21.
La primera sociedad privada de equitación de Badajoz. Fue creada en 1847 en los corrales de la Real Casa Hospicio (futuro Hospital Provincial), donde se construyó un picadero.
© Pedro Castellanos
El acta fundacional de la junta se
celebró el 7 de marzo de 1847. Fue en una reunión en casa de José de la Puente,
a las siete de la noche con el objeto de organizarla. Aparecen las firmas de 21
personas, entre las de José de la Puente (sic), Santos Muñoa Carles, Eduardo Lagarza,
Carlos Martínez, Federico Patrón [Falls], Juan Manuel García, Juan
Antonio Utrera, Ramón Orduña y José María Villaroel, que debieron ser los
primeros socios. Se acuerda lo siguiente:
1ª)
La sociedad quedaba fundada desde este momento.
2ª)
Se nombraría una comisión para que se contratase con la Casa
Hospicio el arrendamiento del local donde estaría el picadero, realizándose una
escritura junto a un pliego de condiciones. Se haría un presupuesto para las
obras que tuviesen que hacer, bajo la dirección de la comisión. Esta comisión
estaría formada por: Santos Muñoa Carles, José María Villaroel y Ramón Orduña.
3ª)
Se acuerda crear otra comisión para la redacción del
reglamento, que estaría formada por: José de la Puente, Juan de Dios Sevilla,
Manuel Rodríguez Fito Bueno y Antonio Acevedo.
4ª)
Se acuerda que haya dos tipos de socios: de número y
transeúntes. Los primeros pagarían una cuota de entrada de 160 reales. Los
segundos 40 reales. La comisión quedaba autorizada para las obras, que se
repartirían entre los socios. La cantidad que faltase después de hacer la
recaudación de cuotas de entrada sería hasta la cantidad de 7.000 reales.
En el círculo rojo, lugar donde
probablemente se hizo el picadero. En azul, lugar donde vivió José Ignacio
Fernández de la Puente Álvarez Campana y su esposa, conocida como la Casa de la
Inglesa. En verde, lugar donde vivió José María Villaroel, hoy Diputación de
Badajoz. Plano fechable sobre 1871.
1. Antiguo Obispado de Badajoz. 2. Antiguo Seminario de San Atón. 3. Casa de Ordenandos. 4. Hospital Provincial.
Escritura
de convenio para la construcción de un picadero en el corral grande del
Hospicio y arrendamiento del mismo a la Sociedad de Equitación. Lo otorgaba el
director y contador del Hospicio junto al coronel graduado Santos Muñoa Carles,
sobrino del comerciante catalán Jaime Carles Busquet (1),
dueño del Teatro Cómico, Café de la Lealtad y Gabinete de Lectura (antes
Hospital de la Piedad).
En
la ciudad de Badajoz, a siete de abril de 1847, ante mí, el escribano de su
Majestad y testigos que se expresarán, [com]parecieron de una parte los señores
don Ramón Sutil y don Fernando Pinna, de esta vecindad, el primero director y
el segundo contador de la Casa Hospicio de esta provincia. Y de la otra don
Santos Muñoa y Carles, don José María Villaroel y don Ramón Orduña, de esta propia
vecindad, estos tres señores, por sí y representado todos los individuos que
componen la Sociedad de Equitación instalada en esta capital el día siete de
marzo último, cuyas firmas constan del acta original que me entregan para hacer
constar su personalidad viéndola en esta escritura, hecho el reintegro
correspondiente del papel simple en que está escrita, e insertarla en sus
traslados su tenor literal es el siguiente:
Aquí
el acta. Concuerda el acta inserta con su original unida por cabeza de esta escritura
a que me remito. Y en su virtud, los expresados jefes de la Casa Hospicio, como
tales, y los dichos socios representantes de la Sociedad de Equitación, en
nombre de la misma e individuos que la componen, por quienes y por los demás
que en adelante se incorporen a ella. Dijeron: que para conseguir el objeto que
se propuso dicha sociedad a su instalación, construyendo un picadero del modo
que se expresa en el acuerdo inserto, los socios comisionados comparecientes,
dieron los pasos oportunos para convenir en el ajuste del local en que podía
establecerse, designando para ello el corral grande de la Casa Hospicio de esta
capital. Y después de conferenciar detenidamente para llevarlo a cabo, con
[los] expresados jefes del establecimiento, lo han concluido bajo las
condiciones siguientes:
1) Los jefes de la Casa Hospicio, se obligan a construir un
picadero con todas las circunstancias que se requieren por el arte de la
equitación, para que sea perfecto, y que son las expresadas en el pliego de
condiciones y presupuesto que obran en el expediente, habiéndose de edificar en
la parte del corral grande de la misma que se señaló por los maestros, a
presencia de las partes contratantes.
