entonces portavoz del grupo Izquierda
Unida en el ayuntamiento, Moisés Cayetano, se oponía al retranqueo. Creía
adecuada la protección formal que tenía el edificio. El PGOU obligaba a
conservar la fachada y sus elementos significativos. La propuesta sería
estudiada por los servicios técnicos municipales, pero la entonces concejala de
Urbanismo, Cristina Herrera, citaba que el retranqueo conllevaría el derribo de
la fachada, acción que el PGOU no autorizaba. Moisés Cayetano opinaba que,
aunque no era un monumento destacable, sí tenía una configuración armónica con
el entorno de la plaza. Esta protección sí permitía obras de remodelación
interior y ciertas obras de ampliación. Opinaba que trasladar la portada del
cordón sería desvirtualizar la casa y hacer de ellas «piezas de museo». Aún así
citaba que al no existir entonces un catálogo de protección, quedaba en
entredicho.
El periódico Hoy del 5 de marzo de 1999 publicaba una nota de prensa de
la Asociación Amigos de Badajoz, que estaba en contra del retranqueo de la
fachada de la casa. Opinaban que retranquear la fachada suponía su derribo.
Irónicamente citaban que si, como pedía el CIT, la fachada se retranqueaba, no se
derribaría salvo que se le pusieran ruedas a esta. También citaban que la
teórica ventaja de ensanchar la calle uno o dos metros más no justificaba el
destrozo de la fachada y parte de su interior, y que la calle Obispo era
suficientemente ancha para el tráfico. Creían que por esa misma regla de tres,
monumentos como puerta de Palmas o la puerta del Capitel podrían ser derribadas
para mejorar el tránsito. De igual modo añadían que el resto de las fachadas de
la calle Obispo, posteriores a la Casa del Cordón, eran las que no habían
seguido la alineación de esta, que era la casa más antigua de la zona. La única
opción que proponía la asociación era respetar su fachada y rehabilitarla,
reformando su interior para los nuevos usos del arzobispado.
El periódico Hoy del 6 de enero de 2000 publicaba otro artículo del
Centro de Iniciativas Turísticas de Badajoz. En él se preguntaban si era
necesaria su conservación o era un simple capricho. Citaban que había habido
bastante polémica por su anterior artículo y criticaban entre otros motivos: El
criterio «conservadurista» de los técnicos municipales y del arquitecto, que
había convencido al arzobispado en contra de sus propios intereses y quizás de
sus deseos, pues la obra de restauración conservaría la alineación actual con
el pretexto de estar obligados a mantener las fachadas existentes. Que la
protección «formal» no existía, por caducidad de las normas protectoras
planteadas en la revisión del plan general. Este hecho había permitido la
demolición total de algunos edificios en la calle Menacho, De Gabriel,
Trinidad, Arias Montano, Montesinos y Santo Domingo, todos ellos con idéntica
protección formal. Que los elementos interiores que se estimaban tan valiosos,
una vez que se había realizado la demolición, brillaban por su ausencia. Que el
proyecto del arzobispado, que estaba basado en la supuesta obligación del
mantenimiento indemne de las fachadas, ni siquiera conservaba la integridad de estas, alterándolas sustancialmente al añadir una nueva planta más (como se ha
hecho). Harían desaparecer no solo la torre característica (se le añadió una cornisa) sino también los escaparates de la antigua confitería La
Perla y del banco comercial (debería decir Recreativos Pacenses). Todo ello
formaba parte de la fachada primitiva, que según los técnicos municipales había
que mantener indemne. En contra de lo manifestado por Moisés Cayetano el 4 de
marzo de 1999, según el CIT, opinaban que no había ninguna armonía de la Casa del
Cordón con las colindantes y al mantener la actual alineación tan estrecha, el
área urbana quedaría perjudicada. Ahora que había comenzado la obra y que se
estaba procediendo al casi total derribo interior era quizás, la oportunidad de
que los técnicos de la propiedad y el ayuntamiento, hiciesen una rueda de
prensa para explicar a los ciudadanos cuáles eran los elementos arquitectónicos
interiores y exteriores tan interesantes que habían obligado al arzobispado a
gastarse más dinero del que le habría costado hacer una obra totalmente nueva, «para ganar solo incomodidad suya y del
vecindario al mantenerse el estrangulamiento de la calle que dificulta el paso
de los peatones exponiéndoles a graves peligros y que no les permite ver la
catedral con tranquilidad desde los últimos metros de la calle del Obispo». Opinaban
que Badajoz había perdido para siempre una buena oportunidad, y que sería
necesario que se les demostrara que la solución adoptada para la futura sede
arzobispal había sido la más correcta, pues a ellos, a la vista del derribo
interior casi total, no les quedaba claro. Imaginaban que al resto de los
vecinos tampoco.
