9.LAS
ERMITAS EXTRAMUROS DE BADAJOZ (I)
La casa-fuerte de Dolores Moscoso de la Rocha, supuesta ermita de San Roque, en la huerta del Tinoco. En 1865 se convierte en polvorín militar.
© Pedro Castellanos
13 de enero de 2018
(Actualización 28 de octubre de 2018)
(Actualización 28 de octubre de 2018)
Estado de la casa sobre el año 2003. Fotografía cedida por Juan José Benítez.
Se observan a la izquierda las aspilleras desaparecidas.
Se observan a la izquierda las aspilleras desaparecidas.
Introducción.
Situada en la llamada Vega Baja de Mérida, fue construida
probablemente en el siglo XVIII. La huerta tenía una superficie
de cinco fanegas, unas 3,22 hectáreas. Estaba plantada de diferentes árboles
frutales; tenía una casa, un pozo, una alberca y otra casa «de construcción
antigua y aspecto fuerte», que es la que ha quedado en pie. He descubierto, por
sus apellidos, que la huerta de Tinoco perteneció a una noble familia de
Badajoz. Era propiedad desde hacía varios siglos de la familia de Dolores
Moscoso de la Rocha Calderón Alvarado Ulloa, esposa de Laureano María Muñoz León,
vecinos de La Coruña a mediados del siglo XIX. Ella la había heredado tras la
muerte de su madre María Luisa de la Rocha Calderón del Monte. Desconozco su
advocación, si es que la tuvo alguna vez. Este oratorio estaba situado junto al
camino de los Lagares, de la Huerta de Tinoco, también llamado camino Viejo de
Talavera, porque llegaba desde Badajoz hasta Talavera la Real y que hoy ocupa
la avenida Manuel Rojas y camino viejo de Madrid en 1844. Es un edificio construido en ladrillo macizo, lucido
con mortero de arena y cal y algunos esgrafiados que imitan sillares, que más
tarde fue encalada. En su interior destaca una cúpula de media naranja sobre
cuatro pechinas, realizada en ladrillo y lucida con mortero de cal y
blanqueada. El interior recuerda bastante a la capilla superior de la ermita de
Pajaritos, que podrían ser de la misma época. Tiene una ventana que mira hacia
el barrio de San Roque, en un pasillo bajo bóveda de cañón simple, que tenía
hasta su rehabilitación una reja antigua de forja bajo una cornisa, hoy
desaparecidos. En el lado que mira al Guadiana posee una ventana en una
segunda planta con pasillo abovedado que ha quedado inutilizado tras los derribos.
La capilla posee unas escaleras, hoy mutiladas, que suben hasta la terraza que
corona la cúpula. Quizá fuese una obra posterior para utilizarla como torre
vigía de los alrededores.
Todas las dependencias exteriores fueron derribadas a
partir del año 2000, eliminando casi todos las muros de
bloques de tapial que cerraban el recinto, destacando las de los establos, con aspilleras y esgrafiados que imitaban el ladrillo rojo y falsa cantería que lindaban
con el viejo camino mirando hacia Talavera. Esto demostraría cierta calidad en su ejecución para una
simple casa labriega. Esas aspilleras indican que tuvo un uso militar y sería
reforzada para protegerla de ataques. En la fachada que
mira hacia Talavera se aprecia todavía una ventana de ojo de buey cegada. Se
salvó de ser totalmente derribada gracias a que, erróneamente, se la confundió
con la ermita de San Roque, que estuvo junto al revellín de San Roque o «del
frente de la Trinidad», construido a partir de 1735. En el año 2000, cuando el
ayuntamiento construyó la nueva avenida, la Asociación Amigos de Badajoz se
opuso a su derribo y recibió un aviso del párroco de San Roque de que las
máquinas estaban a unos 50 metros de la ermita, que iba a ser derribada al día
siguiente. La asociación se presentó en el lugar, convocó a la prensa y lo
evitó. En 2008 y 2009 volvieron a pedir que no fuese derribada y se
rehabilitase. Esta
rehabilitación la realizó el ayuntamiento y fue concluida a principios de 2010.
El edificio no es de gran valor arquitectónico, pero sí histórico, pues sería
el único oratorio o humilladero público (o privado con acceso al público) que se conserva fuera del Casco Antiguo del siglo XVIII. Junto con el revellín son las construcciones más antiguas del
barrio, pues no hace muchos años despareció el Albercón, de origen
romano.
El Servicio Geográfico del Ejército conserva un plano
anónimo de Badajoz que ellos lo fechan sobre 1750. En él no aparece
todavía el revellín de San Roque, que fue un proyecto del ingeniero Diego de
Bordick de 1735, por lo que lo podemos fechar entre 1735-1739. Sin embargo,
sí aparece la Casa de Tinoco, rodeado de una huerta, que parece la segunda y no la casa-fuerte. Por documentación que
poseo, el revellín ya estaba terminado en 1740 y se hacen obras de reparación
en sus muros exteriores. José Riera y otros ejecutaban diferentes reparos de la
fortificación de la plaza. En el revellín se hicieron obras en el camino
cubierto y contraescarpa.