2) Careciendo de recurso la Casa Hospicio, la sociedad le
adelantará la cantidad en que se rematen las obras, a cuenta de alquileres, a
razón de cuatro reales de vellón diarios. Y para hacerlo así constar, sin
necesidad de recurrir al expediente judicial, se darán concluidas y pagadas
éstas por los jefes de dicha casa un recibo de la cantidad invertida,
expresando en él los años, meses y días a que corresponde el anticipo.
3) También se comprenden en este arrendamiento las tres
habitaciones bajas que quedan incomunicadas con el edificio, y que tendrán la
entrada por el corral que antecede al picadero.
4) La sociedad podrá subarrendar el local a las compañías
ecuestres, cuidando de que no hagan desperfectos y remediándolos inmediatamente
si alguno hiciesen.
5) La sociedad usará del agua del pozo y para ello se hará un
medianil.
6) El hospicio ha de quedar completamente incomunicado con el
picadero, y para que así sea, el medianil del pozo del que se habla en la
condición anterior, se construirá bajo la dirección de los jefes del
establecimiento.
7) Todas las puertas, cerrojos, fechaduras, llaves han de quedar
completas y solo con el deterioro consiguiente al tiempo que hayan servido.
8) Después de trascurrir el tiempo necesario para que se
devengue el anticipo hecho a cuenta de alquileres, y el que han de considerarse
los arrendatarios como unos verdaderos usufructuarios, no podrá ser desahuciada
la sociedad mientras continúe pagando los cuatro reales diarios que quedan
estipulados, a no ser que el establecimiento tuviese necesidad de destruir el
picadero para edificar nuevamente en el terreno que ocupe.
Con estas condiciones, la expresada Casa Hospicio y en su
nombre y representación, su director y contador, otorgantes, da en
arrendamiento a la Sociedad de Equitación referida el picadero que se construya
en el corralón grande de la misma casa, con las habitaciones que se expresan,
para su uso por el tiempo estipulado, todo en el modo y forma que queda
contenido, sin que en el ínterin pueda la casa hacer del local otro uso, que es
el que queda expresado. Y los socios, por su parte, se obligan al abono de la cantidad
en que las obras sean rematadas, en cuenta del pago de alquileres, según queda
estipulado en las cláusulas de este contrato, que los otorgantes, cada uno, por
su representación respectiva, se obligan a cumplir, sin tergiversación alguna.
A su obediencia, pues, se obligan los jefes de la Casa Hospicio, con los bienes
y rentas del establecimiento, y los socios con los suyos propios, habidos y por
haber, dan poder a las justicias y jueces de su Majestad competentes, para que
a ello les compelan y apremien, por todo rigor legal, vía ejecutiva, y como si
fuese por sentencia pasada, en autoridad de cosa juzgada y consentida, que por
tal lo reciben y renuncian todas las leyes, fueros, derechos y privilegios de
su favor y la general en forma, en cuyo testimonio, con prevención que de esta
escritura haya de tomarse razón en el registro de hipotecas de este partido,
dentro de ocho días, sin cuyo requisito no tendrá efecto. Así lo dijeron,
otorgaron y firmaron, siendo testigos don Domingo María Díez, don Ramón Huertas
y don Manuel Regidor, de esta vecindad.
Algunos datos sobre
la Real Casa Hospicio fundada en 1757 y la contigua Casa de Ordenandos, fundada
en 1810.