Anexo
Descripción del escudo antiguo de
la fachada.
Escudo de Miguel de Andrade Alvarado. Año 1775.
Los escudos nobiliarios se leen al contrario que
los vemos. Está formado por un blasón con borde biselado y decorado con siete
flores, realizado en mármol blanco. Está dividido en cuatro carteles. En el
primero figura un león pasante coronado, que es el modelo más antiguo que se
usaba en el reino de León. Después se empezó a utilizar el león rampante, es
decir, colocado de pie. El león fue el primer símbolo heráldico de Europa y
supongo que sería colocado por este motivo, pues no parece corresponder a
ninguno de los apellidos de la familia. Podría ser también porque el león
corresponde al apellido Silva, los primitivos propietarios de la Casa del
Cordón. En el segundo figuran tres bandas engoladas en dos cabezas de dragones
de oro cada una. Corresponde al apellido Andrade o Andrada, que son las mismas
que Freile o Freire, pues estos apellidos aparecen unidos desde tiempo
inmemorial en muchas ramas de estas familias en toda España. El tercero está
partido en dos, en el primero figura una cigüeña con una sierpe en el pico y en
jefe (encima) de esta figura un águila extendida. En el segundo figura una
banda engolada en dos cabezas de dragones de oro, con bordura de plata con el
lema «Ave María». Parece ser que este escudo corresponde a Miguel de Andrade
Alvarado, por lo que podría fechase en 1775, cuando este fue empadronado como
noble en Badajoz. Entró en la Orden de Santiago el 12 de diciembre de este año.
El cuarto corresponde al apellido Venero. Sus armas son: en gules, un castillo
de plata, rematado por tres torrecillas, coronado por una flor de lis. El
castillo se encuentra sobre un peñón y flanqueado por dos leones encadenados.
Del peñón brota un torrente de agua. En este escudo deberían aparecen veneras
(conchas), según el acta de reconocimiento de 1775. El escudo está timbrado por
un yelmo (casco) de acero, colocado de perfil y rematado por plumas de avestruz
mirando a su lado derecho. Solo los nobles o nuevos ennoblecidos tienen derecho
a colocarlo. El yelmo tiene la visera ligeramente abierta con varias rejillas y
es un símbolo de hidalguía.
Hasta la reforma de la casa para el arzobispado el escudo estaba rodeado de una cenefa curvilínea rococó, realizada con mortero de cal que fue eliminada y que se correspondería con la época en que fue colocado el escudo. Este estaba originalmente más separado del dintel de la ventana que estaba sobre la puerta principal, pero en el siglo XX se aumentó la altura de ellas. En otra reforma, posterior a 1931, se eliminó un recercado curvilíneo que rodeaban todas las ventanas, muy típico del siglo XVIII. En la última reforma se añadieron recercados de mármol. También fueron centradas las dos ventanas superiores de la torre, que tenían un recercado que imitaba sillares y se le añadió una columna central de mármol.
Hasta la reforma de la casa para el arzobispado el escudo estaba rodeado de una cenefa curvilínea rococó, realizada con mortero de cal que fue eliminada y que se correspondería con la época en que fue colocado el escudo. Este estaba originalmente más separado del dintel de la ventana que estaba sobre la puerta principal, pero en el siglo XX se aumentó la altura de ellas. En otra reforma, posterior a 1931, se eliminó un recercado curvilíneo que rodeaban todas las ventanas, muy típico del siglo XVIII. En la última reforma se añadieron recercados de mármol. También fueron centradas las dos ventanas superiores de la torre, que tenían un recercado que imitaba sillares y se le añadió una columna central de mármol.
Notas:
(1) Obtuvo permiso del Ayuntamiento
de Badajoz el 17 de febrero de 1892 para demoler y levantar de nuevo el
edificio que antes había sido teatro Principal. Cedió el terreno sobrante del
chaflán y a cambio no pagó arbitrios por la nueva obra. (2) Esta casa fue luego del arrendatario de la vieja Plaza de Toros
e importante ganadero Antonio Soler Gorch y su mujer Casimira Fernández. (3) Actual calle Ramón Albarrán. (4) Actual calle Martín Cansado. (5) Fue el fundador de la Cofradía de San Atón de
Badajoz. (6) Actual calle Suárez Somontes. (7) Fue
propietario del antiguo Matadero del barrio del Campillo, frente a la torre de
Espantaperros y los jardines de la Galera.
Fuentes: Archivo Histórico Provincial de Badajoz, Archivo Histórico Municipal de Badajoz, Archivo de la Diputación de Badajoz, Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz y hemeroteca del Periódico Hoy.