Este Tinoco, que daba nombre a la huerta, no he podido
averiguar quién era, pero debió ser uno de los arrendatarios de ella por
aquellos años. También se cita como huerta de la Tinoca, que debió ser la
esposa y heredera del anterior o alguna hija. Dentro de poco ampliaré la información sobre estos Tinoco.
Todavía se la cita como huerta de Tinoco en otro documento sobre la huerta de la Regadera en 1842,
como el «casarón arruinado de la huerta nombrada del Tinoco». Quizá se
arruinase tras la Guerra de la Independencia. En un plano levantado el 5 de
octubre de 1705 por el ingeniero francés Pennier, conservado en el Servicio
Histórico de Defensa francés ya figura el edificio y lo llama Tinoque.
Julián García
de la Peña y su mujer María de las Mercedes de la Torre Cuesta venden en 1865 una
huerta a Ramón Sarró Vidal «en el campo
de San Roque y sitio de la Vega Baja de Mérida, que en lo antiguo estuvo unida
a la huerta que llamaban de la Regadera, de cabida de tres fanegas de trigo en
sembradura, QUE SE HALLA SITUADA FRENTE
AL CASARÓN ARRUINADO DE LA HUERTA NOMBRADA DEL TINOCO, y linda por el lado
que mira a esta ciudad con camino que dicen del Campo de San Roque a la que fue
huerta de Platas; y hoy se halla plantada de olivos y viña, que compró y posee
don Félix Lopo Sánchez (1) y por
otros lados linda asimismo con los caminos, que el uno se dirige desde esta
ciudad para la citada huerta del Tinoco a la villa de Talavera la Real, y con
el que se conoce con el nombre del Albercón».
Reconocimiento de un censo de la huerta de Tinoco a favor
del marqués de Gramosa en 1866.
El 4 de abril comparecían el procurador Pedro de la Hera y Carlos
Márquez Rodríguez, ambos vecinos y naturales de Badajoz. El primero lo hacía en
representación de Laureano María Muñoz León, marido y administrador legal de
los bienes de Dolores Moscoso de la Rocha Calderón Alvarado Ulloa. El segundo
lo hacía en nombre y como apoderado de los albaceas testamentarios que quedaron
por fallecimiento del conde de Santa Coloma (2) y de Cifuentes, marqués de
Gramosa, que fue el 13 de marzo de 1864. Para otorgar el primer documento comparecían:
(1) Juan
Bautista de Queralt y Bucarelli (1814-1873), natural de Sevilla, VI marqués de Vallehermoso, VII
marqués de Valdecarzana, conde de Fuenclara y XI conde de las Amayuelas, grande
de España de primera clase, caballero gran cruz de la Real y Distinguida Orden
Española de Carlos III, gentil hombre de cámara de su Majestad con ejercicio,
de 50 años, casado, propietario y marido de la siguiente.
(2) María del Rosario
de Queralt y Bucarelli, de 58 años, natural de Madrid, ya viuda del sevillano Ventura García y
Loygorri.
(3) Joaquina de Queralt y Bucarelli, de
54 años, (1810-1877), gaditana, viuda del madrileño Diego de Mesa y Tovar.
(4) José Teresiano Mesía del Barco y Pando (1819-1868), madrileño, III duque de
Tamames (3), IX marqués de Campollano, grande de España, de 45 años, viudo y
propietario.
(5) Manuel Barroso Lora, de 37 años, soltero, propietario, todos
vecinos de la Corte.
Declaraban que Juan Bautista de Queralt y Silva, VIII
conde de Santa Coloma, XVI conde de Cifuentes, VII conde de la Cueva, VI
marqués de Besora, XI marqués de Gramosa y IX marqués de Alconchel, grande de
España de primera clase, caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro, con
la gran cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, padre de los tres
primeros comparecientes y suegro del cuarto, había otorgado testamento cerrado
el 21 de noviembre de 1863. Después de su muerte, que fue el 13 de marzo de
1864, en una de sus cláusulas, nombró a los citados como sus albaceas
universales y que se realizase la partición de bienes. Buscaron a una persona
de confianza, nombrando administrador a Carlos Márquez. Se le pide que averigüe
las fincas y censos que pertenecían a los marqueses de Gramosa, que con el
trascurso del tiempo se hubieran podido perder o deudas que tuviese.