El rey Fernando VII ordenaba fundarla el 12 de abril de 1757. Al mismo tiempo se agregaban a él los tres hospitales
que había en la ciudad en aquel momento, que eran el de Ntra. Sra. de la
Antigua Piedad, el de la Misericordia y el de la Vera Cruz. El de la Limpia
Concepción (antes llamado de San Andrés), el de Santa Catalina la Vieja y el de Santa María de los Caballeros o Consolación ya habrían desparecido. El 12 de abril de 1757
el conde de Valparaíso dirige un escrito desde Madrid al entonces obispo de
Badajoz, Manuel Pérez Minayo, en el que le transmite la decisión del Rey de
fundarlo:
«Movido el Rey de sus piadosos deseos de fomentar el alivio
de las necesidades públicas de esta ciudad y obispado, se ha servido resolver
que en esta capital se funde con rentas competentes, y bajo su real protección,
un hospicio o casa de niños expósitos, huérfanos y desamparados en que con
separación se recojan también mujeres de mala vida y pobres de ambos sexos, y
ha nombrado por intendente de este establecimiento asociado con el de este
ejército y provincia a D. Nicolás Montero [de Espinosa], canónigo penitenciario
de esta Santa Iglesia [Catedral] y subcolector de expolios y vacantes de esta
mitra, debiendo correr en adelante al cargo de los colectores generales para
que ejerzan la protección real, y contemplando su Majestad que para
perfeccionarse [en] esta tan útil idea, sería muy conducente la agregación a
esta casa de las tres, de la Piedad, de la Misericordia y de la [Vera] Cruz,
que en esta ciudad ejercen los mismos actos de caridad que se han de practicar
en ella».
En 1854 se cita la «Real Casa Hospicio donde se halla
establecido el hospital nombrado antiguamente de San Sebastián y en el día de
la Provincia». El Real Hospicio había sido convertido en cuartel y hospicio
militar desde 1810. En 1819 se pide que vuelva a su primitivo uso. En 1827 se
realiza la segregación del Hospital de San Sebastián (luego llamado de la
Caridad) y agregados a él de la Real Casa Hospicio. Se entregaba a las hijas de
la caridad por real orden del 26 de septiembre. Entre el Seminario de San Atón
y la Real Casa Hospicio se encontraba la Casa de Ordenandos, que era de los
padres de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl.
Incompresiblemente los dos edificios fueron derribados en 1983 para formar la
plaza y parking subterráneo. Los padres paúles de la Casa de Ordenandos se establecieron
en 1810. Fue suprimida por la ley del 31 de julio de 1837, restablecida por el
artículo 29 del concordato de 1851, ocupando la casa otra vez en 1858, variando
el contrato fundacional de 1809. Se estableció un convenio adicional en 1863. En 1797 se daban a censo redimible una
casa propia de la vinculación de Bartolomé González Caldera, otorgada por su entonces
poseedor, Juan Caldera del Campo, en virtud de real facultad a favor del
Seminario. Esta casa estaba entre el Hospicio y otras dos contiguas del
Seminario. En este mismo año se venden dos casas más en el campo de San
Francisco por los hermanos Juan y Jerónimo Rodríguez Caldera a favor del
Seminario. Las tres se incluyeron a la fábrica de la Casa de
Ordenandos (2).
Datos
sobre la familia del principal fundador de la Sociedad de Equitación: el gaditano José Ignacio María
Fernández de la Puente Álvarez Campana, brigadier de caballería y coronel del
cuerpo de Estado Mayor. Su familia política procedía de Génova e Irlanda.
Era natural de la ciudad de Cádiz y falleció
en Ceuta el 4 de febrero de 1860, en un campamento que pertenecía al tercer
cuerpo del ejército expedicionario en la Guerra de África o Primera Guerra de
Marruecos (1859-1860). Era hijo de Manuel de la Puente Aranguren, consejero de
Estado honorario y mariscal de campo de los reales ejércitos, natural de
Ribadesella (Asturias) y de la gaditana María Manuela Álvarez Campana. José
Ignacio se casó en Badajoz el 27 de noviembre de 1844 con la pacense Amalia
Eustaquia Patrón Falls. Ella pertenecía a una acaudalada familia, hija única del
