Fiestas por la canonización de san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka en la iglesia de San Ignacio de Badajoz. 9, 10 y 11 de diciembre de 1727.
En el Año Jubilar Aloisiano, por el 450 aniversario del nacimiento de san Luis Gonzaga y la muerte de san Estanislao de Kostka en 2018
© Pedro Castellanos
3 de junio de 2018
Habiendo canonizado el
papa Benedicto XIII a los gloriosos santos san Luis Gonzaga y san Estanislao de
Kostka, religiosos de la Compañía de Jesús, el colegio de esta ciudad determinó
celebrar su canonización y participándolo a esta muy noble y leal ciudad como
especial devota de la Compañía de Jesús, acordó concurría uno de los tres días
de la festividad en que se celebrase la canonización y que a sus expensas se
hiciese todo el costo de él, nombrado por comisarios a los señores don Jacinto
de la Peña y a don Nicolás Chapín, sus capitulares, y que se convidasen para
aquel día a todos los prelados de los conventos de religiosos, al excelentísimo
señor comandante general, a los títulos de Castilla y caballeros de las cuatro
órdenes militares y habiéndose elegido para las fiestas el nueve, diez y once
del corriente y escogido el ilustrísimo y reverendísimo deán y cabildo de esta
Santa Iglesia Catedral para solemnizar por sí la canonización de los santos el
primero, tomó el segundo el colegio, dejando el tercero para esta ciudad.
En la capilla del
colegio construyóse a esmero y cuidado de los padres un majestuosos altar que
ocupaba todo el frontispicio del mayor hasta rematar en los extremos de la
bóveda, a la similitud de tabernáculo de tres frentes, en el del medio, estaba
Su Majestad Sacramentado, el santo patriarca san Ignacio de Loyola, coronándole
en su nicho una imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora. En el del lado del evangelio estaba colocada
una devotísima imagen de san Estanislao y en la de la epístola, adornaba otra
de san Luis Gonzaga, estando todo el altar guarnecido con muchas preciosas y
exquisitas piezas de plata labrada que, uniformes, junto con los ramos de
varios colores y diferentes imágenes de mucho primor, formaban un lucido y
suntuoso altar que contaba de más de trescientas velas de cera, de forma que
sus luces con los muchos y cristalinos espejos que guarnecían altar, capilla e
iglesia, parecía que todo era un ascua.
La capilla mayor y la
de los cruceros hasta lo alto y centro de la media naranja, estaba tapizada de
tafetanes y el cuerpo de la iglesia con diferentes colgaduras de damasco de
varios colores y a proporción puestas muchas y muy ricas láminas doradas y
otras pinturas con tanto primor, que ocasionaban al gusto el más vistoso lucido
recreo que puede imaginarse. Hallábase en el poste que divide la capilla mayor
de la iglesia del lado del evangelio, debajo de un rico dosel de damasco
carmesí, en una lámina dorada, el retrato de nuestro padre Benedicto papa XIII,
y a la entrada de la iglesia, bajo de otro no menos rico dosel carmesí, dos
retratos del rey señor Felipe V y la reina nuestra señora doña Isabel, su
dignísima esposa, y toda la planta de la iglesia cubierta con alfombras de
diferentes matices.
El día nueve del corriente,
habiendo antecedido la noche antes repique de campanas en la Santa Iglesia Catedral con
luminarias en su torre, a que correspondió la de la compañía y otros conventos
en procesión general, llegó el ilustrísimo deán y cabildo, en donde patente Su
Majestad celebró el día de su fiesta diciendo la misa don Juan Ortiz de Zárate
Ramírez, chantre y canónigo, y al Evangelio fue su orador el doctor don Juan
Casas, su canónigo magistral, y fenecida la misa cantando las letanía se retiró
a su iglesia.
El siguiente, día diez
del presente, con no menos suntuosidad de música que el cabildo, celebró el
colegio el segundo que le tocó de la canonización de los dichos dos santos,
cantando la misa el doctor don Alonso Diego de Guzmán Bolaños, de la Orden de
Santiago, provisor y vicario general de este obispado, y fue el panegirista el
reverendísimo padre Ignacio de la Pila, rector del mismo colegio. Luego que se
feneció la fiesta, a las doce en punto de dicho día, empezó el tercero que tomó
a su cargo esta ciudad, repicándose el reloj y al mismo tiempo las campanas de
todos los conventos e iglesias, a cuyo fin por los caballeros comisarios de
esta ciudad, fueron convidados sus prelados y llegada la noche, a expensas de
esta ciudad, se hizo un árbol de fuego que se construyó en las cuatro esquinas
inmediatas al colegio, a correspondencia de lo que dispensa el sitio, por cuya
cortedad y por obrar algunos riesgos, no hubo cohetes sueltos, aunque hubo
muchas ruedas y montantes de fuego, y en cuatro cuartones que ocupaban las
cuatro bocacalles pendientes de ellos corrían artificios y cohetes; cuyos
fuegos duraron desde la seis hasta las siete de la noche, con repiques
incesantes de las campanas de todos los conventos e iglesias, compañía y reloj
de esta ciudad, estando iluminados de luces todos los balcones de sus Casas
Consistoriales, las de sus capitulares y vecinos. Y habiéndose dado fuego al
ramo y llegado en su extremidad a una granada que lo coronaba, se abrió
manifestando con ocho luces, una tarjeta esculpida en un lado las armas de la
ciudad y en el otro unas letras que decían «Víctor Badajoz».