Carlos Márquez pide a Laureano María Muñoz León, vecino de
La Coruña, marido de Dolores Moscoso de la Rocha Calderón Alvarado Ulloa que
aceptase el reconocimiento de un censo de 29 reales anuales recientemente
descubierto, perteneciente a los indicados mayorazgos del marquesado de
Gramosa. Igualmente pedía que aceptasen otro censo de 15 reales de réditos
anuales «impuestos ambos sobre una tierra
de labor que antes fue huerta, nombrada
de la Tinoca, propia en la actualidad de don Laureano María Muñoz, con
quien lo tiene concertado el referido señor Márquez, suscriba al efecto y con
las solemnidades y requisitos debidos los instrumentos públicos que sean
necesarios. Cuarto, para que acepte la redención por todo su capital antiguo o
primitivo de los censos descubiertos que no hayan sido todavía reconocidos o de
los que se puedan descubrir en lo sucesivo (…) que acepte la redención por todo
capital antiguo».
Se cita que a Dolores Moscoso «le pertenece en propiedad una huerta llamada del Tinoco, al sitio de
la Vega Baja de Mérida, de este término, de cabida de cinco fanegas [=32.200 m2]
de tierra en sembradura, o sean, 321 áreas y 98 centiáreas, plantada de
diferentes árboles frutales con casa, pozo, alberca y otra casa de construcción antigua y aspecto fuerte; cuyo predio rural
linda actualmente al oriente con tierra de labor de la misma señora doña
Dolores, al medio día [=sur] con otras del marqués de Hinojosa [y otra de Rita
Atienza] y de don Manuel Segura, al poniente [=oeste] con el Campo de San Roque,
y al norte con el camino de los Lagares, junto al cual está edificada la dicha
casa fuerte y cuya finca está inscrita a nombre de la indicada doña Dolores
Moscoso de la Rocha Calderón Alvarado y Ulloa en el Registro de la
Propiedad de este partido a consecuencia del expediente posesorio que terminó
con fecha 10 de mayo del año pasado de 1864 (…) se verificó en el concepto de
estar libre de toda carga censual la mencionada finca; porque en tal concepto
la habían venido poseyendo siempre sus causantes o antecesores».
Dolores Moscoso y su familia citan que esta propiedad la disfrutaban
desde hacía mucho tiempo: «cuya finca en ambos dominios han venido
disfrutando hace siglos todos los poseedores causantes de dicha señora, como la
misma hasta hoy, según aparece de
los documentos, cuentas anuales, relaciones de apoderados, sin cosa en
contrario. Pero hace algunos meses, el señor don Carlos Márquez, hacendado, vecino de Badajoz, a nombre del excelentísimo señor marqués de Gramosa, hoy
conde de Santa Coloma, de quien es apoderado, reclamó particularmente dos
censos de 29 reales y 14 maravedíes uno; y de 15 reales otro, anuales, y su
descubierto legal que consideraba afectar a la finca con documentación bastante
a su juicio; a lo que oponiéndose el señor otorgante [Laureano María Muñoz],
mediaron varias contestaciones de las que indudablemente surgiría un ruidoso
pleito que absorbería muchas veces con exceso a las dos partes el
insignificante capital que la reclamación representa (…) y cediendo a la
mediación amistosa de persona de acreditada bondad en instrucción respetable,
se han transigido, arreglado y cortado todo ulterior progreso en los términos
siguientes…». Acordaban hacer una nueva escritura y que, de ahora en
adelante, solo se reconocía sobre la finca el censo de 29 reales y 14 maravedíes
y no el de 15, del que renunciaría el marqués de Gramosa, destruyéndose para
siempre cualquier documento o escritura donde apareciese por ambas partes. Se
añade que esto sería desde el año 1865 y que en concepto de atrasos se
entregaría al marqués de Gramosa por una sola vez 80 escudos (800
reales) por su apoderado al del marqués, que era el citado Carlos Márquez,
haciéndose anotación en la inscripción hipotecaria de la finca para que, en lo
sucesivo, constase este nuevo gravamen, pues había sido inscrita libre de todo
censo.
En 1865 se había convertido en polvorín militar.
El dato aparece en un libro de acuerdos municipal, el 25 de septiembre: «Se leyó un oficio del señor gobernador de la provincia [Joaquín Gállego] autorizando a la corporación para que concediese permiso a Antonio Barreros para establecer un depósito de pólvora en la huerta de Tinoco». El ayuntamiento se lo concede. Esto explicaría los muros con aspilleras que tuvo el recinto, ya desaparecidos, y su uso militar. Quizá en esa fecha se le añadiese la escalera de subida a la cúpula para utilizarla como una atalaya de observación de los alrededores. Por tanto, tuvo un uso militar y religioso, al menos hasta finales del siglo XIX. En el plano inferior, realizado por el Ejército en 1871, aparecen las dos casas mencionadas de la huerta de Tinoco que pertenecieron a Dolores Moscoso. Hoy solo queda la que estaba junto al camino, la llamada casa-fuerte, que el Ejército llama «convento arruinado», pensando que por tener una capilla fue un convento, dato que nunca se ha podido demostrar. En el siguiente, fechado en 1812, llama a la casa-fuerte «Casa Cuadrada».