poderoso comerciante pacense Jerónimo Patrón Barbieres, casado el 17 de mayo de 1820
con María Falls Preston, natural de
Castellón de la Plana, a la que dotó con la no despreciable cantidad de 151.080
reales. Jerónimo Patrón Barbieres fue la segunda persona más rica de Badajoz en aquella época,
con una fortuna valorada en 3.246.852 reales. Era hijo de Juan Patrón, un
poderoso comerciante y contador de rentas nacionales de Olivenza. Juan era hijo
de Simón Patrón, natural de Génova (Italia) y de Josefa Franco, natural de
Badajoz. La madre de Jerónimo Patrón, Ramona Barbieres, era hija de Carlos
Barbieres, natural de Turín, (Italia) y María Plaza, natural de Alburquerque
(Badajoz). María Falls Preston era hija de los irlandeses afincados en España James
Falls y Mary Preston (al menos ella vivió en Badajoz). Mary procedía de un
lugar llamado Bellinter, (pronunciado como Belincha) en el entonces condado de
East-Meath, hoy Meath. Bellinter está situada a unos 6 kilómetros de la
capital del condado, Navan, y a unos 38 kilómetros de la
capital de Irlanda, Dublín. Ella viviría en un palacete llamado Casa Bellinter, junto al río Boyne, construido
en 1750 por Richard Cassels, como una casa de campo para el rico cervecero de
Dublín John Preston, de quien debe descender Mary Preston. Después de la muerte
de John, el patrimonio pasó a su nieto, también llamado John Preston, primer
barón de Tara. En el año 2004 el palacete fue vendido y transformado en el actual
hotel-balneario Bellinter House (3). Tara es una famosa colina situada a unos cuatro
kilómetros de Bellinter. John Preston, primer y único barón de Tara (1764-1821), fue un
político irlandés, e hijo de John Preston, descendiente de un hermano menor de
Thomas Preston, primer vizconde de Tara, segundo hijo de Christopher Preston,
cuarto vizconde de Gormanston (4). Por las fechas, sospecho que Mary Preston era hermana
de John Preston, primer barón Tara, que no tuvo hijos y el título se extinguió
cuando murió en julio de 1821, con 56 años. Creo que el título podría haber
pasado a los familiares en España, pero imagino que en Irlanda no sabían que
parte de ellos residían aquí. José Ignacio y Amalia tuvieron siete hijos: Ricardo Miguel María del Carmen Lucía; Felisa Pastora
María de las Mercedes Catalina; Matilde María del Rosario Eugenia; José Ignacio
Federico María Cirico; Adela María Eladia; Manuel Eduardo Sabas; Arturo María
del Carmen Práxedes. El matrimonio vivió con sus hijos muy cerca de la sede de
la Sociedad de Equitación, en la entonces calle de Santa Catalina nº 9, después
Moreno Nieto y hoy Obispo San Juan de Ribera. Era conocida como la Casa de la Inglesa y era casi colindante
con el antiguo Obispado de Badajoz. Estaría un poco más arriba de la Joyería
Castellano, en lo que hoy es el edificio Badajoz. Debió ser de grandes
proporciones, pues tenía traseras a la entonces calle de Lagares, hoy Zurbarán.
Podemos destacar dentro de los siete hijos que tuvieron José Ignacio y Amalia
Eustaquia a Adela Fernández de la Puente Patrón. Su madre, ya viuda, la dotaba por nada menos que 8.261 escudos (82.610
reales). Tenía 21 años y se iba a casar el
22 de diciembre de 1869 con el sevillano Enrique González Carrillo de Albornoz,
comandante graduado, capitán en la reserva de caballería de Badajoz, soltero,
de 31 años. Adela falleció en Badajoz el 8 de marzo de 1901. Enrique falleció en Badajoz el 13 de junio de 1918 a los 80 años, siendo teniente coronel de caballería retirado, caballero con la gran cruz y placa de la Orden de San Hermenegildo. La hija de ambos, María del Rosario González Fernández de la Puente, se casó el 12 de octubre de 1902 con el ingeniero agrónomo Eduardo Fernández Trevijano, director de la Granja Agrícola, inaugurada en 1905, hoy sede de la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Su hijo Enrique González Fernández de la Puente estuvo casado con Lucía Sardiña Cuesta, que falleció en Badajoz a los 31 años el 26 de agosto de 1907.