Imagen de la Pura y Limpia Concepción, ahora en la iglesia de Santa
María la Real (San Agustín).
|
La mañana de este día, once de diciembre, siendo las nueve de ella, formada esta ciudad en las casas
de su ayuntamiento, presidiéndola por indisposición del señor mariscal de campo
señor Diego González, su gobernador político y militar, el señor licenciado don
José de Bárcena, abogado de los [Reales] Consejos, salió como acostumbra con
sus maceros y bajando la calle de la Zapatería (1) abajo por la de los
Corregidores (2) se
dirigió al colegio de la compañía, en cuya plazuela se hallaba formada una
compañía de soldados de cincuenta vecinos con su bandera tremolada y sus
oficios correspondientes, siendo su cabo principal, el capitán don José Bravo de
Quirós y Prado, regidor de esta ciudad, a la que salió a recibir a las puertas
de la iglesia el rector y todos los padres del colegio. Y habiendo ocupado los
bancos de terciopelo que en forma de coro en medio ocupaban parte de la capilla
y cuerpo de la iglesia con algunos de los convidados, excepto el excelentísimo
señor comandante general, que por hallarse accidentado no concurrió; estando en
la capilla de San Francisco Javier, en taburetes rasos, por su antigüedad,
sentados todos los prelados de las religiones y en las tribunas muchos de los
eclesiásticos de distinción, padres maestros y lectores de ellas, cabos, militares
y ministros de graduación y un concurso tan numerosos de nobleza y plebe de
ambos sexos, que no cabe en ponderación. Siendo las diez de la mañana, se dio
principio a la fiesta, celebrando la misa don Fernando de Argüello Vargas y
Carvajal, alguacil mayor y teniente que fue de esta ciudad, y acabado el
Evangelio, hizo la oración laudatoria de la canonización el reverendísimo padre
Pascual Carrea, lector jubilado de Teología en su sagrada religión, trina, y
ministro actual del convento de la Santísima Trinidad de esta ciudad. Y acabada
la función, en la que hubo duplicadas salvas de fusilería y tiradas de cohetes
y fuegos según que vino, se retiró la ciudad a sus Casas Consistoriales,
habiéndola acompañado hasta las esquinas del colegio el rector y padres de él.
Por la tarde del
expresado día, concurrieron como particulares el señor alcalde mayor y
capitulares de esta ciudad, y estando patente el Santísimo Sacramento, se
cantaron solemnes vísperas con música y muchos instrumentos, y al mismo tiempo
algunos villansicos a Su Majestad Sacramentada y en loor de los dos santos, con
tal dulce melodía, que juntas las acordes voces de la música, con los suaves
ecos de los sabues, violines, célebre bajón extranjero [sic] y manicordios, adorno y
lucimiento de altar e iglesia, parecía, o que el cielo se había bajado a él, o
que la iglesia se había subido al cielo, porque comerándose la ciudad en
manifestar (cuanto le era posible) su celo mandó ejecutar en obsequio de la
canonización todo lo que la hiciese más plausible a honra y gloria de Dios y de
los santos. Y habiendo desempeñado su devoción en los reverentes expresados
cultos que ha consagrado este día a los santos san Estanislao y san Luis
Gonzaga, para que en las edades futuras cuente por habernos hallado presentes.
Los escribanos de su ayuntamiento, así lo certificamos, como que para hasta en
los niños fuese completo el júbilo, dio orden la justicia y regimiento a los
maestros de primeras, curas de esta ciudad, que en los tres citados días como
si fueren de guarda, no hubiese escuela. Y lo firmamos. Badajoz, fecha ut
supra.
Imágenes de san Ignacio de Loyola y de san Francisco Javier, hoy en la parroquia de Santa María la Real (San Agustín). |
Actualmente se
conservan en la capilla del Sagrario de la iglesia de Santa María la Real (San
Agustín) las tallas mencionadas de la Inmaculada, san Ignacio de Loyola y san
Francisco Javier, obras de gran calidad, junto a unos grandes cuadros pintados
de los mismos santos por Alonso de Mures en el siglo XVIII. Todas estas obras
proceden de la antigua iglesia de San Ignacio. Sin embargo, desconozco el
paradero de las principales, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka.
Tampoco se sabe quién fue el autor de estas imágenes, ni la fecha en que se
hicieron, pero tengo los primeros datos de la talla de san Francisco Javier en
1698. Doña Damiana de León Silva, quien diera nombre en el siglo XVIII a la
calle Montesinos, le donaba 200 ducados de vellón, «para que se le haga
alguna alhaja a la capilla». La misma señora donaba 400 ducados más para «ayuda
a un retablo en la capilla mayor». Ella sería enterrada en esta iglesia. Tengo otro documento interesante, fechado el 18 de febrero de 17 11.
Francisco Díez Ramírez, alguacil de la Auditoria General del Real Ejército de
las fronteras y provincia de Extremadura afirmaba que Juan Gómez, que estaba
ausente de la ciudad, le debía 1.440 reales y que «es muy devoto del
glorioso apóstol de la India san Francisco Javier, que está en su capilla en la
iglesia del colegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad, y por esta razón le
quiero hacer cesión de la referida cantidad [1.440 reales] para que toda ella
se convierta en su culto y adorno de la dicha su capilla».
Antigua iglesia de San Ignacio, donde se celebró el acto. Capilla
del Santísimo de la parroquia de Santa María la Real (San Agustín), donde hoy
se encuentran las imágenes de san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y la
Inmaculada.
Notas:
(1)
Hoy calle Moreno
Zancudo.
(2)
Hoy calle Soto
Mancera.
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