Plano de 1871 donde aparecen las dos casas de la huerta de Tinoco. A la casa-fuerte la llama convento arruinado.
Plano de 1812 donde aparece la casa-fuerte de la huerta de Tinoco. La llama Casa Cuadrada.
La muerte de la pequeña Manuela Valerio en 1923.
Es una anécdota triste, pero según cuenta el periódico local Correo de la Mañana del 9 de marzo de 1923, los redactores se encontraron en el camino a una pareja de agentes de vigilancia: Manuel Trujillo y Casimiro Panadero, acompañados de un guardia urbano y de dos mozos que habían dado el aviso a la comisaría. El padre de la niña, Teodoro Valerio Martínez, acompañado de su hija Manuela se desplazaron a la huerta de Tinoco, situada en las inmediaciones del barrio de San Roque, con objeto de visitar a unos parientes que en ella vivían. A ruego de los parientes, la niña se quedó en la huerta, marchando su padre a una huerta próxima en la que trabajaba como hortelano. Manuela, junto a su prima Rosario Valerio, estuvo jugando hasta las últimas horas de la tarde. Se separaron unos momentos y Rosario no volvió a verla, por lo que ya entrada la noche dio cuenta del caso a los mozos de la huerta. Los hortelanos buscaron si cesar a la niña sin resultado. Cuando ya habían perdido toda esperanza de encontrarla, pensaron como último recurso, y sospechando una desgracia, en rastrear la alberca de la finca. Efectivamente, después de la una de la madrugada, uno de los mozos sacó a la superficie el cadáver de la niña. Dieron aviso a la Comisaria de Vigilancia, personándose en el lugar del suceso los dos agentes mencionados. Era las tres y media de la madrugada cuando el cadáver fue extraído del agua. Las personas que habitan la finca suponían que la niña debía estar jugando con los peces que existían en la alberca. Al pretender coger a algunos, perdió el equilibrio, cayendo dentro sin que nadie pudiera darse cuenta debido a la oscuridad, puesto que el suceso debió ocurrir en las primeras horas de la noche. Al día siguiente por la mañana se le realizó la autopsia en el Hospital Provincial por el médico forense Fernando Pinna, ayudado por el practicante Valentín Reboto. Según la autopsia, la niña murió de asfixia por inmersión. A las cuatro y media de la tarde se realizó el entierro. Otra versión de cómo ocurrió el suceso lo contaron personas de la finca en donde ocurrió. Citaban que la niña, en compañía de su prima, estuvieron cogiendo algunas hortalizas y suponían que se cayó a la alberca al intentar lavarlas.
Notas:
(1) Era labrador y
granjero; fue alcalde de Badajoz y falleció en 1884. (2) El condado de
Santa Coloma es un título nobiliario creado por el rey Felipe III en 1599 a
favor de Pedro de Queralt e Icart. Su nombre se refiere al municipio catalán de
Santa Coloma de Queralt, en la provincia de Tarragona. Juan Bautista de Queralt
y Silva (Barcelona; 18 de marzo de 1786 - Madrid; 13 de marzo de 1865), era el VIII
conde de Santa Coloma, IX marqués de Alconchel, XIV marqués de Lanzarote. Le
sucedió Juan Bautista de Queralt y Bucarelli, IX conde de Santa Coloma, XI
conde de las Amayuelas, VIII conde de Fuenclara. Juan Bautista de Queralt y
Bucareli (fallecido en 1873), era el VI
marqués de Vallehermoso, XI conde de las Amayuelas, IX conde de Santa Coloma,
VII marqués de Albolote, VII marqués de Besora, IX marqués de Gramosa, X
marqués de Alconchel, XV marqués e Lanzarote, XI marqués de Albaserrada, VIII
conde de la Cueva, XVII conde de Cifuentes, VIII conde de la Rivera, VII
marqués de Valdecarzana, XVII marqués de Cañete, XIV marqués de Taracena, XI
conde de Escalante, XVII conde de Tahalú, X conde de Villamor. (3) El ducado de
Tamames es un título nobiliario creado el 23 de mayo de 1805 por el rey Carlos
IV a favor de Antonio María Mesía del Barco y Castro, XXII señor de Tamames,
VII marqués de Campollano. Su denominación hace referencia a la localidad de
Tamames (Salamanca), de cuyo señorío eran poseedores en 1805 la familia Mesía
del Barco.
Un trabajo muy interesante, ya que nadie había podido decir de quién era esa casa.
ResponderEliminarGracias. Perdone que le conteste ahora, no suelo leer estos mensajes. Tengo que ampliarlo todavía más, ya lo verá. Saludos.
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