Dentro de la familia
de Jerónimo Patrón Barbieres podemos destacar a su tío, el también comerciante
Felipe Patrón, administrador de la
Real Casa Hospicio en 1826, que estuvo casado con María del Carmen Fernández,
cuyo padre era caballero de la Orden de Alcántara, mayordomo de semana del Rey
y regidor perpetuo de Badajoz. Ella fue poseedora del mayorazgo que fundó Alonso
de Figueroa de la Rocha. Felipe y María del Carmen tuvieron varios hijos: José,
Antonio, Roque, Isidoro, Manuel, Vicenta y Ramona Patrón Fernández. La última
estuvo casada con el comerciante José Miter Arnstorf, natural de la aldea de
Arnstorf, en el entonces reino de Bohemia, Alemania. Era hijo de Francisco Miter
y de Catalina Quinter, naturales de la misma localidad. Tuvieron como hijos a: Carlos,
José, y Josefa Miter Patrón. Vicenta Patrón Fernández estuvo casada con el
comerciante Pedro Martínez Crespo (socio de Jerónimo Patrón), natural de Torre
de Cameros (La Rioja). Sus hijos fueron: 1. María Dolores Martínez Patrón,
casada con el abogado, alcalde primero y presidente del Ayuntamiento de Badajoz
en 1856 León Bécquer Durán, natural de Tafalla (Navarra). Era hijo de Alejandro
Bécquer, natural de Utebo (Zaragoza) y Manuela Durán, natural de Bargota
(Navarra). Tuvieron como hijos a: Cándido, Vicente, Casimiro, Manuel y Jacoba
Bécquer Martínez. 2. José; 3. Josefa Martínez Patrón, casada con el también
comerciante, abogado y diputado a Cortes Manuel Molano del Campo (alcalde
constitucional de Badajoz en 1844 y 1845); 4. Manuel; 5. Carlos y 6. Jacoba,
casada con Ventura Díaz.
En rojo, Casa de la Inglesa de la calle Obispo, vista desde la Casa del Cordón.
Hijos militares
destacados de José Ignacio y Amalia Eustaquia.
1) Ricardo Fernández de
la Puente Patrón. Dio nombre a la calle Fernández de la Puente de Badajoz.
Fue un importante personaje de la ciudad en aquella época. Su
nombre completo era Ricardo Miguel María del Carmen Lucía Fernández de la
Puente Patrón. Nació en Badajoz el 6 de julio de 1855. Fue nombrado en 1914
director general de navegación y pesca marítima. En 1922 fue nombrado capitán
general de la Armada, el más alto cargo en la Armada española que ha tenido un
pacense. Ricardo, como Fernández de la Puente, da nombre a la calle
perpendicular a la de Guardia Civil y a la Avenida Ramón y Cajal. No
le faltaron méritos para tener una calle en la capital pacense, pues su hoja de
servicios era impecable. Ingresó de guardia marina el 1 de abril de 1871.
Siendo alférez estuvo en la campaña de Joló, Filipinas. Después se hizo
ingeniero electricista torpedista. Siendo teniente de navío terminó la carrera
de ingeniero naval, en la Escuela de Ampliación de San Fernando, Cádiz, siendo
el único alumno que aprobó aquel año. En este empleo fue encargado de traer de
Londres los primeros torpederos que llegaron a España en 1885, el Barceló y el Retamosa. Cuando realizaba el viaje de regreso se vio sorprendido
por un fuerte temporal en La Rochelle, al suroeste de Francia, evitando con su
pericia que llegara a ocurrir una catástrofe. Cuando fue ascendido a teniente
de navío de primera, desempeñó el cargo de tercer comandante de Carlos V, destinado
a formar parte de la escuadra del almirante Cámara. Luego fue designado
ingeniero inspector del crucero Extremadura,
y al ascender a capitán de fragata hizo la campaña de Melilla en 1909. En esta
época ordenó los brillantes trabajos que se realizaron para pasar por tierra
desde el Mediterráneo a Mar Chica con el barco de 60 toneladas La Cartagenera, hecho que tanto llamó la
atención en España y fuera de ella. De capitán de navío mandó el Urania y el Numancia. Al ascender a contraalmirante fue nombrado director
general de navegación. Siendo vicealmirante desempeñó el cargo de capitán
general del departamento naval de Cádiz. De almirante, ocupó el cargo de vocal
del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Era ayudante honorario de su Majestad,
estando en posesión de la gran cruz del mérito naval, gran cruz de San
Hermenegildo, cruces rojas del mérito naval, blancas pensionadas también del
mérito naval, medalla de la campaña de Joló, de la de Melilla, de Alfonso XIII,
y fue declarado benemérito de la patria. Falleció en su domicilio de la calle
Serrano nº 6 de Madrid, en la tarde del 23 de octubre de 1928, a los 73 años,
dejando ocho hijos.
Ricardo Fernández de la Puente Patrón. Museo Naval de
Madrid.
2)
José Ignacio Federico María Fernández de la Puente Patrón. Fue el único hijo nacido en Sevilla,
en el año 1849. El motivo es que su padre era en aquellos momentos segundo jefe
de la Capitanía General de Andalucía, con sede en la capital hispalense. En enero de 1915 fue
ascendido, por real decreto, a general de división. Se le concedió en atención
a los servicios prestados en la batalla de Alcolea, en que ganó el empleo de
alférez y grado de primer teniente. En el sitio de la plaza de Cartagena se le
otorgaron las estrellas de capitán. Más tarde, en las acciones de Boxarra,
Borrid y Cervera del Maestre, obtuvo la cruz roja de primera clase del mérito
militar y el grado de comandante. En varias acciones por la provincia de Cuenca,
en que fue herido, recibió otra cruz roja de primera clase del mérito militar.
Realizó un celoso desempeño de sus diferentes cargos en la Capitanía General de
Extremadura. Ya con grado de coronel, participó en el restablecimiento del
orden en los alterados por las huelgas obreras de Barcelona en 1902. Ya
promovido a general de brigada, trabajó en varias ocasiones en la división de
caballería, presidiendo diversos tribunales militares y como inspector, la
revista anual de armamento a los distintos cuerpos. Contaba cincuenta años de
servicios. De ellos, seis años y nueve meses, en el empleo de general de
brigada. Aparte de poseer dos cruces rojas del mérito militar de primera clase,
tenía la placa de la Orden de Nicham Iftikhar, de Túnez, la gran cruz de San
Hermenegildo y las medallas de Alfonso XII, guerra civil y Alfonso XIII.
Datos sobre otro de los importantes
fundadores de la Sociedad de Equitación: el comerciante pacense José María
Villaroel Pegado, de padre barcarroteño.
Nació
en Badajoz en 1813, era hijo del comerciante Manuel Villaroel Ferreira (hijo de
Antonio Villaroel y María Ferreira), natural de Barcarrota, aunque en 1819
vivió temporalmente en el Largo do Barão de Quintela, Lisboa. Su madre era María
Josefa Pegado (hija de Rodrigo Pegado y María Josefa Lineros), natural de
Badajoz. Se casó en 1829 con Bardomera Díaz de la Cruz Fernández, natural de
Toledo, hija de José Díaz de la Cruz en Isabel Fernández, vecinos de Madrid. José
María Villaroel era el socio representante de la casa-comercio Viuda de
Villarroel e Hijo. La casa donde vivió estaba en la entonces calle de Santa
Catalina nº 1, hoy Obispo San Juan de Ribera. Lindaba a su entrada, por arriba,
con el desamortizado convento de Santa Catalina Mártir (futuro Instituto
General y Técnico, luego Instituto Bárbara de Braganza) y por la izquierda, por
abajo, con las llamadas «Cocheras del Obispo». Por la espalda lindaba con casas
suyas en la entonces calle del Zumbadero, hoy Felipe Checa. Esta casa estaba
valorada en nada menos que 258.600 reales. Tenía otra casa en la misma calle,
con el n º 5, frente a las suyas, que lindaba por la derecha, entrando, con el
entonces Palacio Episcopal y por la izquierda con la casa de María Falls de Patrón, valorada en 56.100 reales. María Falls Preston, alias la Inglesa, era española, pero de madre irlandesa, no inglesa. José María
Villaroel era entonces la persona más rica de Badajoz, con una fortuna valorada
en 3.699.593 reales, superando a su amigo Jerónimo Patrón. Tuvo
tres hijos que fueron sus herederos: Matilde, Baldomera y José Segundo. Falleció
en su casa en 1855 con tan solo 42 años, ya viudo. Sobre su casa, tras ser
derribada, se construiría la sede de la sociedad Casino de Badajoz, hoy palacio
de la Diputación de Badajoz. Poca gente sabe que en el año 1900 se proyectó la construcción
de un pasaje más abajo de su casa, para que se comunicase la entonces calle
Larga, hoy Felipe Checa, con la de Moreno Nieto, hoy Obispo, a través de las mencionadas
Cocheras del Obispo, pero nunca se llegó a realizar.
En rojo, casa de José María Villaroel de la calle Obispo, vista desde la plaza de España.
En rojo, lugar donde estuvieron las Cocheras del Obispo y donde se proyectó el pasaje en 1900.
Notas:
(1) En 1812 era asentista principal del ramo
de aguardiente de la provincia. Su teatro, también fue llamado Principal,
estuvo en la esquina de la plaza de España con la calle Obispo, antes hospital
y cuartel de la Piedad. (2) Datos procedentes de los Archivos Eclesiásticos de
Mérida-Badajoz. (3 y 4) Fuente: Wikipedia.